POR SERGIO FERRARI /
La marea violeta invade toda Suiza. Más de 300 mil manifestantes en todo el país.
El pasado miércoles 14 de junio, la marea violeta inundó Suiza. Decenas de miles de mujeres, lesbianas, gays, bisexuales, queer y transgéneros, así como hombres solidarios, participaron en la Huelga Feminista, la movilización social más importante en el país desde la pandemia hasta hoy.
La convocatoria, organizada desde hace meses, representó los esfuerzos conjuntos de numerosos colectivos a nivel cantonal (provincial) y de regiones lingüísticas, como la Coordinación en la región de habla francesa (https://www.grevefeministe.ch/). Los sindicatos helvéticos más importantes, muchos de los cuales integran la Unión Sindical Suiza (USS), la principal central de trabajadores del país, aseguraron la cobertura nacional de la movilización, la segunda más importante de los últimos 20 años. Según la USS, más de 300 mil personas participaron en la jornada de protesta, sea en las grandes ciudades como Berna, Zúrich, Basilea, Ginebra y Lausana como en centros urbanos más pequeños de toda la geografía nacional. Cifra extraordinaria en un país de apenas 8.7 millones de habitantes. Lo que significaría una participación de casi 1.800.000 personas en Argentina o España o bien 2.100.000 en Francia.
Nuevamente, el color dominante fue el violeta, estrechamente ligado con el concepto de igualdad, y símbolo de la lucha por los derechos de las mujeres en el Reino Unido a inicios del siglo pasado ya que resulta de la mezcla de colores estereotípicos: el rosa para las niñas y el azul-celeste para los varones.
Hace cuatro años, en 2019, el mismo 14 de junio, cerca de medio millón de personas se movilizó en Suiza para la primera Huelga de Mujeres en lo que va del siglo. La fecha no es casual: el 14 de junio de 1981 una neta mayoría de votantes aprobó la incorporación del derecho a la igualdad entre hombres y mujeres a la Constitución Nacional. Formalmente, los cambios jurídicos con respecto a esta paridad comenzaban a concretarse en uno de los países europeos más retrógrados en cuando al reconocimiento del rol social de las mujeres.
Diez años más tarde, el 14 de junio de 1991, una primera Huelga de Mujeres sacudió la estantería social para denunciar los escasos avances logrados en este proceso de búsqueda de igualdad, en particular en lo referente a la equiparación salarial entre géneros.
La participación política de las mujeres helvéticas experimentó una dinámica lenta y relativamente tardía. Fue recién el 7 de febrero de 1971 que se aprobó en las urnas el voto femenino. La Confederación Helvética se ubica en el pelotón de cola del reconocimiento legal de este derecho. En Europa figura por delante tan solo de Portugal (que reconoció el voto de las mujeres en 1976), Liechtenstein (1984) y Moldavia (1994). Pero muy por detrás de las otras naciones del continente, incluidas sus vecinas con quienes comparte fronteras: Alemania y Austria (1918), Francia (1944) e Italia (1945).
Principales reivindicaciones
Los colectivos feministas que convocaron a la huelga despliegan una larga lista de reivindicaciones. Como lo dicen varios de sus documentos, la más estratégica sigue siendo “el cambio del sistema patriarcal y capitalista”.
Sin embargo, desde hace meses, cada sindicato, región lingüística o sector de actividad ha venido definiendo sus reclamos específicos. Los más comunes, aquellos que cuentan con un consenso total: la reducción de la jornada laboral, licencias parentales de un año por lo menos, salarios y pensiones que permitan vivir dignamente, la abolición del sistema privado de seguros médicos, una política feminista de asilo y migración y medidas sistemáticas para combatir la violencia y la discriminación.
En su sitio web, el movimiento huelguístico se pregunta: ¿Por qué estamos en huelga? (https://www.14juin.ch/#revendications). Y la respuesta enfatiza que “las mujeres continúan percibiendo salarios y pensiones más bajos que los de los hombres. Asumen más trabajo no remunerado y siguen sufriendo discriminación y acoso. De una vez por todas, ¡las cosas tienen que cambiar!”.
Uno de los afiches de la huelga, en el que aparece una quincena de manifestantes –incluyendo niñas y niños— muestra una gran banderola con la consiga: “Respeto (contra todo tipo de violencia o acoso), tiempo (en referencia a jornadas laborales controladas) y dinero (apuntando a la igualdad salarial)”. Fue el slogan más coreado en las diversas marchas descentralizadas en todo el país.
Las promotoras de la movilización explicaron que decidieron convocar esta “gran huelga feminista” de 2023 para protestar contra la lentitud e indiferencia que la sociedad suiza ha demostrado al respecto. “Nos movilizaremos en el lugar de trabajo, donde se originan tantas desigualdades”, declararon las organizadoras, “pero también públicamente, para que toda la sociedad reaccione”.
Tres son las reivindicaciones centrales y comunes a todas las agrupaciones del movimiento. La primera, la revalorización financiera y social del trabajo de la mujer. Esto implica paridad salarial y los necesarios aumentos salariales en los sectores bajos y medios del espectro laboral, donde la proporción de mujeres es elevada. Las promotoras exigen sueldos mínimos de 4.500 francos suizos mensuales (monto semejante en dólares) en un país donde el alquiler medio de una vivienda de tres o cuatro cuartos oscila alrededor de los 2.000 francos; el costo del seguro médico para una persona adulta supera los 400 francos mensuales, y los impuestos anuales significan, al menos, dos salarios mensuales.
