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Por el momento el activista Julian Assange no será extraditado a Estados Unidos. Los jueces del Tribunal Superior de Justicia de Inglaterra y Gales se pronunciaron este 26 de marzo, en lo que puede ser la última oportunidad del fundador de WikiLeaks de impedir esa medida, pero han decidido que puede recurrirla una vez más ante la justicia británica.
El tribunal británico dictaminó que Assange no puede ser extraditado a Estados Unidos por cargos de espionaje a menos que las autoridades estadunidenses garanticen que no será condenado a muerte, lo que supone una victoria parcial para el fundador de WikiLeaks en su larga batalla legal en torno a la publicación de documentos clasificados que desnudan las tropelías de EE.UU.
Los magistrados consideran que Assange tiene base jurídica sólida para recurrir su extradición en tres aspectos determinados que no dejan bien parado al sistema legal estadounidense. El Gobierno de Estados Unidos, dice el veredicto, debe asegurar que la libertad de expresión contemplada en la primera enmienda de su propia Constitución será protegida; que el editor australiano no recibirá un juicio injusto, con todas las garantías, por no tener nacionalidad estadounidense; y que no se acabará imponiendo la pena de muerte.
Assange sigue encerrado en una prisión de máxima seguridad a las afueras de Londres, a la espera de que se celebre un nuevo juicio, mientras tanto su entrega quedará paralizada.
Sin duda, ha sido importante el papel de los miles de activistas, gobiernos e instituciones que habían expresado su apoyo el editor australiano y reclamado su puesta en libertad.
En el libro ‘El poder secreto. Por qué quieren destruir a Julian Assange y WikiLeaks’, cuya edición española ha salido a luz hace pocos días y escrito por la periodista italiana Stefania Maurizi, se repasa todo el proceso contra el fundador de WikiLeaks y todas las artimañas utilizadas por los servicios de seguridad y judiciales de Suecia, Reino Unido y Estados Unidos.
Stefania Maurizi ha sido testigo y protagonista de todos estos acontecimientos trabajando con los archivos de WikiLeaks para sus investigaciones y publicaciones, a lo largo de diez años. Se ha reunido en numerosas ocasiones con Assange y ha seguido muy de cerca todo el procedimiento judicial. Un procedimiento que le tiene sin libertad desde hace 14 años sin sentencia judicial y con la amenaza de 175 años de prisión en Estados Unidos.
Como señala Maurizi en su obra, el caso WikiLeaks y Assange “decidirá el futuro del periodismo en nuestras democracias, y en cierta medida también en las dictaduras, ya que todos los gobiernos se sentirán aún más capacitados para reprimir la libertad de información si el ‘mundo libre occidental’ puede encarcelar a perpetuidad a un periodista que ha revelado la matanza de miles de civiles inocentes, un periodista que ha sacado a la luz torturas y brutales transgresiones de los derechos humanos”.