Alain Touraine, el exégeta de la sociedad posindustrial: la relación del fallecido intelectual francés con América Latina, el ecologismo y el feminismo

Alain Touraine

POR SILVINA FRIERA /

A la edad de 97 años falleció en París este 9 de junio el sociólogo francés, Alain Touraine, considerado el exégeta de la sociedad posindustrial.

Consagró parte de su trabajo de campo al movimiento obrero primero y luego al conjunto de los movimientos sociales en América Latina y Europa. En su paleta temática incluyó también la sociedad posindustrial y la crisis de la modernidad.

Nada de lo humano le era ajeno. El “Braudel’s boy”, como le gustaba definirse porque era historiador de formación, fue uno de los intelectuales franceses que se percibía como “muy europeísta”. Touraine consagró parte de su trabajo de campo al movimiento obrero primero y luego al conjunto de los movimientos sociales en América Latina y Europa. El referente de lo que en su país llaman “la segunda izquierda”, de carácter socialdemócrata y antiautoritaria, compartió el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2010 con el sociólogo polaco Zygmunt Bauman por ser “luminarias del pensamiento europeo que han contribuido a un mejor entendimiento de la realidad social de un mundo especialmente singular”, fundamentó entonces el jurado.

Touraine, que nació en Hermanville-sur-Mer el 3 de agosto de 1925, comenzó su carrera en 1945 con un estudio sobre la evolución del trabajo en las fábricas Renault. Estudió en la École Normale Supérieure de París y fue investigador de la École Pratique de Hautes Études, donde fundó el Centro de Análisis y de Intervención Sociológicos. Trabajó como minero en una explotación de carbón en el norte de Francia entre 1947 y 1948 para estudiar de primera mano las relaciones entre los grupos de obreros que laboraban en las minas y los patrones. Publicó Sociología de la acción (1964), su tesis doctoral, donde analiza la sociedad industrial desde el plano económico y estudia a fondo también los grupos que la conforman. Su tesis complementaria, La conciencia obrera, se publicó dos años después. Entre su extensa obra se destacan libros como ¿Qué es la democracia? Igualdad y diversidad (nuevas tareas de la democracia), Cómo salir del liberalismo, ¿Podremos vivir juntos? y A la búsqueda de sí mismo.

Tempranamente estableció un vínculo intenso con América Latina, especialmente con Chile, país que visitó por primera vez en 1956. En su capital, Santiago, fundó el Centro de Estudios para la Sociología del Trabajo de la Universidad de Chile. Se casó con la médica chilena Adriana Arenas Pizarro, con quien tuvo dos hijos: Marisol, exministra socialista en el gobierno de François Hollande, y Philippe, profesor en medicina. En la década del sesenta y setenta se interesó no solo por el sindicalismo laboral, sino también por los nuevos movimientos sociales como el de los estudiantes del Mayo del 68, el ecologismo y el feminismo. Regresó a Chile en 1973 para transitar el día a día del gobierno de Salvador Allende. De esa experiencia nació el libro Vida y muerte del Chile popular. En uno de sus últimos viajes a la Argentina, el sociólogo francés fue recibido por el presidente Néstor Kirchner en la Casa Rosada y dio después una conferencia con el entonces jefe de gabinete, Alberto Fernández, y el ministro de Educación, Daniel Filmus. Entonces destacó que Argentina es el país con mayor memoria de la región y elogió la política de derechos humanos del kirchnerismo.

“La globalización es una operación puramente ideológica -dijo Touraine en una entrevista con Eduardo Febbro en 2002-.

Se habla de globalización, de internacionalización cuando, en realidad, se trata de establecer un sistema capitalista extremo sin ningún control político y social, sostuvo.

“Para alguna gente esto es una condición del éxito, yo diría que es una condición del fracaso con ese telón de fondo del aumento de las desigualdades. Siento que el mundo está más enfermo de lo que se cree”, afirmó el sociólogo francés, quien fue uno de los primeros en interesarse en el feminismo. Advertía que la palabra de las mujeres se hace escuchar cuando se agota el modelo de modernización arrogante, forjado y dirigido por hombres.

En el menú de sus preocupaciones recientes no podía faltar la crisis climática. “Si la temperatura aumenta un poco más, la humanidad no podrá vivir en la Tierra -dijo en una entrevista en marzo de 2022-. Con cinco grados más, se garantiza científicamente que el planeta Tierra será inhabitable. Hoy se nos pide hacer esfuerzos para no llegar a pasar 1,5 grados, pero cuando se mira lo que hacen los gobiernos, no hicieron lo que debían hacer, y hoy no estamos en el camino de 1,5 y estamos ahora más cerca en el corto plazo de 2 grados. Y eso quiere decir que en la Tierra será imposible vivir… Debemos disminuir los gases de efecto invernadero. Y lo más simple para disminuir la emisión de gases invernadero es disminuir las desigualdades sociales. Como podemos imaginarlo, la gente muy rica produce más gases efecto invernadero que la gente muy pobre”.

Página/12, Buenos Aires.

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