POR JAIME FLÓREZ MEZA /
Que las manzanas no huelen
que nadie conoce al vecino,
que a los viejos se les aparta
después de habernos servido bien.
Que el mar está agonizando
que no hay quien confíe en su hermano,
que la tierra cayó en manos
de unos locos con carnet…
– Joan Manuel Serrat (A quien corresponda, 1981).
Joan Manuel Serrat, uno de los más importantes cantautores en lenguas castellana y catalana de todos los tiempos, cumplió 79 años este 27 de diciembre, y el pasado viernes 23 se despidió para siempre de los escenarios en el Palau Sant Jordi de Barcelona, su ciudad natal. Fueron 74 conciertos por América y España: su gira de despedida de los escenarios por voluntad propia, llamada “El vicio de cantar 1965-2022”. Sin embargo, más allá de lo anecdótico de este último periplo artístico, habría que destacar su aporte a la música popular de Iberoamérica, con todo lo que ello implica, su compromiso con el progresismo político y social, su desafío a la dictadura franquista con sus canciones y declaraciones, la censura que sufrió bajo la misma, su exilio en las postrimerías del régimen, su decisión de cantar tanto en catalán como en castellano, su particular relación con Latinoamérica, el abordaje que hizo de los más variados asuntos humanos.
En su repertorio final incluyó, tratándose de su ciudad, un buen número de canciones en catalán, que estuvo alternado con varias de sus piezas en castellano. Ya hace cincuenta años, adelantándose a muchos músicos, había hablado sobre el ecocidio que se estaba produciendo en el planeta por el uso irracional de combustibles fósiles en su canción Pare (Padre), escrita y cantada en catalán. Hoy, el cambio climático ha puesto a la especie humana en camino de su auto-extinción. Recordó a los poetas republicanos Hernández y Machado en Para la libertad, Nanas de la cebolla y Cantares. Expresó su visión personal de su ciudad en Barcelona i jo (Barcelona y yo). Hizo lo propio con la calle del barrio donde nació en El meu carrer (Mi calle). Mediterráneo, ese clásico del cancionero iberoamericano, no podía estar ausente, con su ser, estar y hacer de las culturas mediterráneas “de Algeciras a Estambul…”. La crítica social, la ironía y la parodia también tuvieron su momento con canciones como Pueblo blanco, Algo personal y Fiesta. Igualmente, los personajes entrañables y conmovedores con El carrusel del Furo y La tieta (La tía). Plany al mar (Llanto al mar) fue otra desgarradora canción sobre el envenenamiento ambiental, en este caso de los mares “por ignorancia, por imprudencia, por inconsciencia y por mala fe”, como dice la canción. Desempolvó dos de sus primeras canciones: M’en vaig a pé (Me voy a pie) y Cançó de matinada (Canción de madrugada). Hoy puede ser un gran día fue uno de sus cantos más optimistas. No podía dejar de cantarle al amor en Es caprichoso el azar, No hago otra cosa que pensar en ti y Paraules d’amor (Palabras de amor). Y en el plus de rigor, y como cierre, tocó solo a la guitarra su primera canción grabada, Una guitarra, en catalán. Y así cerró el círculo.
Fue todo un mural sonoro, verbal y visual (con una profusa proyección de imágenes alusivas a cada canción) de esta cosa tierna que es la vida, parafraseando el título de un libro del filósofo francés André Comte-Sponville. Con todas sus contrariedades, bellezas, bondades y fragilidades.
El muchacho del Poble Sec
Joan Manuel Serrat Teresa vino al mundo el 27 de diciembre de 1943 en el barrio obrero del Poble Sec. Su padre era el catalán Josep Serrat, empleado de la compañía de gas y afiliado a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT, de corte anarquista, de la rama anarcosindicalista). Su madre era aragonesa, se llamaba Ángeles Teresa y era costurera. Desde un comienzo, pues, tanto el catalán como el castellano fueron sus lenguas.
La dictadura fascista del general Francisco Franco (1939-1975) había derogado las leyes que permitían la enseñanza del catalán en las escuelas, reconocida durante la Segunda República (1931-1939). Tras la fatal victoria del fascismo español en la guerra civil, semanas después de la caída de Barcelona, último bastión republicano, se inició en abril de 1939 una cruzada nacional contra las lenguas vernáculas: se prohibió su enseñanza y uso, restringiéndose a los ámbitos familiares y vecinales. Entre 1943-1944 la prohibición se arreció y alcanzó toda la esfera pública. El catalán estuvo a punto de ser erradicado.
