Desenmascarando a Žižek: un bufón cortesano del capitalismo

POR GABRIEL ROCKHILL*                   

Slavoj Žižek (1949) puede adoptar las posturas políticas más reaccionarias y a pesar de ello ser presentado como una cumbre intelectual del pensamiento de izquierda.

En 2012, uno de los intelectuales más prominentes del mundo contemporáneo fue incluido en la lista de los “Top 100 pensadores globales” por la revista Foreign Policy (brazo comunicacional del Departamento de Estado de EE.UU.) (1). Esta distinción la comparte con nombres como Dick Cheney, Recep Tayyip Erdogan, Benjamin Netanyahu y el exdirector del Mossad, Meir Dagan (¡sic!). La mejor idea de este teórico -según la conocida publicación- es que “la gran revolución que espera la izquierda nunca sucederá”.

Slavoj Žižek

Seguro que esta es otra de sus ideas “originales” que podemos añadirla a la lista de sus posturas más recientes. Por nombrar solo unos pocos ejemplos, este señalado pensador global ha descrito el comunismo del siglo XX, y más específicamente el estalinismo, como “quizás la peor catástrofe ideológica, política, ética, social en la historia de la humanidad”.

De hecho, añade que “si mides a cierto nivel abstracto el sufrimiento provocado por el estalinismo fue peor que el nazismo”, lamentando, al parecer, que el Ejército Rojo junto a Stalin derrotara a la maquinaria bélica nazi. El III Reich no fue tan “radical” en su violencia como el comunismo, insiste, y “el problema de Hitler es que no fue lo suficientemente violento”.

Según este gran teórico, también, el líder chino Mao Zedong habría adoptado la “cruel decisión de matar de hambre a decenas de millones”. Esta infundada afirmación sitúa a su autor más a la derecha que el Libro Negro del Comunismo, que reconoce que Mao nunca intentó matar a sus compatriotas. Sin embargo, esta información no tiene importancia alguna para el teórico, ya que él asume que el peor “crimen contra la humanidad” en el mundo moderno no fue el nazismo o el fascismo, sino el comunismo.

El pensador esloveno en cuestión se ha auto-declarado eurocéntrico y estima que Europa es superior política, moral e intelectualmente a todas las demás regiones del planeta. Cuando en Europa se agudizó la crisis de los refugiados debido a las brutales intervenciones militares de Occidente en la región mediterránea, reprodujo el credo de Samuel Huntington sobre el “choque de civilizaciones” al declarar que “es un hecho que la mayoría de refugiados provienen de una cultura incompatible con las nociones de derechos humanos de la Europa occidental” (9).

Este famoso teórico también apoyó a Donald Trump en las elecciones presidenciales de 2016 (10). Más recientemente, pasó por la derecha al célebre belicista y criminal de guerra Henry Kissinger cuando lo acusó de “pacifismo” y expresó su “total apoyo” a la guerra de EE.UU. en Ucrania, asegurando que “necesitamos una OTAN más fuerte” para defender la “unidad europea” (11).

Ser homenajeado por la prominente revista cuyo co-fundador fue el archiconservador Huntington, funcionario del National Security State, constituye solo la punta del iceberg para esta súper-estrella global, que ha alcanzado un nivel de fama internacional raramente otorgado a intelectuales profesionales (12).

El ser una celebridad académica -con prestigiosos nombramientos en instituciones de primera línea dentro del mundo capitalista e innumerables giras internacionales- le ha permitido consolidar una enorme plataforma mediática. Esta incluye la publicación de libros y artículos a velocidad del rayo para algunas de los medios más importantes, utilizar multitud de películas y aparecer regularmente en televisión y grandes espectáculos mediáticos.

Dado el carácter de sus posturas políticas y la amplificación que de ellas hace el aparato cultural burgués, se podría asumir que el pensador en cuestión es un ideólogo de derechas promocionado por los think tanks del imperio y los aparatos de Seguridad Nacional de EE.UU. Sin embargo, extrañamente, se trata de un comentarista que aparece casi de inmediato en las búsquedas de Google como intelectual radical o incluso marxista. De hecho nuestro personaje ha sido elegido, no sabemos por quién, para representar ideas de “izquierda”: se trata de Slavoj Zižek.

El impune y alienante poder de la maquinaria propagandista estadounidense demostró su malsana influencia con aquella infame afirmación de Donald Trump antes de ser elegido: “puedo instalarme en medio de la Quinta Avenida y disparar a cualquiera sin perder un solo votante” (13).

En nuestra decadente y perversa sociedad del espectáculo, en el corazón del imperialismo, este mismo criterio se puede aplicar al niño mimado de la industria de la teoría de los globalistas. Zižek puede adoptar las posturas políticas más reaccionarias imaginables, ser retransmitidas mundialmente por el aparato cultural capitalista y a pesar de ello ser presentado como una cumbre intelectual del pensamiento de izquierda. De hecho, eso es precisamente lo que ha estado sucediendo.

Una salchicha discursiva para los no formados

Como joven estudiante de filosofía en EE.UU., a comienzos de la década de 1990, debo admitir que fui engañado por este mercachifle y el sistema que lo promovía. Irrumpió en escena como Evel Knievel [un famoso motociclista acrobático] de la industria de la teoría, cuando aún no me había graduado.

En lugar de prolongadas discusiones sobre la historia de la filosofía europea, de la que yo no sabía nada, teníamos a alguien que podía hablar de todo a un aspirante a intelectual de 19 años poco formado: películas de Hollywood, historias de ciencia ficción, sociedad de consumo, cultura en línea, teorías geniales procedentes de Europa, pornografía, sexo y, bueno, más sexo. Sus libros eran una lectura embriagadora, en particular para alguien mal formado por el aparato ideológico capitalista y hambriento de algo -vendido como- diferente.

Devoré todos sus libros cuando aparecieron en la década de 1990 y comienzos del siglo XXI. También seguí sus pasos al matricularme en un doctorado bajo la dirección de su padre intelectual en París: Alain Badiou. Sin embargo, a medida que me fui formando, empecé a cansarme de sus repeticiones, de su superficialidad teórica y de sus reiterativos giros retóricos. Comencé a contemplar sus provocativas payasadas como un mal sucedáneo de un serio análisis histórico y materialista.

Slavoj Žižek y Alan Badiou.

Este proceso llegó a su culmen en 2001 cuando trató de explicar los sucesos del 11 de septiembre mediante una descarada interpretación lacaniana de The Matrix. Sus apasionadas opiniones, mientras se vendían como churros, palidecían al compararlas con un análisis materialista riguroso de la historia del imperialismo estadounidense y las maquinaciones del National Security State, explicadas por los maduros trabajos de Noam Chomsky, o de Michael Parenti (14).

Fue entonces cuando ya graduado al traducir un libro de Jacques Rancière, pude comprobar de qué estaba hecha la salchicha discursiva de Zižek. Puesto que, en aquel momento, Rancière era un gran desconocido en el mundo anglófono, todos los editores rechazaron publicar la traducción. Cuando por fin, tras el rechazo inicial, pude convencer a un editor que lo considerara, este me impuso una condición: para garantizar un margen de beneficio en las ventas, necesitaba un prefacio hecho por Slavoj Zižek. Éste accedió y más tarde me mandó un revoltijo de texto que tenía una notable similitud con un capítulo sobre Rancière inserta en su libro The Ticklish Subject (15).

Lo que hizo fue añadir algunas especulaciones de libre asociación y unos comentarios preliminares sobre uno de los libros de Rancière sobre cine, que demostraban poco o nulo conocimiento de la obra de este filosofo sobre estética o del libro en cuestión (yo ya había traducido Le Partage du sensible: Esthétique et politique).

Disgustado por este descarado desprecio al rigor académico, y hallándome por aquel entonces carente todavía de poder institucional o de un análisis político más profundo, sentí que tenía las manos atadas ya que, si quería que mi traducción viera la luz, necesitaba aceptar la utilización que hace la industria de la teoría de este charlatán para promocionar sus mercancías. Quise enterrar el prefacio convirtiéndolo en postfacio y trate de adornarlo con otros trabajos eruditos de la obra de Rancière. Sin embargo, echando la vista atrás, debí simplemente abandonar el proyecto.

Al mirar en retrospectiva mis experiencias con el llamado Elvis de la teoría cultural, me doy cuenta que, como parte una clase profesional y mal formada del centro imperialista, yo era la audiencia diana de sus bufonadas.

En 1989 caía el Muro de Berlín, y salía en inglés el primer libro importante de Zižek: The Sublime Object of Ideology. Con un prefacio del post-marxista (v. gr. chabacano anti-marxista y demócrata radical) Ernesto Laclau, el libro fue presentado como el buque insignia de su nueva serie con Chantal Mouffe.

La serie buscaba transmitir las tendencias teóricas “anti-esencialistas”, como las que en Francia se inspiraban en Martin Heidegger, con el objetivo de ofrecer “una nueva visión de la Izquierda concebida en términos de democracia plural radical más que de aspiración al socialismo” (16).

Estos dos demócratas “radicales” [Laclau y Mouffe] -cuyas orientaciones políticas se hacían eco de los movimientos anti-comunistas fueron presentados como “pro-democracia” y desempeñaron un papel central en la promoción de Zižek. Laclau y Mouffe le invitaron a presentar su obra en el mundo anglófono y le abrieron prestigiosas vías de publicación.

Él devolvió el favor tomando explícitamente su manifiesto post-marxista [el de Laclau y Mouffe] Hegemony and Socialist Strategy (1985), para dar forma a su primer libro, sobre la base de abierta y compartida oposición a “una solución revolucionaria mundial del marxismo tradicional” (17).

