POR ALBERTO MALDONADO COPELLO /
Presentación
El propósito de esta nota es resumir el libro de la filósofa española Clara Ramas San Miguel, ‘Fetiche y mistificación capitalistas. La crítica de la economía política de Marx’, publicado en 2018. Este libro se inscribe dentro del enfoque de La nueva lectura de Marx desarrollada en Alemania y específicamente de Michael Heinrich en su libro ‘La ciencia del valor’. Precisamente Heinrich dirigió la tesis de grado de Ramas que sirvió de base a este libro y además escribe el prólogo.
Afirma Heinrich que al comienzo fue escéptico con respecto al proyecto de Clara Ramas pero luego encontró que la autora “estaba realizando una importante contribución no solo al debate sobre el fetichismo en Marx, sino también a la cuestión de la concepción del materialismo en Marx” (p. 11).
El libro está compuesto por ocho capítulos: I. Acerca del proyecto de una crítica de la economía política; II. El problema del fetichismo y la mistificación en la interpretación de la crítica de la economía política; III. El fetichismo y sus formas; IV. La mistificación y sus formas; V. La estructura de la crítica de la economía política: planteamiento de una tarea de reconstrucción; VI. Teoría del valor y fetichismo; VII. Teoría del plusvalor y mistificaciones; VIII. Conclusiones. Hacia un materialismo crítico. En esta primera nota se resumen los capítulos I a IV y en la siguiente los restantes.
Introducción
El capital no es un mero tratado de economía es una crítica tanto de la ciencia de la economía política como de la realidad objeto de esa ciencia: es la revolución de una ciencia y crítica de una peculiar realidad efectiva. Esta realidad efectiva se caracteriza por no ser transparente, por ocultarse, por generar necesaria y espontáneamente ciertas formas de apariencia, formas de inversión cosificadas.
La economía política queda atrapada en la representación ordinaria y no es verdadero conocimiento. Los conceptos que tematizan explícitamente esta apariencia son fetichismo y mistificación, conceptos que iluminan fenómenos que Marx denomina apariencia objetiva, formas de manifestación o aparición.
Ramas considera que los conceptos de fetichismo y mistificación son fundamentales en el proyecto de crítica de la economía política y su libro tiene como propósito articular la lectura de la economía política alrededor de estos conceptos.
Las estructuras de apariencia se clasifican en dos categorías. El fetichismo que es una inversión producida por la cosificación de las relaciones sociales y la mistificación es una inversión en la cual la realidad efectiva se oculta y aparece como su contrario.
El libro está compuesto por ocho capítulos: I. Acerca del proyecto de una crítica de la economía política; II. El problema del fetichismo y la mistificación en la interpretación de la crítica de la economía política; III. El fetichismo y sus formas; IV. La mistificación y sus formas; V. La estructura de la crítica de la economía política: planteamiento de una tarea de reconstrucción; VI. Teoría del valor y fetichismo; VII. Teoría del plusvalor y mistificaciones; VIII. Conclusiones. Hacia un materialismo crítico.
La teoría del valor es una teoría del carácter específicamente social del trabajo bajo condiciones capitalistas, un enfoque cualitativo diferente al enfoque meramente cuantitativo de los economistas clásicos. El fenómeno del fetichismo es la explicación de cómo el trabajo adquiere su carácter social en el modo de producción capitalista por medio del intercambio. El fetichismo es parte indisociable de la teoría del valor.
La realidad capitalista no es transparente y aparece invertida. No solo es necesario encontrar el trabajo como contenido oculto del valor sino explicar también por qué aquel contenido tiene esta forma tergiversada. Es necesario aclarar cómo la forma pura del plusvalor toma diferentes formas de manifestación (ganancia, interés y renta).
En El capital hay un primer camino desde la apariencia hacia el fundamento y un segundo camino de vuelta desde el fundamento hasta la apariencia, hacia el fenómeno: se alcanza de nuevo el punto de partida pero ahora enteramente determinado. En la fórmula trinitaria se exhiben los fenómenos en su aspecto más superficial y desconectado. Los elementos de este mundo son las mistificaciones: salario, ganancia y renta. La teoría de Marx estaría incompleta sin la fórmula trinitaria y las mistificaciones.
