POR LUIS EDUARDO MARTÍNEZ ARROYO
De ser ciertas las palabras de la exesposa de Nicolás Petro, relativas a la visita que varios de los ministros del actual gobierno hicieron al hijo mayor del Presidente en Bogotá en su apartamento, la impresión que queda en el ambiente es de desconcierto. Los funcionarios en mención eran sabedores de que entre padre e hijo de la familia presidencial existen serias discrepancias en torno al desempeño de uno y otro frente a la política y la administración pública, en general.
No se explica, por tanto, que hayan asistido casi presurosos a la cita que el hijo del Presidente les puso para esa reunión. Ninguno de los asistentes, que se sepa, tuvo la precaución de llamar a su jefe e indagarle al respecto, si era conveniente o no asistir a la cita. A ésta no faltó, ¡quién lo creyera!, según la declarante ante la Dávila, el exministro estrella de los opositores a Petro, Alejandro Gaviria. ¡Bárbaro, bárbaro!, diría un asombrado amigo mío ante lo que sus incrédulos ojos veían.
De otra parte, si existían dudas de que la mass mediática,-que es como decir los cacaos-, había emprendido el recorrido que pretende empujar al despeñadero al gobierno Petro, no hay sino que observar el desempeño que ha tenido en esto que algunos de sus miembros han presentado como la semana de pasión. Aunque los hechos imputados a Petro hijo y algunos de sus allegados ocurrieron fuera de la esfera presidencial y del candidato, los criteriosos analistas persisten en hacer ver lo contrario.
De nada sirvió que el Presidente pidiera a la Fiscalía General investigación para su hijo y hermano, pues debe ser el gobierno el que cargue el fardo. No le abonan a su favor que haya desmentido a la exministra Urrutia en las razones para salir del cargo. Fue declarada insubsistente, por indelicadezas en el manejo y uso del patrimonio público.
La costra ha pelado el cobre y mostrado las fauces más temprano que tarde. Ha puesto de nuevo en evidencia que sus aires de defensora del pluralismo y de las alternancias en el gobierno solo los respeta cuando esos cambios son entre los mismos de siempre. Es decir, entre los partidos del capital.
No respetará las reformas por más tímidas que ellas sean. Le va el alma en defender la repartija eterna entre los privilegiados de antaño y hogaño, aunque para ello deba acudir a lo que dice rechazar de otros gobiernos.
En las jornadas del Paro Nacional de 2021 vimos francotiradores y otros portadores de armas de fuego actuando en paralelo con la fuerza pública. ¿Pensará, acaso, ganarle a la derecha chilena y no dejar que Petro arribe a su primer año de gestión gubernamental?
El propósito inocultable es hacerle la vida imposible al gobierno. En eso actúan de consuno oposición política, mass media, la oligarquía empresarial, altas cortes judiciales y los paquidérmicos y artríticos otrora organismos de control, hoy transformados en los nuevos correcaminos.
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