POR JOSÉ ARNULFO BAYONA* /
Los medios de comunicación masiva, tanto mundiales, como nacionales, junto con sus respectivas plantillas de periodistas fletados, columnistas bien pagados, bodegas e influenciadores en las redes sociales, al igual que los gobiernos burgueses y neoliberales del mundo, hacen parte de las nóminas de las poderosas corporaciones multinacionales, el Banco Mundial, El FMI, el Banco Central de Europa, la OMC, la OCDE, etc., el estado invisible del mundo mundial, con asiento en los Estados Unidos, amparados por el hegemón norteamericano, actúan como su brazo político, mediante la ejecución de una matriz mediática para justificar y crear una opinión favorable a las tropelías y las agresiones contra países y gobiernos que no se someten a su hegemonía, ni al modelo de democracia impuesto, mediante elecciones manipuladas o, a la fuerza, si lo consideran necesario para salvaguardar sus primordiales intereses.
Es lo que sucede, con la guerra que libran la OTAN, con armamento norteamericano y europeo y soldados ucranianos contra Rusia, en territorio ucraniano, en donde decenas de miles de civiles inocentes y militares del régimen fascista ucraniano ponen los muertos, y miles de soldados del Ejército ruso pagan con su vida los costos de la invasión ordenada por Putin, que condenamos desde todo punto de vista. Los medios de comunicación del gobierno mundial, venden esa guerra, no como consecuencia del expansionismo y la provocación de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia, sino como un acto de autodefensa del pueblo ucraniano contra el invasor, y aportan solidaridad con miles de millones de dólares y euros, no en alimentos, agua, energía, combustibles, medicamentos y materiales quirúrgicos, sino en tanquetas, aviones artillados y misiles de última tecnología, enviados desde los Estados Unidos y la Unión Europea, no para ayudar al régimen ucraniano al propósito imposible de ganar la guerra y expulsar al oso imperial, sino para lucrarse del negocio de las armas y acumular mayores ganancias para la industria de la guerra y, como lo dijo el músico creador de Pink Floyd, Roger Waters, ante la ONU, “garantizar la marcha hegemónica de algún imperio o hacia la dominación mundial unipolar y asegurarse una mayor porción del pastel global”. Bien lo ha señalado el profesor Noam Chomsky: “La guerra en Ucrania terminará cuando Estados Unidos decida terminarla”.
Los medios de comunicación del imperio y sus aliados han tenido el cuidado de ocultar que, además de los centenares de miles de civiles caídos bajo el fuego cruzado de la guerra, van quedando millones de padres y madres que perdieron sus seres queridos, niños y niñas huérfanos, que sin ser culpables, tendrán que vivir en condiciones de pobreza, sin agua potable, sin luz, sin combustibles, sin alimentos, agobiados por el hambre y la miseria, con su país devastado y en ruinas. Triste situación que los medios callan, además de señalar a los agresores rusos como los únicos culpables. Ese es su dramático papel, tapar los crímenes de los mercaderes de la guerra contra los pueblos del mundo y los crímenes del hegemón y sus aliados.
Desinformación sobre la agresión a Palestina
Idéntico rol cumplen los medios hegemónicos, propiedad del estado profundo, sobre el aterrador genocidio perpetrado por el régimen nazi–sionista de Israel contra el pueblo Palestino, que no es nada distinto a la agudización de la campaña militar sistemática de limpieza étnica, exterminio y expulsión del pueblo palestino de su territorio, desde mucho antes de la resolución de la ONU, que usurpó la mitad de su territorio para instalar el Estado sionista de Israel. Resolución utilizada por el régimen sionista para invadir tanto a Cisjordania como la Franja de Gaza y expulsar, mediante la violencia terrorista, las familias propietarias ancestrales de sus tierras, para instalar asentamientos ilegales de colonos armados y protegidos por el Ejército de Israel. La heroica resistencia del pueblo palestino le ha costado decenas de miles de muertos, hombres, mujeres y principalmente niños y niñas, víctimas del terrorismo del Estado de Israel, el éxodo a los Estados árabes de frontera y el hacinamiento de más de dos millones de Palestinos en 360 kilómetros cuadrados, convertidos en la cárcel a cielo abierto más grande del mundo.