La segunda demanda esencial de la huelga feminista tiene que ver con las horas de trabajo. Como lo explican sus promotoras, es necesario más tiempo y dinero para cuidar de la familia. Lo que significa horarios de trabajo negociados y compatibles con las necesidades de cada familia en lugar de horarios que exigen guardias y disponibilidad permanente. La reducción de la jornada laboral propone, específicamente, no más de 30 a 35 horas semanales en lugar de la trampa laboral de tiempo parcial y subempleo. En cuanto al cuidado de los niños, este debe ser «un servicio público» y el Estado debe financiar la prestación de asistencia y cuidados.
La tercera reivindicación va dirigida al respeto en el lugar de trabajo para evitar todo tipo de agresión sexista. «Tolerancia cero a la violencia sexista y sexual. Los culpables deben ser castigados. Exigimos la prevención del acoso sexual y del sexismo en el lugar de trabajo. Las Convenciones Colectivas de Trabajo deben garantizarlo», señala el documento de la Huelga. Y demanda que Suiza ratifique y aplique «de una vez, el Convenio 190 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) contra la violencia sexista y sexual en el lugar de trabajo».
Las mujeres que trabajan en la prensa y los medios de comunicación elaboraron, con el apoyo de los dos sindicatos del sector involucrados en la movilización (Syndicom y el de TV y Radio públicas), un pliego específico de demandas (https://journalistinnen.ch/fr/). Además de las exigencias básicas consensuadas por todo el movimiento sindical, puntualizan la necesidad de que más mujeres ocupen puestos ejecutivos con capacidad de decisión y de mayor responsabilidad en los medios. Su consigna fue “Más mujeres, más noticias”.
Diversidad en las formas de protesta
La calificación de esta jornada de huelga como «Feminista» revela su intencionalidad más amplia, diversa y abarcadora que las anteriores huelgas «de Mujeres». También sus formas de participación fueron diversas.
En muchos casos y en las principales ciudades hubo encuentros centralizados al mediodía —aprovechando la pausa laboral— y movilizaciones masivas en las últimas horas de la tarde. Berna concentró más de 30 mil manifestantes; Lausana una cifra similar; Zúrich un número mayor; Ginebra cerca de 10 mil. En diversos sectores de actividades, los colectivos y los sindicatos negociaron con las autoridades cantonales o federales el derecho de las trabajadoras del sector público a movilizarse sin sanciones salariales.
En el ámbito de las empresas privadas se buscaron formas novedosas de movilización, como descansos más extensos durante la jornada laboral para que los trabajadores pudieran participar en el debate. Los colectivos y los sindicatos señalaron tres momentos simbólicamente importantes para la protesta colectiva y unitaria: a las 10.46 de la mañana, para protestar por la situación de las mujeres; a las 13.33, para cruzarse de brazos con el propósito de demostrar que, sin el trabajo femenino, el país se paraliza completamente, y a las 15.24, para abandonar los trabajos con el fin de incorporarse a las manifestaciones en cada ciudad. En una jornada normal de trabajo, los 96 minutos restantes a partir de las 15.24 horas y hasta las 17 horas equivale al tiempo que, según las estadísticas, las mujeres trabajan «gratis», si se comparan sus salarios con los de sus pares varones.
La paridad salarial, el corazón mismo de la protesta
Según un documento publicado por el sindicato multisectorial UNIA basándose en información de la oficial Oficina Nacional de Estadísticas, las mujeres ganan unos 454 francos mensuales menos que los hombres, como media nacional. La diferencia anual de 5.448 francos anuales se debe, en parte, a que el salario de las mujeres por un trabajo de igual valor y responsabilidad es menor que el de los hombres. Por otra parte, a que las mujeres suelen trabajar en sectores mal remunerados y menos reconocidos, como la venta en los comercios, el cuidado de otras personas, y la hostelería. Por otra parte, muchas de ellas trabajan a tiempo parcial, tienen menos posibilidades profesionales y menos probabilidades que los hombres de alcanzar puestos ejecutivos.
Por su parte, el Estudio General de la Brecha Salarial de Género (GOEG, por su sigla en inglés) publicado en septiembre de 2022 señala que en 2018 en Suiza esa brecha salarial llegó al 43,2%. En otras palabras: los ingresos por horas trabajadas de las mujeres de 16 a 64 años fueron 43,2 % menores que los de los hombres (https://www.admin.ch/gov/en/start/documentation/media-releases.msg-id-90256.html).
Ese mismo año, la magnitud de dicha brecha en Suiza la clasificó como el tercer país con mayor desigualdad entre 30 países europeos.
El informe de la GOEG explica que esta gran diferencia entre los sexos en Suiza se debe principalmente a la «alta proporción de mujeres que trabajan a tiempo parcial». Las mujeres constituyen la mitad de la mano de obra altamente calificada, pero trabajan menos horas. Mientras que el 63 % de todas las mujeres empleadas de 25 a 54 años trabaja a tiempo parcial en el país alpino, en la Unión Europea ese índice es del 28 %.
En cuanto a las pensiones, la GOEG señala que en 2020 la brecha de género fue del 34,6%, lo cual refleja las diferencias en la participación laboral; los efectos de los modelos imperantes de organización familiar (debido a que las mujeres mayoritariamente se encargan, además del trabajo remunerado, de las tareas del hogar y el cuidado de sus hijos), y la desigualdad salarial entre los sexos a lo largo de su carrera profesional.
La marea violeta inundó Suiza. Con voces de protesta fundamentalmente jóvenes. Donde lucha feminista y por la diversidad se dieron la mano con reivindicaciones sindicales y climáticas. Sacudón relevante en una sociedad — como pasa en buena parte de Europa a la excepción de Francia y Gran Bretaña — que recién ahora parece comenzar a recuperar las calles para protestar contra el nuevo ajuste de tuerca antisocial que se da con el correspondiente desmantelamiento progresivo de un Estado social cada vez más amenazado.
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