POR JOHN BELLAMY FOSTER /
En la era del Antropoceno, el extractivismo se ha convertido en un síntoma central de la enfermedad planetaria del capitalismo/imperialismo tardío, que amenaza a la humanidad y a los habitantes de la Tierra en general. Un análisis desde el marco ecológico del marxismo.
A lo largo de la última década y media, el concepto de extractivismo surgió como un elemento clave para entender la crisis ecológica planetaria. A pesar de que el desarrollo de las industrias extractivas a escala global ha sido una parte integral al modo de producción capitalista desde el principio, empezando con la expansión colonial del extenso siglo XVI, dicho fenómeno adquirió una importancia mucho mayor desde la llegada de la Revolución Industrial de finales del siglo XVIII y del siglo XIX, que marcó el comienzo de la era del capital fósil. Sin embargo, solo durante la Gran Aceleración, que comenzó a mediados del siglo XX y que se extiende hasta nuestros días, la expansión cuantitativa de la producción global y, en particular, de la extracción de recursos, derivó en una transformación cualitativa en la relación de los seres humanos con el Sistema Tierra como totalidad. Esto ha dado lugar, en la historia geológica, a la “época del Antropoceno”, en la cual los factores antropogénicos (en contraposición a los no antropogénicos) constituyen la mayor fuerza de cambio en el Sistema Tierra por primera vez en su historia [1]. En el Antropoceno, el extractivismo se ha convertido en el síntoma característico de la enfermedad planetaria que es el capitalismo/imperialismo tardío, que amenaza a la humanidad y a los habitantes de la tierra en general.
El Grupo de Trabajo del Antropoceno de la Comisión Internacional de Estatigrafía expone dramáticamente la Gran Aceleración mediante una serie de veinticuatro gráficos, en donde se aprecian unas curvas en forma de palo de hockey, que representan la expansión económica, el vaciamiento de recursos y la sobrecarga de los sumideros planetarios, en donde se aprecia un súbito aumento y ampliación del impacto humano sobre la tierra; similar a los gráficos, también en forma de palo de hockey, que representan el aumento repentino, acelerado y ampliado de la temperatura global asociados al cambio climático [2]. Desde esta perspectiva, se considera a la Gran Aceleración como el fenómeno responsable del abrupto final de los 11 700 años de historia geológica del Holoceno, y de delimitar el comienzo de la Época del Antropoceno y la crisis planetaria actual.
Estudios recientes muestran dos períodos separados en donde la utilización global de recursos (que incluye toda la producción de biomasa, minerales, energía producida por combustibles fósiles y cemento) aumentó mucho más rápido que las emisiones globales de carbono. Dentro de toda la Gran Aceleración, estos períodos de aumento en el consumo de recursos se componen del primero, entre 1950 y 1970, y del segundo, entre 2000 y 2015 [3]. La primera aceleración de consumo de recursos se asocia a la rápida expansión económica de América del Norte, Europa Occidental y Japón luego de la Segunda Guerra Mundial; mientras que la segunda coincide con el veloz crecimiento de China, India y otras economías emergentes alrededor del año 2000. En el caso de los países capitalistas ricos o “economías desarrolladas”, el uso de recursos per cápita ha tendido a estabilizarse en los últimos años, mientras permanece en niveles mucho más allá de la sostenibilidad general según la perspectiva de los límites del crecimiento. Sin embargo, mucho de este aparente descenso en el uso de recursos naturales se debe al traslado de la producción industrial del mundo al Sur Global, mientras que el consumo se encuentra altamente concentrado en el Norte Global, fomentando un “estilo de vida imperial” [4]. En 2016, el Informe sobre la productividad de los recursos y los flujos de materiales globales del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente indicó que “desde 1990 ha habido pocas mejoras en la eficiencia de los materiales a nivel mundial, es decir, eficiencia en la extracción de materias primas”. De hecho, la eficiencia comenzó a disminuir cerca del año 2000 [5]. La extracción global de materiales se triplicó en las cuatro décadas anteriores al reporte de 2016 [6]. Estas condiciones resultaron en una aceleración en las presiones extractivistas sobre regiones clave de la Tierra, particularmente en el Sur Global.
Nos encontramos ante una enorme financiarización de la tierra, en donde las finanzas internacionales del Norte Global se están apoderando de la mercantilización y gestión de los servicios de los ecosistemas, principalmente en el Sur Global.