La niñez de Joan Manuel transcurrió, por tanto, en medio de aquellas leyes severas y absurdas, del recuerdo triste de las víctimas que dejó la guerra en las familias de sus padres. En su canción Mi niñez, de 1970, dice entre otros versos:
Tenía un cielo azul
y un jardín de adoquines
y una historia a quemar
temblándome en la piel.
Tenía una casa sombría
que madre vistió de ternura…
La Nova Cançó
Además de su afición por la música el joven Serrat quiso dedicarse a la agronomía; se hizo perito agrícola, pero, a mediados de los sesenta se unió al movimiento musical y cultural de la Nova Cançó (Nueva Canción) catalana, que había aparecido en la segunda mitad de los años cincuenta como una forma artística de reivindicar el uso de la lengua nativa de Cataluña. Este colectivo de autores y cantantes se consolidó en 1961 con la formación de Els Setze Jutges (Los Dieciséis Jueces), grupo integrado, efectivamente, por dieciséis de ellos, entre los cuales figuró Serrat. No la tuvieron fácil debido a las restricciones de producción discográfica y difusión en radio y televisión imperantes en la España franquista. No obstante, la aparición en Barcelona del sello disquero independiente Sedigsa fue fundamental, pues había sido creado para grabar y difundir canciones en catalán, además del creciente apoyo de la crítica musical local y del público.
Aunque Serrat no se rehusaba a componer y cantar también en castellano, cuando fue seleccionado para representar a España en el Festival de Eurovisión (certamen anual de televisiones públicas europeas) de 1968, puso como condición el poder hacerlo en catalán, lo que no fue aceptado por los organizadores, que obviamente seguían los parámetros del régimen. Serrat no desistió de su intención y en su lugar fue enviada la cantante Massiel. “Hasta ese momento no se había manifestado demasiado. En la Nova Cançó era considerado el cantante comercial, el menos comprometido con las cuestiones catalanistas. Visto con distancia, imagino que quiso hacer un gesto precisamente para contrarrestar ese complejo”, dice Luis García Gil, autor del libro Serrat y los poetas.
El gesto le costó el veto de la televisión pública y en las radios estatales, prohibición que se extendió por cinco años. Sus problemas con la dictadura habían empezado. “En aquel momento, le representaba Lasso de la Vega, el mánager de hierro, volcado en dar alas a la carrera de Serrat. El error fue aceptar. Creo que se dio cuenta de que no iba a representar a España, sino a la televisión del régimen. Echó ese órdago a sabiendas de que la respuesta sería no”, aclara García Gil.
El cantor bilingüe
No fue aquel episodio, sin embargo, lo que le llevó a grabar canciones y discos también en castellano. “El Noi del Poble Sec” (el chico del Poble Sec, como también era conocido) quería y necesitaba expresarse en la lengua de su madre y en la de poetas españoles que leía y apreciaba; y, por supuesto, internacionalizarse, siguiendo el propósito de su mánager. Uno de esos poetas era el andaluz Antonio Machado, de quien musicalizaría varios de sus poemas. Pero antes de ello había grabado un primer álbum en castellano, La paloma, de 1969, que se abre, por cierto, con aquel poema homónimo del gran poeta gaditano Rafael Alberti, exiliado republicano en Argentina y después en Italia. Ese mismo año grabó y lanzó, entonces, su disco sobre la poesía de Machado, que además de poeta fuera dramaturgo, narrador, profesor de segunda enseñanza y militante de la República hasta su muerte, acaecida al comienzo de su exilio en Francia, pocas semanas después de la caída de Barcelona. La proscripción sobre la labor docente y política de Machado se mantenía bajo el franquismo, de tal manera que el disco de Serrat —titulado Dedicado a Antonio Machado, poeta— era en cierto sentido un desafío al fascismo español.
Además de su aporte a la divulgación de la poesía de Machado con los once poemas musicalizados, y del éxito que tuvo en España, Serrat vino por primera vez a Latinoamérica, iniciándose así un vínculo que nunca se rompería. En memoria de Machado compuso En Colliure (ciudad de Francia donde murió el poeta), que incluyó hacia el final del disco. Es una de sus canciones más lúgubres.
