Falleció Hugo Blanco, el incansable luchador social peruano y referente de la izquierda latinoamericana

Hugo Blanco Galdós

CRONICÓN.NET /

‘‘Y se fue haciendo indio este hombre que no era, y organizó campesinos. Pagó con palos, torturas, cárcel, acoso y exilio su desgracia elegida’’.

– Eduardo Galeano sobre Hugo Blanco.

Hugo Blanco Galdós, destacado dirigente político peruano y figura emblemática de la izquierda latinoamericana, defensor de los derechos campesinos y de las más nobles causas sociales, falleció en Suecia a los 88 años. Su legado político, social e insumiso perdura en la historia no solo de su país sino de Latinoamérica.

Exguerrillero, exdiputado y exsenador de la República, Blanco Galdós fue una figura central en la lucha por los derechos de los pueblos indígenas y la protección del medio ambiente, deja un legado de resistencia y compromiso con la justicia social.

Fue parte integral de la izquierda latinoamericana desde 1950 y pasó 40 años de su vida entrando y saliendo de prisión y en el exilio.

Nacido en Cuzco el 15 de noviembre de 1934, Blanco s fue dirigente de la lucha campesina indígena que culminó en la reforma agraria de 1968, y participó en la Asamblea Constituyente peruana de 1978.

Su padre era abogado defensor de campesinos, por lo que desde niño aprendió quechua. Adoptó el concepto del “ecosocialismo” con el que proclamó el derecho de los indígenas de defender sus tierras de los daños ambientales causados por el  codicioso empresariado.

En su niñez lo cambió el enterarse que un hacendado marcó con hierro caliente sus iniciales en la nalga de un indígena, práctica conocida como la carimba. Comenzó a estudiar agronomía en La Plata, Argentina, en 1954, “porque me gustaba el campo”, y admitió que “la Revolución de 1910 en México influyó en el Cuzco”.

Dejó los estudios al interesarse en las causas obreras y sindicales que lo llevaron, durante su vida, a viajar a Argentina, Bolivia, México, Estados Unidos y algunos países europeos.

En la década de 1960, Blanco lideró un movimiento de lucha agraria en La Convención, Cusco, que buscaba la reforma agraria y la justicia social para los campesinos. Blanco pasó largas temporadas en prisión y en exilio. Esta lucha le valió el reconocimiento internacional y la solidaridad de diversas organizaciones y personalidades políticas.

A lo largo de su vida, Blanco se mantuvo fiel a sus ideales de justicia social y equidad. En la década de 1990, se dedicó a defender a los campesinos del Cusco y el cultivo de la hoja de coca. En el 2003, tras sufrir un accidente cerebrovascular, la solidaridad económica de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR) de Francia y otras fuerzas nacionales e internacionales de izquierda, le salvaron la vida.

En una entrevista realizada por el portal web Lamula.pe en 2013, Blanco habló sobre su vida, su lucha y su visión para el futuro de Perú. A pesar de las dificultades y desafíos que enfrentó, su compromiso con la justicia social y la protección del medio ambiente nunca flaqueó.

En la juventud buscó empaparse del pensamiento de la izquierda, entre grupos trotskistas. “En ese tiempo el planteamiento era que el proletariado era la vanguardia, y como en el Cuzco no había proletarios, vine a Lima a entrar en fábricas”. Indicó que tardó tiempo en encontrar una fábrica grande, con un sindicato formado, dijo a La Cuarta.

“Por fin encontré una fábrica donde había sindicato (…) y ahí entré a trabajar. En eso llegó (Richard) Nixon que era vicepresidente de Estados Unidos a Perú, y entre varios grupúsculos de izquierda (…) preparamos una contramanifestación que resultó mucho más grande de lo que imaginábamos. Y luego vino la represión. Tuve que abandonar la fábrica y me fui al Cuzco”, agregó.

Entre 1961 y 1963 encabezó un levantamiento quechua en esa zona, donde se le considera haber sido el puente entre los trabajadores indígenas e intelectuales blancos. Organizó a unos dos mil campesinos en la Federación Departamental de Campesinos del Cuzco, que ocuparon propiedades de terratenientes, y formaron un autogobierno, en el que Blanco fue “secretario de la Reforma Agraria”.

