América Latina ante la guerra inaceptable

DIARIO RED /

Lo que hizo el Gobierno de Donald Trump es una agresión ilegal, que viola las leyes en Estados Unidos y el Protocolo Adicional de las Convenciones de Ginebra que prohíbe ataques selectivos contra instalaciones nucleares.

La agresión ilegal de Estados Unidos a Irán del pasado fin de semana marca el inicio de una nueva etapa en la guerra iniciada por Israel en el Medio Oriente. Las próximas horas se presumen críticas e inciertas. Mientras el mundo espera las consecuencias de la escalada bélica, el posible cierre del estrecho de Ormuz, donde pasa el 30 % del petróleo y el 10 % del gas licuado del mundo, augura un efecto telúrico en los mercados de todo el planeta.

Mientras la geopolítica se reconfigura, el fantasma de una nueva guerra que involucre a países militarmente poderosos se extiende en distintos continentes. La paz parece difícil alcanzar en un escenario impredecible. La única certeza es que Israel no se va a detener. Benjamín Netanyahu no ha ocultado su proyecto neocolonial y expansivo, con el que pretende convertirse en la potencia hegemónica del Medio Oriente, redibujando el mapa de la región. Para concretarlo comete crímenes masivos con el amparo de Estados Unidos y Europa.

‘El pacificador’

América Latina está todo menos al margen. Su composición política, social y económica la colocan en un lugar vulnerable, solo por estar en el mismo continente de Estados Unidos, que siente que del Río Bravo hacia abajo todo es un territorio que le pertenece y en la cual ha invertido golpes de Estado, invasiones, guerras civiles y múltiples formas de desestabilización.

En un entorno donde una integración regional basada en la soberanía y la cooperación se mira inviable, la mayor parte de los países latinoamericanos llega a esta guerra con enormes fragilidades políticas y económicas, por no hablar de las militares, y con una enorme desventaja ante los embates y amenazas de Estados Unidos

Países como Argentina, entregada sin miramientos a la agenda de Estados Unidos e Israel; alineados como Ecuador o El Salvador, o países que han intentado alguna mínima y efímera resistencia, como Panamá, cubren el lado oscuro del espectro político de la región.

Del otro lado, varios países han reaccionado ante la ofensiva ilegal de Estados Unidos contra Irán, ocurrida a pocos días del inicio de la Cumbre de la OTAN, en la que Estados Unidos planea recibir el compromiso del 5 % del PIB en gasto militar. Casualmente (o no) el inicio de los ataques de Israel sobre Irán -violatorios de la ley internacional, ya que no había ninguna provocación previa de Teherán que justificara una agresión militar- ocurrió 48 horas antes del inicio de una nueva ronda de conversaciones de Irán con Estados Unidos para el cese de su desarrollo nuclear.

Cuba fue el primer país de América Latina que condenó el ataque. “Condenamos enérgicamente bombardeos de EE.UU. contra instalaciones nucleares de Irán que constituyen una peligrosa escalada de conflicto en Oriente Medio”, escribió el presidente Miguel Díaz-Canel en su cuenta oficial de X, el mismo viernes 20 de junio. También lo hizo este domingo 22 el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro: “Esto ha sido una acción criminal que viola las normas del Derecho Internacional, la Carta de las Naciones Unidas e incluso ignorando las leyes estadounidenses, colocando en peligro la vida y la paz”.

El presidente de Bolivia, Luis Arce, condenó “enérgicamente el ataque arbitrario” de Estados Unidos: “Bombardear objetivos de esta naturaleza no solo pone en riesgo la paz regional y global, sino que vulnera los principios fundamentales del derecho internacional y la Carta de la ONU”, escribió en su cuenta oficial de X.

Otro que se sumó a las condenas fue el presidente de Chile, Gabriel Boric. “Atacar centrales nucleares está prohibido por el derecho internacional. Chile condena este ataque de EE.UU.”, escribió Boric en sus redes sociales, asegurando que el poder de Estados Unidos no justifica que pueda vulnerar «las reglas que como humanidad nos hemos dado», y que el ataque es «un acto de agresión ilegal, injustificable y extremadamente peligroso».

Gustavo Petro, presidente de Colombia, y una de las voces más fuertes contra el genocidio palestino, habló durante un acto en Medellín, minutos después de que se confirmara el ataque: “Trump dice que acaba de atacar tres plantas nucleares de Irán. En Irán no hay desarrollo de armas nucleares, pensaba un desarrollo pacífico, pero ese hecho incendia el Medio Oriente (…) Ese hecho no solo afecta al Medio Oriente, sino a todos nosotros aquí en Colombia”.

Incluido en la lista de personas non gratas por el Gobierno de Israel, el presidente de Brasil, Luis Inácio Lula da Silva no se ha pronunciado, pero su Gobierno repudió “con vehemencia” la embestida militar estadounidense en Irán.

“Al reiterar su llamado a la máxima moderación por parte de todas las partes involucradas en el conflicto, Brasil enfatiza la urgente necesidad de una solución diplomática que interrumpa este ciclo de violencia y abra la puerta a las negociaciones de paz. Las consecuencias negativas de la actual escalada militar podrían causar daños irreversibles a la paz y la estabilidad en la región y el mundo, así como al régimen de no proliferación y desarme nuclear”, dice el comunicado de la cancillería brasileña.

Más comprometida en la relación con Estados Unidos y con menos margen de maniobra que los líderes del sur, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, escribió un mensaje en el que citó al papa Francisco para calificar a la guerra como un fracaso de la humanidad, abogó por la paz y la resolución diplomática del conflicto.

“Un hombre sabio, el papa Francisco, dijo algo que resulta sumamente pertinente en este momento: ‘La guerra es el mayor fracaso de la humanidad. No hay futuro en la destrucción sino en la fraternidad. La paz no es solo ausencia de guerra es la construcción de la justicia’. México será siempre factor de paz. Nuestra Constitución, en su artículo 89 fracción X, enumera los 8 principios con base en los cuales el Poder Ejecutivo Federal debe conducir la política exterior de México: la autodeterminación de los pueblos; la no intervención; la solución pacífica de controversias; la proscripción de la amenaza o el uso de la fuerza en las relaciones internacionales; la igualdad jurídica de los Estados; la cooperación internacional para el desarrollo; el respeto, la protección y promoción de los derechos humanos y la lucha por la paz y la seguridad internacionales. Naciones Unidas debe ser hoy más que nunca la institución que llame a la construcción de la paz”.

El llamado a la paz es importante pero no suficiente, a la luz del vertiginoso crecimiento del proyecto expansivo de Israel, que ha logrado arrastrar a Estados Unidos a una guerra mayor.

Porque lo que hizo Donald Trump es una agresión ilegal, sin provocación previa y no contó con la aprobación del Congreso de Estados Unidos, ni del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Eso sin contar que el Protocolo Adicional de las Convenciones de Ginebra prohíbe ataques selectivos contra instalaciones nucleares.

Peor aún, lo que Estados Unidos y Europa han avalado en el último año y medio, es que el Gobierno de Israel asesinara al menos 60 mil personas en Gaza, la mayoría mujeres y niños, estableciera un cerco militar para aislar a los palestinos y someterlos a una muerte por hambre; impulsara ataques contra cinco países; o bombardeara la embajada iraní en Damasco. Una brutalidad tras otra, cada vez con mayor cinismo e impunidad.

El plan expansivo de Israel tiene al menos dos décadas tejiéndose, con resultados cada vez más desastrosos. A Netanyahu hay que ponerle un freno ya. Sus ambiciones están poniendo en riesgo la vida de toda la humanidad.

Diario Red, España.