En 1991, la URSS fue desmantelada y el aspirante a teórico post-marxista que sirve a Occidente publicaba dos libros más: uno en la serie de Laclau y Mouffe, y el otro como libro en la revista Octubre (18). Fue entonces cuando se subió a la ola de democracia radical, justo en el momento en que los movimientos disidentes “pro-democracia” -apoyados por los Estados imperialistas y sus servicios de inteligencia- iban desmontando agresivamente los logros de la clase obrera con el fin de que la riqueza se canalizara hacia arriba.

Mientras se desmantelaba el socialismo de estilo soviético, este informante nativo de la Europa oriental presentaba su post-marxismo nada menos que como la forma más radical de marxismo.

A similitud de Elvis, que logró fama en la industria musical apropiándose de la música de las comunidades negras, expresión de luchas muy reales, Zižek se convirtió en hombre de portada de la industria de la teoría global al tomar prestadas sus ideas más importantes de la tradición marxista, pero sometiéndolas a una juguetona mezcolanza de cultura posmoderna para despachurrar su substancia y, de ese modo, comercializarlas para el consumo de masas en la era neoliberal del revanchismo anti-comunista.

Es esencial señalar a este respecto que, mientras la clase capitalista celebraba el supuesto fin de la historia en los 90, también promovía, para el nicho social de la inteligencia liberal-radical, el símbolo del marxismo, supuestamente liberado de su substancia, como globo rojo que flota en cualquier dirección que el viento -conducido por el capital- sople.

Esto era el “proyecto” Žižek: se iba a convertir en el “marxista” más conocido en la era neoliberal de anti-comunismo acelerado. El misterioso hombre del Este -caricatura literal del “marxista loco”– (mejor representada por el mote “el Borat de la filosofía”) ascendió como un Fénix pervertido masturbándose públicamente sobre las llamas que habían destruido el socialismo de estilo soviético.

Sofistería dialéctica

Al igual que muchos de sus compadres que se auto-identifican como pensadores radicales, su pócima se vende tan bien porque nunca deja de estar escurridizo y, Žižek se enorgullece de su prosa elusiva y comportamiento errático.

Al leerlo, uno llega a adivinar el siguiente momento del “te pillé”, cuando nos enteramos que es realmente lo opuesto (de lo que sea nos haya llevado a creer en la página anterior). Como un niño que nunca se cansa de jugar al escondite, a pesar de que no puede esconderse realmente, el “prodigio esloveno” constantemente se escamotea y se sale de control discursivo para decirlo todo y su opuesto con la esperanza de poder cubrir sus huellas y permanecer siempre elusivo. Parece ignorar el hecho de que, en el carácter camaleónico de los intelectuales de su jaez, hay un obvio y coherente mecanismo ideológico: se llama oportunismo.

Cuando Žižek fue entrevistado para el catálogo Abercrombie and Fitch, su entrevistadora le dijo que le facilitaría el texto antes de la publicación. Él replicó: “Oh, eso no hace falta. Lo que sea que yo haya dicho puedes hacerme decir lo contrario” (19).

Esta frase lo retrata: puede decir algo que es tan válido como decir su opuesto, sin lugar a dudas su principal objetivo es poner su nombre bajo los focos. De hecho, si con el tiempo defiendes ideas contradictorias, -mientras atribuyes falsamente este cansino giro retórico a la “dialéctica”– estas ocupando más espacio para dejar fuera a los que realmente tienen algo nuevo que decir.

El hecho de que el aparato cultural burgués le conceda una plataforma tan enorme revela su proclividad a promocionar tales payasadas por encima y contra las formas verdaderamente radicales de análisis. Merece la pena recordar, en este sentido, que su dialéctica “dadá” tiene límites muy precisos. Por lo que sé, nunca le hemos oído decir algo como: “la ideología dominante nos dice constantemente que el socialismo realmente existente fue rotundamente horrible… ¡pero es precisamente lo contrario!”.

Podríamos preguntarnos por qué un auto-denominado marxista abraza acríticamente los elementos más groseros de la industria cultural que le promociona, como cuando se prostituyó gustosamente con una línea de ropa de una gran corporación internacional para presentarse en el Foro Internacional de Derechos Laborales de 2010. Este es, sin embargo, solo un ejemplo entre muchos otros de la estrecha relación entre la industria de la teoría global y la industria general de consumo capitalista. Zižek no solo vende libros, sino también películas, arte, literatura, revistas, periódicos, espectáculos públicos y, bueno, ropa estilo americano para la “gente genial y guapa”, en palabras del director de A&F (20).

Disidente pro-occidental y anti-comunista

Ya que este estafador dice y vuelve a decir de todo y su opuesto, es útil concentrarse en lo que realmente ha hecho y la naturaleza de su práctica teorética. Para entender cabalmente esto último, es necesario situarle a él y sus embustes dentro de las relaciones sociales de producción intelectual. En otras palabras, por práctica teorética, no solo quiero explicar sus actividades subjetivas como intelectual, sino también la objetiva totalidad social dentro de la cual opera y que le ha promocionado como estrella internacional.

Una parte de mi argumento es que Zižek debe entenderse como un producto cultural de la industria de la teoría global, en vez de fetichizarlo como sujeto sui géneris.

El autor de En defensa de las causas perdidas nació en 1949 y se crió en la República Federal Socialista de Yugoslavia (RFSY). Más tarde justificaría, sin evidencia de respaldo más allá de anécdotas, su viaje a Occidente porque “la vida en un Estado comunista era en gran medida peor que la vida en muchos Estados capitalistas” (21).

Sin embargo, su país natal ofreció a las masas una calidad de vida que merece la pena recordar:

Entre 1960 y 1980, Yugoslavia tuvo una de las tasas más altas de crecimiento junto a sanidad y educación gratuitas, derecho a un ingreso garantizado, un mes de vacaciones pagadas, una tasa de alfabetización de más del 90 por ciento, y una esperanza de vida de 72 años. Yugoslavia también ofrecía a su ciudadanía multiétnica transporte público, vivienda e instalaciones asequibles, en una economía de mercado mayormente de propiedad pública (22).

Según su biógrafo, Tony Myers, a Žižek no le gustaba la cultura comunista de su país. Al tanto de las oportunidades potenciales de avance personal socioeconómico en el mundo capitalista, este joven intelectual se dedicó a embeberse la cultura pop occidental.

“Como estudiante”, escribe Myers, “desarrolló un interés por la filosofía francesa -y escribió sobre ella- más que sobre el pensamiento comunista oficial” (23).

Su tesis de máster sobre teoría francesa “fue considerada políticamente sospechosa” porque, en palabras de su colega filósofo esloveno Mladen Dólar: “a las autoridades les preocupaba que Zižek, con su pensamiento disidente, pudiera influir de manera impropia en los estudiantes” (24).

Los intereses intelectuales del intelectual esloveno se descubrieron en su primero gran trabajo. Su primer libro habla sobre el irredento nazi Martin Heidegger, principal referencia de la oposición anticomunista eslovena según el mismo Žižek. También publicó la primera traducción eslovena del filósofo francés que contribuyó enormemente a rehabilitar la reputación de Heidegger tras la Segunda Guerra Mundial: Jacques Derrida (25).

El mago francés de la deconstrucción [Derrida] estaba directamente implicado en la disidencia política anti-comunista contra el gobierno de Checoslovaquia (26). Co-fundó el capítulo francés de la Fundación Educativa Jan Hus, que ha sido financiada por un impresionante abanico de fuentes corporativas y gubernativas occidentales que cuentan con un historial de apoyo a la subversión anti-comunista, incluida la Fundación Margaret Thatcher, la Fundación Open Society (del especulador George Soros), la Fundación Ford (tapadera de la CIA), la Agencia de Información de EE.UU. y la Dotación Nacional para la Democracia (NED por sus siglas en inglés), que también es una pantalla de la CIA (27).

el especulador húngaro-estadounidense Goerge Soros uno de los benefeactores de Slavoj Žižek.

Tras una estancia en París para completar una segunda tesis doctoral, Žižek volvió a Yugoslavia en 1985 y atrajo la atención pública por primera vez como disidente anti-comunista y miembro de la “oposición” partidario de la teoría francesa y orientada a Occidente (28). “A finales de los 80“, explica, “yo mismo estaba personalmente implicado en debilitar el orden socialista yugoslavo” (29).

Fue “el principal columnista político” de Mladina, importante publicación semanal que formó parte del movimiento disidente contra el gobierno (30). La revista, para la que escribía una columna semanal, fue acusada de estar respaldada por la criminal CIA en un largo y detallado informe del Partido Comunista yugoslavo, que también señalaba la proliferación de contra-revolucionarios que amenazaban la propia supervivencia de la Federación (31).

Žižek más tarde aseguraría, en numerosas ocasiones, que esto era precisamente su propósito como disidente: contribuir a la caída del comunismo (32). Se involucró, entre otras cosas, en el Comité para la Protección de los Derechos Humanos de los Cuatro Acusados en 1988, en su propias palabras: “demandábamos la abolición del sistema socialista existente” “el derrocamiento en todo el mundo de los gobiernos socialistas” (33).

Esto concordaba perfectamente con la Directiva 133 de Seguridad Nacional del presidente Ronald Reagan (NSDD por sus siglas en inglés), que en 1984 abogaba por “aumentar los esfuerzos para promover ‘revoluciones silenciosas’ que derroquen los gobiernos y partidos comunistas” de Yugoslavia y otros países de Europa del Este (34).

