POR GERMÁN AYALA OSORIO /
Reapareció el excomandante de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), Salvatore Mancuso. Esta vez ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) para señalar -de nuevo- a políticos, empresarios del campo y multinacionales de cohonestar con el actuar criminal de las estructuras paramilitares.
En su relato ante el alto tribunal de paz Mancuso volvió a decir que Francisco Santos Calderón, exvicepresidente durante el gobierno de Álvaro Uribe, le pidió la creación del Bloque Calima de las AUC. Pero no solo eso, dijo que el lenguaraz ‘Pachito’ era un agente legitimador del proyecto paramilitar. Para probarlo, Mancuso hizo referencia a una columna publicada en El Tiempo, escrita por Francisco Santos en abril de 1997. En esta columna analizo algunas de las ideas que planteó Francisco Santos en ese momento, con el objetivo de probar si como dice Salvatore Mancuso, ‘Pachito’ Santos es un agente legitimador de la lucha paramilitar. El texto en referencia lleva por título Proyecto contrainsurgente y se puede leer en este enlace.
Del sentido del primer párrafo se advierte un conocimiento que el columnista tenía en ese momento de las búsquedas o necesidades operativas de las AUC. Es posible pensar que, por su condición de periodista, Santos tuviera acceso a información privilegiada, pero también que por su cercanía a Mancuso y al proyecto político paramilitar supiera de movimientos al interior de las AUC.
Leamos lo que dijo: “Después de tres intentos en los que las Accu (Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá) se negó a crear un movimiento único contrainsurgente, finalmente la semana pasada aceptó formar parte de las Autodefensas Unidas de Colombia”. Insisto en que la referencia que hace a la decisión política da cuenta de un nivel de comprensión de las dinámicas internas de las ACCU, resultado de un análisis propio de Santos o fruto de su cercanía con Mancuso.
En el segundo párrafo deja ver su respaldo al proyecto paramilitar, al asumirlo como un proyecto político y no como una estructura narco-paramilitar diseñada para desplazar violentamente a campesinos y asesinarlos, previo señalamiento de ser cercanos a las guerrillas. Lo que hace ‘Pachito’ es unirse al coro mediático que al unísono validó a los paramilitares como un proyecto contrainsurgente, cuando realmente se trató de una estrategia de empresarios del campo que buscaban concentrar la tierra en pocas manos por la vía del despojo.
Santos se pregunta: “¿hasta dónde puede llegar la conformación de un proyecto político de derecha?”. Con el interrogante, el columnista instala el movimiento paramilitar en la derecha, cuando realmente debió situarla en la ultraderecha, por tratarse de una organización armada ilegal que operaba bajo los principios ideológicos de la derecha. Estamos, pues, ante una defensa pura y dura del fenómeno paramilitar.
Más adelante, Santos le echa flores al comandante Carlos Castaño, al decir que “es un estratega militar y político que les ha dado a las autodefensas un cariz totalmente distinto del que antes tenían esos grupos en el Magdalena Medio o en el Llano”. Al usar el vocablo autodefensas, Santos se pone del lado del proyecto paramilitar y confirma que tanto El Tiempo como él respaldan las actividades ilegales de los paramilitares. En su afán de mostrar simpatía con las estructuras armadas por fuera de la ley, les lava la cara, obviando o minimizando el perfil criminal con el que actuaron.
La intención de Santos Calderón era naturalizar el fenómeno paramilitar, señalando que la operación de las AUC estaba respaldada en un fuerte apoyo de varios sectores de la sociedad colombiana. En el texto se lee: “el país hoy se enfrenta a un movimiento político-militar con arraigo en distintas clases sociales – incluso en las populares- y que surge del vacío que dejó el Estado ante la ineficacia de sus Fuerzas Armadas y los abusos de las guerrillas contra la población civil”.
En su afán por legitimar el paramilitarismo, evita calificar a las AUC como una estructura armada ilegal. Por el contrario, habla de “movimiento político-militar”, lo cual supone que su aparición y operación está legitimada social y políticamente. Es más, valida el dominio territorial de las AUC. Es decir, el locuaz periodista evita poner a los paramilitares en el mismo nivel de ilegalidad de las guerrillas y del abuso al que estas sometieron a la población civil en amplios territorios del país. De manera indirecta, Santos le decía al país y a sus lectores que los paramilitares eran la salvación a los problemas de orden público generados por la insurgencia.
Así las cosas y después de este análisis, la cabe razón al confeso criminal paramilitar Salvatore Mancuso al calificar a Francisco Santos como un agente legitimador de la lucha paramilitar.
Hay que decir que mucho de lo expuesto ante la JEP por Mancuso no es nuevo. Por supuesto que eso no invalida el testimonio. Por el contrario, si los magistrados del alto tribunal de paz aceptan a Mancuso como compareciente formal, los jóvenes de hoy podrán comprender que por largos años agentes estatales, en contubernio con los paramilitares, desplazaron, asesinaron, violaron y empalaron mujeres y cremaron a cientos de cuerpos de supuestos guerrilleros muertos en combate.
Todo ese horror, en connivencia de una élite paraca que se sirvió de criminales como Mancuso para aumentar su poder económico y político. Al final, esa élite le dio la espalda a por lo menos una docena de líderes paramilitares, que terminaron extraditados a Estados Unidos, para callarlos por orden de Álvaro Uribe Vélez.
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