POR FREI BETTO
Mi respuesta a esa pregunta es no. En los setenta años de existencia de la Unión Soviética el pueblo recibió derechos que en Occidente aún no se había conquistado. Hombres y mujeres desempeñaban los mismos trabajos y recibían la misma remuneración. En la década de 1920, ya 600 mujeres ocupaban cargos equivalentes a los de alcaldesa, mientras que en la mayoría de los países occidentales no tenían derecho al voto.
La Unión Soviética fue el primer país de Europa que apoyó los derechos reproductivos. Las mujeres tenían pleno control sobre sus cuerpos [1]. La enseñaanza escolar era gratuita, incluso la de posgrado. El poder público les entregaba a los estudiantes libros didácticos y material escolar [2].
También el sistema de salud era enteramente gratuito. El número de los consumidores de drogas alucinógenas era extremadamente reducido, y los pocos que conseguían estupefacientes lo hacían por intermedio de turistas que lo contrabandeaban hacia el interior del bloque [3]. Fueron los soldados que ocuparon Afganistán a fines de la década de 1980 los que infestaron con drogas el bloque soviético.
A pesar de todo, la URSS se derrumbó sin que se disparara un tiro. El pueblo le dio la bienvenida al capitalismo. Hoy Rusia es uno de los países donde la desigualdad social es más alarmante.
El socialismo soviético no logró cambiar la manera de pensar del pueblo para que respaldara una sociedad solidaria. Y el Estado de bienestar social predominante en la Europa “cristiana” hasta el derrumbe del Muro de Berlín tampoco logró cambiar la manera de pensar del pueblo.
Antonio Cândido decía que la mayor conquista del socialismo no se había producido en los países que lo adoptaron, sino en Europa Occidental, donde el miedo al comunismo llevó a la burguesía a renunciar a los anillos para no perder los dedos.
Derribado el socialismo, la burguesía volvió a envalentonarse y reveló su verdadera faz: predominio de los privilegios del capital por encima de los derechos humanos; rechazo a los refugiados; privatización de los servicios públicos; alineamiento con la política belicista de los Estados Unidos.
Los gobiernos del PT
Brasil contó durante 13 años con gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT) que le garantizaron a la población de bajos ingresos diversos beneficios: Bolsa Familia; salario mínimo corregido anualmente por encima de la inflación; Luz para Todos; Mi Casa, Mi Vida; FIES; cuotas en las universidades; reducción drástica de la miseria, la pobreza y el desempleo; aumento de la escolaridad, etc.
No obstante, Dilma Rousseff fue depuesta sin que el pueblo saliera a las calles a defender el gobierno. Y Bolsonaro fue electo en 2018. En 2022 perdió ante Lula por una diferencia de solo 2 millones de votos de un total de 156 millones de electores.
Freud y Chomsky
Según Freud, “la masa es extraordinariamente influenciable y crédula, es acrítica, lo improbable no existe para ella. (…) Los sentimientos de la masa son siempre muy simples y muy exaltados. No conoce la duda ni la incertidumbre. Va rápidamente a los extremos; la sospecha exteriorizada se transforma de inmediato en certeza indiscutible; un germen de antipatía se convierte en un odio salvaje. Quien quiera influirla no necesita argumentos lógicos, sino que debe usar imágenes fuertes, exagerar y repetir siempre las mismas palabras. (…) La masa respeta la fuerza y solo se deja influenciar moderadamente por la bondad, que considera una especie de debilidad. Exige de sus héroes fortaleza, incluso violencia. Quiere ser dominada y oprimida, quiere temer a sus señores. En el fondo enteramente conservadora, siente una profunda aversión por todos los progresos e innovaciones y una ilimitada reverencia por la tradición” [4].
Quien cambia la manera de pensar del pueblo es el capitalismo, que exacerba nuestro costado más individualista y narcisista ya que promueve las 24 horas del día la deseducación de la sociedad al estimular el consumismo, la competitividad, la ambición de riqueza y el “sálvese quien pueda”.
Noam Chomsky [5] enumera los recursos del sistema para evitar la conciencia crítica: el entretenimiento constante (no hay más que ver la programación de la televisión); disfrazar los abusos como necesidades, como el aumento de las tarifas del transporte (“medidas que son, en realidad, perjudiciales para la población porque favorecen los intereses ocultos de una minoría se adoptan como si fueran a garantizar beneficios comunes”); mantener al público en la ignorancia y la mediocridad, como el lenguaje cifrado que se utiliza en los artículos sobre economía; autoculpabilización (soy el único responsable de mi fracaso o mi éxito); convencer de que los grandes medios de comunicación saben más que cualquier persona, etc. Son lo que Chomsky denomina “las armas silenciosas para guerras tranquilas”.
El PT gobernó durante cuatro períodos los municipios de Maricá (Estado Río de Janeiro) e Ipatinga (Estado Minas Gerais) y les garantizó cuantiosos beneficios a sus poblaciones. En 2022, Bolsonaro ganó en los dos turnos en ambas ciudades.
Eso significa que el riesgo de que la derecha brasileña vuelva a la Presidencia de la República en 2026 es real. Por más beneficios que el gobierno de Lula le garantice al pueblo brasileño. ¿Cuál es entonces la salida? ¿Cómo evitar que eso ocurra?
Educación política
Solo hay una alternativa: un intenso trabajo de educación popular con el método Paulo Freire utilizando los dos recursos preciosos de que dispone el gobierno: la capilaridad y el sistema de comunicación.
Capilaridad es adoptar la pedagogía paulofreireana en la formación de los agentes federales en contacto con los sectores más vulnerables de la población, como los de salud, el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria, etc. ¿Por qué no incluir en Bolsa Familia una tercera condición, además de la escolaridad y las vacunas? Esa condición sería la capacitación profesional. Además de propiciar la calificación de los beneficiarios de modo que puedan generar ingresos, los talleres de capacitación utilizarían el método Paulo Freire. Las mujeres que se inscribieran para capacitarse en talleres de cocina y costura, por ejemplo, aprenderían esos oficios con un método que despierta la conciencia crítica.
Hay mucho que hacer para concientizar, organizar y movilizar al pueblo brasileño. Los recursos están ahí. Y existe voluntad política por parte de Lula y de la Secretaría General de la Presidencia de la República, monitoreada por el ministro Márcio Macedo. Solo faltan empeño, producción de materiales para los vehículos de comunicación social y presupuesto para que el gobierno disponga de una red de educadores populares de, al menos, 50 mil personas.
Notas
[1] Abortion, Contraception, and Population Piolicy in the Soviet Union, David M. Heer.
[2] “A Geography of Russia and its Neighbors” del geógrafo Mijail Blinnikov.
[3] Archivo de la CIA. The USSR and Illicit Drugs: Facing Up to the Problem.
[4] Psicologia das massas e análise do EU, 1921.
[5] Mídia: propaganda política y manipulaçao, São Paulo, Martin Fontes, 2013.
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