Žižek co-fundó el Partido Democrático Liberal (PDL) y fue uno de sus principales portavoces públicos (35). El PDL se enraizaba en la tradición liberal de promoción del ‘pluralismo’ que dirigió Eslovenia durante la primera década tras el fin del socialismo (36).

Žižek fue el candidato del partido para una Presidencia cuadripartita en una temprana república separatista, que sirvió de cuña para desmantelar Yugoslavia. Él hizo la siguiente promesa electoral en un debate televisado de 1990: “Puedo, como miembro de la Presidencia, ayudar sustancialmente a la descomposición del aparato ideológico del socialismo real del Estado” (37).

Su programa era poner en práctica políticas de reestructuración económica de carácter neoliberal (lo que ya habría tenido consecuencias catastróficas para los trabajadores) asegurando que era un ‘pragmático’ en esta área: “si funciona ¿por qué no probar una buena dosis?” (38). En efecto, abogaba abiertamente por “privatizaciones planificadas” y aseguraba categóricamente, como buen ideólogo capitalista: “más capitalismo en nuestro caso significaría más seguridad social” (39).

Esto, de nuevo, concordaba perfectamente con la NSDD 133 de Reagan, que explícitamente hacía un llamamiento a la “liberación de Yugoslavia” y la promoción de una “estructura económica yugoslava orientada al mercado” (40).

Este neoliberal del Este también confirmaba su apoyo a la demolición del socialismo yugoeslavo, a lo que el filósofo ultraconservador y acérrimo anticomunista Karl Popper llamaba la “sociedad abierta”.  Žižek, también, aseguraba que el especulador George Soros, el anticomunista fundador del Open Society Fund (y exalumno de Popper), estaba “haciendo un buen trabajo en el campo de la educación y los refugiados, y manteniendo vivo el espíritu de las ciencias teóricas y sociales” (41). Popper apoyó la intervención de la OTAN en Yugoslavia y su obra fue promocionada por el Congreso para la Libertad Cultural, una proterva organización pantalla de la CIA.

Soros ha estado profundamente dedicado a operaciones de cambio de régimen anti-socialistas en toda Europa del Este. En Yugoslavia, su Open Society Institute canalizó más de 100 millones de dólares a las arcas de la oposición a Milosevic, financiando partidos políticos, editoriales y medios ‘independientes’ (42). Además, Soros admitió abiertamente que -a través de la generosa financiación de su fundación a organizaciones y actividades anticomunistas- “estamos intensamente implicados en la desintegración del sistema soviético” (43).

Aunque, posteriormente Žižek fue derrotado por estrecho margen en su carrera presidencial, ejerció como embajador de la Ciencia en la emergente república post-socialista y aparentemente sigue ofreciendo consejo informal al gobierno (44).

En efecto, recientemente expreso su “abierto apoyo al Estado esloveno tras la restauración del capitalismo en la década de 1990”. Fiel a su liberalismo anticomunista Žižek reconoce: “Hice algo por lo que perdí a casi todos mis amigos, lo que ningún buen izquierdista hace nunca: apoyé totalmente al partido gobernante en Eslovenia” (45).

El PLD, como partido del capital, abogó por la desnacionalización y la privatización. Esto ocurría cuando el FMI y el Banco Mundial presionaban para implementar brutales contrarreformas que iban destruyendo el sector industrial, desmantelando el Estado del bienestar, facilitando el colapso de los salarios reales y despidiendo a trabajadores a un ritmo terrorífico (614.000 de una fuerza laboral de unos 2,7 millones en 1989-90) (46).

El partido pro-privatización que Žižek apoyó abiertamente, durante una época de “descenso masivo de los niveles de vida de grandes sectores de la población mundial”, estaba también interesado en ser un socio menor del campo imperialista. Fue “el principal ponente para la incorporación a la Unión Europea (UE) y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)” (47). Este proceso comenzó en los 90, y en 2003 Eslovenia se unió oficialmente a la UE y a la OTAN al año siguiente (48).

Debemos tener presente, por tanto, que este intelectual empresarial ha estado a favor de una sociedad civil pro-occidental y contra el Estado cuando este último era socialista. También manifestó su orgulloso y aprobación a las políticas contra la sociedad civil cuando el Estado se hizo capitalista (y buscó membresía en organizaciones transnacionales capitalistas e imperialistas) (49).

De hecho, en su campaña presidencial, abogó por llevar a cabo una purga anti-socialista en el aparato del Estado, añadiendo que sería muy estricto y “empezaría de cero” en lo tocante a “la administración de asuntos internos, policía política, etc.” (50).

Fue explícito: propuso crear un servicio de inteligencia completamente limpio de elementos socialistas, anunciando medidas que solo podrían interpretarse como “el sueño húmedo de la CIA” en esta primera fase de la república separatista: “En la administración de asuntos internos y de la Policía política haré importantes recortes. Ahora diré algo pecaminoso. Creo que en estos tiempos turbulentos, Eslovenia necesitará un servicio de inteligencia, porque durante esta batalla por la soberanía habrá acciones para desestabilizarla. Pero, para este servicio, es particularmente importante que no tenga ninguna continuidad con la actual administración de asuntos internos [es decir: la socialista]. Aquí abogo por cortar” (51).

(Sus declaraciones suscitan serias preguntas sobre su verdadera relación con la CIA cuya actividad principal ha sido derrocar los gobiernos socialistas en todo el mundo, a menudo operando codo con codo con partidos políticos locales anti-socialistas, servicios de inteligencia locales, publicaciones e intelectuales).

Según este lameculos de Occidente, los comunistas eslovenos le odiaban. Sin duda en Eslovenia reconocen a Žižek como un oportunista que incurre en un juego muy peligroso, solo para hacer progresar su carrera, promoviendo planes de privatización y expansión imperialista a costa de las masas trabajadoras.

“En Eslovenia se me percibe más bien como un manipulador político oscuro, ominoso, conspirativo”, escribe este bufón lacaniano, “un papel que disfruto inmensamente y me gusta mucho”, reconoce (52).

Aunque desmintió mansamente la propaganda occidental “que fue el odio étnico la principal causa de la disolución de Yugoslavia”, sus argumentos están en consonancia con la propaganda promovida por empresas de relaciones públicas capitalistas como Ruder & Finn y los medios controlados por la CIA.

En un texto titulado “NATO, the left hand of God” (OTAN, la mano izquierda de Dios), asegura categóricamente: “Fue solo la agresión serbia, no el conflicto étnico, lo que desencadenó la guerra” (53). Merece la pena recordar que los serbios tenían “un porcentaje proporcionalmente más alto de miembros en el Partido Comunista que las otras nacionalidades” (54). Žižek repetía así la postura del director de Ruder & Finn, James Harff, quien se jactaba que sus agentes de prensa habían logrado construir para Yugoslavia una “historia simplona de tipos buenos y malos” (55).

Este neoliberal del Este incluso intentó culpar a los comunistas, que habían gestionado un Estado multiétnico durante décadas, de producir el nacionalismo y “un apego compulsivo a la causa nacional” (56). También abrazó la demonización que Occidente hizo del presidente Slobodan Milošević al afirmar que “se las arregló para sintetizar una combinación impensable de fascismo y estalinismo” (57).

Sin embargo, fueran los que fueran los errores o fallos cometidos por los socialistas, el hecho es que, como ha explicado Michael Parenti“no hubo guerra civil, ni extensas matanzas, ni limpieza étnica, hasta que las potencias de Occidente iniciaron su injerencia en los asuntos internos de Yugoslavia, financiando a las organizaciones secesionistas y creando una crisis político-económica que prendió la contienda” (58).

¿Cómo se posicionó este intelectual pro-capitalista respecto a los bombardeos a la población civil indefensa y la infraestructura socialista, cuyo objetivo real era la ‘tercer-mundialización’ y colonización de la única nación de la región que se había negado a fulminar lo que quedaba de su socialismo? Dijo descaradamente, con la pueril provocación que le caracteriza: “Entonces, precisamente como izquierdista, mi respuesta al dilema ‘¿bombas o no bombas?’ es: no han caído SUFICIENTES todavía, y llegan DEMASIADO TARDE” (59).

Dado que esta sonora aprobación a la intensificación de un asesinato en masa de civiles la hizo en un borrador que circuló en línea, y que esta declaración “se cayó” del texto cuando se publicó, debemos señalar que, en otras entrevistas, queda cristalina su opinión cuando dijo categóricamente: “Siempre he estado a favor de la intervención militar de Occidente” (60).

En su subsiguiente carrera como uno de los intelectuales públicos más visibles del mundo, ha reiterado su firme posición contra el socialismo realmente existente. Cuba, para él, no es sino “un recuerdo inerte y nostálgico del pasado” que no ofrece esperanza de futuro y no merece ni siquiera un apoyo circunspecto (61).

En perfecta conformidad con la propaganda capitalista, considera que China es una amenaza existencial, y describe de forma inquebrantable al líder comunista Xi Jinping como un capitalista autoritario que dirige a una banda corrupta compuesta por Putin, Modi, y Erdoğan (62).

Al leerlo, y a pesar de su mascarada radical, resulta bastante obvio que se atiene al perverso mantra neoliberal de Margaret Thatcher: TINA -There Is No Alternative. De hecho, él dice lo mismo periódicamente: “No hay ninguna alternativa convincente de izquierda radical” y “no tengo ninguna esperanza en una revolución socialista o lo que sea que se le parezca” (63).

