POR ALEX CALLINICOS
La globalización capitalista no ha traído la paz que prometieron sus promotores.
“Hobsbawm dijo que fue corto el siglo XX. No sé. Me parece que ni remotamente ha terminado”. Así tuiteaba el otro día el académico radical neoyorquino Corey Robin. Lo leí con un destello de revelación porque tenía toda la razón.
Robin se refería al libro The Age of Extremes-The Short Twentieth Century, 1914-1991 del historiador marxista Eric Hobsbawm, publicado en 1994. Hobsbawm partía de lo que él llamaba “la Era de la Catástrofe” (1914-45), años dominados por las dos guerras mundiales, la Revolución rusa, la Gran Depresión y el Holocausto.
El mundo posterior a 1945 estuvo enmarcado por la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Comenzó con lo que Hobsbawm llama “la Edad de Oro” del gran auge económico de posguerra. Pero a continuación se produjo un “deslizamiento” hacia nuevas crisis.
Sin embargo, Hobsbawm afirmó con seguridad que “no puede haber ninguna duda seria de que a finales de los ochenta y principios de los noventa terminó una era de la historia mundial y comenzó una nueva”.
Para Hobsbawm, el “Siglo XX Corto” fue una era que comenzó con la Revolución rusa de octubre de 1917 y terminó con el colapso del Estado que surgió de ella.
Para los autores más convencionales que escribían en la misma época, el capitalismo liberal podía reanudar su actividad tras el sangriento y molesto paréntesis de la era posterior a 1914. La globalización económica que floreció aproximadamente entre 1980 y 2010 inauguraba una era de paz y prosperidad.
Ahora no parece así. Rusia y Ucrania libran una sangrienta guerra industrializada al estilo del siglo XX con un enorme coste humano. Este conflicto escenifica el regreso del tipo de competición geopolítica que marcó el siglo XX. La extrema derecha, tan profundamente implicada en la “Era de las Catástrofes”, está de vuelta. Y en Gaza podemos asistir en tiempo real a la guerra genocida que Israel libra contra los palestinos.
Al igual que el período actual, la “Era de la Catástrofe” de principios del siglo XX siguió a una fase de globalización económica. En un libro anterior, Hobsbawm pintó un brillante retrato de la “Era del Capital” de mediados del siglo XIX. Fue entonces cuando el comercio y las finanzas internacionales y las nuevas tecnologías como el ferrocarril, la telegrafía y los barcos de vapor unieron al mundo. Surgió una economía capitalista mundial integrada bajo la dirección del imperio liberal británico.
Las mayores beneficiarias de esta expansión económica fueron las nuevas potencias industriales, sobre todo Alemania y Estados Unidos. A finales del siglo XIX, en un contexto de creciente inestabilidad económica y política, desafiaban la hegemonía británica.
El resultado fueron las dos guerras mundiales que dominaron la “Era de las Catástrofes” de Hobsbawm. De forma parecida, la ola más reciente de globalización tuvo lugar bajo el liderazgo de otro imperio liberal. Estados Unidos había sustituido a Gran Bretaña como Estado hegemónico tras la Segunda Guerra Mundial.
El colapso de la Unión Soviética le dejó sin un rival serio durante un tiempo. Pero, una vez más, la globalización se ha caracterizado por el declive relativo de la potencia hegemónica. EE.UU. sufrió dos grandes golpes en la década de 2000: la derrota en Irak y la crisis financiera mundial de 2007-09. El capitalismo avanzado entró en un prolongado periodo de estancamiento económico.
Pero, también una vez más, la globalización tuvo un gran beneficiario. China emergió como el centro de la fabricación y el comercio mundiales, suministrando los productos baratos que hicieron soportable el neoliberalismo para los trabajadores y ayudaron a mantener baja la inflación. Y bajo la Presidencia de Xi Jinping está desafiando cada vez más la hegemonía estadounidense.
El proteccionismo que practican cada vez más Estados Unidos y China no significa que la globalización haya terminado. El comercio internacional de bienes alcanzó su punto álgido antes de la pandemia, pero sigue creciendo en el sector servicios. La globalización capitalista no ha traído la paz que prometieron sus promotores.
Como a principios del siglo XX, ha redistribuido el poder entre los Estados. También ha aumentado el abismo entre ricos y pobres, como ocurrió durante la “Edad Dorada” antes de 1914. Es una receta para la guerra y la revolución, como lo fue en el “Siglo XX corto”.
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