En muchos países del Sur Global, en particular, en Latinoamérica y África, los productos primarios, que incluyen tanto a la agricultura como a los minerales y combustibles fósiles, predominan en la economía de exportación, como solía ser en épocas anteriores. Los porcentajes de productos primarios en las exportaciones de 2019 fueron de hasta un 67 % en Brasil y un 82 % tanto en Chile como en Uruguay. En Argelia, la dependencia de las exportaciones de combustibles fósiles es casi total y ahora representa el 94 % del valor de sus exportaciones comerciales de mercancías [7]. En el caso de América Latina, la era de la industrialización por sustitución de importaciones de los primeros años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, que promovió la manufactura, fue reemplazada por una nueva era de extracción acelerada de recursos y por una nueva dependencia de los productos primarios, incluidos tanto los agrícolas como combustibles y minerales. En 2017, las rentas de los recursos naturales (incluidas las de los minerales, el petróleo, el gas natural y la silvicultura) representaron el 43 % del PIB de la República del Congo [8]. La búsqueda de recursos y nuevas tierras agrícolas impulsó unos enormes acaparamientos de tierras en todo el continente africano, lo cual fue posible debido a la falla del proceso de descolonización en asegurar los derechos a la tierra de las poblaciones nativas [9]. En los países insulares del mundo se fueron cediendo los derechos de pesca y los recursos de los vastos territorios oceánicos a las multinacionales, que explotan intensivamente los bienes comunes del océano [10]. Las nuevas tecnologías dieron lugar a una carrera para explotar nuevos minerales raros, como en el caso de la minería del litio [11]. Nos encontramos ante una enorme financiarización de la tierra, en donde las finanzas internacionales del Norte Global están tomando el control de la mercantilización y la gestión de los servicios ecosistémicos, principalmente en el Sur Global [12].
Las consecuencias económicas de todas estas tendencias son catastróficas, y comprenden desde la devastación de la tierra y sus comunidades hasta el cambio climático y la destrucción de un planeta habitable para el ser humano. Cincuenta años después de que el Club de Roma publicara el informe Los límites del crecimiento, el agotamiento de los recursos es acorde a su amenazante “escenario estándar”, en el cual la existencia misma del planeta Tierra como hogar de la humanidad y de otras innumerables especies está amenazada [13]
Particularmente en América Latina, estas condiciones y sus efectos sobre el suelo dieron lugar al desarrollo del concepto de extractivismo como concepto crítico, que en discusiones teóricas recientes adquirió a menudo un significado más amplio, abarcando amplios aspectos del capitalismo y sus formas de explotación. Numerosos análisis académicos buscaron ampliar la noción para agrupar todo el conjunto de problemas económicos, políticos, culturales y ecológicos de los tiempos modernos, sustituyendo en gran medida al capitalismo mismo y abarcando cuestiones tan variadas como la modernidad, la violencia, la producción, la explotación, la destrucción ambiental, la digitalización y los nuevos “ensamblajes ontológicos” [14] . Para estos pensadores, el extractivismo es la fuente insaciable del impulso destructivo y no reproductivo de la modernidad capitalista hacia la mercantilización y el consumo de toda la vida y la existencia, lo que algunos teóricos denominan “extractivismo total” o el “devorador del mundo”. Tales puntos de vista terminan por un lado desplazando al concepto crítico mismo de la acumulación de capital, y, por otro, desviando la atención de las luchas populares muy concretas que ocurren en los territorios contra los capitales extractivos [15].
Por este motivo, Eduardo Gudynas, un referente latinoamericano analista del extractivismo, ha insistido en que el concepto se debe abordar en relación a los modos de producción y/o apropiación, dándole al concepto un significado bien definido en torno al desarrollo de una crítica política, económica y ecológica amplia. Gudynas se opone específicamente a lo que considera como un enfoque académico laxo que ahora propone para el extractivismo rótulos vagos y ambiguos como “financiero”, “cultural”, “musical” y “epistemológico”, que crean fuentes interminables de confusión y remueven el concepto de su base en la economía política y la crítica ecológica. “El extractivismo –afirma– no puede ser usado como un sinónimo de desarrollo o incluso de una economía exportadora de bienes primarios. No existe tal cosa como el desarrollo extractivista… El extractivismo… no comprende toda la estructura y función de una economía nacional, la cual incluye muchos otros sectores, actividades e instituciones” [16].
Se puede considerar que la propia teoría de Gudynas de los extractivismos, que va a ser el foco central en lo que sigue, surgió de la amplia tradición materialista histórica. Por esa razón, para comprender el significado de su obra, es necesario ubicarla dentro de una tradición materialista histórica más amplia, que se remonta al análisis clásico de Carlos Marx y Federico Engels, y que está relacionado a cuestiones de apropiación/expropiación de la naturaleza, industrias extractivas y la fractura metabólica. De esta forma es posible sentar las bases para una crítica del extractivismo en el Antropoceno.
Marx y la expropiación de la Naturaleza
La idea de “industria extractiva” se remonta a la época de Marx, a mediados del siglo XIX. Marx dividió a la producción en cuatro esferas: industria extractiva, agricultura, manufactura y transporte. Él consideraba que la industria extractiva constituía el sector de la producción, en el que “el material para el trabajo lo proporciona directamente la naturaleza, como la minería, la caza, la pesca (y la agricultura, en tanto y en cuanto se realice sobre suelo virgen)” [17]. Marx marcó una diferencia, en general, entre la industria extractiva y la agricultura, en la medida en que esta última no dependiera de materias primas ajenas a la propia agricultura, sino que fuera capaz de realizarse desde adentro, dadas las características reproductivas de la agricultura, que son contrarias a las no reproductivas. Sin embargo, esto no le impidió, en su teoría de la fractura metabólica, considerar a la agricultura industrial capitalista como expropiatoria, y en formas que ahora llamamos extractivistas.