Capítulo I. Acerca de un proyecto de crítica de la economía política
El objetivo de El capital de develar la ley del movimiento económico de la sociedad moderna toma la forma de una crítica de la economía política. No es la elaboración de una nueva economía política a partir de la cual criticar la anterior. La crítica de Marx es una crítica a la ciencia económica como un todo, una crítica de sus presupuestos conceptuales, de lo que se toma por evidente o punto de partida. Es una crítica no solo de las respuestas sino del modo mismo de plantear las preguntas.
Marx revolucionó y reformó entero el sistema categorial. Los economistas clásicos y los socialistas ricardianos permanecieron atrapados en las categorías económicas tal como las encontraron.
Marx reformuló el concepto de trabajo como fuente de valor y demostró la relación intrínseca entre mercancía, forma valor y dinero. Expuso el vínculo entre dinero y capital, sustituyó la categoría trabajo por fuerza de trabajo y demostró que la producción de plusvalor era compatible con la ley de intercambio de equivalentes. Fundamentó el plusvalor en su forma pura sin mezclarlo con sus formas derivadas; ganancia, interés y renta. Conjugó la existencia de una tasa de ganancia media con la ley del valor, distinguió entre capital constante y capital variable y formuló los rasgos de la tendencia de la acumulación capitalista.
Marx muestra la necesidad de la aparición de las formas de pensamiento objetivas, formas absurdas e irracionales pero a la vez socialmente válidas. Son la reproducción de una imagen invertida de las relaciones capitalistas reales, imagen que emerge necesariamente. La apariencia no deja ver las condiciones de su producción. La economía política permanece atrapada en la apariencia mientras que la economía vulgar se siente a sus anchas en esta apariencia. Las relaciones se le aparecen como evidentes pero ocultan la conexión interna.
La crítica de este saber es ciencia porque ofrece un conocimiento efectivo de las relaciones que articulan la sociedad moderna. La aparición de las cosas y su esencia no coinciden inmediatamente. La crítica pregunta por las condiciones de aparición de lo que aparece: se debe investigar la necesidad de la apariencia y de sus efectos específicos.
En La ideología alemana se produce una ruptura intelectual, inicialmente con los jóvenes hegelianos, luego con Feuerbach y después con la economía política: es una ruptura con un campo teórico. Durante un tiempo Marx consideró que la economía política era la ciencia real positiva que sustituía la inútil especulación filosófica. La economía política es el arma polémica contra Feuerbach y los jóvenes hegelianos. A partir de 1850 Marx rompe también con la economía política y con la idea de ciencia social positiva de La ideología alemana.
La ruptura teórica apunta a cuatro puntos constitutivos de la ciencia de la economía política: el individualismo, el antropologismo, el ahistoricismo y el empirismo. Con los dos primeros rompe en 1845 con los dos últimos rompe en 1857 momento en el cual inicia el proyecto de crítica de la economía política.
Los textos para estudiar el proyecto de crítica de la economía política son cinco borradores y materiales en dos fases. La primera fase consiste en el plan inicial de Marx de elaborar seis libros, la segunda fase es el plan de cuatro libros.
Ramas clasifica los marxismos en tradicional, occidental y nueva lectura. El marxismo tradicional es formulado inicialmente por Engels y Kautsky y se consolida como materialismo dialéctico y posteriormente como postura oficial de diversos partidos comunistas; es un marxismo ligado principalmente a la lucha política. El marxismo occidental y la nueva lectura son marxismos desarrollados en contextos académicos cuyo lema común es volver a Marx; el término marxismo occidental lo establece Perry Anderson y sus principales representantes son Lukacs y Korsch. Entienden el enfoque de Marx como una teoría crítica revolucionaria de la praxis social, como una crítica de la ideología y de la conciencia cosificada pero no llegó al núcleo de la crítica de la economía política ni hasta la teoría del valor.
La nueva lectura de Marx surge en Alemania a mediados de los sesenta a partir de los trabajos de H. Reichelt y H.G. Backhaus. Consideran la teoría del valor no como una teoría de las cantidades de trabajo que explica los precios sino como la exposición de un modo específico de constitución de la sociedad que tiene lugar en medio de una serie de inversiones y cosificaciones. Pone el acento en al análisis de las formas de Marx, en la discusión del método y en su forma de exposición. Critica tanto al marxismo tradicional como al occidental.
