POR MARÍA ALEJANDRA CARO DURANGO*
Estamos leyendo con otros ojos y mente la realidad socioeducativa de un país como Colombia, cuando decimos que la educación no es un favor sino que es un derecho.
Simplemente que esto no se está cumpliendo en Colombia, aunque se supone que los dirigentes políticos están es para luchar por el bien de todos, la realidad es otra por cuanto que la gran mayoría de ellos simplemente piensa en satisfacer sus particulares intereses y no les importa que el país cada vez va de mal en peor. Como ocurre precisamente con la educación pública que está desfinanciada, como si no fuera importante.
Soy una joven, interesada en los temas sociales del país, sin embargo no soy la persona indicada para juzgar a los políticos, porque como integrante activa de la sociedad tampoco doy cumplimiento a mis deberes, ni hago valer mis derechos, pero si es claro que Colombia ocupa el primer puesto en corrupción en el mundo, y todos los que se meten a hacer política, sea de derecha, de centro o de izquierda, no han hecho nada por nuestro país. Lo que señalo se puede constatar simplemente observando la baja inversión en salud, educación, en vivienda, es decir, los derechos fundamentales en Colombia no se garantizan a pesar de que la Constitución Política de 1991 señala que este es un Estado Social de Derecho.
Todos los políticos de las élites que nos han gobernado hasta el día de hoy se encuentran envueltos en robos, asesinatos, desplazamientos, etc., y la pregunta del millón: ¿qué hacemos para evitarlo? Nada, porque cada día los pobres se tornan más pobres, y los ricos se vuelven más potentados, lo cual marca una mala política en la distribución de la riqueza.
A estos niveles de desigualdad hay que agregar que en Colombia la forma de hacer política es deplorable: buena parte de la actividad pública se basa en noticias falsas, malos argumentos, no hay mayor fundamento en los planteamientos y se carece de partidos estructurados. Por eso quiero decir, con todo respeto pero de manera categórica, que la política es cada vez más una porquería, que si no nos metemos en ella y participamos activamente, nos la tiran en la cara.
Se dice que supuestamente la política es la conducción de los asuntos públicos para “el bien del pueblo”, pero esto es una total falsedad, porque resulta que los políticos en vez de luchar por el bien a partir de un proyecto de país, están inmersos en una cadena de corrupción. No están proyectando sus acciones para lograr un país mejor sino que simplemente piensan en ellos, en su particular bienestar, y la suerte de la nación no es más que un cero a la izquierda. Es decir, la suerte de las mayorías nacionales es lo menos importante para ellos y es en lo último que piensan.
Sin embargo, toda la culpa no es de los políticos. Nosotros, como ciudadanos, debemos alcanzar una mayor conciencia social y organizarnos políticamente desde otras opciones de poder. Debemos tener una gran madurez y seguridad en el momento de elegir a nuestros representantes y voceros en los cargos de responsabilidad pública, pero como la mentalidad de la mayoría social del país cada vez es más mediocre, y simplemente se vota por votar sin analizar a conciencia y a profundidad las propuestas de los candidatos, nosotros también tenemos culpa de la mala estabilidad política, económica y social del país.
Por eso mi invitación es que seamos personas críticas a la hora de elegir porque la política no es un juego. Tenemos que superar esa actitud mediocre que asumimos frente a la política que nos ha hundido en la miseria, como se evidencia en el hecho de que cada vez hay menos oportunidades de estudio, menos atención para la salud, en cambio, se invierten más recursos en lo que la clase dominante considera en su criterio necesario o prioritario, dejando al país que se destruya y a millares de colombianos sin oportunidades. Sinceramente, los políticos ligados a las élites del poder no sirven para nada.
*La autora de esta nota de opinión, integrante de la Red Socialista de Colombia, es menor de edad.
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