Aurea mediocritas

POR JULIO CÉSAR CARRIÓN CASTRO

“¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón!

¡Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón!

…Lo mismo un burro que un gran profesor…”.

– ‘Cambalache’, Enrique Santos Discépolo.

Es rigurosa esa estructura credencialista… esa afanosa búsqueda, esa competencia por la aceptación, el reconocimiento y la debida certificación, que lleva a muchos mediocres personajes, funcionarios y profesionales, a una desaforada persecución de títulos y acreditaciones para mejorar los ingresos laborales y la ‘imagen’ social, lo que les hace incluso incurrir en las formas más ridículas, y hasta abyectas, de servilismo y subalternidad, y a utilizar las más extrañas triquiñuelas y trampas, para simular una “sapiencia” que muchas veces natura les niega, pero que el sistema les reclama.

Como lo señala la sabiduría popular, si ayer se decía que había “burros cargados de plata”, para significar la ostentosa diferenciación social basada en las propiedades y el dinero, hoy se puede afirmar, sin temor a equivocarnos, que existen “burros cargados de diplomas”.

La antaño denominada “voluntad de conocimiento”, ha terminado fatalmente subordinada a la “voluntad del poder”, que lleva implícito la conversión de las universidades en simples “tituladeros”, tal como lo reclama el interés tecnocrático, o mejor, tecnofascista, que gobierna el mundo.