En agosto de 1962, Blanco con un grupo de compañeros fundaron la guerrillera Brigada Remigio Huamán. “El apoyo del campesinado era casi absoluto, emocionante. Nos alimentaba, nos vestía, nos guiaba, nos protegía”, explicó. El 15 de mayo de 1963, el ejército lo capturó y tres años después lo sentenció a 25 años de prisión en la isla de El Frontón. Durante ese tiempo escribió su libro Tierra o Muerte, las luchas campesinas en Perú.

En 1970, el gobierno de Juan Velasco Alvarado lo amnistió, pero lo expulsó a México. Luego viajó a Argentina, donde en 1971 fue deportado a Chile; durante el golpe de Augusto Pinochet, el 11 de septiembre de 1973, se refugió en la embajada de Suecia. Para entonces intelectuales de todo el mundo conocían su lucha y participaban en una campaña de solidaridad en su favor, apoyada por Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir y Bertrand Russel.

En 1976 llegó a Suecia como refugiado político. El Comité de Estados Unidos para la Justicia a Presos Políticos de América Latina le consiguió una visa, que le permitió efectuar una gira en ciudades estadunidenses, donde en 1977 habló ante miles de simpatizantes de los movimientos trabajadores, campesinos e indígenas.

En 1980 fue diputado y candidato presidencial en Perú, por la Alianza Revolucionaria de Izquierda, y después senador del Partido Unificado Mariateguista hasta 1992, cuando el presidente Alberto Fujimori ejecutó un autogolpe. Blanco se enteró de que tanto la inteligencia peruana como el grupo Sendero Luminoso lo sentenciaron a muerte y entonces se asiló en México.

Se declaró alejado del trotskismo en los 90. Cuando vivía de manera temporal en México, estalló el movimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que tuvo una fuerte influencia en él.

El legado de Blanco se extiende más allá de su trabajo en la reforma agraria. Fue un defensor incansable de los derechos de los pueblos indígenas y un crítico acérrimo del extractivismo y la depredación ambiental. Su vida y su trabajo sirven como un recordatorio de la importancia de la lucha por la justicia social y la protección del medio ambiente.

Hugo Blanco fue una figura que inspiró a generaciones de luchadores sociales y políticos en el Perú y en el mundo. Su legado perdura en la memoria colectiva tanto de su país como de Latinoamérica.

Entrevista para Cronicón.net

Hugo Blanco durante la entrevista concedida al director del Observatorio Sociopolítico Latinoamericano www.cronicon.net, Fernando Arellano Ortiz, en Bogotá. (Foto Marco A. González).

En noviembre de 2013 con ocasión de un foro internacional organizado por la Contraloría General de la República de Colombia, Hugo Blanco Galdós, líder peruano de la resistencia popular, estuvo en Bogotá y sostuvo un diálogo periodístico con el Observatorio Sociopolítico Latinoamericano www.cronicon.net.

“Para enfrentar la guerra del gran capital contra la humanidad, no hay más que construir poder desde abajo”

POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ /

Con la experiencia que le dan décadas de lucha y de resistencia popular, Hugo Blanco Galdós, uno de los principales referentes de la dirigencia política y campesina del Perú, no duda en señalar que para enfrentar el infame sistema capitalista y su criminal modelo de expoliación a los pueblos, el neoliberalismo, no hay más alternativa que construir poder desde abajo.

Sostiene que conjuntamente con la lucha por construir poder hay que desenmascarar a los gobiernos neoliberales como los que en América Latina impulsan a instancias de Estados Unidos la Alianza para el Pacífico, los cuales para justificar la implementación de las políticas de libre mercado hablan de “progreso y desarrollo”, cuando en realidad se trata de mantener “la guerra del gran capital contra la naturaleza y la humanidad”.

Nacido en Cusco hace 79 años, Hugo Blanco es todo un personaje por los avatares de la vida que ha tenido que sortear y su incansable actividad política, social y periodística que desarrolla para resistir las injusticias y el neoliberalismo que carcome a su país.

A los 16 años de edad siendo aún estudiante comenzó su actividad de resistencia civil que lo ha caracterizado a lo largo de su vida. Recuerda que fue durante la dictadura de Manuel A. Odría cuando participó activamente en una huelga estudiantil de la que aprendió que “la acción colectiva enérgica contra la injusticia es efectiva”. Desde entonces su existencia ha transcurrido entre el exilio, la resistencia, la cárcel, la política, la organización campesina y popular, y el ejercicio del periodismo.

