POR ERIC CALCAGNO
“Nuevo Mundo” fue la apelación con la que la Europa del Renacimiento llamó a tierras ya visitadas cerca del año 1000 por el vikingo Leif Ericsson –que las llamó Vinland– aunque este continente recibió diferentes apelativos como “las indias”, por pensar los europeos que habían llegado a Cathay (China). En 1507, de una imprenta de Saint-Dié des Vosges, en Lorena, salió el nombre de “América” para identificar en mapas esos territorios habitados por civilizaciones y pueblos, que luego fueron destruidos y masacrados.
Ese “Nuevo Mundo” hoy abarca 35 países (sin contar las posesiones coloniales que subsisten), aunque cuando alguien dice “americano” queda entendido que hablamos de una persona ciudadana de los Estados Unidos. Un estilo retórico que consiste en tomar una parte por el todo, eso que los antiguos llamaban “sinécdoque”. Esa parte local de un mundo global fue durante mucho tiempo un sinónimo de poder, empresa, riqueza, sintetizados en el “sueño americano” el “modo de vida americano”, los “valores americanos”.
Después de la caída de la Unión Soviética, los Estados Unidos quedaron como la única superpotencia, tanto que alguno de sus intelectuales orgánicos planteó nada menos que el fin de la historia. Asistimos a la victoria planetaria del pensamiento único.
Desde ese tiempo Estados Unidos establece como ley la voluntad del momento, que hoy llaman “un mundo basado en reglas”. Exigen la aplicación para los demás de normas que no respetan. Así, en Siria, la intrusión/ocupación sin ningún mandato de Naciones Unidas, el Ejército norteamericano priva al Estado sirio de trigo y petróleo. Por supuesto, en nombre de una guerra contra el terrorismo, que no ganaron en Afganistán. La defensa de Taiwán, una isla china, parece más bien prefigurar una Ucrania asiática.
Es que además de los botines internacionales, en Estados Unidos están los botines locales que indican que el presupuesto de defensa es el más importante, con cerca de 900 mil millones de dólares para 2023. Lloyd Austin III, el actual secretario de Defensa norteamericano, trabajó para Raytheon, quizás la mayor empresa del complejo militar-industrial, luego de una brillante carrera militar y antes de asumir en el gobierno de Biden. Como es afroamericano, consideramos cumplido el “Black Lives Matter”. Sin embargo, todo eso tiene una tonalidad sepia.
Es que la foto actual es la de Lula que llega a ver a Xi Jinping, en China (que no es Cathay). Es Xi Jinping que va a ver a Putin. Es la diplomacia china que reconcilia a Arabia Saudita con Irán, un incontrolable brote de paz que presagia el fin de la guerra en Yemen. ¿Paz en Medio Oriente? Son los BRICS que deciden comerciar con monedas nacionales o con el yuan. Son los perdones de la deuda africana que realizan Rusia y China. Como decía un dirigente africano, “cuando vienen los occidentales nos dan lecciones, cuando vienen los chinos nos dejan un hospital”.
Es el petróleo ruso que es comercializado por India y Arabia Saudita para Europa, cuyas recesiones económicas le disputan al desorden político; es la consecuencia de las sanciones contra Rusia (más de 14.000) que la obliga a sustituir importaciones; es la construcción de foros internacionales, como la Organización de Cooperación de Shanghái, cuya población de los Estados miembros es la mitad del planeta, y sin la presencia de Estados Unidos.
A veces, con la dialéctica del mundo, parece que el episodio capitalista eurocéntrico o atlantista ha durado un poco más de dos o tres siglos. Las viejas civilizaciones como china e india, junto con las naciones del tercer mundo recuperan la parte que tenían antes de la expansión imperialista. Pero no en tono folklórico, sino con los parámetros de la época, con desarrollo científico y tecnológico propio, muchas veces de vanguardia.
Al fundamentar el apoyo a la independencia de Argelia durante los años sesenta, Charles de Gaulle tuvo unas palabras que calzan en la situación actual: “Yo también añoro la época de las lámparas de aceite, la aventura de la navegación a vela, la época de los descubrimientos… ¿Pero qué? No hay política fuera de las realidades”. Bienvenidos al mundo nuevo, lo llaman el sur global.
Tiempo Argentino
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