Algunos de los comentarios más críticos de Marx hacia el modelo de producción capitalista apuntan a la minería como la quintaesencia de la industria extractiva. En su debate acerca de la minería de carbón, que fuera publicado en el volumen 3 de El capital abordó el abandono total de las condiciones de trabajo de los mineros, que daba como resultado un promedio de quince personas fallecidas al día en Inglaterra. Este hecho lo llevó a afirmar que el capital “desperdicia seres humanos o trabajo vivo más fácilmente que cualquier otro modo de producción, despilfarrando no solo carne y sangre, sino también nervios y cerebros” [18]. Pero los efectos destructivos de la industria extractiva y del capital, en general, no se limitaban, según Marx, solo al despilfarro de la carne y sangre, sino también al de materias primas [19]. Incluso Engels, en sus correspondencias con Marx, discutió el “despilfarro” de los recursos de combustibles fósiles y del carbón en particular [20].
El expresidente ecuatoriano Rafael Correa le respondía, en entrevistas, a los movimientos de izquierda e indígenas antiextractivistas mediante la siguiente pregunta retórica: “A ver, señores marxistas, ¿dónde se mostró Marx contrario a la explotación de recursos no renovables?” Lo que está implícito en la frase es que Marx no se habría opuesto al extractivismo moderno. En respuesta a la pregunta, el economista ecológico Joan Martinez-Alier señaló el famoso análisis de Marx que indica que “el capitalismo conduce a una ’fractura metabólica’. El capitalismo no es capaz de renovar sus propias condiciones de producción; no reemplaza los nutrientes, erosiona los suelos, agota o destruye los recursos renovables (como la pesca y los bosques) y los no renovables (como los combustibles fósiles y otros minerales)”. Sobre esa línea de pensamiento, Martinez-Alier agrega que, a pesar de que Marx no llegó a ver el cambio climático global, “habría estado del lado de la justicia climática” [21]. De hecho, el crecimiento extraordinario de la crítica ecológica marxista, basada en el análisis de Marx en El capital sobre el “lado negativo, o destructivo” de la producción capitalista en su teoría de la fractura metabólica, le está brindando al mundo una visión más profunda sobre todos los aspectos de la crisis planetaria [22].
En el análisis de Marx no solo se reconocía la expropiación de la tierra y de los cuerpos, sino que incluso la tierra misma podía ser expropiada, en el sentido de que no se mantuvieran las condiciones de su reproducción y se “robaran” o “despilfarraran” los recursos naturales.
La clave para un análisis materialista histórico del extractivismo es el análisis de Marx de lo que llamó “expropiación originaria”, un término que él prefería a lo que los economistas políticos liberales clásicos llamaban “acumulación previa u originaria” (un término a veces mal traducido como “acumulación primitiva”) [23]. Para Marx, la llamada “acumulación primitiva (previa)”, como enfatizó repetidamente, no fue una acumulación en absoluto, sino más bien una expropiación o una apropiación sin equivalente. Siguiendo el ejemplo de Karl Polanyi, y en línea con el argumento de Marx, también es posible referirse a la expropiación como apropiación sin reciprocidad [24]. Dicha expropiación fue evidente durante la violenta incautación de las tierras comunales en Gran Bretaña. Pero “los momentos claves de la (así llamada) acumulación primitiva” en la era mercantilista, que generaron las condiciones para “la génesis del capitalismo industrial”, se dan durante la expropiación de tierras y cuerpos a través de la “conquista y saqueo” colonial de toda el área externa/periferia de la economía mundial capitalista emergente. Este fenómeno, escribió Marx, estaba ligado a “la extirpación, esclavizamiento y entierro en las minas de la población indígena” en las Américas, a todo el comercio transatlántico de esclavos, a la brutal colonización de la India y a una fuga masiva de recursos/excedentes de las zonas colonizadas, que alimentaron el desarrollo europeo [25].
En este análisis de Marx fue crucial la distinción, muy cuidadosa, entre la apropiación, entendida en su sentido más general como la base de todas las formas de propiedad y todos los modos de producción, y formas particulares de apropiación, tales como la expropiación y la explotación bajo el régimen del capital. Marx entendía a la apropiación como arraigada en la libre apropiación de la naturaleza y, por lo tanto, como un requisito previo material de la existencia humana, lo que derivó en la formación de varias formas de propiedad, siendo la propiedad privada solo una de esas formas, la cual se volvió dominante solo bajo el capitalismo. Este enfoque teórico histórico general dio lugar al concepto marxiano de “modo de apropiación”, subyacente al modo de producción [26]. Estas distinciones jugarían un papel importante en los escritos etnológicos posteriores de Marx, y en su identificación con la resistencia activa de las comunidades originarias de Argelia y de otros lugares a la expropiación de sus tierras [27].
