POR ROGER MCKENZIE*
Imaginen el alboroto si China o Rusia – o cualquier otro país, si vamos al caso – dijera que apunta a ejercer control militar sobre la tierra, el mar, el aire y el espacio para proteger sus intereses e inversiones. Esta, sorprendentemente, ha sido la política establecida por los Estados Unidos desde 1997.
La “dominación de espectro completo”, como se le conoce a la doctrina, es la razón por la que los Estados Unidos se comportan de la manera que lo hacen en la escena internacional.
Los Estados Unidos exigen que el mundo se arrodille ante su liderazgo. El no hacerlo encuentra como respuesta toda la fuerza del complejo militar industrial que está bajo su control.
La imposición ha incluido de todo, desde financiamiento de fuerzas de oposición en naciones soberanas, destitución o incluso asesinato de líderes políticos que se nieguen a seguir su línea, sanciones económicas e intervención militar.
Por supuesto, los Estados Unidos deben decidir qué enfoque –o combinación de enfoques– adoptar. También hay que tomar decisiones sobre el grado de acción dentro de cada enfoque.
Pero, fundamentalmente, el punto es que Washington cree que tiene derecho a imponerle al resto del mundo su interpretación de la democracia, que parece consistir, básicamente, en estar de acuerdo con cualquier medida que los Estados Unidos quieran tomar.
¿Así que para qué es la dominación de espectro completo?
Hay una escena famosa en la laureada película Rojos: en una cena, se le pregunta al gran periodista y activista revolucionario John Reed (interpretado por Warren Beatty) de qué se trataba la guerra en México (de la que había regresado hace poco). Antes de sentarse, dijo una sola palabra: ganancias.
A los Estados Unidos les interesa salvaguardar las ganancias del capital monopólico, con el que lleva a los políticos de Washington en los bolsillos, como monedas sueltas.
Los Estados Unidos tampoco tolerará que otros, como China, se entrometan en nuevos mercados potenciales o desvíen a la población de su esfera de influencia.
China es vista como la mayor amenaza a las ganancias de las empresas que actualmente deciden prácticamente todo respecto a qué vamos a comer, o incluso cuándo vamos a comerlo.
Cualquiera que espere que los chinos sencillamente se queden de brazos cruzados y acepten las provocaciones de los hipócritas estadounidenses, está viviendo en un mundo de fantasía.
La Oficina de Información del Consejo de Estado de China publicó recientemente un informe en el que acusa a los Estados Unidos de ser el mayor violador de derechos humanos del mundo.
En el Informe de las violaciones de los derechos humanos en los Estados Unidos en 2022, el Gobierno chino dijo que Washington “ha implementado sanciones contra más de 20 países, incluyendo a Cuba desde 1962, Irán desde 1979, Siria desde 2011 y Afganistán en años recientes”.
Calificando a los Estados Unidos como el más prolífico ejecutor de sanciones unilaterales en el mundo, el informe dice que Washington busca ejercer políticas de poder en la comunidad internacional, utiliza con frecuencia la fuerza, provoca guerras por delegación, y es un saboteador de la paz mundial.
El informe añade que, bajo el pretexto de actividades anti-terroristas, los estadounidenses han matado a alrededor de 929 mil civiles y desplazado a unos 38 millones en 85 países.
Entre 2017 y 2020, los Estados Unidos lanzaron 23 “guerras proxy o por delegación” en el Medio Oriente y la región Asia-Pacífico, indica el informe.
También dice que las violaciones a los derechos de los inmigrantes y la negativa de Washington de cerrar el campo de detenciones de Guantánamo crearon “un feo capítulo de violaciones continuas a los derechos humanos”.
El documento critica ferozmente a los Estados Unidos por retener a 780 personas en Guantánamo, la mayoría recluidas sin juicio por años, y someterlas a tratos crueles e inhumanos.
Esencialmente, los Estados Unidos harán todo lo posible por imponer lo que consideran su dominio unipolar del mundo.
En cuanto a lo que le concierne, “la fuerza hace a la razón”, no hay consecuencias para su comportamiento.
No hay recursos legales, ya que los Estados Unidos no forman parte de la Corte Penal Internacional (CPI), a la que alaban por amenazar con procesar al presidente ruso Vladimir Putin, a pesar de que Rusia tampoco es signataria.
Tiene poder de veto en Naciones Unidas y buena parte del mundo depende de su escudo militar, así como del poderoso dólar para comerciar.
Dadas las cartas en contra de quienes nos oponemos a la dominación de espectro completo y el poder aparentemente invencible del bravucón más grande del planeta, la pregunta es: ¿qué podemos hacer?
La respuesta a la dominación de espectro completo es la resistencia y organización de espectro completo. Es necesario alejar nuestros esfuerzos de los cambios parciales y orientarlos hacia una transformación revolucionaria.
Esto significará unir a los sindicatos, el activismo climático, las organizaciones para la igualdad, y una serie de movimientos sociales y económicos en un cambio que se aleje de las posturas neoliberales.
Los guardianes del capital están muy organizados y ponen los recursos ahí donde los necesitan para proteger y expandir lo que tienen. Generalmente, los activistas sólo pretendemos estar organizados y nos peleamos entre nosotros a la primera oportunidad que se nos presenta.
No soy tan arrogante como para creer que tengo todas las respuestas. Pero lo que sí sé es que tenemos que mirar más allá del Norte Global para ver cómo podría ser una transformación radical.
Ha llegado el momento de cambiar de paradigma y de reunir a los movimientos para encontrar la manera de poner en común nuestros recursos y obtener resultados reales: una resistencia y una organización de amplio espectro.
Editor internacional de Morning Star.
Distribuido por Globetrotter
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