En el debate presidencial de 1990 mencionado arriba, expresamente se adhirió a las opiniones del premier inglés ultraconservador de mitad del siglo XX, Winston Churchill, -un defensor tenaz de la carnicería colonial- asegurando que la democracia liberal (entiéndase capitalismo) “es el peor de todos los sistemas pero no tenemos otro que sea mejor” (64).

Al mismo tiempo, ha intervenido de forma regular en debates públicos para expresar su apoyo a la Unión Europea (proyecto capitalista de larga data promovido por el National Security State de EE.UU. como baluarte contra el comunismo) y a las injerencias del imperialismo occidental, incluidas algunas de las brutales intervenciones de la OTAN, en particular en o cerca de Europa (65).

Su gran idea para el futuro de la humanidad no reside en la creación de Estados socialistas del Sur Global, en aquellos pueblos que han librado luchas anticoloniales victoriosas contra el imperialismo. Se precisa, por el contrario, partidario del epicentro histórico del colonialismo y el imperialismo.

“En el mundo capitalista global de hoy día”, escribe, “la idea de Europa ofrece el único modelo de una organización transnacional que tiene la autoridad para limitar la soberanía nacional y la tarea de garantizar un mínimo de normas para el bienestar ecológico y social. Algo subsiste en esta idea que directamente desciende de las mejores tradiciones de la Ilustración europea” (66).

De hecho, según su narrativa histórica euro-difusionista, las luchas anticoloniales del Tercer Mundo son en sí dependientes de conceptos supuestamente importados de Occidente, incluso lo que Zižek llama “un examen auto-crítico” de “la violencia y explotación” europea en el Tercer Mundo (67).

Como chovinista social que cree firmemente que Europa es el líder natural del desarrollo mundial, incluso coincide con el reaccionario aserto de Bruno Latour de que “solo Europa puede salvarnos” (68).

El “cosplay” comunista (cosplay en castellano «disfrazado»)

A pesar de la clara orientación política de Žižek, en la práctica un anticomunista pro-occidental que secunda fervientemente el derrocamiento del socialismo en favor del capitalismo, este autodenominado excéntrico nunca se cansa de afirmar que él es comunista. Incluso intenta representar ese papel, por así decir, presentándose como un “comunista sucio” del Este. Añade una obligada barba, una apariencia descuidada y discute de forma beligerante con sus interlocutores, escupiendo interminables provocaciones como si la verborrea pseudo-intelectual estuviese pasando de moda. Una auténtica representación para “épater les bourgeois” (impresionar a los burgueses).

En realidad, Žižek es un bufón cortesano del capitalismo neoliberal. Mientras imita a un marxista (como-fanático-antisocial) incita a desdeñar el proyecto del socialismo en el mundo real y pregona las mercancías de la sociedad de consumo occidental a través de un amasijo cultural pop.

El histriónico show representado por este contumaz enfant terrible se hace –no debemos nunca olvidarlo- en un escenario propio del capitalismo. Este embaucador es solo un simple empleado y un síntoma revelador del aparato cultural del neoliberalismo. Es la corte capitalista la que ha convertido al bufón en una superstar, precisamente porque ha representado tan bien su papel. Como todos los buenos bufones, tensa los límites del decoro cortesano y dice las cosas más escandalosas en un histérico espectáculo de la crítica, que en última instancia rinde pleitesía al señor de este fantoche (el rey capital).

Para representar de forma convincente su papel, este payaso no solo dice que es marxista, sino que insiste en ser nada menos que leninista. Esta es una de sus más ridículas peroratas, que, por supuesto, son parte de su rutina: “Soy leninista. Lenin no tuvo miedo de ensuciarse las manos […] Cuando adquieres poder, si puedes, lo agarras bien. Haz lo que sea posible” (69).

Este retrato que hace el cosplay comunista equivale a decir que el leninismo no es sino jugar sucio y buscar el poder de manera cruel. Representación tan falsa de Lenin, y del marxismo-leninismo que sintoniza a la perfección con una larga historia ideológica.

Benedetto Croce, el liberal italiano y simpatizante fascista, dijo exactamente lo mismo sobre Marx: era el Maquiavelo del proletariado porque puso la fuerza primero y trató de tomar el poder sin piedad (70).

El ultraderechista estratega político Steve Bannon, quien fuera asesor de campaña tanto de Donald Trump como del fascista expresidente brasileño Jair Bolsonaro, basándose en una fusión parecida del leninismo con el poder político brutal, también se ha auto-declarado “leninista” a lo Žižek (71). Esta es probablemente una de las muchas razones porque el líder neonazi estadounidense Richard B. Spencer haya declarado:

“Slavoj Žižek es mi izquierdista preferido. Tiene más que enseñar a la Alt Right [extrema derecha] que un millón de neoconservadores estadounidenses” (72).

Dado que el bufón siempre tiene algo que decir sobre todos los temas, veamos lo que dijo en 2009 acerca de ser leninista: “Soy leninista […]  por eso apoyé a Obama” (73). Este es uno de los mejores chistes que ha hecho hasta ahora. Es para partirse de la risa.

Žižek iguala, literalmente, el leninismo con apoyar al jefe neoliberal (Obama) cuyo credo de la diversidad le proporcionó una exquisita cobertura para acelerar el motor de la maquinaria imperial estadounidense, lo le que condujo a un aberrante programa de asesinatos, que llegó a justificar diciendo: me parece que soy realmente bueno matando gente con drones (74).

Sin embargo, nuestro “filósofo” se queda con un supuesto enfoque revolucionario de Obama sobre la sanidad, es decir, un mandato de seguros privados propuesto en el plan del republicano Mitt Romney: “Creo que la batalla que ahora libra con la sanidad es sumamente importante, porque concierne al propio núcleo de la ideología dominante” (75). Obama, debemos recordar, rehusó totalmente debatir sobre el servicio de salud de un solo pagador, un sistema de cobertura universal de raíces socialistas.

Cuando eres un idealista ocurrente como Žižek, el leninismo es solo una palabra, un significante flotante con el que puedes jugar, usándolo como un mero accesorio o un truco más de tú arsenal. Esto resulta penosamente obvio en su libro cómico Repetir Lenin.

A pesar de lo que pueda indicar el título para los ingenuos y no iniciados, él proclama: “Pongo cuidado en hablar de no repetir a Lenin. No soy idiota. No significa nada de volver hoy al partido leninista de la clase obrera” (76). Lo que le gusta de Lenin “es precisamente lo que a la gente le asusta de él -el cruel deseo de descartar todos los prejuicios. ¿Por qué no la violencia? Horrible como pueda parecer, creo que es un antídoto útil contra el pacifismo aséptico, frustrante y políticamente correcto” (77).

No es sino pulsión desenfrenada de muerte lo que el lacaniano se siente compelido a repetir. “REPETIR a Lenin”, escribe con tipografía payasesca, “NO significa VOLVER a Lenin -repetir a Lenin- es aceptar que ‘Lenin ha muerto’, que su particular solución falló, falló incluso monstruosamente, pero que había una chispa utópica en ello que merece conservar […] Repetir a Lenin es repetir, no lo que Lenin HIZO, sino lo que DEJÓ DE HACER, sus oportunidades PERDIDAS” (78).

Como el ‘leninista’ nunca se cansa de repetir, el comunismo fue y es un fracaso abismal. Su compulsión a repetirlo se entiende mejor así en los términos de la frase de Beckett que cita regularmente en contextos como estos: “Inténtalo otra vez. Falla de nuevo. Falla mejor”. Por tanto, lo que el futuro depara, según este rebelde de las causas perdidas, no es sino fracaso aumentado: “tenemos que aceptar el hecho de que para el comunismo es imposible ganar […] es decir, que, en este sentido, el comunismo es una causa perdida” (79).

El saldo final para el cosplay comunista del bufón es que los súper-ricos se carcajeen en sus martinis y lo inviten a escribir una copia para sus anuncios. Mientras tanto, algunos estudiantes y miembros del espectro de clase de los profesionales compran su filosofía pop creyendo quizás que aprenderán algo sobre marxismo. En vez de ello, se los lleva en una alfombra mágica teorética que demuestra lo ridículo que es el marxismo mientras anuncia las películas de Hollywood más taquilleras, los shows televisivos, las novelas de ciencia ficción y los productos surtidos de consumo de la industria de la teoría global.

El discreto encanto de la pequeña burguesía

Žižek, como Badiou, no es un materialista histórico (80). Ninguno de estos filósofos realiza un análisis riguroso de la historia concreta, material, del capitalismo y el movimiento socialista mundial, y evitan la economía política seria en favor de discusiones sobre elementos superestructurales y productos del aparato cultural burgués. Ambos abiertamente se entregan a un enfoque filosófico idealista que privilegia las ideas y los discursos, y no son más que metafísicos que defienden una creencia anticientífica en la superstición.

Si ponemos entre paréntesis sus vocabularios idiosincrásicos y examinamos sus prácticas teoréticas fuera de los confines ideológicos del fetichismo de la mercancía cultural, la mejor manera en que podríamos definir su versión específica de idealismo es como idealismo transcendental. Presentan su marco conceptual (basado en gran medida en interpretaciones personales de discursos no marxistas como los de Jacques Lacan y G.W.F. Hegel) como la estructura transcendental de la realidad.

