POR RICARDO SÁNCHEZ ÁNGEL*
En la historia de las luchas sociales Francia ha tenido un lugar estelar, desde la Revolución de 1789-1793 hasta este año en que se han desplegado un conjunto de protestas.
Vinieron luego las revoluciones por la república social de 1830-32, las de 1848 que se extendieron por Europa hasta la Comuna de París en 1871, el gran símbolo de la lucha proletaria internacional cuando los trabajadores intentaron tomarse el cielo por sorpresa. En estos momentos se vivieron levantamientos en los barrios populares con manifestaciones, barricadas e insurrecciones. Una capital revolucionaria con una burguesía reinante, como la denominó Jean Sigmann en su libro Las Revoluciones Románticas.
La literatura ha frecuentado los mundos volcánicos de las personas del común y lo ha hecho con lucidez, con belleza e inteligencia emocional, con razones que interpretan el más allá de la espuma de los acontecimientos. El arte también lo ha hecho con lograda eficacia, la pintura, La libertad Guiando al Pueblo de Delacroix es la gran alegoría de las revoluciones.
Víctor Hugo buceó en las profundidades de la sociedad, con maestría en Los miserables. Una exploración a la conciencia en movimiento de los indignados, a su sicología social, una serie de frescos llenos de razones y descripciones, con un colorido y verosimilitud impactantes. Hasta lograr entrar con su pluma en los movimientos de las multitudes coléricas, las que reaccionan con ira, porque se les niega el derecho y se los oprime descaradamente. Los miserables, es una novela total que alberga los sentimientos más sublimes, con las más bajas pasiones. Una interpretación de la primera mitad del siglo XIX a través de acontecimientos y sucesos cotidianos. Pero escrito de manera situada desde abajo. Los miserables no es solo un escrutinio etnográfico de París, unos cuadros de costumbres, también es la historia rebelde y revolucionaria, del motín, la barricada y la insurrección. De la grandeza de sus épicas y lo terrible de sus derrotas. En su posterior novela El Noventa y tres comienza la historia, a lo que se agregan las guerras napoleónicas, las revoluciones de 1830-32 y las de 1848.
París vivió la revolución permanente que continuó con la Comuna. Un siglo que marcó la personalidad histórica y moral de la sociedad francesa. En su memoria está cuando en 1936, los trabajadores van a la huelga general, está presente en los partisanos que mantuvieron la resistencia al invasor nazi hasta su expulsión. El París de posguerra, vivió el anticolonialismo, la derrota de su imperio en Vietnam, Argelia y otros lugares. Será hogar de los proscritos de todas las naciones. París cosmopolita e internacionalista, que conocerá la Gran Rebelión de mayo de 1968, que tuvo un carácter mundial inusitado y puso en marcha la potencia creativa de sus herencias. Allí de nuevo están el motín, la barricada y sobre todo la huelga general que forman parte de la memoria imaginada que se cultiva en el descontento social, el patriarcado y el racismo colonial.
El desarrollo de Francia se consolidó hasta formar parte del club de las grandes potencias. Pero no pudo, borrar las tradiciones de la rebelión que se ven renovadas en las recientes revueltas de los chalecos amarillos, en la movilización proletaria por sus derechos a una vejez digna y el buen vivir, que ha sacudido este año de 2023. Y ahora, el Gran Motín antirracista y anticolonial que desató el asesinato del joven argelino de 17 años, Nahel renueva la aspiración a la dignidad humana, como en las revueltas de 1981. La respuesta del gobierno de Macron ha sido disponer de 45.000 policías para reprimir la protesta que se extendió a varios sitios de Francia y ha tocado las puertas de Suiza y Bélgica.
Hoy París de nuevo nos interpela, nos trae a la memoria reciente los acontecimientos de la protesta de la rebelión urbana del 2021 y 2022 de gran amplitud y profundidad que sacudió el modelo neoliberal y puso de referente el pleito de las injusticias sociales. También se dispuso de miles de policías armados como fuerza de choque en contra de la protesta que se convirtió en un gran motín con sus barricadas en Cali y en Bogotá principalmente. Estos levantamientos dejaron un saldo fatal de más de 50 muertos, numerosos heridos y presos políticos.
*Profesor Emérito Universidad Nacional de Colombia.
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