Este enfoque comprende la teoría de Marx como un análisis de formas, análisis que queda fuera del empirismo y del historicismo y que cuestiona los dogmas engelsianos; tiene una lectura no sustancialista del valor. Postula la dialéctica de las formas del valor como modo característico de la exposición. Backhaus considera que la interpretación errónea de los tres primeros capítulos de El capital y su invención de una producción simple de mercancías ha estructurado la recepción de la teoría del valor y ha bloqueado su correcta comprensión.
Capítulo II. El problema del fetichismo y la mistificación en la interpretación de la crítica de la economía política
El marxismo tradicional o dogmático de cuño soviético rebaja el fetichismo a un adorno filosófico accesorio de la verdadera teoría científica o simplemente lo asume como tendencia al culto de un objeto. La excepción notable en la Unión Soviética es Isaac Rubin. Por su parte, Lukács y Korsch son los primeros en ocuparse del fetichismo con relación a la cosificación y la conciencia social. Adorno y Sohn-Rethel examinaron el fetichismo con relación al concepto de abstracción real y el papel del dinero en el proceso de mistificación social. La nueva lectura de Marx recupera el estudio del fetichismo.
Marx no presentó una delimitación del significado de fetichismo y mistificación por lo cual es necesario observar su uso efectivo en la práctica teórica; Marx los utiliza de diversos modos, irregular, discontinuamente, a veces de forma unitaria, a veces por analogía, otras como ilustración o como definición.
Autores de la nueva lectura de Marx privilegian el fetichismo como elemento teórico importante pero en muchas otras lecturas se ignora la crítica del fetichismo y aparece solo como un complemento filosófico a las elaboraciones económicas. El marxismo dogmático ignoró o descuidó el tema del fetichismo. Lukács declara que el apartado sobre el fetichismo de la mercancía contiene el entero materialismo histórico; Korsch considera que la investigación del fetichismo contiene el corazón de la crítica de Marx a la economía política y de toda la teoría contenida en El capital.
Backhaus afirma que el tema de su trabajo es solamente uno: el problema del fetichismo. Pero la mayoría de los economistas alemanes ignora el tema del fetichismo y se les escapa que el tema de la crítica de la economía política es el carácter fetichizado de las categorías económicas y el tipo de objetividad del capitalismo. La nueva lectura no se enfoca exclusivamente en la investigación de las relaciones de clase y explotación sino que aborda las determinaciones de forma específicas de la reproducción capitalista y el carácter fetichista de esta constitución de la sociedad o socialización. En la recepción del fetichismo en Marx usualmente no se abordan las tres formas de fetichismo.
La mistificación ha tenido menos atención y se confunde con frecuencia con el fetichismo. Para Ramas no toda inversión es fetichismo. Pocos autores han examinado todas las formas de mistificación. Marx utiliza mistificación en el sentido general de algo que se oculta o engaña, que no permite ver la verdadera constitución, pero este sentido lo usa a veces con relación también al fetichismo. Por ejemplo, Marx al referirse al capital a interés lo cataloga como fetichismo. En el tomo I de El capital Marx define al fetichismo sin referencia a la mistificación y este concepto aparece, sobre todo, en el capítulo sobre el salario.
No todas las formas de apariencia son el reflejo de la cosificación; por ejemplo, la representación de que el salario es el precio del trabajo es una mistificación del ser efectivo salario, pero no es el reflejo de ninguna cosificación. Hay que distinguir entre la apariencia-conciencia que nace mediante la reflexión acrítica de la superficie y el pensamiento cosificado.
Tanto en el fetichismo como en la mistificación hay ocultamiento e inversión, pero no es el mismo tipo de inversión; en el fetichismo además de la inversión hay cosificación. El fetichismo es inversión entre sujeto y objeto más cosificación y la mistificación es una inversión que oculta una relación esencial.
Hay dificultades en la delimitación de las formas de mistificación. La forma salario es la forma molde de la mistificación, en la cual se advierte a la perfección la estructura de ocultamiento e inversión, pero no ocurre lo mismo en el caso de la ganancia, el interés y la renta del suelo. Ramas ofrece tratar de aportar a esta precisión en los siguientes capítulos.