Entonces eligen elementos empíricos específicos -un acontecimiento reciente, un texto, una película de Hollywood, la envoltura de un caramelo, el revés de una caja de cereales, una taza de Starbucks, una página porno, o literalmente cualquier otra cosa, particularmente en el caso de Žižek- que aseguran confirma este modelo teorético pre-establecido, de modo que produzca la ilusión de que se ha probado su veracidad. Tal afirmación, sin embargo, nunca puede comprobarse colectivamente de manera rigurosa, porque depende de los caprichos de cada prestidigitador especulativo decidir qué datos empíricos corroboran sus asunciones teoréticas (y por tanto qué información puede omitirse).

Esto puede verse claramente en su enfoque sobre el comunismo. A diferencia de Karl Marx y Friedrich Engels, quienes sostenían que “el comunismo es el movimiento real que derogue [aufhebt] el presente estado de cosas”, ellos sostienen que el comunismo es una “Idea” y un “deseo” (81). Al mismo tiempo, siguen de manera regular la propaganda capitalista al condenar el movimiento real del comunismo por entregarse supuestamente al terrorismo sanguinario, la dictadura violenta y el genocidio (ignorando alegremente la necesidad de ofrecer documentación para tales afirmaciones, o simplemente invocando como ‘prueba’ la obra de anticomunistas reaccionarios o fuentes financiadas por el Departamento de Estado de EE.UU. y el Open Society Fund de Soros) (82).

Las posibles excepciones que a veces señalan serían mejor descritas como anarquistas, al menos como ellos las interpretan, porque tienden a celebrar momentos de insurgencia anti-Estado y anti-partido, incluso contra los Estados socialistas (como en la interpretación de Badiou de la Revolución Cultural china) (83).

Mientras tanto, presentan a los que apoyan el socialismo realmente existente como inocentones ideológicos o remanentes de una era pasada, atrapados en un mundo imaginario de manera no muy diferente a los atrapados en la ideología capitalista. “La izquierda que se alinea con el ‘socialismo realmente existente’ ha desaparecido o se ha convertido en una curiosidad histórica” es lo que nos dicen en la introducción de su volumen, ampliamente aclamado, The idea of Communism (84).

Cuando este libro fue publicado en 2010, el Partido Comunista de China se jactaba de tener unos 80 millones de miembros, lo que sobrepasa las poblaciones de Francia y Eslovenia en unos 16 millones de personas. Entonces, podríamos preguntarnos, ¿de dónde sacan la información estos chovinistas sociales sobre el actual estado del mundo? Para estos filósofos idealistas, la respuesta es desconcertantemente simple: Jacques Lacan y los elementos lacanianos en la obra de Louis Althusser.

Este último se acercó al escenario de espejos de Lacan y su conceptualización del imaginario, para crear una engañosa descripción de la ideología en su famosa escena de la interpelación (85). Tal como Althusser afirmó en un pasaje que contradice sus análisis previos, un individuo se convierte en sujeto ideológico cuando se reconoce como el interpelado (interpellé) por un policía en la calle, queriendo decir que el individuo se identifica con la imagen presentada por el otro, asumiendo el lugar propio en el orden simbólico existente.

Sin embargo, hay otra posibilidad a la que Lacan se refiere en su séptimo seminario, que es la de seguir el imperativo de no comprometer el propio deseo (en pas céder sur son désir), lo que Žižek ha teorizado en términos de ‘acto ético’. Más que permanecer como sujeto ideológico atrapado en una relación imaginada con las relaciones sociales de producción dentro del orden simbólico, uno puede llegar a ser un Sujeto a lo Badiou persiguiendo lo Real sin miedo, lo que es ese je ne sais quoi que resiste el orden simbólico (aunque estando al mismo tiempo “contenido en la  forma simbólica” en tanto que lo Real es “la causa ausente de lo simbólico”) (86).

El objeto-causa de deseo, lo que Lacan llama el objet petit a, es, en palabras de Žižek, “el vacío [de lo Real] relleno de ficción simbólica creativa” (87). Impulsa nuestro jouissance (goce) en el sentido que lo anhelamos precisamente por su imposibilidad: lo Real nunca puede ser perfectamente integrado en el orden simbólico o simplemente traducido a lo que Lacan llama “realidad” (88).

Ya que Badiou es más sistemático y riguroso que el disperso Žižek, y que este último bebe profusamente del idealista al que llama el Platón viviente, merece la pena recordar la estructura lacaniana básica de la “Idea de comunismo” de Badiou: “la idea de comunismo es la operación imaginaria por la cual una subjetivación individual proyecta un fragmento de lo real político en la narración simbólica de una Historia” (89).

En lenguaje un poco más directo, esto significa que la Idea del comunismo es una operación por la cual un individuo ideológicamente (el imaginario) se compromete en un acontecimiento político inexplicable (lo Real) -como Mayo del 68 para Badiou- cuyas consecuencias intenta rastrear dentro de una situación histórica dada (lo simbólico). Esto, según el metafísico francés, no puede hacerse realmente (réellement), porque el Acontecimiento qua Real es recalcitrante al ámbito simbólico de la ‘Historia’ y el ‘Estado’; solo puede hacerse imaginariamente (imaginairement) por parte del Sujeto individual (90).

Alain Badiou

Esta es una de las razones por las que Badiou perentoriamente proclama que el término “comunista” no puede usarse como adjetivo para describir un partido o Estado real (91). Un siglo de aspiraciones colectivas y horrores ha demostrado aparentemente que “la forma Partido, como la del Estado socialista, son de ahora en adelante inadecuadas para asegurar el apoyo real de la Idea” (92).

De hecho, la Idea comunista solo puede sostener políticas que “sería absurdo decir que son comunistas” (93). Anarquistas sería el término común, y más específicamente anarquismo insurgente, mezclado con una dosis poco sana de metafísica y socialismo utópico. Después de todo, es una política en la que un individuo se convierte en Sujeto mediante ser fiel a un Acontecimiento inexplicable que interrumpe la historia, actuando sobre sus consecuencias como los seguidores de Cristo.

El “comunismo real” es así un comunismo metafísico de lo Real lacaniano. Respectivamente, se nos dice, el proyecto colectivo de transformar materialmente el mundo es un hecho destinado a fracasar si toma la forma de partidos o Estados, ya que estos darían forma concreta o ‘simbolización’ a lo poco realista Real.

El comunismo es por tanto desplazado desde el campo de la acción colectiva dirigida a proyectos de construcción de un Estado socialista -como primer paso necesario para romper las cadenas del imperialismo- al de la conciencia individual y la experiencia subjetiva de unos pocos privilegiados a los que Nietzsche llamaba ‘espíritus libres’.

En contraposición a este pequeño grupo de grandes pensadores y artistas del mundo, Žižek explica con su característico desdén hacia la clase trabajadora que el 99 % de “gente concreta” son “aburridos idiotas” (94).

Estos desventurados proletarios y campesinos no estudiaron en París con las luminarias de la pequeña burguesía de la industria de la teoría global, de modo que no han entendido lo más esencial: el comunismo es un proceso subjetivo de resistencia del orden simbólico de las sociedades existentes y un deseo de lo imposible, aun cuando se ‘actúe’ individualmente sobre este deseo.

Una de las razones por las que los idealistas desprecian a los materialistas por ser de algún modo groseros reduccionistas y ‘no filosóficos’, es precisamente porque estos últimos son capaces de revelar las estructuras materiales que subyacen y determinan los juegos conceptuales que aquéllos practican. Si sometemos el comunismo idealista de lo Real a un análisis de clase, se vuelve evidente que rechaza, bajo el título de ‘socialismo realmente existente’ el proyecto de las masas, de los untermenschen (subhumanos) globales que han imaginado que podrían hacer de lo Real de su deseo una realidad histórica.

Es aquí donde se ve claramente la orientación nietzscheana de estos aristócratas radicales, porque se burlan de la supuesta ignorancia de la plebe. Por encima y contra su materialismo grosero, los comunistas reales aspiran a mucho más que a la baja aspiración de acceso colectivo a agua potable, comida, vivienda, sanidad, etc. a través de proyectos concretos y anti-imperialistas de construcción del Estado (todos ellos quedan bajo el ámbito de lo que Lacan llama ‘necesidad’ como opuesto al ‘deseo’). Los comunistas reales, en sentido lacaniano, tienen la suprema dignidad subjetiva de demandar individualmente lo imposible, no algo que pudiera ayudar materialmente a mejorar las vidas de las masas globales en el aquí y ahora (96).

Tal postura significa literalmente que estos auto-denominados pensadores radicales exigen algo que no puede hacerse, que es el epítome del radicalismo pequeño-burgués. Lo que desean realmente, si traducimos su auto-complacencia pseudo-intelectual y narcisista en términos materialistas, es parecer que hacen las demandas más radicales imaginables mientras, al mismo tiempo, evitan cualquier amenaza al sistema material de las jerarquías sociales que los ha elevado a intelectuales de primera fila en el centro capitalista. Desean lo imposible, e incluso ‘actúan’ sobre este deseo, precisamente porque no quieren que nada cambie sustancialmente. Esa es, pues, su gran Idea del comunismo, a saber: que es imposible (97).

“El trabajo de los marxistas”, escribió V.I. Lenin en un pasaje que anticipaba las tendencias liberales de los lacaniano-althusserianos, “es siempre ‘difícil’, pero lo que los hace diferentes de los liberales es que no declaran que lo que es difícil sea imposible. El liberal llama imposible al trabajo difícil y así esconde su renuncia a él” (98).