En 1955 cuando trabajaba como obrero frigorífico en Argentina participó en la protesta contra el golpe de Estado al presidente Juan Domingo Perón, posteriormente a comienzos de los años 60 hizo parte activa de la lucha que posibilitó la primera reforma agraria en el Perú para lo cual debió organizar una autodefensa que le valió un carcelazo de tres años, incomunicado. Vino el juicio y lo condenaron a 25 años de prisión. La condena no quedó ahí, su caso pasó a un tribunal militar en el que el fiscal pidió la pena de muerte. Las reacciones no se hicieron esperar, la solidaridad internacional fue contundente y la campaña por su liberación se hizo cada vez más fuerte por lo que le fue otorgada una amnistía. Luego de siete años de prisión fue deportado a México, de ahí viajó a Argentina donde nuevamente fue encarcelado por sus antecedentes pero gracias a que en Chile se había instalado el gobierno progresista de Salvador Allende fue recibido para colaborar en el denominado Cordón Industrial que era un forma de organización obrera de contención a los ataques de la derecha fascista. A raíz del golpe de Pinochet, Blanco debió asilarse en la embajada de Suecia en Santiago y posteriormente viajó a ese país.

Sobreviviente del Plan Cóndor

Luego de su periplo por Europa logró ingresar a Estados Unidos mediante una argucia legal, visitó 48 ciudades norteamericanas en las que dictó conferencias denunciando el rol imperialista de ese país y la política propagandística y de fachada del gobierno de James Carter que preconizaba el respeto por los derechos humanos. Mientras tanto, en el Perú, sus compañeros de lucha aprovecharon que la dictadura militar convocó a elecciones para integrar una Asamblea Constituyente para inscribirlo como candidato, ante lo cual el gobierno debió permitir su regreso. La campaña electoral se desarrolló en medio de un ambiente de pugnacidad y de confrontación con el régimen militar. Aprovechando un espacio de televisión otorgado a los candidatos, Blanco Galdós no dudó en señalar que “la lucha social era más importante que las elecciones” y llamó a respaldar un paro general. A las pocas horas ya estaba preso junto con otros líderes de izquierda.

Eran los tiempos del Plan Cóndor, mediante el cual las dictaduras del Cono sur actuaban coordinadamente para apresar, torturar y desaparecer a quienes consideraban enemigos internos. Por eso es que la dictadura peruana trasladó a Blanco y a sus compañeros de infortunio en un avión militar a un cuartel en Jujuy, Argentina. “Afortunadamente -recuerda- un periodista fotografió el avión y por eso no pudieron desaparecernos”. Tras su estancia en Argentina retornó a Suecia nuevamente como exiliado pero sin declinar en su lucha por lo que fue elegido en ausencia a la Constituyente con la más alta votación de la izquierda. Al retornar a su país luego de un año en Europa, fue elegido diputado primero y senador después, posición que ocupó hasta el autogolpe de Alberto Fujimori en abril de 1992.

Tanto la dictadura fujimorista como el grupo armado Sendero Luminoso lo sentenciaron a muerte por lo que decidió autoexiliarse y retornar luego de cuatro años para trabajar con la Federación Departamental de Campesinos del Cusco. Actualmente dirige el periódico mensual Lucha Indígena y continúa recorriendo el mundo invitado a dictar conferencias sobre sus luchas y la resistencia contra el proyecto minero de Conga en la región peruana de Cajamarca.

Para hablar sobre el extractivismo minero en su país y las organizaciones campesinas de resistencia, la Contraloría General de la República de Colombia lo invitó a participar del Seminario Internacional Política rural: riesgos, retos y perspectivas que realizó recientemente en Bogotá.

Por la vía electoral no hay esperanza

En diálogo con el Observatorio Sociopolítico Latinoamericano WWW.CRONICON.NET, Hugo Blanco es categórico en afirmar que los cambios sociales no se van a dar por la vía electoral sino que, reitera, hay que seguir en el empeño de construir poder desde abajo

– ¿Si no es mediante política electoral cómo se construye poder?

– Por vía de elecciones no tengo ninguna esperanza, por elecciones no se va a arreglar la situación. En el panorama tampoco se ve que va a haber una revolución como la rusa, la china o como la cubana. No se vislumbra eso en el panorama por lo que es necesario la construcción de poder. La gente involuntariamente, inconscientemente, sin saberlo, está construyendo poder. Por ejemplo, los zapatistas o las gentes de Tlaxcala en México conscientemente están construyendo poder. En Colombia los compañeros del Putumayo que están luchando por concretar un proyecto educativo, están construyendo poder. Quienes practican la medicina natural o alternativa y están contra el negocio rentable de los laboratorios farmacéuticos, ellos también están construyendo poder. También lo están haciendo aquellas cooperativas de productores de cultivos ecológicos que están conectados con consumidores. Hay algunos lugares donde se practica el trueque o las fábricas tomadas por los trabajadores en Argentina, eso también es construcción de poder. Entonces desde abajo tenemos que construir poder.