El fetichismo atraviesa las principales categorías de la economía política: mercancía, dinero y capital. Esto se complementa con el desarrollo de las tres formas de mistificación. Considera Ramas que el develar y sistematizar el conjunto de formas de fetichismo y mistificación dota de unidad al proyecto de una crítica de la economía política, desde el primer capítulo de El capital hasta el último.
En el tomo III Marx expone la superficie empírica pero no se trata de un espacio separado ya que sus elementos han sido desarrollados en el tomo I; en el tomo III se exponen las formas transformadas del plusvalor y el concepto de plusvalor es la categoría central del tomo I. La exposición de la superficie o de las formas de aparición es parte constituyente de todo el análisis: el análisis de las relaciones de producción capitalistas es también análisis de las formas de aparición.
Las formas de la inversión que estructuran El capital son seis. Tres formas de fetichismo: 1) mercancía; 2) dinero; 3) capital. Tres formas de mistificación: 4) salario; 5) ganancia o interés; y 6) renta de la tierra. La fórmula trinitaria es la reunión final de las tres formas de mistificación.
Capítulo III. El fetichismo y sus formas
La forma matriz del fetichismo es el fetichismo de la mercancía. La mercancía devuelve a los seres humanos el carácter social de su propio trabajo reflejado como carácter objetivo de los productos de su trabajo, como propiedades sociales naturales de las cosas. La relación social de los productores con el trabajo total se refleja como relación social entre objetos. El fetichismo es inseparable de la producción de mercancías: el fetichismo designa un estado de cosas necesario e inevitable bajo condiciones capitalistas.
Las cosas parecen poseer como propiedades naturales suyas lo que es en rigor una relación entre personas. A las personas les parece que las cosas poseen estas propiedades dado que usualmente las propiedades de una cosa no nacen su relación con otras sino que se ponen en ejercicio en esta relación; pero la propiedad de representar trabajo inscrita en la mercancía la recibe solo a partir de su puesta en relación con otras mercancías. Sin embargo, inevitablemente surge la apariencia de que la mercancía posee por sí sola esa propiedad: Marx denomina a esto personificación de las cosas.
Además a las personas en relación se les aparece su propia relación como si fuera no una relación entre ellos sino entre las cosas: cosificación de la personas. El fetichismo consiste en una estructura que genera dos efectos paralelos: personificación de las cosas y cosificación de las personas. En condiciones no capitalistas la relación entre personas es algo evidente pero en condiciones capitalistas no se deja ver, no es transparente. Aparece como otra cosa, toma una envoltura espectral.
El carácter de fetiche del mundo de las mercancías nace del peculiar carácter social del trabajo productor de mercancías. En la sociedad capitalista el trabajo se realiza privadamente y solo adquiere forma social mediante el intercambio de los productos del trabajo. Las mercancías son valores como cristalización de una sustancia social común que es el trabajo. Los valores de uso se convierten en mercancías porque son productos de trabajos privados ejecutados independientemente; el complejo de estos trabajos privados constituye el trabajo total social. Los productores entran en contacto social solamente mediante el intercambio y por tanto los caracteres sociales de sus trabajos privados se manifiestan solo en el intercambio.
Los trabajos privados llegan a ser miembros efectivos del trabajo social solo a partir del intercambio. A los productores las relaciones sociales de sus trabajos se les aparecen como lo que son: no como relaciones inmediatamente sociales de las personas con sus trabajos sino como relaciones cósicas de las personas y relaciones sociales de las cosas.
El fetichismo no es una ilusión o engaño, es una aparición de las relaciones capitalistas como lo que son, como relaciones sociales cosificadas. Considerar que el trabajo social total es la suma de trabajos privados que producen la masa total de bienes de la sociedad es una abstracción. El punto es responder cómo se convierten estos trabajos privados en miembros de la totalidad del trabajo social. En el modo de producción capitalista es una relación entre cosas lo que posibilita establecer una relación social. El carácter cosificado de las relaciones es una propiedad esencial suya, no es una ilusión cognoscitiva.