Marx también describió proféticamente a estos acomodaticios avant la lettre cuando diagnosticó la esencia de la sofistería de la pequeña burguesía en su crítica del anarquismo, que se funde con la ideología liberal en puntos esenciales. Hizo remontar sus raíces materiales al oportunismo carrerista dentro del centro capitalista. Lo que dice aquí sobre Proudhon describe la casuística idealista de Badiou y las contradicciones ostentosas de Žižek con extraordinaria precisión:

Proudhon tenía una inclinación natural por la dialéctica. Pero como nunca comprendió la dialéctica realmente científica, nunca llegó más allá de la sofistería. Esto está de hecho vinculado a su punto de vista pequeño-burgués. Como el historiador Raumer, el pequeño-burgués está hecho de por-una-parte y por-otra-parte. Esto es así en su interés económico y por tanto en sus opiniones políticas, religiosas, científicas y artísticas. Y lo mismo en su moral, EN TODO. Es una contradicción viviente.

Si, como Proudhon, es además hombre ingenioso, pronto aprenderá a jugar con sus propias contradicciones y convertirlas según las circunstancias en paradojas nuevas, chocantes, ostentosas, ahora escandalosas, ahora brillantes. El charlatanismo en ciencia y el acomodo en política son inseparables de tal punto de vista. Queda solo un motivo que lo gobierna todo, la vanidad del sujeto, y la única cuestión para él, como para toda la gente vana, es el éxito del momento, el éclat del día. Así, el simple sentido moral, que siempre guardó a Rousseau, por ejemplo, de incluso la más leve semejanza de compromiso con los poderes reales, está destinado a desaparecer (99).

 El recuperador radical

El colapso de la biosfera, el aumento del fascismo y el peligro de que una ‘nueva’ Guerra Fría se transforme en Tercera Guerra Mundial significa que las apuestas de la lucha de clases contemporánea no pueden estar más altas. El bufón cortesano del capitalismo, como otros intelectuales de su jaez, es aplaudido por los directores de elite de la clase dominante y promovido internacionalmente para animarnos a cabalgar sin temor en el Apocalipsis de ‘lo Real’ mientras lamemos sus provocativas ocurrencias y nos atracamos de ver las películas más taquilleras y los shows televisivos que promociona.

Este bromista neoliberal es así el epítome del recuperador radical. Cultiva y vende la apariencia de radicalidad para recuperar a elementos potencialmente radicales de la sociedad, particularmente gente joven y estudiantes, para el redil pro-imperialista y anti-comunista. Esto precisamente es el motivo de que sea el ‘marxista’ más famoso del mundo capitalista, festoneado por gente de una revista ligada a la maquinaria imperialista estadounidense.

Su mantra no es sino una perversión oportunista de las líneas finales del Manifiesto Comunista“¡Consumidores culturales del mundo pro-occidental uníos -y comprad mi próximo libro, o película, o producto que se cruce, o lo que sea, etcétera, etcétera!”.

Notas

(1) Me gustaría expresar mi gratitud a Jennifer Ponce de León, Eduardo Rodríguez y Marcela Romero Rivera por animarme a escribir este artículo y aportar información sobre él, junto con Helmut-Harry Loewen y Julian Sempill. Asumo toda la responsabilidad, sin embargo, por los errores o impropiedades.

(2) Véase Foreign Policy (Deciembre 2012): https://web.archive.org/web/20121201034713/http://www.foreignpolicy.com/articles/2012/11/26/the_fp_100_global_thinkers?page=0,55#thinker9   (acceso 22 noviembre 2022).

(3) Véase su entrevista en el show de la BBC británica “HARDtalk” en 4 de noviembre 2009: https://www.youtube.com/watch?v=ThTJBKYPiNo&t=153s (acceso 22 noviembre 2022).

(4) Ibid. Véase también Slavoj Zižek. Did Somebody Say Totalitarianism? Five Interventions in the (Mis)use of a Notion (London: Verso, 2001), 127-129.

(5) Slavoj Zižek, In Defense of Lost Causes (London: Verso, 2009), 151 (énfasis de Zižek’s).

(6) Ibid. 169.

(7) Véase la penetrante crítica de Domenico Losurdo a Zižek en Western Marxism. Trans. Steven Colatrella (New York: 1804 Books, en prensa) Nota de la traductora: Hay traducción al castellano -Marxismo Occidental-en la editorial Trotta (2019).

(8) Véase, por ejemplo, Slavoj Zižek. “A Leftist Plea for ‘Eurocentrism.’” Critical Inquiry 24:4 (Summer 1998): 998-1009; Slavoj Zižek. “Nous pouvons encore être fiers de l’Europe!” Le Figaro (October 31, 2022); y sus comentarios orales sobre el futuro de Europa disponibles aquí: (acceso 22 noviembre 2022).

(9) Citado en Thomas Moller-Nielsen. “What Is Zižek For?” Current Affairs (Sept/Oct 2019): (acceso en 22 noviembre 2022).

(10) Véanse, por ejemplo, sus declaraciones durante una entrevista en Channel en 2016 archivada aquí: (acceso en 22 noviembre 2022).

(11) Véase Slavoj Zižek. “Pacifism Is the Wrong Response to the War in Ukraine”. The Guardian (June 21, 2022): (acceso en 22 noviembre 2022).

(12) Huntington sirvió como Coordinador de la Casa Blanca del Plan de Seguridad para el Consejo de Seguridad Nacional. También trabajó como consejero para los Servicios de Seguridad de P. W. Botha en el Apartheid de Sudáfrica (Botha fue un declarado oponente del poder político Negro y del comunismo internacional, así como un irredento defensor del Apartheid).

(13) Reena Flores. “Donald Trump: I could ‘shoot somebody and I wouldn’t lose any voters.’” CBS News (January 23, 2016): (acceso 22 noviembre 2022).

(14) Véase, por ejemplo, Noam Chomsky. 9/11: Was There an Alternative? (New York: Seven Stories Press, 2001) y Michael Parenti. The Terrorism Trap: September 11 and Beyond (San Francisco: City Lights Books, 2002).

(15) Temas de plagio y auto-plagio se han suscitado tantas veces en relación a la obra de Zižek, que hay incluso una sección en su página de Wikipedia con enlaces a múltiples artículos sobre el asunto. Véase, en particular, Jay Pinho. “A Year of Writing Dangerously: Zižek’s Serial Self-Plagiarism”. The First Casualty (September 22, 2012): (acceso 22 noviembre 2022).

(16) Véase su descripción de la serie de libros “Phronesis” en Slavoj Zižek. The Sublime Object of Ideology (London: Verso, 1989). Para una penetrante crítica de la democracia radical, véase Larry Alan Busk. Democracy in Spite of the Demos: From Arendt to the Frankfurt School (London: Rowman & Littlefield International, 2020).

(17) Zižek, The Sublime Object of Ideology, 6 (sobre la adopción de Zižek de su matriz teorética, véanse sus agradecimientos en página XVI). También refiero al lector al libro que Zižek y Laclau escribieron con su compañera ‘anti-totalitaria’ y demócrata radical Judith Butler para la serie “Phronesis”. En su introducción en co-autoría, presentan el libro como basado en Hegemony and Socialist Strategy en tanto que «representó un giro a la teoría posestructuralista dentro del marxismo, que consideró el problema del lenguaje como esencial para la formulación de un proyecto anti-totalitario y democrático radical” (Contingency, Hegemony, Universality: Contemporary Dialogues on the Left. London: Verso, 2000, 1, énfasis mío).

(18) Zižek describió su segundo libro para la serie “Phronesis” como uno basado en una serie de charlas en Eslovenia “dirigido al público de intelectuales ‘benevolentemente neutral’ que fue la fuerza motora del movimiento a la democracia» (For They Know Not What They Do: Enjoyment as a Political Factor. London: Verso, 1991, 3). Además de Laclau y Mouffe, la lacaniana Joan Copjec ayudó a facilitar el ascenso de Zižek en el mundo anglófono a través de la promoción de su obra en los círculos de la revista de humanidades, adepta a la teoría francesa, October, con base en Nueva York. Como señala en los agradecimientos a su libro de 1991 Looking Awry, publicado como libro de October con MIT Press, Copjec “estuvo presente desde la propia concepción» del proyecto, lo animó a escribirlo, y pasó tiempo ayudándole con el manuscrito (Looking Awry: An Introduction to Jacques Lacan through Popular Culture. Cambridge, Massachusetts: The MIT Press, 1991, xi).

(19) Jodi Dean. Zižek’s Politics (New York: Routledge, 2006), xi.

(20) Benoit Denezit-Lewis. “The Man Behind Abercrombie and Fitch”. Salon (January 24, 2006): (acceso 22 noviembre 2022).

(21) Slavoj Zižek. “The Communist Desire.” Los Angeles Review of Books. “The Philosophical Salon” (July 25, 2022): (acceso 22 noviembre 2022).

(22) Michael Parenti. To Kill a Nation: The Attack on Yugoslavia (London: Verso, 2000), 17. Con datos sacados del Banco Mundial, que no es sospechoso de simpatías pro-socialistas, Michel Chossudovsky ofrece un retrato similar de la Yugoslavia anterior a 1980 en The Globalization of Poverty and the New World Order (Pincourt, Canada: Global Research, 2003), 259.

(23) Tony Myers. Slavoj Zižek (New York: Routledge, 2003), 10.

(24) Ibid. 7.

(25) Sobre la ‘oposición’ Heideggeriana y el primer libro de Zižek, véase Christopher Hanlon y Slavoj Zižek. “Psychoanalysis and the Post-Political: An Interview with Slavoj Zižek.” New Literary History 32:1 (Winter, 2001): 1-21.