Pero los más radicales cantantes y seguidores de la Nova Cançó no vieron con buenos ojos este desplazamiento al castellano, así Serrat siguiera alternando la grabación de discos en este idioma con la de otros en catalán (en total ha grabado once álbumes en catalán y veinte en castellano). “Toda la historia de la nova cançó catalana está atravesada por la polémica en torno a la legitimidad de cantar en castellano además de en catalán”, dice el escritor, periodista y profesor barcelonés Gabriel Jaraba. “Tanto fue así que el asunto llegó a dividir el movimiento en dos bandos hasta el punto de que, ya a finales de los 60, se perdieron amistades o por lo menos el trato entre compañeros”. Serrat no fue el único en defender y demostrar esa legitimidad, pues años antes que él, como recuerda Jaraba, la cantante catalana Núria Feliu ya había empezado a grabar en castellano.
“Ya entonces fue considerado un traidor por esa Cataluña purista. Una tontería. Él tuvo agallas contra Franco, cuando muchos de los que le criticaban se callaron”, enfatiza a su vez García Gil. “Cada vez que alguien me ha preguntado en qué prefiero cantar, si en catalán o en castellano, yo siempre he respondido que en la que me prohíban cantar”, declaró Serrat en abril de 2022.
Censura, política y exilio
En 1970 la censura franquista obligó a Serrat a eliminar o cambiar varios versos de su álbum Mi niñez (conocido también como Álbum blanco), sobre todo en la canción Fiesta, de la cual entre paréntesis se ven a continuación los cambios exigidos por los censores:
… en la noche de San Juan,
como comparten su pan,
su mujer y su gabán (su tortilla y su gabán)
gentes de cien mil raleas.
[…]
Juntos los encuentra el sol
a la sombra de un farol,
empapados en alcohol,
magreando a una muchacha (abrazando a una muchacha)
[…]
Se despertó el bien y el mal,
la zorra pobre al portal (la pobre vuelve al portal)
la zorra rica al rosal (la rica vuelve al rosal)
y el avaro a las divisas.
Sin embargo, el hecho político de mayor trascendencia que protagonizó Serrat por aquellos años fue su oposición a la pena de muerte a raíz del llamado Proceso de Burgos, de diciembre de 1970. Con un encierro simbólico en la abadía de Monserrat en Cataluña, Serrat hizo parte de un grupo de trescientos artistas e intelectuales que protestó contra el caso que pretendía fusilar a seis de los 16 integrantes de ETA presos y condenados en Burgos por el asesinato de tres personas (entre ellas un comisario de policía y experto torturador). El juicio atrajo la atención mundial al final de un año que había estado signado por cientos de huelgas en buena parte de España, y aumentó el desprestigio internacional del régimen franquista. La presión nacional, que contó además con multitudinarias protestas públicas, e internacional con un amplio cubrimiento de la prensa extranjera y la atenta observancia de varios países, llevó al régimen a conmutar la pena capital por reclusión. Y fue una oportunidad para que la ciudadanía exigiera el fin de la dictadura.
En 1971 Serrat presentaría el álbum que es considerado su obra maestra: Mediterráneo. La enorme calidad, tanto lírica como épica, de sus canciones y de sus arreglos y producción musical, hacen de él un disco imprescindible en la música popular de toda Iberoamérica. La canción Mediterráneo, por ejemplo, ha sido una de las más difundidas y elogiadas de toda su discografía y muestra, entre otras cosas, una trágica vigencia por las oleadas migratorias de africanos que intentan cruzar el Mediterráneo para acceder a Europa:
… Yo, que en la piel tengo el sabor
amargo del llanto eterno
que han vertido en ti cien pueblos
de Algeciras a Estambul
para que pintes de azul
sus largas noches de invierno.
Y a fuerza de desventura
tu alma es profunda y oscura…
Un sondeo realizado por un canal español en 2004 designó esta canción como la más importante de los últimos cincuenta años en España.