Solo en el cambio los trabajos privados se reducen a lo que hay en común, el trabajo en general: son reducidos de hecho, no es una abstracción pensada, es una abstracción real. Solo la relación de cambio entre cosas hace posible hablar de un trabajo abstracto general. Es un modo específico de socialidad o de ser social. Dice Clara Ramas que en la Contribución de 1859 son mucho más precisos estos planteamientos que en El capital. En dicho libro el fetichismo aparece como una determinación más del carácter social del trabajo productor de mercancías. El fetichismo es la naturaleza misma de las relaciones de valor, es la costumbre social.
La presentación del fetichismo en la segunda edición de El capital en un apartado separado puede contribuir a ocultar que el fetichismo es una parte esencial de su análisis de la naturaleza del trabajo productor de mercancías. Ser mercancía es la forma que adoptan las cosas bajo condiciones capitalistas. Es la forma celular económica que permite deducir mediante el desarrollo conceptual el resto de las categorías cada vez más complejas que forman el todo de la sociedad capitalista.
Marx no dedica apartados especiales a otras formas de fetichismo, además de la mercancía. Pero el fetichismo no se limita a la mercancía sino que recubre todas las formas económicas del modo de producción capitalista. En la mercancía es relativamente sencillo descubrir el fetichismo, en las otras formas no tanto.
El misterio proviene de la forma misma de mercancía. La igualdad del trabajo humano adquiere la forma de intercambiabilidad o igual objetividad de valor; el tiempo de trabajo adquiere la forma de magnitud de valor y las relaciones sociales entre productores adquieren la forma de una relación de cambio entre sus productos.
El misterio del fetichismo del dinero es tan solo el misterio del fetiche de la mercancía hecho visible. Para entender su carácter de fetiche hay que situarse en el apartado del análisis de la forma de valor. El dinero es mercancía. La génesis del dinero se da a partir de la mercancía; la objetividad de valor es inaprehensible en la mercancía. La objetividad se encuentra en la relación entre mercancías porque es algo social. En esta relación una mercancía toma la forma de valor relativo la otra la forma de valor equivalente; el término equivalente aparece como una cosa en la cual el valor se manifiesta de manera tangible. Parece poseer la capacidad de expresar valor de forma natural porque es precisamente en cuanto valor de uso que la mercancía B puede expresar el valor de A. Este fenómeno peculiar por el cual una cosa parece poseer la propiedad de ser equivalente, independientemente de la relación, esta apariencia adquiere una forma fija cuando la sociedad establece por costumbre una mercancía como equivalente general. El dinero reproduce la peculiaridad del equivalente: la de aparentar poseer valor como propiedad natural. En la forma de equivalente ya en la forma simple o fortuita del valor se encuentra el fundamento del fetichismo de la mercancía.
El dinero como fijación del equivalente se convierte en el fetiche por excelencia, de aquí la magia del dinero. La magia del dinero no es sino la expresión consumada por la fijeza de la costumbre, del carácter fetichista de la mercancía.
El concepto de fetiche del capital no fue desarrollado sistemáticamente por Marx. El concepto de fetichismo de capital aparece mencionado como tal en el tomo III y hay diferencias entre los intérpretes en su delimitación. Fetichismo es el fenómeno por el cual determinadas relaciones sociales aparecen cosificadas como propiedades naturales. El fetichismo del capital debe ser el fenómeno por el cual se constituye el objeto capital como forma de aparición de ciertas relaciones sociales.
En el tomo III Marx se refiere principalmente a la mistificación pero en el capítulo 24 se presenta en forma explícita e inequívoca el concepto de fetiche del capital, como cosificación referida al interés. Pero además se refiere al mismo tiempo también a la mistificación. En opinión de Ramas los textos sobre el capital que rinde interés se comprenden mejor bajo la categoría de mistificación.
Cuando Marx habla de cosificación, por ejemplo, cuando la fuerza de trabajo como relación social se cosifica en una cosa, el dinero, que adquiere la posibilidad mágica de producir dinero por sí mismo, al margen de todo proceso productivo, estamos hablando de fetichismo. Cuando Marx habla de inversión, cuando el fruto del trabajo oculta su verdadero origen y aparece invertido como fruto del capital, estamos hablando de mistificación. Son dos fenómenos diferentes. El capital como categoría que expresa la estructura misma del modo de producción capitalista y subsume a todas las demás necesariamente refleja ambos aspectos.