En el análisis de Marx no solo se reconocía la expropiación de la tierra y de los cuerpos, sino que incluso la tierra misma podía ser expropiada, en el sentido de que no se mantuvieran las condiciones de su reproducción y se “robaran” o “despilfarraran” los recursos naturales [28]. Este fue particularmente el caso del capitalismo, en donde la apropiación de la naturaleza adoptó, en líneas generales, una forma expropiativa. Según el análisis de Marx, el capitalismo transformó a la libre apropiación de la naturaleza por parte de las comunidades humanas, que constituye la base de toda producción, en la forma más destructiva en la que se la entiende como “un regalo gratuito de la naturaleza al capital”, que ya no estaba orientada principalmente a la reproducción de la vida, la tierra y la comunidad como un todo en gran medida indivisible, sino dedicada únicamente a la valorización del capital [29]. El “robo” de la tierra y la fractura metabólica (o la “fractura irreparable en el proceso interdependiente del metabolismo” social entre la humanidad y la naturaleza) estaban así íntimamente entrelazados [30]. Aunque algunos teóricos contemporáneos han intentado definir al extractivismo como la no-reproducción de la naturaleza, es mucho más significativo teóricamente verlo en sintonía con la ecología marxista, en términos de lo que Marx llamó el robo o expropiación de la naturaleza, dentro del cual el extractivismo es simplemente una forma particularmente extrema y crucial.
Gudynas y la plusvalía extractivista
Estos fundamentos conceptuales que surgen de la crítica ecológica clásica de Marx nos permiten apreciar más plenamente las ideas pioneras sobre el extractivismo proporcionadas por Gudynas en su libro Extractivismos. Un punto de partida crucial en su análisis es el concepto de “modos de apropiación”. En su obra pionera, Underdeveloping the Amazon (Subdesarrollando al Amazonas) de mediados de la década de 1980, el sociólogo ambiental Stephen G. Bunker introdujo el concepto de “modos de extracción” para abordar el tema de la industria extractiva y su carácter no reproductivo, contrastándolo con el concepto más amplio de Marx de “modos de producción” [31]. Gudynas afirma que, en general, Bunker estaba en lo cierto, pero, a diferencia de Bunker, Gudynas no adopta la noción de modos de extracción ni tampoco retiene la noción de “modos de producción de Marx”, argumentando sin explicación que el concepto de Marx ha sido “abandonado”, citando al antropólogo David Graeber. En lugar de eso, Gudynas recurre al concepto de “modos de apropiación”, mientras aparentemente ignora la conexión teórica entre apropiación y producción y entre modos de apropiación y modos de producción que Marx había construido en los Grundrisse, e ignora cómo esto se relaciona con la investigación marxista actual sobre estas categorías. [32] Aun así, el enfoque de los modos de apropiación de Gudynas le permite distinguir entre la apropiación humana del entorno natural en general y lo que él denomina los “modos de apropiación extractivistas”, que violan las condiciones de reproducción natural y social.
Una preocupación central del trabajo de Gudynas es la crítica a la renovada dependencia imperial en el Sur Global resultante del neoextractivismo, en donde plantea el “desvincularse de la globalización” como quizás la única alternativa radical.
Gudynas define al extractivismo en sí en términos de procesos excesivos que se miden según estas tres características: (1) indicadores físicos (volumen y peso); (2) intensidad ambiental; y (3) destino, con el extractivismo visto como inherentemente relacionado con el colonialismo y el imperialismo, lo que requiere que el producto se exporte en forma de productos primarios. No toda apropiación de la naturaleza que realizan las industrias extractivas es extractivista. Esta cuestión quizás se entiende mejor en su breve artículo, “¿Sería Marx un extractivista?” [33] En él escribe, como Martinez-Alier, en respuesta a los dichos de Correa:
“Marx no estaba en contra de la minería. La mayoría de los movimientos sociales no la rechazan, y si se escucharan atentamente sus reclamos, se notaría que están enfocados en contra de un tipo particular de empresa: la de la minería a gran escala, que remueve grandes volúmenes intensivamente y a cielo abierto. En otras palabras, no se debe confundir a la minería con el extractivismo. Marx, en la América Latina de hoy, no sería un extractivista, porque eso significaría abandonar el objetivo de transformar los modos de producción, convirtiéndose en un economista burgués. Al contrario, estaría promoviendo alternativas productivas, y eso significa, en nuestro contexto actual, transitar hacia el postextractivismo”.