En 1972 Serrat rindió homenaje a otro poeta español en el álbum Miguel Hernández. Pudo ser otra provocación al franquismo, como quiera que Hernández se había afiliado al Partido Comunista en los años de la Segunda República y posteriormente alistado en el Ejército republicano durante la guerra. Al final de ésta fue condenado a muerte, pena que le fue conmutada, y murió de tuberculosis en prisión en 1942 con tan solo 31 años. Se trataba, pues, de reivindicar la memoria de otro poeta republicano, aún más incómodo para el franquismo por su activa participación en la guerra, por lo cual sus libros estaban prohibidos. Entre los diez poemas musicalizados están Menos tu vientre, Elegía, Para la libertad, El niño yuntero y Nanas de la cebolla, éste último con música del cantautor argentino, y amigo de Serrat, Alberto Cortez. En 2010, en el centenario de Miguel Hernández, Serrat grabaría y presentaría el disco Hijo de la luz y de la sombra, para el que seleccionó y musicalizó trece de sus poemas.
Serrat no dejó de mantener una posición crítica y de denuncia del franquismo hasta el final. En marzo de 1974 fue ejecutado a garrote vil el anarquista catalán Salvador Puig Antich, que ocasionó un repudio en toda Europa. En septiembre de 1975, tras el fusilamiento de dos militantes de ETA y tres del Frente Revolucionario Antifranquista y Patriota (FRAP), Serrat condenó el hecho y la represión franquista desde México, donde se encontraba de gira, y apoyó al gobierno mexicano en su rompimiento de relaciones diplomáticas con España. En consecuencia, el régimen ordenó su búsqueda y captura, y prohibió la radiodifusión y venta de sus discos. Serrat se exilió en México por once meses. Con sus músicos, técnicos y algunos familiares recorrió el país en un bus alquilado, al que bautizaron “La Gordita”, ofreciendo recitales a bajo costo.
Durante su exilio también realizó conciertos en otros países de América: Cuba, EE.UU., Venezuela y Colombia. Pero no se sentía en condiciones de componer ni grabar material nuevo. En Venezuela recibió la noticia de la muerte del dictador Francisco Franco el 20 de noviembre de 1975. La dictadura habría de prolongarse por unos meses más y la orden de busca y captura aun pendía sobre él. Con todo, pudo viajar una vez a Perpiñán, Francia, para encontrarse con sus padres. Y ya estaba prohibido en Chile por la dictadura pinochetista y ahora lo estaba también en Uruguay, y pronto lo prohibirían en Argentina. Era la época del Plan Cóndor, que tenía a casi toda Sudamérica en manos de dictaduras militares.
En agosto de 1976, ya en el período de transición democrática española, Serrat fue amnistiado y pudo volver. Fue recibido en Barcelona como un héroe. En octubre ofreció conciertos por los barrios barceloneses para recaudar fondos para las Asociaciones de Vecinos. Y apoyó en 1977 al mal denominado Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en las primeras elecciones libres desde 1931, que ganó el conservador y exfuncionario franquista Adolfo Suárez, quien, por cierto, dimitió una vez que no convocó a un referéndum para decidir la forma de Estado (república o monarquía) porque las encuestas de opinión realizadas por su gobierno favorecían la opción republicana.
Un latinoamericano de Barcelona
La relación de Serrat con Latinoamérica siempre ha sido profunda. Desde hace mucho tiempo dijo sentirse como un latinoamericano nacido en Barcelona. Además de su afecto por el tango y la diversidad de la música latinoamericana, trabajó con el poeta uruguayo Mario Benedetti, que vivía su último exilio en España, en la composición del álbum El sur también existe, con letra de Benedetti y música de Serrat y en un par de canciones con letra de ambos. Otras son adaptaciones de poemas de Benedetti. El álbum fue lanzado en 1985 y coincidió con el fin del exilio del poeta.
En 2000 grabó el álbum Cansiones, con tonadas de distintos compositores y géneros latinoamericanos, a excepción de la de apertura que es una composición suya. La grafía incorrecta en el título se debe a la indiferenciación latinoamericana de la C que, en casos como éste, es pronunciada como S.
Serrat ha sido solidario con las causas políticas y sociales de Latinoamérica. En 1988, por ejemplo, días antes de que se votara el plebiscito para decidir la continuidad o no de la dictadura de Pinochet, se le negó la entrada a Chile, sin que se le diera ninguna explicación, y no pudo descender del avión en el que había viajado con una delegación española. Una vez restablecida la democracia Serrat dio un histórico concierto en el Estadio Nacional de Chile en 1990.