Ramas dice que al final del capítulo 24 del tomo III que en el capital a interés el capital recibe pura forma de fetiche en dos sentidos 1) como forma de dinero en la cual todas las determinaciones quedan borradas y los elementos reales del capital -las condiciones de producción- invisibles; 2) al aparecer como fuente mágica del valor. Pero la noción de cosificación, el capital como mera cosa que esconde una pluralidad de relaciones sociales, atañe a la noción misma del capital independientemente del interés. Ramas considera confuso reducir la idea del fetiche del capital a su forma de interés; además en el capital a interés aparece un fenómeno de mistificación junto al de cosificación.
El fetichismo del capital se expone ya desde el tomo I aunque no utiliza Marx el término. La ganancia, el interés y la renta del suelo son formas derivadas del plusvalor. La mistificación por su propia definición afecta solo a formas derivadas (salario, ganancia, renta) pues se trata precisamente de que una forma de manifestación oculta e invierte una relación esencial. Para Ramas la exposición de Marx en la segunda sección del tomo I sobre el dinero que engendra dinero no es específicamente la aparición del fetiche capital sino de la mistificación de la ganancia y del interés que se desarrollará luego en el tomo III. En la fórmula D-D´ se anuncia el interés que se desvincula de todo acto productivo.
Para Ramas el fetichismo del capital hay que buscarlo en la sección 4 del tomo I en los capítulos dedicados a la cooperación, la división del trabajo y la maquinaria. Las fuerzas productivas del trabajo social aparecen como fuerzas productivas del capital. Se trata de la solidificación y autonomización de ciertas relaciones sociales de producción en un poder social ajeno a los productores, que aparece ante ellos como una cosa, a la cual correspondiera como propiedad natural una cierta fuerza productiva. Es decir, lo que son relaciones sociales de producción entre individuos aparecen como la propiedad natural de una cosa.
Bajo el mando del capital los trabajadores individuales conforman una fuerza productiva en la cual la conexión de sus funciones y su unidad como cuerpo productivo yace fuera de los trabajadores. La fuerza productiva que desarrolla el trabajador como trabajador social es fuerza productiva del capital. La fuerza productiva social, colectiva, no le cuesta nada al capitalista y no puede ser desplegada por el trabajador antes de que su fuerza de trabajo le pertenezca al capital; aparece entonces como una fuerza productiva que el capital posee por naturaleza, como si el capital fuera productivo por sí mismo. La fuerza productiva que nace de la vinculación de varios trabajos aparece como fuerza productiva del capital.
El capital es ahora una cosa-sujeto viva que encarna todas las fuerzas del trabajo social. Las relaciones entre las personas aparecen como propiedades de un objeto. De este modo, al lado del trabajo se mencionan en la definición clásica de los factores de producción al capital y a la tierra, mezclando factores materiales con relaciones de producción. Se genera una relación invertida, una inversión de sujeto y objeto, las cosas se personifican y las personas se cosifican.
Esta apariencia no es un mero error de conocimiento. Las fuerzas productivas del trabajo social son efectivamente dispuestas y absorbidas por el capital en la producción. La fuerza productiva del trabajo social aparece como fuerza productiva del capital, pero del capital como cosa, como condiciones materiales del trabajo. Esta inversión se consuma en la mistificación de la ganancia y del interés en la cual la mera posesión e inversión de capital como suma de dinero parece por sí misma rendir ganancia. Se atribuye a una cosa poderes productivos sociales, es la personificación de las cosas. Pero además el capital se presenta como un poder ajeno al trabajador que lo domina, es la cosificación de las personas. Los economistas convierten al capital de una relación en una cosa, convierten las cosas en capital.
Capítulo IV. La mistificación y sus formas
La forma matriz de la mistificación es el salario. Marx presenta la definición de mistificación en el capítulo 17 del tomo I: el salario es una forma de manifestación que hace invisible la relación efectiva y muestra justamente su contrario. En la expresión valor del trabajo el concepto de valor se disuelve, se invierte y se transforma en su contrario.
Designa una realidad que se manifiesta como invertida. No se trata de que exista por un lado una realidad efectiva y por otro una forma de manifestación falsa o aparente: es la propia relación efectiva la que se muestra en esa forma de manifestación, solo que de otro modo. El propio concepto de valor se invierte y se transforma en su contrario pero se trata de una y la misma realidad.