El extractivismo global actual, lo que Martín Arboleda ha llamado “la mina planetaria”, se identifica con el “capital de monopolio generalizado” y las condiciones del “imperialismo tardío”. [34] Una preocupación central del trabajo de Gudynas es la crítica a la renovada dependencia imperial en el Sur Global resultante del neoextractivismo, en donde plantea el “desvincularse de la globalización” como quizás la única alternativa radical. [35] James Petras y Henry Veltmeyer desarrollaron enérgicamente una mirada similar en su Extractive Imperialism in The Americas [Imperialismo extractivo en las Américas], el cual describe al nuevo extractivismo como un nuevo modelo imperialista, que obliga a los países a una nueva dependencia, cuyo terreno había sido preparado por la reestructuración neoliberal, que virtualmente había aniquilado muchas de las fuerzas de producción en la agricultura y la industria previamente presentes. [36]
Sin embargo, la contribución destacada de Gudynas radica en su intento de conectar el extractivismo con el concepto de excedente, a fin de explicar las pérdidas económicas y ecológicas asociadas con la dependencia de los modos extractivistas de apropiación. Para esto se basa en el concepto de excedente económico desarrollado por Paul A. Baran en The Political Economy of Growth in the 1950s [La economía política del crecimiento en la década de 1950], que fue ideado para operacionalizar el cálculo de la plusvalía de Marx y alineado con una crítica que tenía la planificación económica racional como criterio [37] Gudynas señala que en el concepto de plusvalía de Baran, concordante con la plusvalía de Marx, “la renta de la tierra y el interés sobre el capital monetario” son componentes del excedente total en lugar de los costos de producción. Al introducir el concepto de excedente económico, Baran buscó revelar formas de plusvalía que se encontraban en la contabilidad capitalista y que Gudynas las denomina, formas disfrazadas de “lo que es esencialmente una apropiación del excedente”. [38]
Empleando esta idea, Gudynas busca agregar dos dimensiones ambientales del excedente en el contexto de los modos extractivistas de apropiación a la dimensión económica o social del excedente, que se basa en la explotación del trabajo. El primero de ellas, el excedente ambiental-renovable, se puede vincular a la teoría clásica ricardiano-marxista de la renta del suelo agrícola centrada principalmente en la industria renovable y tiene como objeto tomar al excedente no solo desde lo asociado con las rentas de monopolio y, por lo tanto, integrado directamente en el cálculo económico, sino también, según Gudynas, para abordar cómo los servicios ecosistémicos, como la polinización, se apropian/expropian de manera extractiva. Gudynas indica que se crea un “superávit monetizado” más grande para las corporaciones al descuidar aspectos ambientales tan vitales como la conservación del suelo y el agua, lo que genera un superávit artificialmente grande en base a la apropiación extractivista de recursos renovables. Esto se relaciona con lo que Marx llamó el “robo” o expropiación de la tierra, parte de su teoría de la fractura metabólica. [39]
La tercera dimensión del excedente (o la segunda dimensión ambiental, según Gudynas), es el excedente ambiental no renovable, que se relaciona con los recursos no renovables, como los minerales y los combustibles fósiles. “La distinción clave aquí”, escribe, “es que el recurso se agotará tarde o temprano y, por lo tanto, el excedente capturado por el capitalista siempre será proporcional a la pérdida del patrimonio natural que no se puede recuperar. De igual manera, el espacio ocupado por un enclave minero será imposible de utilizar para otro fin, como la agricultura”. Cualquier excedente extractivista que se obtenga debe contraponerse a la pérdida de riqueza natural asociada con el agotamiento de los recursos, algo que se maquilla con el uso común del concepto de “capital natural”, pero no como se lo entiende en la economía política clásica, en términos de valor de uso, sino más bien, de acuerdo con la economía neoclásica, en términos de valor de cambio y sustituibilidad. [40]
La crisis ecológica planetaria actual tiene que verse en términos de la generación de una expropiación destructiva de la naturaleza, que necesita ser superada en el proceso de superación del capitalismo.
El materialismo histórico clásico de Marx y Engels emplea un enfoque analítico en relación a la expropiación de los recursos no renovables muy parecido al presentado por Gudynas en su análisis del excedente ambiental-no renovable. Para Marx y Engels, la expropiación destructiva de los recursos no renovables no podía ser tratada como un simple caso de robo, como en el caso del suelo, los bosques, la pesca, etc. y por eso abordarían el extractivismo relacionado a los recursos no renovables bajo la rúbrica del despilfarro de tales recursos. Un concepto que se utilizó especialmente en relación con la expropiación avariciosa de minerales y de combustibles fósiles, en particular del carbón, pero que también se aplicó al extremo de los “sacrificios humanos” en las industrias extractivistas, que se relaciona con lo que hoy en día a veces se le llama la “fractura corpórea”. [41] Entonces, la perspectiva materialista histórica clásica veía a la relación del capitalismo con los recursos renovables y con los no renovables como dirigida hacia la expropiación destructiva de la tierra, ya sea como el “robo” o el “despilfarro” de la naturaleza, un enfoque que se corresponde estrechamente con dos de las formas de Gudynas de apropiación/expropiación extractivista del excedente.