– ¿En su país en que se privilegian las políticas neoliberales para favorecer al gran capital, se está construyendo poder?

– En el Perú, concretamente en la región de Conga, quienes están luchando contra la gran minería contribuyen a construir poder pero no es algo muy notorio. En mi país estamos atrasados en la lucha social en comparación con Ecuador y Bolivia, en gran medida debido a la guerra interna que vivimos por espacio de 20 años y en la que fueron asesinados más de 70 mil peruanos, la mayor parte de ellos indígenas y campesinos. La Confederación Campesina del Perú, a la que yo pertenezco, tenía bases populares casi en todo el país y luego de la guerra interna quedaron dos o tres federaciones, con lo cual se debilitó la organización.

La farsa del gobierno de Humala

Al referirse al gobierno de Ollanta Humala, este luchador popular hace un sintético y esclarecedor perfil del actual presidente peruano:

– El liderazgo de Humala es prefabricado, es una farsa. Él fue un fujimorista servil y por eso lo pusieron de comandante en un cuartel en Locumba en el departamento de Tacna. Cuando Vladirmiro Montesinos, el asesor de Fujimori, necesitaba fugarse le ordenó que se insurreccionara entonces Humala sacó a los soldados de la guarnición y luego llamó a Radio Programas del Perú (RPP) para anunciar que se había levantado contra la dictadura. En ese levantamiento contra el gobierno de Fujimori no hubo ningún herido, ni siquiera un rasguño. Cuando llegó Valentín Paniagua al gobierno se rindió ante él, estuvo pocos días preso, luego se le concedió una amnistía y en el gobierno de Alejandro Toledo fue enviado como agregado militar a Francia y Corea del Sur. Además, Humala se enorgullece de las felicitaciones que recibió de sus superiores. En el Perú los altos mandos militares solo felicitaban en los años de la guerra interna a los que mataban en la selva. Y hubo militares que se negaron a matar inocentes y tuvieron que fugarse del país para que no los mataran a ellos, pero a Humala lo felicitaron. Y curiosamente su hoja de servicios militares se perdió.

La gente necesita agua y no oro para vivir

Blanco Galdós es enfático cuando habla sobre el extractivismo. Si bien apoya y destaca a los gobiernos progresistas de Suramérica “porque verdaderamente han tomado medidas contra el imperio y contra las políticas neoliberales, y además han surgido gracias a movimientos populares fuertes”, es crítico de proyectos como la construcción de la carretera en el Tipnis en Bolivia, la explotación del Parque Yasuní en Ecuador, y la falta de atención a la comunidad indígena de los yukpas en Venezuela por parte del gobierno del presidente Hugo Chávez.

“La gente -sostiene en tono enfático- necesita agua y no oro para vivir. Como ahora ya no hay vetas de oro, lo que se hace es explosionar cuatro toneladas de roca para sacar un grano de oro, eso en cualquier parte es un desastre y es nocivo, en el caso del proyecto Conga en el Perú es criminal. Sin oro, repito, se puede vivir, ahora si se requiere para algunos instrumentos hay bastante depositado en los bancos del mundo”.

“En Conga, la empresa minera está armando escuadrones paramilitares con campesinos de la región de Cajamarca para que ataquen a sus paisanos y vecinos de la región que se oponen al proyecto minero. Lo que termina siendo es un enfrentamiento entre campesinos. Ello se debe a que es el gran capital el que gobierna el Perú”.

– ¿Dada su postura de firme defensor del medio ambiente, se considera próximo al ecosocialismo?

– Cuando estoy en Europa digo que soy ecosocialista, pero cuando estoy en Latinoamérica me da vergüenza decir que lo soy porque un mapuche chileno me dice que ellos están en contra del gobierno socialista de Bachelet y los indígenas bolivianos y ecuatorianos me dicen que están luchando contra el ecosocialismo. Pero sí, yo me considero ecosocialista.

Bogotá, noviembre de 2013.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.