A 68 años de la Conferencia de Bandung: su espíritu por un sistema multipolar sigue vigente

INTERNACIONAL PROGRESISTA /

Desde América Latina, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva ha comenzado a liderar un proceso que posibilite consolidar el multilateralismo, planteando alternativas para parar la guerra en Ucrania, desafiando el dominio del dólar estadounidense en el comercio internacional y proponiendo acciones que permitan renovar la integración latinoamericana. Se trata de generar un proyecto de no alineamiento, que refleje la lucha continua por trazar un nuevo orden mundial, retomando el espíritu de la histórica reunión de Bandung de hace aproximadamente siete décadas.

En efecto, durante esta cuarta semana de abril se cumplieron 68 años de la Conferencia de Bandung. Celebrada en esta ciudad de Indonesia, la Conferencia de los Pueblos Afroasiáticos contribuyó a impulsar la unidad entre los Estados recién descolonizados y a sentar las bases para la creación del Movimiento de Países No Alineados seis años después.

Delgados de diversos países asiáticos y africanos se reunieron en la ciudad indonesia de Bandung entre el 18 y el 24 de abril de 1955 para sentar las bases del no alineamiento, reafirmar el principio de autodeterminación de los pueblos y apostar por el multilateralismo en la geopolítica mundial.

La conferencia reunió a 29 naciones que representaban a más de la mitad de la población mundial. Se excluyó explícitamente a las potencias coloniales occidentales, lo que permitió a los presentes abordar cuestiones comunes a los pueblos de ambos continentes: soberanía, racismo, nacionalismo y lucha anticolonial.

En su discurso, el primer ministro chino Zhou Enlai expuso los objetivos de la conferencia: “Los países asiáticos y africanos, oponiéndose al colonialismo y defendiendo la independencia nacional, atesoran aún más sus propios derechos nacionales. Los pueblos de todos los países dependientes deben disfrutar del derecho de autodeterminación nacional, y no deben ser objeto de persecución y matanza. Todas las personas, independientemente de su raza o color, deben disfrutar de los derechos humanos fundamentales y no ser objeto de ningún maltrato”.

Logo del Movimiento de Países No Alineados que surgió de la Conferencia de Bandung.

Temiendo esta igualdad básica entre pueblos y naciones, los gobiernos de los Estados Unidos y el Reino Unido intentaron debilitar la unidad afro-asiática. Los británicos, por ejemplo, presionaron a la Costa de Oro (más tarde rebautizada Ghana tras la independencia) y a Singapur, ambos bajo estatus de dominio, para que no enviaran delegados a Indonesia.

A través de sus socios aliados en Bandung, el Reino Unido y los Estados Unidos manipularon el debate para impedir una resolución que, según el Ministerio de Asuntos Exteriores británico, podría ser “ventajosa para los comunistas o contraria a los intereses británicos”. Se propusieron “causar la máxima vergüenza” a una China comunista en ascenso. El gobierno del Reino Unido orquestó una amplia campaña de propaganda, urgiendo a los delegados a “resistirse a las propuestas de que la Conferencia respaldara las polémicas pretensiones de ampliación de la soberanía”.

A pesar de la intromisión de las potencias imperiales, la conferencia fue un éxito. El resultado fue la creación de los 10 principios de Bandung:

  • El respeto por los derechos humanos fundamentales y por los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas.
  • El respeto de la soberanía y la integridad territorial de todas las naciones.
  • Reconocimiento de la igualdad de todas las razas y de la igualdad de todas las naciones grandes y pequeñas.
  • La abstención de intervención o injerencia en los asuntos internos de otro país.
  • El respeto del derecho de cada nación a defenderse, individual o colectivamente, de acuerdo con la Carta de las Naciones Unidas.
  • (a) La abstención de utilizar los acuerdos de defensa colectiva para servir a intereses particulares de las grandes potencias; (b) La abstención de cualquier país de ejercer presiones sobre otros países.
  • La abstención de actos o amenazas de agresión o del uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier país.
  • La solución de todas las disputas internacionales por medios pacíficos, como la negociación, la conciliación, el arbitraje o el arreglo judicial, así como por otros medios pacíficos de elección de las partes, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas.
  • La promoción de los intereses mutuos y la cooperación.
  • El respeto por la justicia y las obligaciones internacionales.

Estos principios son tan relevantes hoy como lo eran en 1955. Una vez más, los pueblos del Sur Global, que representan el 80 % de la población mundial, están empezando a imponerse, haciendo llamados a la paz, la soberanía y el no alineamiento basado en principios.

En Brasil, el presidente Lula, de vuelta en el Palacio de Alvorada, está entre quienes dan forma a estas demandas, renovando la integración latinoamericana y caribeña, proponiendo un Club de la Paz sobre Ucrania y desafiando el dominio del dólar estadounidense en el comercio internacional.

Pero no está en absoluto solo. Está naciendo un proyecto renovado de no alineamiento, que refleja la lucha continua por trazar un nuevo orden mundial: crear nuevas instituciones internacionales que rechacen la mentalidad de suma cero de la Guerra Fría y construyan una base para la cooperación y la paz.

El legado histórico de las luchas del Tercer Mundo se revela de gran utilidad para una estrategia contemporánea de afirmación de un sistema multipolar sustentado en procesos civilizatorios que hoy impulsan una diversidad de países, de Estados nacionales, de movimientos sociales y de una pluralidad de culturas e identidades.

La historia no se mueve en línea recta. Se mueve en zigzag. Pero el espíritu de Bandung sigue vivo en el deseo de los pueblos del mundo de vivir con libertad, dignidad y respeto mutuo.

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