El enfoque de Gudynas sobre lo que él llama el “excedente extractivista”, y que se asocia con sus dos dimensiones ambientales del excedente, pretende abarcar las externalidades, destacando el hecho de que el “excedente real” apropiado, por usar los términos de Baran, es, en algunos casos, artificialmente alto y en relación con un “superávit planificado” más racional, ya que no tiene en cuenta el agotamiento de los combustibles fósiles y otros recursos naturales. [42] Este enfoque básico se emplea en el resto del análisis de Gudynas para abordar las luchas sobre los territorios contra este sangrado de las economías extractivistas y cómo se relaciona esto con el imperialismo tardío, que lleva a cabo dicho sangrado en escalas cada vez mayores en detrimento a largo plazo de las economías periféricas (o semiperiféricas, es decir, emergentes) relativamente dependientes. Como argumenta en Extractivismos: esto finalmente se convierte en una cuestión de “extractivismo y justicia”. [43]
El extractivismo y la crisis del Antropoceno
Ya que el Antropoceno, cuya denominación todavía no es oficial, ha sido definido como aquella época en la que los factores antropogénicos en lugar de los no antropogénicos son las fuerzas principales que determinan el cambio del Sistema Tierra por primera vez en la historia geológica, está claro que el Antropoceno continuará en tanto y en cuanto sobreviva la civilización industrial global. La actual crisis del Antropoceno, que se define como una “fractura antropogénica” en los ciclos biogeoquímicos del sistema planetario, se asocia estrechamente con el sistema de acumulación de capital y está conduciendo a la sociedad hacia un evento de extinción. [44] Para evitar esto, la humanidad deberá trascender la “sociedad de la acumulación” dominante que fue impuesta por el capitalismo. [45] Pero no habrá un escape progresivo del propio Antropoceno en un futuro cercano, ya que la humanidad, aun estando bajo un modo de producción socialista ecológicamente sostenible, permanecerá al borde del precipicio, dada la actual etapa de desarrollo económico y tecnológico a escala planetaria, y el hecho de que será necesario tener en cuenta los límites del crecimiento para trazar todas las vías futuras de desarrollo humano sostenible.
Fue el reconocimiento de estas condiciones lo que llevó al geólogo español Carles Soriano a proponer, escribiendo en Geologica Acta, el nombre “Capitalino” para la primera edad geológica de la Época del Antropoceno. [46] Según esta perspectiva, la actual crisis ecológica planetaria tiene que verse como la aparición de una expropiación destructiva de la naturaleza, que es necesario trascender en el proceso de superación del capitalismo y de la Edad Capitalista. Otros, de forma independiente, propusieron el nombre de Edad Capitalina para esta nueva era geológica, señalando a su vez la noción de una Edad Comuniana (en relación a comunal, comunidad, bienes comunes), como la futura edad geológica del Antropoceno que debe crearse en coevolución con la naturaleza, con un “gran climatérico” que debe ocurrir necesariamente a mediados del siglo XXI. [47]
En este siglo, combatir la expropiación capitalista de la naturaleza, y en particular combatir al extractivismo que domina cada vez más nuestro tiempo, junto con el propio sistema acumulativo actual, tiene que tener prioridad en todos los niveles y en todas las formas de lucha social. En la perspectiva materialista histórica clásica, la producción en su conjunto, no solo la industria extractiva, sino también la agricultura, la manufactura y el transporte, debe ser confrontada para trascender las contradicciones de la acumulación de capital basada en la clase. Para tal propósito, las ideas de la amplia tradición materialista histórica son cruciales. Como indicaba Marx:
“Dado que el trabajo es, en realidad, la apropiación de la naturaleza con el fin de satisfacer las necesidades humanas y la actividad por la cual se media el metabolismo entre el hombre y la naturaleza, despojar a la capacidad de trabajo de sus medios de trabajo, de las condiciones objetivas para la apropiación de la naturaleza mediante el trabajo, es despojarla también de sus medios de vida Una capacidad de trabajo despojada de los medios de trabajo y de los medios de vida equivale, por lo tanto, a una pobreza absoluta”. [48]
Hoy nos enfrentamos a un problema aún mayor, que deriva de esta observación, ya que la sustitución del capital en reemplazo del trabajo como mediador directo del metabolismo entre la humanidad y la naturaleza, mediante el control de las condiciones objetivas de apropiación de la naturaleza, dio como resultado que conforme avanza el crecimiento de la acumulación, se destruyen los medios de vida en el planeta en su conjunto. La única respuesta es la creación de una forma superior de sociedad en la que los productores asociados regulen directa y racionalmente el metabolismo entre la humanidad y la naturaleza, de acuerdo con los requisitos de su propio desarrollo humano en coevolución con la tierra como un todo.
Notas
[1] Sobre el Antropoceno ver Jan Zalasiewicz, Jan, Waters, Colin N., Williams, M. y Summerhayes, Colin P., The Anthropocene as a Geological Time Unit, Cambridge, Cambridge University Press, 2019; Angus, Ian, ´Facing the Anthropocene, New York, Monthly Review Press, 2016.
[2] Ver Zalasiewicz et al., The Anthropocene as a Geological Time Unit, pp. 256-57; Angus, I., Facing the Anthropocene, ob. cit., pp. 44–45.
[3] Görg, Christoph et al., “Scrutinizing the Great Acceleration: The Anthropocene and Its Analytic Challenges for Social-Ecological Transformations,” The Anthropocene Review 7, no. 1 (2020).
[4] Brand, Ulrich y Wissen, Markus, The Imperial Mode of Living, Londres, Verso, 2021
[6] United Nations Environmental Programme, Global Material Flows and Resource Productivity (2016), p. 5.
[7] World Trade Organization, Trade Profiles 2021. Ver también Upchurch, M., “Is There a New Extractive Capitalism?”, International Socialism 168 (2020)
[8] Gudynas, E., Extractivisms, Blackpoint, Nova Scotia, Fernwood Publishing, 2020, p. 82.
