Elecciones presidenciales en Guatemala: voluntad popular rechazó el pacto de corruptos

Sandra Torres y Bernardo Arévalo, los candidatos presidenciales de Guatemala que pasaron a la segunda vuelta que se realizará el 20 de agosto de 2023.

POR LAURA SALOMÉ CANTEROS /

Habrá segunda vuelta en las elecciones presidenciales en Guatemala, donde el voto nulo fue el primer mensaje ciudadano. Tras un lento conteo, Sandra Torres (UNE) y Bernardo Arévalo (Movimiento Semilla) disputarán cuál de los dos modelos antagónicos llegará al Ejecutivo, el próximo 20 de agosto. Es sorpresa: ¿podrá un movimiento de izquierdas y ciudadano llegar a gobernar el país centroamericano?

El diputado progresista Bernardo Arévalo se convirtió en la gran sorpresa de las elecciones presidenciales de Guatemala, al avanzar de manera inesperada a una segunda vuelta en la que se enfrentará con la exprimera dama de la nación, Sandra Torres.

Con el 97 % de las actas escrutadas, la candidata se imponía con el 15,7  % de los votos, seguida por el 12 % que alcanzó Arévalo, quien se despegó así de la veintena de aspirantes que participaron en unos comicios que estuvieron marcados por la fragmentación de sellos.

Hasta el domingo 25 de junio, los sondeos anticipaban como favoritas a Torres; la exdiputada ultraconservadora Zury Ríos, hija del fallecido dictador Efraín Ríos Montt; y el periodista Edmond Mulet. De hecho, Arévalo ni siquiera aparecía mencionado, ya que su nombre se evaporaba entre el resto de las candidaturas.

Un mensaje contra el secuestro de la política

Eran las nueve de la noche y la ciudad esperaba tensa los resultados de una jornada donde los territorios fueron los protagonistas. Nadie imaginaría por esas horas que las elecciones destinadas a definir qué fuerza del pacto de corruptos seguiría oprimiendo a los pueblos de Guatemala, se transformaría en un mensaje contra el secuestro de la política. Y también, porque no, en una opción de esperanza.

“Quiero que regresen mis amigues del exilio”, se leía en Twitter tras la noticia: era irreversible que un movimiento de izquierdas, otrora conocido por su creatividad publicitaria en las campañas, se metía, a los codazos y en un panorama inédito de hartazgo de los pueblos, en la segunda vuelta presidencial que será el 20 de agosto.

Bernardo Arévalo de León es un político nacido en el exilio de su padre y madre. El “Bernie” de Guate, es el candidato presidencial por Movimiento Semilla, un espacio que en alianza con el partido Winaq de raíces indígenas, disputó una elección desigual, pero aun así logró captar el 12 % de los votos que les puso en segunda vuelta. “Quisieron dejarnos afuera de todo pero hemos hecho una campaña que hizo vibrar de emoción”, dijo Ninotchka Matute, electa alcaldesa de la ciudad capital.

Del otro lado (15 % de los votos), estará una poderosa: Sandra Torres, tres veces candidata a presidenta, favorita de las encuestas cada vez y representante de “la vieja política”. Aquella que no habla de los pueblos, de la opresión, ni mucho menos de los pendientes que tiene el Estado fallido de Guatemala con la memoria histórica. Quién perdió las tres veces anteriores pero que sin dudas, recibirá el apoyo de las otras candidaturas antiderechos; las de Zury Ríos, hija del dictador y genocida, y del conservador Manuel Conde, sucesor del actual presidente, Alejandro Giammattei.

Un conteo lento y una elección con denuncias e irregularidades

El conteo fue inéditamente lento. El sistema millonario, que eliminó a instancias del Tribunal Supremo Electoral (TSE) los resultados rápidos bajo excusa de mayor veracidad, tardó ocho horas en comunicar una tendencia en los resultados de la votación. Finalmente, alrededor de las 4 de la mañana, con el 100 % de los datos cargados -y reflejados-, se conoció que el voto nulo llegó al 17% y es la primera expresión de la voluntad popular, y que la segunda vuelta se disputará entre Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) con Sandra Torres como candidata y Movimiento Semilla con Bernardo Arévalo de León como candidato a Presidente de Guatemala.

La participación fue del 60 % de las 9 millones de personas habilitadas para votar y fueron 5.404.427 quienes decidieron.

Y si hablamos del Congreso, habrá una mayoría de la fuerza actualmente oficialista, VAMOS, con 40 escaños (11,3 % de los votos), luego seguirá UNE con 27 (9,5 %) y en tercer lugar para diputadas y diputados, estará Movimiento Semilla con 24 escaños (8,8 % de los votos). La noticia amarga es que Valor Unionista, el partido de Zury Ríos, se quedó con la mayor cantidad de municipios en el país.

Precisamente, los territorios fueron protagonistas.

Por la tarde del domingo, el consorcio de organizaciones de la sociedad civil, Mirador Electoral, denunció en conferencia de prensa incidentes durante las elecciones y analizó los impactos sobre los posibles resultados, sobre todo porque las irregularidades recibidas desde el observatorio hablan de la desigualdad de la situación en los diferentes territorios. Entre las denuncias se relevó la compra de votos, el traslado de personas hacia otros municipios y el cambio de boletas.

