POR RUBÉN DARÍO GUZZETTI
Los ciudadanos del mundo estamos ante un serio problema. Marx tenía razón; la lucha de clases es el motor de la historia. Pero ahora las clases dominantes decretaron que el respeto a ciertos códigos establecidos en el marco de una seudo-democracia llegó a su fin.
La disputa ya no es sólo en el plano ideológico, económico, financiero, comercial, cultural, militar, sino que vale todo: la mentira descarada, la manipulación abierta de la opinión pública, el uso perverso de la tecnología para controlar las poblaciones y continuar acumulando riqueza, las guerras híbridas, las revoluciones de colores, los golpes blandos y duros, los atentados terroristas como los del puente de Kerch en Crimea, la central hidroeléctrica de Kajovka en Zaporiyia y los gasoductos Nord Stream I y II en el Mar Báltico, y cuanto método sea funcional a la concentración de poder y riqueza.
Nos regiremos por «reglas» (las nuestras), decidieron los gobernantes de la anglo esfera por mandato del capital financiero internacional con sede en Wall Street y Londres. El derecho internacional y la carta de la ONU son cosas del pasado, nos dicen.
En Vilna, capital de Lituania, hace unos días se reunieron los representantes de los 31 países de la OTAN, con la asistencia del presidente Zelenski que se retiró decepcionado, porque le cerraron la puerta al ingreso de la organización. En el documento final reiteraron que los graves peligros a la estabilidad y la paz mundial son la Federación de Rusia y la República Popular China. Y ratificaron que seguirán armando a la banda fascista de Kiev para evitar el triunfo de Rusia y que la única salida a la guerra es la capitulación incondicional de la Federación.
Una vez más presentaron a la organización atlántica como “defensiva”, sin embargo, como en el encuentro anterior, participó el primer ministro japones, Fumio Kishida, y los representantes de Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda. Asimismo, la OTAN inauguró una oficina en Tokio. Se expande en el Mar de China Meridional, ¿para qué?
Curiosa organización creada para contrarrestar el Pacto de Varsovia que, una vez desaparecido en 1991, pasó de 14 a 31 miembros y ahora después de rodear a Rusia se extiende al Océano Pacifico Sur para provocar a China.
Los números hablan: EE.UU. tiene desplegadas en el planeta más de 800 bases militares. Sólo en la aérea de Ramstein, Alemania, se apostan 50 mil tropas estadounidenses junto con armas nucleares, su presupuesto militar es 4 veces mayor que el de China y 13 veces más grande que el de Rusia. China cuenta con una sola base en Yibuti (cuerno de África), desde hace 44 años no participa en ninguna guerra y nunca se involucró en conflictos fuera de sus fronteras.
No fueron Rusia ni China los que invadieron Dominicana, Panamá, Granada, Irak, Libia, Yugoslavia, Siria, Afganistán, y siguen… No fueron ni ellos los que colonizaron África, Indochina y América Latina y el Caribe saqueando y asesinando, llevando a la desesperación a generaciones enteras, hoy contingentes de refugiados, desplazados e inmigrantes.
No son los gobiernos eslavos ni orientales los que usurpan ilegalmente nuestras Malvinas e islas cercanas, sino el Reino Unido y la OTAN con la base militar de Mount Pleasant. No fueron los “amenazantes” rusos o chinos los que hundieron el Crucero General Belgrano, sino las fuerzas británicas con asesoramiento estadounidense.
Si fueron los rusos y los chinos los primeros en brindar alivio a la población mundial facilitando vacunas Sputnik, mientras los laboratorios de las transnacionales pugnaban por sacar ventajas de la necesidad y la desesperación.
Mientras tanto en Argentina, sometida a una enorme extorsión vía endeudamiento condicionado, un gobernador aspirante a dictador y precandidato a la Vicepresidencia, impone una constitución a espaldas del pueblo para entregar las riquezas del litio, minerales y el agua, para consolidar una economía edificada sobre el extractivismo y la primarización de la economía para beneficio de una minoría, extranjera y cipaya. Para eso reprime como en las épocas de la dictadura, usurpa la Universidad Nacional de Jujuy, encarcela a militantes y vulnera derechos.
Mientras en EE.UU. estudian como instrumentar un Nuevo Consenso de Washington para recrear la dominación, la clase dominante argentina sostiene como única receta el neoliberalismo a cielo abierto, garrote sin zanahoria. Así lo expresan, y no lo ocultan.
Deberían repasar la historia: provocar al pueblo argentino, llevarlo a un extremo de tolerancia nunca fue gratuito. Y recordar que este fue el único país donde se juzgó a los responsables de los crímenes de la dictadura y la tierra donde nunca se pudo estabilizar una dictadura por más de un lustro.
Debemos resolver cómo resistir a estas políticas globales de recolonización. Por lo pronto hay distintas iniciativas a nivel internacional que van nucleando a luchadores que enfrentan las políticas unipolares. Organizaciones como la Coalición Internacional por la Paz, que acaba de concretar su quinto encuentro, funciona con representantes de más de 30 países, organizando actividades públicas a desarrollarse en Nueva York, Washington, Roma, Berlín, Londres y otras, entre el 6 y 9 de agosto a favor de la paz y para denunciar los planes guerreristas de la OTAN, esclarecer los motivos que desencadenaron la guerra en Ucrania y la política del bloque anglosajón de caos y guerra. Por otro lado, circula el documento Llamamiento a un acuerdo por la Paz y la amistad entre los pueblos.
Es imprescindible involucrarse en esta instancia de transición global. Los pueblos no tenemos opción, la indiferencia puede rozar la complicidad. Si no logramos un movimiento lo suficientemente poderoso para detener este proceso, los sectores dominantes del privilegio nos conducirán a una guerra nuclear, la provisión de bombas de racimo y la posibilidad cierta de que los nazis de Kiev cuenten con los aviones caza F-16. El canciller ruso, Serguei Lavrov manifestó: «Si algún avión F-16 (habilitado para portar armas nucleares) viola nuestro espacio aéreo no sabremos si transporta o no bombas nucleares, por lo que debemos actuar en consecuencia».
Hay que participar ahora para no lamentarnos después. Lo único que detendrá al poder financiero y sus lacayos es un poderoso movimiento de los pueblos y los gobiernos de los países emergentes.
No nos engañemos, el gran dilema de la hora y contradicción principal es:
El gran capital financiero internacional globalizado, depredador y parasitario, con su proyecto de reseteo y eliminación de más de la mitad de la población mundial o la unión de los pueblos del mundo junto a los gobiernos de los países emergentes, para crear un nuevo paradigma basado en una arquitectura financiera sustentada en el crédito a la producción y la seguridad colectiva de los estados, por la sobrevivencia y hacia una nueva era con hermandad.
Terminamos con el capitalismo, “maligno o benigno”, o este acabará con la vida sobre la tierra.
De Vilna a Jujuy, de París a Yenin, de Tel Aviv a Lima, aun con particularidades, es el mismo enemigo, es la misma lucha.
Resistámonos a naturalizar las aberraciones de un sistema agotado.
Tiempo Argentino
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