[9] Bowman, Mark, “Land Rights, Not Land Grabs, Can Help Africa Feed Itself,” CNN, 18 de junio, 2013.
[10] Standing, Guy, “How Private Corporations Stole the Sea from the Commons,” Janata Weekly, 7 de agosto, 2022; Longo, Stefano, Clausen, R. y Clark, B., The Tragedy of the Commodity, New Brunswick, New Jersey, Rutgers University Press, 2015.
[11] Prashad, Vijay y Silva, Taroa Zúñiga, “Chile’s Lithium Provides Profit to the Billionaires but Exhausts the Land and the People,” La Lucha, 30 de julio, 2022.
[12] Foster, J. B., “The Defense of Nature: Resisting the Financialization of the Earth,” Monthly Review 73, no. 11, abril de 2022, pp. 1-22.
[13] Meadows, Donella H., Meadows, Dennis L., Randers, Jørgen y William, W. Behrens III, The Limits to Growth, Washington, D.C., Potomac Associates, 1972; Dennis Meadows entrevistado por Juan Bordera, “Fifty Years After The Limits to Growth,’” MR Online, July 21, 2022-.
[14] Ver McNeish, John-Andrew y Shapiro, Judith, “Introduction,” en Our Extractive Age: Expressions of Violence and Resistance, (Shapiro y McNeish eds.), Londres, Routledge, 2021, 3; Chagnon, Christopher W., Hagolani-Albov, Sophia E. y Hokkanen, Saana, “Extractivism at Your Fingertips,” en Shapiro and MacNeish (eds)., Our Extractive Age, pp. 176-88; Chagnon, Christopher W., Durante, Francesco, Gills, Barry K. , Hagolani-Albov, Sophia E., Hokkannen, Saana, Kangasluoma, Sohvi M. J., Konttinen, Heidi, Kröger, Markus, LaFleur, William, Ollinaho, Ossi y Vuola, Marketta P.S., “From Extractivism to Global Extractivism: The Evolution of an Organizing Concept,” Journal of Peasant Studies, mayo 2022
[15] Dunlap, A., y Jakobsen, J., The Violent Technologies of Extraction: Political Ecology, Critical Agrarian Studies and the Capitalist Worldeater, Cham, Suiza, Palgrave Macmillan, 2020, pp. 34, 100, 120–21.
[16] Gudynas, E., Extractivisms, 4, p. 10.
[17] Marx, K., Capital, vol. 1, Londres, Penguin, p. 287; Marx y Engels, Collected Works, vol. 30, p. 145; Marx y Engels, Collected Works, vol. 35, p. 191. Gudynas atribuye la pupularización del término “industria extractiva” a instituciones financieras internacionales tales como el Banco Mundial. Él mismo rechaza el término en tanto connotando que el sector extractivo es parte de la industria y por ende de la producción. Es importante notar, de todos modos, que Marx empleaba el término a mediados del siglo XIX como parte de un análisis sectorial de la producción como totalidad, sin separarlo, de este modo, de la producción. Ver Gudynas, E., Extractivisms, pp. 3, 8.
[18] Marx, K., El capital, Londres, Penguin, 1981, pp. 181–82.
[19] Marx, K., Capital, vol. 3, p. 911.
[20] Marx, K., Capital, vol. 3, 911; Marx y Engels, Collected Works, vol. 30, p. 62, vol. 46, p. 411.
[21] Martinez-Alier, Joan, “Rafael Correa, Marx and Extractivism,” EJOLT, 18 de marzo de 2013. Ver también Gudynas, Eduardo, “Would Marx Be an Extractivist?”, Post Development, Social Ecology of Latin America Center, 31 de marzo de 2013
[22] Ver “Metabolic Rift: A Selected Bibliography,” Monthly Review; Marx, K., Capital, vol. 1, p. 638.
[23] Marx, K. y Engels, F., Collected Works, vol. 20, 129. Le debo a Ian Angus el hacerme notar este pasaje.
[24] Sobre Polanyi, apropiación y reciprocidad, ver Polanyi, K., Primitive, Archaic and Modern Economies, Boston, Beacon Press, 1968, pp. 88-93, 106-07, 149–56; Foster, J.B. y Clark, B., The Robbery of Nature, Nueva York, Monthly Review Press, 2020, pp. 42–43.
[25] Marx, K., Capital, vol. 1, pp. 914–15.
[26] Marx, K. y Engels, F., Collected Works, vol. 29, p. 461.
[27] Foster, J.B., Clark, B., y Holleman, H., “Marx and the Indigenous,” Monthly Review 71, no. 9 (febrero 2020), pp. 1–19.
[28] Marx, K., Capital, vol. 1, p. 638, vol. 3, pp. 182, 949.
[29] Marx, K. y Engels, F., Collected Works, vol. 37, p. 733, itálicas agregadas.
[30] Marx, K., Capital, vol. 1, 638, vol. 3, pp. 910, 949.