Mistificación es aquel estado de cosas que bajo determinadas condiciones aparece necesariamente, y no puede aparecer de otro modo, que invertido, su propio ser es aparecer invertido, pero no es una esencia que yace más allá de su manifestación. La única parte en la que Marx se refiere a la mistificación es con relación al salario.
La mistificación del salario consiste en que la forma de manifestación precio del trabajo oculta o invisibiliza la relación real precio de la fuerza de trabajo; en otros términos, la realidad precio de la fuerza de trabajo ha de manifestarse de forma invertida o como su contrario en la forma precio del trabajo. Es una forma de aparición en la cual el salario parece ser el precio del trabajo.
El trabajador vende al capitalista una determinada cantidad de tiempo de trabajo concreto: por tanto se parte de que el trabajo tiene un valor. Luego una jornada de trabajo de 12 horas debería tener un valor equivalente a 12 horas de trabajo. Pero esto es una tautología, una contradicción y además un ocultamiento o una inversión.
A pesar de lo anterior la categoría valor o precio del trabajo predomina entre los economistas y en la conciencia práctica de los agentes de la producción. No es un accidente o incompetencia: la organización capitalista de la producción produce esta apariencia, la cual expone Marx. En la relación efectiva el trabajador recibe 3 chelines por el valor de su fuerza de trabajo y trabaja 12 horas, los dos hechos están unidos: se relaciona el valor de la fuerza de trabajo con el trabajo diario. El valor de 3 chelines aparece como el precio de un trabajo de 12 horas.
Esta expresión esconde que el valor del producto no depende del valor de la fuerza de trabajo sino del tiempo en que produce. Los motivos que hacen necesaria esta forma de aparición: 1) motivos que se derivan de la propia estructura efectiva del capitalismo; y 2) motivos que se relacionan con las prácticas espontáneas de los agente de producción.
Con respecto a los primeros motivos el intercambio entre capital y trabajo aparece ante la percepción como cualquier compra venta; además, el trabajador proporciona como valor de uso no su fuerza de trabajo sino un trabajo concreto. Parece que con el salario se compra eso. Con relación a los segundos motivos el trabajador mediante su trabajo de 12 horas recibe los 3 chelines; concibe que esos 3 chelines pagan el precio de las 12 horas y el capitalista explica su ganancia como excedente por encima del valor del trabajo que la obtiene por su capacidad de vender el producto más caro de lo que le ha costado; no se da cuenta de que la merca circulación no crea valor.
Marx le reprocha a la economía política no poder explicar el intercambio entre capital y trabajo respetando la ley del intercambio de equivalentes; carecía de la categoría fuerza de trabajo porque estaba atrapado en las categorías cotidianas. Si el dinero pagara el valor del trabajo no habría plusvalor; la expresión que recoge la relación real es el precio de la fuerza de trabajo. El intercambio no ocurre entre dinero y trabajo, sino entre dinero y fuerza de trabajo. El poseedor del dinero enfrenta en el mercado al trabajador, no al trabajo. Hay dos caras de la relación: su aspecto de forma de aparición y su aspecto de relación efectiva La forma de manifestación oculta la realidad efectiva, la realidad efectiva se presenta en forma invertida.
La forma de salario borra cualquier rastro de la división de la jornada laboral en trabajo necesario y plusvalor. Sobre esta forma de aparición reposan todas las representaciones jurídicas, tanto del trabajador como del capitalista, todas las mistificaciones del modo de producción capitalista, todas las ilusiones de libertad, todas las pamplinas apologéticas de la economía vulgar, afirma Marx.
La mistificación de la ganancia consiste en que el plusvalor se manifiesta bajo la forma de ganancia y en su forma posterior como interés. Estas formas invisibilizan la relación real de producción de plusvalor o explotación del trabajo no pagado, en las cuales tiene su origen, haciéndolas aparece como frutos del capital, aislados del trabajo. Estas formas son estudiadas por Marx en el tomo III.