A la apocalíptica campaña para “borrar de la faz de la tierra” al pueblo palestino, mediante bombardeos aéreos, cargados de fósforo blanco, misiles de alto poder destructivo, sobre casas edificios, escuelas, hospitales y campos de refugiados, cortes de suministros de agua, alimentos energía, combustibles, medicamentos, etc., más la reciente intervención terrestre con tanques y artillería pesada que, hasta el momento han dejado la ciudad en ruinas y causado, en el mes largo de la operación, el nuevo genocidio de más de 12000 seres humanos masacrados, 5500 de los cuales son niños y niñas, que no eran responsables de las acciones de Hamás, amén del éxodo de más de millón y medio de palestinos y palestinas que huyen del terror desatado por el Ejército israelí comandado por el criminal de guerra, Benjamin Netanyahu.
El Ejército israelí es uno de los mas poderosos del mundo, asesorado y entrenado por militares norteamericanos, financiado con miles de millones de dólares y dotado con armas y aviones de guerra de última generación, asistido con la flota marítima de la armada gringa, no libra una guerra contra las milicias de Hamás para castigar su osadía, sino una operación de castigo colectivo sobre el pueblo palestino, para avanzar en su operación continuada de limpieza étnica sobre los territorios palestinos ocupados. La gran prensa mundial, en total abandono de la ética, la veracidad y la neutralidad, cumple la misión de encubrir, desinformar, tergiversar y desorientar al mundo sobre la avanzada criminal del gobierno de Israel.
Guardaron silencio, o informaron tangencialmente, sobre el pronunciamiento de la Comisión de investigación de la ONU y la resolución de la Asamblea, el 20 de octubre de 2022, para declarar ilegales los asentamientos israelíes en los territorios palestinos ocupados, incluidos Jerusalén del este y los altos del Golán, aprobada por 145 países, incluido Ucrania, 18 se abstuvieron y siete, encabezados por Estados Unidos, Israel y Canadá, votaron en contra. La resolución declaró que “la ocupación israelí del territorio palestino por la fuerza es ilegal, pues Israel incurrió en responsabilidades internacionales violando los derechos individuales y colectivos, entre ellos la restricción al acceso de agua limpia y causa de traumas sicológicos”.
Asimismo, la ONU declaró el 20 de junio de 2023 que Israel “comete violaciones para consolidar su ocupación permanente de los territorios palestinos”. Igualmente dejaron de lado la difusión sobre la reciente e inocua resolución de la Asamblea de las naciones, presentada por Jordania en representación de los países árabes, el 27 de octubre de 2023, para declarar una tregua humanitaria, aprobada por 120 países, 14 votaron en contra, entre ellos EE.UU., Israel y Canadá, y 45 se abstuvieron. Resoluciones que, como siempre sucede con las solicitudes de levantamiento del bloqueo a Cuba, se convierten en un saludo a la bandera gracias al eterno poder de veto que ejercen Estados Unidos, Rusia, China y demás países de los llamados siete grandes, cuando afectan sus intereses o los de sus protegidos.
La matriz mediática mundial impuesta por el poder invisible global para referirse al conflicto Palestina–Israel no informa sino que desinforma y estigmatiza; por ejemplo, vende la idea de que ser sionista es lo mismo que ser judío y ser semita; por ello pregona que las denuncias contra la brutalidad nazi-sionista equivalen a hacer antisemitismo, que los defensores de los derechos humanos y del pueblo palestino son aliados de Hamás y del terrorismo islámico, que hacen parte del eje del mal. Difunden las noticias de la agresión a Palestina con lenguaje cargado de sionismo “en la guerra han caído 12000 palestinos muertos y 1400 israelíes asesinados”, “los civiles, niños, niñas, mujeres y ancianos que mueren con los bombardeos son efectos colaterales de la guerra contra los terroristas de Hamás”.