(26) Vease, por ejemplo, Barbara Day. The Velvet Philosophers (London: The Claridge Press, 1999).

(27) Sobre la NED, vease William Blum. Rogue State: A Guide to the World’s Only Superpower (London: Zed Books, 2014), 238-243. Allen Weinstein, que contribuyó a redactar la legislación que fundó la NED, reconoció abiertamente que «mucho de lo que hoy hacemos lo hacía la CIA de forma encubierta hace 25 años» (ibid. 239).

(28) Véase, por ejemplo, Ian Parker. Slavoj Zižek: A Critical Introduction (London: Pluto Press, 2004). Sobre el apoyo de la CIA a la teoría francesa y al anti-comunismo intelectual más en general, véase Gabriel Rockhill. “The CIA Reads French Theory: On the Intellectual Labor of Dismantling the Cultural Left.” Los Angeles Review of Books. “The Philosophical Salon” (February 28, 2017): (acceso 22 noviembre 2022).

(29) Thomas Moller Nielsen. “Unrepentant Charlatanism (with a Response by Slavoj Zižek).” Los Angeles Review of Books. “The Philosophical Salon” (November 25, 2019): (acceso 22 noviembre 2022).

(30) Ernesto Laclau. “Preface.” Zižek, The Sublime Object of Ideology, xi.

(31) Véase el documental de la BBC “The Death of Yugoslavia”: https://www.youtube.com/watch?v=H3VyGPu6PKc (acceso 22 noviembre 2022). Sobre la columna semanal de Zižek, véase la entrada sobre él en Encyclopedia Britannica: (acceso 22 noviembre 2022).

(32) Entre otras fuentes, véase su entrevista en el show de la BBC británica “HARDtalk” del 4 de noviembre de 2009: https://www.youtube.com/watch?v=ThTJBKYPiNo&t=153s (acceso 22 noviembre 2022).

(33) Zižek, “A Leftist Plea for ‘Eurocentrism,’” 990.

(34) Citado en F. William Engdahl. Manifest Destiny: Democracy as Cognitive Dissonance (Wiesbaden: mine.Books, 2018), 101.

(35) Matthew Sharpe sostiene que Zižek fue el co-fundador del Partido Liberal Democrático en su artículo sobre el filósofo esloveno en la Internet Encyclopedia of Philosophy: (acceso 22 noviembre 2022). Aunque no he hallado confirmación de esta información en otras fuentes, está bastante claro que Zižek fue, como mínimo, portavoz público de este partido.

(36) Véase, por ejemplo, “Lacan in Slovenia: An Interview with Slavoj Zižek and Renata Salecl.” Radical Philosophy 58 (Summer 1991). Sería interesante indagar en la historia de la financiación de este partido, siguiendo la guía del gran análisis de Michael Parenti sobre el desmantelamiento de Yugoslavia: “Los líderes estadounidenses -usando la NED, varios frentes de la CIA y otras agencias- canalizaron dinero para campañas y asesoramiento a grupos políticos separatistas conservadores, definidos en los medios estadounidenses como ‘pro-occidentales’ y la ‘oposición democrática’ (To Kill a Nation, 26).

(37) Véase el debate electoral televisado en 1990 aquí: https://www.youtube.com/watch?v=942h8enHCZs (acceso 22 noviembre 2022).

(38) “Lacan in Slovenia”, 30.

(39) Véase otro segmento del mismo debate televisado de 1990, archivado aquí: (acceso 22 noviembre 2022).

(40) Véase el archivo digital del NSDD-133 disponible aquí: (acceso 22 noviembre 2022).

(41) Geert Lovink. “Civil Society, Fanaticism, and Digital Reality: A Conversation with Slavoj Zižek.” Ctheory (February 21, 1996): https://journals.uvic.ca/index.php/ctheory/article/view/14649/5529  (acceso 22 noviembre 2022).

(42) Neil Clark. “NS Profile–George Soros.” New Statesman (June 2, 2003): (acceso 22 noviembre 2022). “Desde 1979,” Clark especifica en este artículo, “él [Soros] distribuyó $3m al año a disidentes, incluido el movimiento Solidaridad de Polonia, Charter 77 en Checoslovaquia y a Andrei Sakharov en la Unión Soviética. En 1984, fundó su primer Open Society Institute en Hungría e inyectó millones de dólares a los movimientos de oposición y medios independientes. Dirigidas ostensiblemente a construir una ‘sociedad civil’, estas iniciativas estaban diseñadas para debilitar las estructuras políticas existentes y preparar el camino para la eventual colonización de Europa del Este por el capital global.”

(43) Citado en Néstor Kohan. Hegemonía y cultura en tiempos de contrainsurgencia “soft” (Ocean Sur, 2021), 63.

(44) Véase Myers, Slavoj Zižek, 9.

(45) Lovink, “Civil Society, Fanaticism, and Digital Reality”.

(46) Véase, por ejemplo, Chossudovsky, The Globalization of Poverty, 267: “Croacia, Eslovenia y Macedonia habían acordado tomar paquetes prestados para pagar sus acciones en la deuda de Yugoslavia […]. El patrón tan familiar de cierre de planta, indujo quibras de bancos, y el empobrecimiento ha continuado sin tregua desde 1996 [es decir, tras los Acuerdos de Dayton de noviembre de 1995]. Y ¿Quién iba a llevar a cabo los dictados del FMI? Los líderes de los nuevos Estados soberanos han colaborado totalmente con los acreedores”.

(47) “La caída del muro de Berlín,” escribe Minqi Li, “fue seguida de descensos masivos en los niveles de vida para amplias sectores de la población mundial. La desintegración de las economías socialistas contribuyó al debilitamiento de las clases trabajadoras globales. El Ingreso Nacional ha sido transferido del trabajo al capital en casi todas las partes del mundo” (“The 21st Century: Is There an Alternative (to Socialism)?”. Science & Society 77:1 (January 2013): 11). Véase también Bo?o Repe. “Slovenia” in Günther Heydemann and Karel Vodicka. From Eastern Bloc to European Union: Comparative Processes of Transformation since 1990 (New York: Berhahn Books, 2017) y Leopoldina Plut-Pregelj y Carole Rogel. The A to Z of Slovenia (Lanham, Maryland: Scarecrow Press. 2010), 241. Sobre el desmantelamiento imperialista de Yugoslavia, cuyas horribles consecuencias para la mayoría de la población local fueron en proporción inversa al aumento de beneficios para la clase dirigente capitalista, véase también el documental de Boris Malagurski The Weight of Chains (2010) y la charla de Michael Parenti de 1999 “The U.S. War on Yugoslavia”: https://www.youtube.com/watch?v=waEYQ46gH08 y (acceso 22 noviembre 2022).

(48) Véase Matjaž Klemenčič y Mitja Žagar. The Former Yugoslavia’s Diverse Peoples (Santa Barbara, California: ABC-CLIO, Inc., 2004), 300-301.

(49) Véase, por ejemplo, Lovink, “Civil Society, Fanaticism, and Digital Reality.”

(50) Véase el segundo segmento del debate presidencial de 1990 mencionado arriba: (acceso 22 noviembre 2022).

(51) Ibid.

(52) Lovink, “Civil Society, Fanaticism, and Digital Reality.”

(53) Slavoj Zižek. “NATO, the Left Hand of God.” Nettime (June 29, 1999): (acceso 22 noviembre 2022).

(54) Parenti, To Kill a Nation, 81.

(55) Citado en ibid. 92.

(56) Slavoj Zižek. “Eastern Europe’s Republics of Gilead.” New Left Review I/183 (Sept/Oct 1990): 58.

(57) Zižek, “Lacan in Slovenia,” 29. Según se dice, Milošević lanzó su campaña de ‘limpieza étnica’ en Kosovo en un discurso que dio en 1989. Tal como ha informado Michael Parenti, quien ofrece una contextualización esencial que contradice, en muchos puntos, las opiniones más fervientes de Zižek, esto es parte de lo que dijo Milošević: “Ciudadanos de diferentes nacionalidades, religiones y razas han vivido juntos con más y más frecuencia y con más y más éxito. El socialismo, en particular, siendo una sociedad democrática, progresista y justa, no debe permitir que la gente sea dividida respecto a nacionalidad y religión” (To Kill a Nation, 188).

(58) Zižek, “NATO, the Left Hand of God.”

(59) Citado en Parker, Slavoj Zižek, 35.

(60) Lovink, “Civil Society, Fanaticism, and Digital Reality.”

(61) “Slavoj Zižek on Cuba and Yugoslavia” (December 1, 2016): https://zizek.uk/slavoj-zizek-on-cuba-and-yugoslavia/ (acceso 22 noviembre 2022). Véase también Zižek, “The Communist Desire.”

(62) Zižek, “Nous pouvons encore être fiers de l’Europe!”.

(63) Véase su entrevista en el show de la BBC británica “HARDtalk,” citada arriba, y Lovink, “Civil Society, Fanaticism, and Digital Reality”.

(64) Este segmento del debate televisado fue archivado aquí: (acceso 22 noviembre 2022). Para un breve resumen de algunas de las contribuciones de Churchill a las atrocidades imperiales, incluida la hamburna de Bengala de 1943 que se llevó la vida de tres millones de personas, véase Johann Hari. “Not His Finest Hour: The Dark Side of Winston Churchill.” Independent (October 28, 2010).