“La ausencia de sanciones da un mercado libre a los partidos para agenciarse de votos y eso va deformando la democracia”, denunciaron desde Mirador Electoral, y llamaron la atención al posible porcentaje de votos nulos y abstencionismo que, al finalizar la jornada electoral, precisamente fueron protagonistas en Guatemala.

A la vez, el Tribunal Supremo Electoral, confirmaba la suspensión de las elecciones en San José del Golfo, donde en la noche del sábado hubo incidentes ya que trasladaron hasta allí a personas para votar desde otros territorios, intentaron quemar urnas y ante la protesta ciudadana por ejercer su derecho, hubo represión de parte de la policía. En este municipio, donde se dio una lucha comunitaria antiminera y antiextractivista histórica, el candidato a alcalde es Sebastián Ríos Peláez, quien se asume nieto del dictador y genocida Efraín Ríos Montt.

¿Quiénes son?

Sandra Torres llegó a esta elección con el antecedente de escandalosas campañas presidenciales previas. En 2011, para poder postularse por primera vez, se divorció de su esposo, el entonces presidente Álvaro Colom, ya que la ley guatemalteca prohíbe la candidatura de familiares del mandatario de turno. La maniobra fue tan evidente, que su registro quedó anulado.

Cuatro años más tarde, la exprimera dama sí logró competir y quedó en segundo lugar, lo que le permitió avanzar a un balotaje en el que fue derrotada por Jimmy Morales.

En 2019, en su tercer intento, ganó la primera vuelta, pero en la segunda terminó derrotada por Giammattei. En septiembre de ese año, apenas un mes después de los comicios, fue detenida y acusada de financiación electoral ilícita y asociación ilícita.

A fines de 2020, el proceso fue cerrado por una jueza que consideró que no había suficientes elementos para enjuiciar a Torres. El fallo permitió que este año volviera a postularse y que ganara la primera vuelta, en parte gracias a sus propuestas de emular la “mano dura” del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, contra la delincuencia.

Bernardo Arévalo, por su parte, es un sociólogo de 64 años que intenta continuar el legado de su padre, Juan José Arévalo, quien fue el primer presidente electo por el voto popular en 1944, después de la Revolución de Octubre que derrocó al general Juan Federico Ponce.
Al igual que su padre, también ha tenido una larga carrera como diplomático, ya que, entre otros cargos, fue viceministro de Relaciones Exteriores, asesor de Naciones Unidas y embajador de Guatemala en España.

En 2017, fundó con otras personalidades el Movimiento Semilla que, dos años más tarde, intentó postular sin éxito a la exfiscal Thelma Aldana como su primera candidata a la presidencia.
Lo que sí logró el nuevo partido fue que Arévalo ganara una curul en el Congreso, desde donde saltó hacia la candidatura presidencial de este año que lo terminó de posicionar como una de las figuras políticas más importantes de Guatemala.

Presencia de género en el Congreso

Detrás de la hegemonía y de la competición de las candidaturas que disputaron pasar a la segunda vuelta, hay quienes disputan el poder y el símbolo de llegar al Congreso y a los ejecutivos y legislativos de los gobiernos locales. Son las candidatas que sí, que están en toda Abya Yala construyendo otras formas de representar y hacer política.

Entre ellas, la diputada que se postula a la reelección por Winaq, Sandra Morán, quien emitió su voto en Ciudad Real, en las afueras de la ciudad de Guatemala. Lesbiana feminista y exguerrillera, su escaño en el Congreso es fundamental para la comunidad LGBTIQ+ pero también para la agenda de las mujeres y la niñez.

“Que podamos votar es resultado de luchas históricas para que las mujeres podamos ejercer el voto”, afirmó Morán, y agregó: “El esfuerzo de tener candidatas es personal y colectivo, ya que tenemos que tomar decisiones porque somos mayoría del padrón”. Su escaño puede ser el único en el Congreso de Guatemala para la comunidad LGBTIQ.

Sede del Congreso de Guatemala.

Andrea Villagrán es feminista, candidata a diputada por Movimiento Semilla y emitió su voto con un pañuelo violeta alrededor de su cuello en el Colegio Lourdes, en la zona 16 de la ciudad capital. “Somos la mayoría del padrón electoral del país y eso quiere decir que nosotras decidimos quienes van a gobernar”, afirmó y sobre la violencia estructural de la política en el país aseguró que es imprescindible “hablar de feminismos y derechos de las mujeres, porque sin nosotras no hay democracia”.

Descrita por ella misma como “abuela, necia y feminista” y de una profunda trayectoria de izquierdas, Silvia Solózano Foppa, también candidata a diputada por Winaq, llegó a votar a la colonia Quinta Samayoa, en la zona 7 de la ciudad capital. “A lo largo de décadas he promovido mujeres en las candidaturas, soy de la generación que nos ha tocado abrir brecha”, contó con constancia en mano, “sobre todo para las jóvenes, las de zonas rurales, indígenas y afrodescendientes”.

Mercedes López tiene 28 años, es artista y candidata a diputada por Winaq, por el distrito central de la ciudad de Guatemala. Tras su voto en la zona 4, afirmó que “ser una mujer joven y llegar de un lugar marginal, es disruptivo”, y reflexionó que “para cambiar el sistema hay que meterse, participar y hacer incidencia política”.

Marcha, Argentina.

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