[31] Gudynas, Eduardo, Extractivisms, Fernwood Publishing, 2021, pp. 26-27; Marx, K. y Engels, F., Collected Works, vol. 28, 25, vol. 29, p. 461. “Sobre trabajos marxistas actuales sobre expropiaciṕn ver” Fraser, N., Behind Marx’s Hidden Abode, Critical Historical Studies, 2016, p. 60; Fraser, Nancy, Roepke Lecture in Economic Geography—From Exploitation to Expropriation, Economic Geography 2018, vol. 94(1), pp. 1-17; Dawson, Michael C., Hidden in Plain Sight, Critical Historical Studies, 2016, vol. 3(1), 149; Linebaugh, Peter, Stop, Thief! PM Press, 2014, p. 73; Foster, J.B. y Clark, B., The Robbery of Nature, Monthly Review Press, 2020.
[32] Gudynas, E., Extractivisms, Fernwood Publishing, 2021, pp. 4–7.
[33] Gudynas, E., Would Marx Be an Extractivist?
[34] Arboleda, Martín, Planetary Mine: Territories of Extraction Under Late Capitalism Verso, 2020. “El término “capital monopolista generalizado” fue introducido por Samir Amin para designar las condiciones político-económicas mundiales del siglo XXI, en las cuales el capital monopolista, con sus cuarteles centrales en su mayoría en la tríada imperial de EEUU/Canadá, Europa Occidental y Japón, ha extendido sus tentáculos por todo el mundo, incluyendo la globalización de la producción bajo su control. “Imperialismo tardío” es un término dirigido a cómo estas condiciones han promovido nuevas formas para drenar plusvalía desde la periferia hacia el centro del sistema capitalista. Véase Amin, Samir Modern Imperialism, Monopoly Finance Capital, and Marx’s Law of Value, Monthly Review Press, 2018, p. 162; Foster, John Bellamy, Late Imperialism, Monthly Review 2019, 71(3), pp. 1–19.
[35] Gudynas, E., Extractivisms, Fernwood Publishing, 2021, 143–44.
[36] Petras, J. y Veltmeyer, H., Extractive Imperialism in the Americas, Boston, Brill, 2014, pp. 20–48.
[37] Baran, P. A., The Political Economy of Growth, New York, Monthly Review Press, 1962, 22–43. “Al desarrollar su noción de excedente y su relación con el medio ambiente, Gudynas declara que la teoría de la renta de Marx es útil, “pero aun así la perspectiva marxista es limitada, particularmente porque no aborda las consideraciones ambientales”. Su argumento aquí se topa con dos problemas: primero, no reconoce no solo los enormes avances en la comprensión de la crítica ecológica de Marx en las últimas décadas, que ha generado una vasta literatura a nivel mundial. En segundo lugar, al recurrir al análisis del excedente de Baran para generar una crítica político-económica y ecológica del extractivismo, Gudynas de hecho se inspiró en uno de los principales economistas marxistas del siglo XX.”
[38] Gudynas, E., Extractivisms, 83. Sobre la relación del concepto de plusvalía de Baran con el concepto de plusvalía de Marx véase Foster, J. B., The Theory of Monopoly Capitalism, New York, Monthly Review Press, 2014, pp. 24–50.
[39] Gudynas, E., Extractivisms, pp. 83-84.
[40] Gudynas, E., Extractivisms, pp. 84-85.Sobre cómo se convirtió el concepto de “capital natural” de una categoría de valor de uso en la economía clásica a una categoría de valor de cambio en la economía neoclásica, véase Foster, J. B., Nature as a Mode of Accumulation, Monthly Review, 2022, 73(10), pp. 1–24.
[41] Marx, K. y Engels, F. Collected Works, vol. 46, p. 411, vol. 30, 62, vol. 34, 391; Marx, K., Capital, vol. 3, pp. 182, 949. Aunque Marx y Engels a veces aplicaban el concepto de despilfarro a la destrucción del suelo o de los cuerpos humanos, que también eran vistos como formas de robo, la destrucción de recursos no renovables se caracterizaba simplemente como despilfarro o desperdicio. Sobre la fisura corpórea, véase Foster J. B., y Clark, B. The Robbery of Nature, pp. 23–32.
[42] Baran, P. A., The Political Economy of Growth, 42.
[43] Gudynas, E., Extractivisms, pp. 112–13.
[44] Hamilton, C. y Grinevald, J., Was the Anthropocene Anticipated?, Anthropocene Review 2015, 2(1), p. 67.
[45] La noción de “sociedad de la acumulación” fue tomada de Lefebvre, H., The Critique of Everyday Life: The One-Volume Edition Londres, Verso, 2014, p. 622.
[46] Soriano, C., On the Anthropocene Formalization and the Proposal by the Anthropocene Working Group, Geologica Acta 2020, 18(6), pp. 1–10.
[47] Foster, J. B., y Clark, B. The Capitalinian: The First Geological Age of the Anthropocene, Monthly Review 2021, 73(4), pp. 1–16; Foster, J. B., The Great Capitalist Climacteric Monthly Review 2015, 67(6), pp. 1–17.
[48] Marx, K. y Engels, F., Collected Works, vol. 30, p. 40.
Traducido al español por Ramiro Núñez.
Revista Science for the people, volumen 25, No. 2, Bleeding Earth.
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