Al que madruga…

La ofensiva se veía venir. Las alertas acerca de los efectos negativos que un eventual gobierno de Petro tendría para la economía colombiana fueron hechas conocer desde los primeros escarceos de la campaña electoral presidencial de 2022, incluso se manifestaron en la de 2018. La misma noche que se conocieron los resultados de la primera vuelta, la mass de las elites empresariales y políticas dibujó un panorama dando a entender, que a pesar de los resultados que daban vencedor a Petro, por encima de Federico Gutiérrez y Rodolfo Hernández, éste había sido el triunfador, pues esa misma noche y los días siguientes las encuestadoras lo ofrecían como el seguro presidente, con ventajas de hasta casi diez puntos.

A dos meses de la posesión presidencial, la arremetida ha proseguido “su marcha interminable” acerca de dos temas, en especial, la reforma tributaria y la suerte del extractivismo. Analistas económicos, entre quienes se cuentan exministros de Hacienda, columnistas de prensa, editorialistas, dirigentes empresariales, y del uribismo con los que han hecho causa común liberales socialdemócratas,-la risita es inevitable-, por mucho que los voceros oficiales hayan insistido en la naturaleza limpia de la reforma, se han encargado de atribuirle al proyecto razones de las que carece. Bruce Mac Master, presidente de la ANDI, copiando al Centro Democrático, atribuye a Petro la acusación de que los empresarios no quieren pagar impuestos, cuando en realidad éste ha dicho que deben pagar más impuestos. No es pequeña la diferencia entre una y otra aseveración. Que la tributación sea progresiva, en resumen. Hay que justificar la pertenencia a la OCDE.

Durante la campaña electoral que lo llevó a la Presidencia, Petro se cansó de afirmar que los contratos vigentes de exploración y explotación de petróleo y otras materias primas precursoras de energía se mantendrían durante su gobierno y por el tiempo estipulado. La costra, no obstante, insiste en que Petro desconocerá los contratos aludidos, lo que acarreará demandas millonarias al Estado colombiano. Y sabe del efecto multiplicador que la reiteración de la mentira ejerce en las mentes de los desinformados, verbigracia, el plebiscito sobre los Acuerdos de Paz con las Farc.

Medios de comunicación como El Espectador, omiten a sus lectores y opinión en general que sus propietarios, el Grupo Santo Domingo, tienen intereses en esa rama de la economía. A propósito de este diario, resulta muy ilustrativo su editorial del domingo 23 de octubre, en el que reconviene a Petro por defenderse de las críticas infundadas de la oposición a su gobierno. Y mucho menos puede criticar a USA.  Lo manda al silencio total. Según el diario, el modelo que tan buenos réditos ha entregado al empresariado nacional, y tantos males a millones de connacionales debe permanecer intocable. Que siga la dependencia minero-extractivista.

Los poderes omnímodos de Petro para provocar la caída del peso son resaltados por otro analista (Ways, El Tiempo, 23 de octubre) Y él debió ser consciente de eso, tanto como para evitar su propia elección, pues si bien las decisiones de la Reserva Federal, la guerra en Ucrania, la cercanía de una recesión global, tienen que ver con la fortaleza del dólar, asuntos que no dependen de nosotros, sí se relaciona con Colombia la caída del peso ocasionada desde el 19 de junio de 2022. Como quien dice, Petro no debió ser elegido y si lo fue debió renunciar a esa elección.

Hacer mala bebida no es aconsejable para quienes se dedican a opinar sobre asuntos de gobierno, partidos políticos, oposición, derechos de ella, pues estará cercano a errar en el juicio. Alguna ferviente militante gavirista de primera y última hora, ha manifestado que ha sido preciso atrancar la “aplanadora petrista”. Que “Está (n) acabando nuestra economía, pero nunca imaginamos que el deterioro sería tan rápido” La escrupulosa columnista cuando se trata de examinar el gobierno Petro acude a toda clase de ardides argumentativos para cazar incautos. Se guarda su lengua viperina para opinar en torno a los desmanes del saliente gobernante en materia del manejo del patrimonio públicos rayanos en el latrocinio, conducta abiertamente continuista de sus predecesores en el cargo y en el mando de la economía nacional.

De todos modos, el daño infligido por Petro a la economía colombiana, a solo dos meses de su posesión, ha debido ser de incalculables consecuencias, si se ha atrevido a atajarlo el depredador mayor del campo y la ciudad económicos colombianos, con su entrega a los negociantes de la industria alimenticia planetaria.

De modo, pues, que la derecha colombiana ha aprendido de sus congéneres chilenas, venezolanas, bolivianas, ecuatorianas. Qué digo, se ha mantenido fiel a su estirpe.

Finalicemos estas notas con “el que pega primero…”

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