Por otro lado, siempre mantuvo una confraternidad con numerosos músicos latinoamericanos. Grabó con Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Mercedes Sosa, Tania Libertad, Calle 13, Gal Costa y Les Luthiers, entre otros.
“Antes que nada soy partidario de vivir”
Pudiera decirse que en sus 57 años de carrera Serrat escribió y cantó sobre casi todo lo que un juglar o contador de historias podría hablar. En el conjunto de su obra se pueden encontrar los más diversos aspectos de la naturaleza humana, desde los más placenteros a los más dolorosos, con impecable composición lírica, sofisticados arreglos musicales y en distintos géneros (balada, rock, huapango, jazz, pop, tango, folk, blues, bossa nova, flamenco, etc.). Hay una canción de Serrat para cada momento, cada crisis, cada sentimiento, cada estado. Para la resistencia y la resiliencia, para entender a España y Cataluña, a Latinoamérica, a los desposeídos y a los poderosos de todas partes. Al mundo actual. Para hacer memoria, soñar y pensar. Para reír y para llorar.
Su postura frente al independentismo catalán fue, quizás, malinterpretada. No se declaró partidario en su momento, aunque reconoció que es un sentimiento que siempre estará presente en el pueblo catalán. Para él no era conveniente la separación de España, pero tanto nacionalistas catalanes como españoles lo atacaron, los unos por considerarlo un traidor y los otros por su rebeldía al franquismo y sus posturas políticamente incorrectas. “No creo que el independentismo vaya a hacer una Cataluña mejor”, dijo Serrat. Sea como fuere, ha mantenido su independencia artística, política y personal aún ante sus coterráneos: “Se ve por ahí abominando de Serrat a mucha gente que ni siquiera había nacido cuando el artista dio a la nova cançó la mayor difusión que nunca un elemento cultural catalán —si hacemos abstracción de Pau Casals— había obtenido en el panorama internacional. Fue Serrat quien llevó la lengua catalana a todos los rincones de España, además de América Latina, haciéndola interesante y agradable a oídos de quienes nunca la habían escuchado con atención”, observa Gabriel Jaraba.
En tiempos de Franco se acusó a Serrat de ser un separatista catalán. “¿Cómo iba a ser separatista en su día alguien que cantaba a Miguel Hernández y Antonio Machado? Su temprana universalidad rompió con la Nova Canço. Ya en 1983, Serrat dijo que prefería los caminos a las fronteras”, dice Luis García Gil, aludiendo a la canción Cada loco con su tema, a la cual corresponde también el verso “antes que nada soy partidario de vivir”.
Juan Marsé (1933-2020), escritor catalán y Premio Cervantes en 2008, comentó a su vez: “Serrat ha sido siempre un hombre con sólidas convicciones y opina que España es un Estado de Derecho que vive en democracia después de casi cuarenta años de dictadura, dotado de una Constitución cuyas normas garantizan la libertad. Por tanto, considera que cualquier veleidad independentista es ilegal, y más cuando una minoría propone imponer una patria catalana que es pura fantasía”. Otro intelectual catalán, el filósofo y escritor Bernat Dedéu, dijo por su parte que Serrat “siempre ha defendido esa España como nación de naciones, ese multiculturalismo… Ahora, la viabilidad de sus posiciones está en duda”.
El caso es que Serrat se ha ido de los escenarios, aunque seguramente seguirá opinando y despertando controversias. Y lo ha hecho por la puerta grande, con un espectáculo que es una fiesta, una celebración de la vida, llevando la luz y el olor del Mediterráneo por dondequiera que vaya, como canta en los versos de su célebre canción. Pero seguirá estando en las vidas de innumerables españoles y latinoamericanos que hemos hecho de su música parte de nuestra banda sonora vital.
Referencias
Daniel Ramírez, “Serrat, un traidor de por vida: separatista para Franco y fascista para el independentismo”, El Español, https://www.elespanol.com/reportajes/20180401/serrat-traidor-vida-separatista-franco-fascista-independentismo/295471510_0.html
Gabriel Jaraba, “Serrat: no es por el catalán, es una cuestión de dominio, de señalar a los ‘traidores’”, Catalunya Plural, https://catalunyaplural.cat/es/serrat-no-es-por-el-catalan-es-una-cuestion-de-dominio-de-senalar-a-los-traidores/
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