El capitalista ve que invierte un capital (c+v), que es su precio de costo, y obtiene un excedente sobre este precio de costo: el excedente parece provenir del capital total, el plusvalor adquiere la forma transformada de la ganancia. Ganancia es el beneficio obtenido de la inversión de un capital, aparece como un excedente sobre un determinado capital desembolsado, sin distinción entre la parte constante y la parte variable. La tasa de plusvalor se transforma en tasa de ganancia. El capitalista tiende a pensar que el valor intrínseco de la mercancía o su precio natural es el precio de costo; el excedente aparece como una diferencia de su precio de venta por encima de su valor o precio de costo. Por tanto, la ganancia parece nacer en la venta y no en el proceso de producción, no se concibe que la ganancia pueda hacer parte de la inversión.
La mistificación se acentúa porque la ganancia y el plusvalor tienen que realizarse en la circulación. El plusvalor parece nacer en la circulación porque los precios oscilan en el mercado. Para el capitalista individual la tasa de plusvalor depende tanto de la explotación del trabajo como de circunstancias del mercado y de la competencia. No solo de la relación entre capital y trabajo sino del entrelazamiento de ventas y compras. La forma de manifestación oculta la relación real de plusvalor y muestra su contrario; la forma de aparición de la ganancia oculta el trabajo como fuente real del plusvalor, lo hace aparecer como fruto por igual de todas las partes del capital.
La mistificación de la ganancia es continuación del fetichismo del capital, se borra el vínculo del excedente con el capital variable, con el trabajo. Desplaza el origen del plusvalor al capital. La forma de manifestación ganancia oculta e invisibiliza el origen real del plusvalor, desplazando su origen al capital y no al trabajo; en otros términos, la realidad producción de plusvalor a partir del trabajo ajeno no pagado se manifiesta de forma invertida como ganancia obtenida a partir del capital.
La mistificación no termina aquí. El proceso de valorización se oculta más debido a la constitución de una tasa media de ganancia generada por la competencia lo cual reafirma la idea de que la ganancia es un excedente por encima del precio de costo, sin mediación del trabajo; esto por qué la cuota media de ganancia se establece de forma externa a cada capital individual en un proceso social. Los precios de producción son el precio de costo más la cuota media lo que oculta el plustrabajo, el verdadero origen del excedente.
La forma consumada de mistificación es el capital que devenga interés. El dinero adquiere un valor de uso adicional: funcionar como capital. El dinero como capital se convierte en mercancía, el poseedor de una suma de dinero la transfiere a otro y le transfiere la capacidad de extraer un beneficio. El proceso de préstamo y devolución de dinero es mediado por transacciones jurídicas que ocurren antes o después del proceso productivo; parece que este movimiento es externo a la producción.
La mistificación continúa acentuándose. La ganancia se divide en ganancia del empresario e interés; para el capitalista productivo deudor el interés se contrapone a la ganancia que se ve como fruto propio del capital productivo. Al capitalista productivo le parece que su ganancia proviene de las actividades en el proceso de producción mientras que el interés es mero fruto de la propiedad del capital. Se disuelve la vinculación de la ganancia con el plusvalor y con el trabajo: se genera la apariencia de dos fuentes autónomas del valor sin relación con el trabajo.
La tercera mistificación es la renta del suelo. El plusvalor en el capitalismo se manifiesta también como renta del suelo como si fuera producto del suelo natural. La propiedad del suelo es un monopolio de una clase y se cede para su uso a quien lo necesita como un medio de producción y contrata asalariados que producen plusvalor y paga al terrateniente una suma de dinero fija que es una fracción de la ganancia.
La renta de la tierra es una forma absurda dado que un valor de uso no puede ser fuente de valor ni de plusvalor. Se atribuye la renta a la productividad de la tierra. La renta de la tierra se mistifica más aún cuando se disfraza bajo la forma de precio del suelo y del interés. La capitalización de la renta no puede explicar la renta, la capitalización supone la renta. La renta debe explicarse a partir de la producción capitalista, detrás de la forma irracional se encuentra una relación de producción efectiva.
Marx explica la necesidad de esta forma de aparición a partir de la producción de plusvalor propia de la producción capitalista y expone las dos caras de la relación: a) la figura de cómo la forma de manifestación oculta la relación efectiva y la hace aparecer como su contrario; b) en qué sentido la realidad efectiva se presenta invertida.