A 140 años de la muerte de Karl Marx

POR JULIO CÉSAR CARRIÓN CASTRO

En el mundo hay un antes y un después de Karl Marx (1818-1883). Su teoría es un aporte fundamental para comprender el sistema capitalista y emprender la lucha revolucionaria por una sociedad sin explotación…

El pasado 14 de marzo de 2023 se cumplieron 140 años de su partida física y recordamos su legado…

“Mi libro es un saludo al Marx de ayer y de mañana”, dijo el filósofo francés Jacques Derrida (1930-2004), refiriéndose a su obra Espectros de Marx. El estado de la deuda, el trabajo del duelo y la nueva Internacional (Editorial Trotta, 2003), obra originada de una conferencia ofrecida en la Universidad de California, en abril de 1993.

Derrida busca, ante el desconocimiento de lo que queda por venir, aprender a vivir con el legado de las anteriores generaciones, aprender a vivir con esos fantasmas del pasado, “es decir, ciertos otros que no están presentes”, porque “hay espíritus y es preciso contar con ellos”. En esto radica su intención de poner en actualidad a Marx, en nombre de una “política de la memoria” y de un deber de justicia con la historia, como expresara Walter Benjamin.

Para Derrida, como para el príncipe Hamlet, todo comienza con la angustiosa aparición de un espectro. Asevera, entonces, que el fantasma inscrito en el Manifiesto de Marx y Engels, es un fantasma que opera como una presencia viva alrededor del desquiciado mundo contemporáneo y que, a pesar de todas las criminales tergiversaciones impuestas por la maquinaria dogmática y los aparatos ideológicos, debemos entender que “no hay porvenir sin Marx“, sin el diálogo fecundo con estos espectros que nos posibilitarán un día la mesiánica realización de la venganza. En sus palabras: “Lo mesiánico creemos que sigue siendo una marca imborrable -que ni se puede ni se debe borrar- de la herencia de Marx y, sin duda, del heredar, de la experiencia de la herencia en general”.

Marx

Hoy existe, sobre todo en el mundillo académico y universitario, el propósito de neutralizar el marxismo vivo, utilizando a Marx contra Marx. Se busca reducir el marxismo a mera especulación teorética, alejarlo de sus fundamentos políticos y sociales, de su propuesta de transformación del mundo y de la vida; convertirlo, así, en simple teoría economicista. Se intenta estabilizar el desarreglo, el desquiciamiento del mundo actual, convocando un supuesto “nuevo orden mundial”; y este restablecimiento implica -de nuevo- derrotar el marxismo, ahora presentado en una versión light; la versión académico-universitaria. Se aspira a la instauración sin contratiempos de un nuevo tipo de hegemonía, de carácter mediático, tele-discursiva, fundada en el más pedestre consumismo y en la acumulación de riquezas, en hermenéuticas de la farándula y en tecnologías del esparcimiento, que pretenden haber conquistado el fin de la historia (Fukuyama) y dado muerte a Marx, al marxismo y las esperanzas que encarnaba.

Este poder tecno-mediático, sustentado en un discurso intelectual, erudito o académico, pero también mercantil, con una gran potencia inherente, ha logrado instituir el reino del simulacro y de la homogeneidad. La imposición de la llamada democracia liberal en la mayor parte del mundo, asumida como telos absoluto de la historia, como realización del “progreso”, no representa, como pretendía Fukuyama, una “buena nueva”, sino una inocultable expresión de la catástrofe, acompañada además por fantasmas religiosos, adheridos a escatologías mesiánicas premodernas -como las de las tres religiones llamadas del libro-, que continúan generando, a partir de sus embustes, un permanente estado de guerra a nivel mundial.

Derrida

Frente a todo esto, Derrida nos propone recoger, de manera irreductible, el legado, la herencia crítica de Marx, la promesa Emancipatoria: “Puede ser, incluso, la formalidad de un mesianismo estructural, un mesianismo sin religión, incluso un mesianismo sin mesianismo, una idea de la justicia -que distinguimos siempre del derecho e incluso de los derechos humanos- y una idea de la democracia -que distinguimos de su concepto actual y de sus predicados tal y como hoy en día están determinados”.

Propone rescatar el marxismo y plantea que este tiene espectros que nos asedian, entre ellos el espectro o fantasma del mesianismo.

Esa condición mesiánica de la propuesta marxista es, para Derrida, uno de los principales legados de Marx. Gracias a ella, podemos garantizar que el tiempo no siga desquiciado bajo las apariencias de la publicitada “democracia liberal” y mediática que nos agobia, con su retórica formal y juridicista.

La idea es que el marxismo (su fantasma) reaparezca con su promesa mesiánica, más allá del aterrador fracaso que lo precedió, superando las perversiones del estalinismo y buscando hacer las rectificaciones requeridas, porque “no hay herencia sin llamada a la responsabilidad” y… “una herencia es siempre la reafirmación de una deuda, pero es una reafirmación crítica, selectiva y filtrante”. Hay que establecer, entonces, un balance o inventario exhaustivo que permita fijar las delimitaciones precisas a nociones como clase, vanguardia, partido, poder del Estado, etc. para finalmente comprender que el mesianismo también puede ser revolucionario.

El marxismo entendido como un mesianismo sin mesías, como una promesa que tiene que cumplirse, una deuda que debe ser pagada a los vencidos…

Tomado de La impronta del diablo en la mitología del progreso (Mar y Tierra Ediciones, Santiago de Chile), páginas 126 y ss.

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