(65) Sobre Europa, véase, por ejemplo, Steve Weissman, Phil Kelly y Mark Hosenball. “The CIA Backs the Common Market.” Dirty Work: The CIA in Western Europe. Eds. Philip Agee and Louis Wolf (New York: Dorset Press, 1978). Es también importante señalar que la Unión Europea ha sido una importante fuerza anti-comunista. En 2019, el Parlamento Europeo pasó una resolución que equiparaba en gran medida el comunismo con el fascismo y condenaba “todas las manifestaciones y propagación de ideologías totalitarias tales como el nazismo el comunismo” (acceso 22 noviembre 2022).

(66) Zižek, “Nous pouvons encore être fiers de l’Europe!”

(67) Slavoj Zižek. First as Tragedy, then as Farce (London: Verso, 2009), 115.

(68) Zižek, “Nous pouvons encore être fiers de l’Europe!”

(69) Slavoj Žižek. “New Statesman Interview, with Jonathan Derbyshire.” New Statesman (October 29, 2009): (accessed on november 22, 2022).

(70) Véase, por ejemplo, la penetrante crítica a Croce de Domenico Losurdo en Antonio Gramsci: Del liberalismo al comunismo crítico (Madrid: Disenso, 1997).

(71) Ronald Radosh. “Steve Bannon, Trump’s Top Guy, told Me He Was ‘a Leninist.’” Daily Beast (April 13, 2017): (accessed on November 22, 2022).

(72) El tweet de Spencer fue archivado aquí: (accessed on november 22, 2022).

(73) Slavoj Žižek. “New Statesman Interview”.

(74) Michael B Kelley. “Last Year President Obama Reportedly Told His Aides that He’s ‘Really Good at Killing People.’” Business Insider (November 2, 2013): (accessed on november 22, 2022).

(75) Žižek, “New Statesman Interview.”

(76) “Doug Henwood Interviews Slavoj Žižek.” No Subject – Encyclopedia of Psychoanalysis (February 27, 2002): https://nosubject.com/I_am_a_fighting_atheist  (accessed on November 22, 2022).

(77) Ibid.

(78) Slavoj Žižek. Repeating Lenin (Zagreb: bastard books, 2001), 137.

(79) Žižek, “The Communist Desire”.

(80) Para poner un ejemplo entre muchos otros, Žižek tiene la audacia de sostener que la lucha de clases no es parte de la «realidad social objetiva», sino que en vez de ello es lo Real “en el estricto sentido lacaniano” lo que significa que la lucha de clases “no es otra cosa que el nombre del insondable límite que no puede ser objetivado, situado dentro de la realidad social” (Slavoj Žižek, Ed. Mapping Ideology. London: Verso, 2000, 25, 22).

(81) Karl Marx and Friedrich Engels. Collected Works. Vol. 5 (Moscow: Progress Publishers, 1976), 49.

(82) Badou dirige su atención en particular a los libros del disidente derechista Aleksandr Solzhenitsyn, que fue acogido con los brazos abiertos por Hienrich Böll y las redes de la CIA en las que estuvo implicado en Alemania (véase el documental de 2006 de Hans-Rüdiger Minow para ARTE, Quand la CIA infiltrait la culture (accessed on November 22, 2022). El metafísico se refiere también al «destacable, incontrovertible trabajo” sobre el Terror Stalinista y a posturas “de primera fila” y «gran libro» de J. Arch Getty, The Road to Terror: Stalin and the Self-Destruction of the Bolsheviks 1932-1939 (Slavoj Žižek, Ed. The Idea of Communism. Vol. 2. London: Verso, 2013, 6). Badiou declina mencionar que esta obra fue financiada por el Departamento de Estado de EE.UU, el National Endowment for the Humanities y el Open Society Fund. También omite el hecho de que el libro fue publicado en una serie cuyo consejo asesor incluye a poderosos miembros de la elite imperial estadounidense, incluido el operario del Departamento de Estado de EE.UU. Strobe Talbott y el anti-comunista Consejero de Seguridad Nacional Zbigniew Brzezinski. Este último estuvo implicado, entre otras cosas, en las operaciones encubiertas de la CIA en Afganistán, que financiaron y apoyaron a los muyahidines -incluido Osama Bin Laden- para luchar contra la Unión Soviética (véase Chomsky, 9/11, 82).

(83) Para una excelente crítica a Badiou en esta línea, véase Losurdo, Western Marxism.

(84) Costas Douzinas y Slavoj Žižek, Eds. The Idea of Communism (London: Verso Books, 2010), viii.

(85) Véase Gabriel Rockhill y Jennifer Ponce de León. “Toward a Compositional Model of Ideology: Materialism, Aesthetics and Social Imaginaries.” Philosophy Today 64:1 (winter 2020).

(86) Žižek, Looking Awry, 39; Slavoj Žižek. Metastases of Enjoyment: Six Essays on Woman and Causality (London: Verso, 1994), 30. “Lo Real,” escribe Žižek, “es precisamente lo que resiste y elude la captación de lo Simbólico y, en consecuencia, lo que es detectable dentro de lo Simbólico solo bajo el disfraz de sus perturbaciones” (Metastases of Enjoyment, 30).

(87) Ibid. 76.

(88) Žižek, Looking Awry, 12. No me hago ilusiones en cuanto a la estabilidad de las posiciones políticas de Žižek o, para el caso, su interpretación de Lacan en otros temas. Como oportunista, ha adoptado, claro, múltiples posturas diferentes, algunas de las cuales muestran claros signos de auto-contradicción. Lo que destaco aquí, entonces, es simplemente una de las más coherentes líneas de paso de su obra, a saber, el tema del acto ético por cuanto continúa con la teoría del sujeto de Badiou.

(89) Alain Badiou. L’hypothèse communiste (Paris: Nouvelles Éditions Lignes, 2009), 189. En muchas ocasiones, Žižek abraza explícitamente la Idea del comunismo de Badiou, que se superpone a los extensos escritos anteriores sobre el acto ético. Aquí va un ejemplo: “Así, la Idea del comunismo persiste: sobrevive a los fracasos de su realización como un espectro que retorna una y otra vez, en una persistencia sin fin recapitulada de la mejor manera por las palabras ya citadas de Beckett: ‘Inténtalo de nuevo. Falla de nuevo. Falla mejor’” (Douzinas and Žižek, Eds., The Idea of Communism, 217).

(90) Badiou, L’hypothèse communiste, 188.

(91) Ibid. 189.

(92) Ibid. 202. Nunca superado en el terreno de la hipérbole, Žižek dobla la postura de Badiou y la lleva incluso más lejos: “Si ha de sobrevivir, la izquierda radical debe así repensar las premisas básicas de su actividad. Debemos rechazar no solo las dos principales formas del socialismo estatal del siglo XX (el Estado del bienestar social-demócrata y el partido estalinista dictatorial), sino también el propio estándar por medio del cual la izquierda radical normalmente mide el fracaso de los dos primeros: la visión libertaria del comunismo como asociación, multitud, consejos, democracia directa anti-representativa basada en la implicación permanente de los ciudadanos” (Taek-Gwang Lee and Slavoj Žižek. The Idea of Communism. Vol 3. The Seoul Conference. London: Verso, 2016).

(93) Badiou, L’hypothèse communiste, 190. Badiou referencia de forma reveladora los siguientes ejemplos: “el movimiento Solidarność de Polonia en los años 1980-81, la primera fase de la Revolución iraní, la Organización Política en Francia [grupo político de Badiou], el movimiento zapatista de México, los maoístas del Nepal” (ibid. 203). En el tercer volumen de The Idea of Communism, que se basó en una conferencia dada en Corea del Sur -un Estado capitalista y colonia de EE.UU, de facto ocupada por el ejército- Badiou insiste en sus comentarios iniciales de que los participantes en la conferencia «no tienen nada que ver con el Estado nacionalista y militar de Corea del Norte,” añadiendo por si acaso: “En general no tenemos nada que ver con los partidos comunistas que aquí y allá siguen la vieja moda del siglo pasado [es decir, socialismo realmente existente].”

(94) “Slavoj Žižek: ‘Humanity Is OK, but 99% of People Are Boring Idiots.” The Guardian (June 10, 2012): (accessed on November 22, 2022).

(95) Žižek ha escrito extensamente sobre Antígona como alguien que realizó tal acto rebelánsose contra el Estado y rechazando el reino del ‘principio de la realidad’ en favor de una dedicación intransigente a su deseo (enterrar a su hermano y así honrar la ley más alta de los dioses). “Un acto no es solo un gesto que ‘hace lo imposible’», sostiene en su glorificación del deseo individual a lo Antígona, “sino una intervención en la realidad social que cambia las propias coordenadas de lo que es percibido como ‘posible’” (Did Somebody Say Totalitarianism?, 167).

(96) Badiou y Žižek han tomado en alguna ocasión una postura política en apoyo a la clase trabajadora, y este no es el objeto de mi crítica. Lo es su leal oposición -con solo muy menores y explicables excepciones- al movimiento socialista internacional desde 1917 al presente, que ha tomado la forma de proyectos de construcción de Estdos anti-imperialistas desde la URSS a Vietnam, China, Cuba y más allá.

(97) Véase Radhika Desai. “The New Communists of the Commons: Twenty-First-Century Proudhonists.” International Critical Thought1:2 (August 1, 2011): 204-223.

(98) V.I. Lenin. Collected Works. Vol. 19 (Moscow: Progress Publishers, 1977), 396.

(99) Karl Marx and Friedrich Engels. Collected Works. Vol. 20 (Moscow: Progress Publishers, 1976), 33.

*Profesor de Filosofía en la Universidad de Villanova, Filadelfia, EE.UU.

@GabrielRockhill

Observatoriocrisis.com

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.