POR DAVID BROOKS /
La disputa por el futuro de la democracia cada vez más imperfecta y deteriorada de Estados Unidos sigue al borde de un precipicio, y el pronóstico de su salud política es reservado.
En el presente, el cada vez declinante imperio estadounidense exhibe grandes problemas: desintegración, decadencia, avaricia organizada en la cúpula y temor institucionalizado monopolizado por unos cuantos políticos. “Tenemos una situación con el neofascismo de un lado y el neoliberalismo del otro. Debemos tener una alternativa”, argumenta el filósofo político Cornel West en entrevista con The Internationalist.
Para la socióloga Frances Fox Piven, veterana académica/activista progresista de referencia a lo largo de varias décadas, el momento más peligroso en este país no fue superado en esta última elección. «No creo que esta lucha sobre la democracia elemental se ha acabado, por ninguna razón. Estados Unidos estaba bastante avanzado en el camino de volverse un país fascista (antes de este última elección) y aun puede volverse un país fascista», comentó en entrevista con The Guardian.
Para el periodista (premio Pulitzer) y analista Chris Hedges, ya no hay salvación dentro de la estructura política existente en Estados Unidos. “El proyecto bipartidista de desmantelar nuestra democracia, el cual se realizó a lo largo de las últimas décadas a nombre de las empresas y los ricos, ha dejado sólo la cáscara externa de la democracia. Los tribunales, legislaturas, la rama ejecutiva y los medios… son cautivos del poder empresarial. El golpe de Estado empresarial ya sucedió. Ellos ganaron. Nosotros perdimos”, concluye en un ensayo en ScheerPost.
“Los escombros de este proyecto neoliberal son espantosos: guerras sin fin y fútiles para enriquecer a un complejo militar industrial… la desindustrialización… el recorte y privatización de programas sociales, incluyendo la educación, servicios públicos y salud… policía militarizada… el sistema carcelario más grande del mundo… elecciones saturadas de dinero que perpetúan nuestro sistema de soborno legalizado…”.Subraya, como lo ha repetido Noam Chomsky, y otros, que tal sistema permitió al uno por ciento más rico apropiarse de 54 billones del 90 por ciento de los de abajo entre 1975 y 2022, según una investigación del ultraconservador Rand Corporation, tanque de pensamiento financiado por el establishment estadounidense.
Enfatiza que el terreno fértil de la destrucción política, económica, cultural y social generó un abanico de neofascistas, estafadores, racistas, criminales, charlatanes, teóricos de la conspiración, milicias derechistas y demagogos que pronto tomarán el poder, y reafirmó que este descenso democrático no tiene remedio político dentro del actual esquema bipartidista estadunidense.
Para algunos la lucha por la democratización de Estados Unidos tiene que buscar brújulas nuevas y viejas. Fox Piven señala que siempre se ha requerido una alianza entre movimientos sociales y electorales para cambiar el curso de la historia estadounidense, por un lado fuerzas sociales que irrumpen al rehusar a cooperar con el sistema actual y, por otro, propuestas electorales para implementar los cambios necesarios.
Por su parte, West considera que “la gente busca una alternativa al orden neoliberal en Estados Unidos y sus manifestaciones internacionales… El internacionalismo es el punto de partida… Aún no tenemos una propuesta mayor que ofrezca un programa y una plataforma progresista, internacionalista y de izquierda”, por lo que recomienda como un primer paso urgente juntar a los movimientos antiguerra y sobre el cambio climático para que la lucha contra la catástrofe ecológica vaya junta con la condena del militarismo y el capitalismo depredador.
La resistencia contra las fuerzas del neofascismo continúa en Estados Unidos, pero vale repetir que requiere más que nunca la solidaridad de sus contrapartes del otro lado de sus fronteras y costas.
La Jornada, México.
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