Guerra mediática y linchamiento moral contra Petro
En Colombia, el estado profundo, que no es tan invisible, ejerce el monopolio de los medios masivos de comunicación, distribuido entre los poderosos conglomerados del poder económico y político así: La organización Luis Carlos Sarmiento Angulo, dueño del grupo Aval, es propietario de El Tiempo y City TV, El grupo Prisa es dueño de Caracol radio y La W; la Organización Ardila Lülle, es dueña de RCN radio, RCN televisión y el diario La República; el grupo Santo Domingo, es propietario de Caracol TV, la cadena Blu Radio, El Espectador y La Kalle; Carlos Slim es propietario de Claro TV y Red+; y el mafioso clan Char es el patrón de la Cadena radial Olímpica. Todos en santa alianza le han declarado la guerra mediática el presidente Gustavo Petro con el propósito deliberado de someterlo al linchamiento moral, sembrar el descontento entre la población y desencanto entre sus electores, demeritar su capacidad de gobernar, impedir a todo costo que se aprueben las reformas sociales y recuperar el gobierno en 2026.
El Presidente colombiano ha expresado solidaridad con el pueblo palestino y condena al genocidio permanente al que ha sido sometido por el régimen de Israel. Llamó a consulta la misión diplomática de Colombia en Israel, junto con otros países de América latina y el mundo, entre los que se destacan México, Honduras, Bolivia, Venezuela, y Suráfrica (los tres últimos rompieron relaciones con Israel), envió a Palestina ayuda solidaria de alimentos, medicamentos, materiales quirúrgicos, entre otros recursos y anunció la presentación ante la próxima Asamblea de la ONU de un proyecto de resolución de reconocimiento pleno de Palestina como Estado soberano, ordenó al representante de Colombia votar la resolución que exigió declarar la tregua humanitaria. Petro se ha colocado, como él lo ha afirmado en la red social X, del lado justo del conflicto.
En respuesta, la santa alianza mediática, incorporó a su guerra contra el mandatario su apoyo a las agresiones del gobierno israelí a través de su embajador en Colombia, contra el Presidente, acusándolo de ser antisemita, aliado del “terrorismo” de Hamás y de “poner en riesgo la seguridad y la estabilidad de la población judía en Colombia”. La revista Semana publicó un montaje de una portada en la que presentan, irrespetuosamente, al Presidente como títere de Rusia e Irán, lo colocan del lado del “eje del mal”, de ser antisemita, de “empecinarse en no condenar el terrorismo de Hamas”; en fin, de estar “del lado incorrecto de la historia”. Desconocen falazmente la votación mayoritaria de la resolución de la ONU, apoyada por Colombia, para proponer la tregua humanitaria y afirman contra toda evidencia que, “absolutamente todos los gobiernos del mundo condenaron la brutalidad de los extremistas” y que “una vez más, Petro, como un títere, prefirió adoptar la deshonrosa postura de Rusia e irán, quedando del lado de los terroristas y no de las víctimas” (Vicky de Gnecco).
Gustavo Petro valerosamente ha sugerido la convocatoria de un concierto por la vida del pueblo palestino, la solidaridad de los pueblos del mundo con palestina se agiganta en las calles de las grandes urbes del mundo y la mayoría de los Estados en la ONU condenan el genocidio continuado de Israel sobre el pueblo palestino. Los movimientos sociales, las organizaciones de derechos humanos, el movimiento sindical, las organizaciones indígenas, campesinas y afrocolombianas, los movimientos feministas y de la diversidad sexual, el Pacto Histórico, los y las demócratas de Colombia y en general, el pueblo colombiano, nos hemos convocado a las calles el próximo 29 de noviembre, a expresar nuestra solidaridad con Palestina y a exigir que paren el genocidio contra este sufrido hermano pueblo.
Llamamiento: Los gobiernos y los pueblos que condenamos y exigimos que paren el genocidio, deberíamos adelantar una campaña mundial para desmontar la falacia que han sembrado los medios monopólicos con la idea de que promover el antisionismo es hacer antisemitismo. Ser semita no significa ser solamente judío. Semita es un adjetivo que designa a los pueblos descendientes de SEM, cuyas lenguas son de origen semítico, entre los que se incluyen el árabe, el hebreo y el arameo. Se requiere además haber nacido en territorios semíticos. Luego, tanto los judíos (sólo los que nacieron en Palestina) como los palestinos so pueblos semitas.
*Miembro de la Red Socialista de Colombia.