Banca al banquillo: la bestia de la inflación

POR OCTAVIO QUINTERO

La banca central, dirigida por unos tecnócratas que nadie ha elegido, investida de autonomía en la acentuación neoliberal, ha sido puesta por encima de los gobiernos de elección popular. En su rol, está haciendo con la inflación el papel de Sísifo, pero al revés: la fuerza de la gravedad empuja hacia abajo la roca; la fuerza del “libre mercado” empuja hacia arriba la inflación. Sísifo es un mito; la inflación es real: es el quid.

Los profesionales de la economía política cargan con este sino: primero, se devanan los sesos viendo a ver cómo diablos echan a andar el carro del desarrollo económico y social; para luego, ver cómo diablos lo frenan para bajar la inflación. En su alocada gestión, son los únicos profesionales que tienen patente de corso para experimentar, en vivo y el directo (como dicen los de la TV), con seres humanos.

Desde la crisis financiera global (2008-2009), pasando por la pandemia de coronavirus (2020-2022), a hoy, han estado muy ocupados, al vaivén de las circunstancias recesivas o inflacionarias, empujando y frenando el carro…

Por ejemplo, en una acción sin precedentes, en 2009, los bancos centrales se concertaron para bajar las tasas de interés y reactivar la economía global; lo mismo hicieron en el pico de la pandemia, debido al apagón económico; hoy, en una acción sin precedentes, también, están concertados subiendo las tasas para desactivar la economía y frenar la inflación.

Y no es error: resulta natural que la fuerza del “libre mercado”, bajo el influjo de monopolios y oligopolios que pululan especulando, mantenga arriba los precios, creando una falsa inflación de costos, la más frecuente. Lo que resulta capcioso es que, en primera instancia, sea cual sea el factor detonante de inflación, el control se ejerza sobre la demanda, congelando los salarios de los trabajadore(a)s, cabezas de familias pobres y vulnerables, y no sobre la oferta, controlando insumos y utilidades, por ejemplo, de la banca, que induce el traslado de los mayores costos financieros a los consumidores, en una especie de suerte lúdica “la lleva”, generando un sinfín inflacionario que circula y muta de la oferta a la demanda, y viceversa.

Ahora mismo, la banca central está parada en los frenos, elevando tanto las tasas de interés, que a poco está de meternos en una depresión económica global con tal de bajar la inflación a sus metas preestablecidas, hasta la siguiente curva inflacionaria, donde nuevamente haya que frenar.

No tiene agallas… Si para bajar la inflación tiene que someter a la humanidad entera al sufrimiento, que así sea.

Más de 100 países enfrentan hoy una crisis profunda de deuda pública… Esto no ha sucedido por su mal comportamiento. Esto ha sucedido debido a la financiarización implícita en el modelo de banca central que abiertamente perjudica el crecimiento del sector productivo cuando manipula las tasas de interés, como ahora… La impagable deuda pública que lleva al Sur global a la quiebra y al sufrimiento humano, se explica por el incremento de la tasa de interés, en medio de una apreciación inédita del dólar, y la consiguiente desaceleración de la economía global.

El 70 % de la deuda de los países emergentes, y el 85 % de los de bajos ingresos, está en dólares estadounidenses (FMI). Y el Banco Mundial agrega que estos países emergentes y pobres, desde el año 2000, tienen que destinar la mayor parte de sus ingresos por exportaciones a “honrar” su deuda pública, antes que a solucionar el hambre crónica de sus poblaciones.

El presidente Gustavo Petro, que trata de sacar a Colombia de esa trampa, acaba de presentar una adición presupuestal reforzando el gasto social del país, que en sus estadísticas oficiales confiesa un nivel de pobreza cercano al 40 % de la población, y una informalidad laboral que bordea el 60 %… Y la gran preocupación de las élites es, si está respetando la regla fiscal, otro invento neoliberal que obliga constitucionalmente a asegurar primero el pago de la deuda pública, antes de asignar el resto de las partidas presupuestales.

La banca central, cuya máxima fundamental es “preservar la salud del sector financiero” es, también, la punta de lanza que embosca a la banca privada dentro del Estado… Y la salud del sector se mide, no por el beneficio que preste al sector real de la economía y a los clientes, en general, sino por las utilidades, derivadas, en alta proporción, entre 70 y 80 %, de sus tasas de interés. Por ejemplo, la salud de la banca colombiana está top-top: sus utilidades no dejaron de crecer, aun en plena pandemia, en escalas de billones de pesos, jalonadas por la tasa de interés corriente que, en enero del 2010, para dar una idea, tenían un techo del 22.21, y en el mismo mes del presente año, suben al 45,27 %, un +203,8 % en 12 años (¡UFF!); un techo que es superior, 355 %, al tipo de referencia del Banco de la República, 12,75 %, de por sí, uno de los más altos del mundo, acelerado en el último año para bajar la inflación: ¡háganme el favor! ¿Bajar la inflación así, con estos intereses? No queda más que marchitar la demanda, hasta el hambre de los más pobres y vulnerables, como está hoy la mitad, o más, de la población en Colombia.

El poder de la banca central y, por ende de la banca privada, se percibe en el propio ruego que hace el presidente Petro para que bajen, a voluntad, la tasa de interés, “antes de que la gente no tenga capacidad de pagar los créditos”… El Gobierno pudiera usar las facultades legales prescritas en las Constitución Política (CP), para bajarlas por decreto… “El Presidente de la República ejercerá la inspección, vigilancia y control del Banco (emisor) en los términos que señale la ley” (art. 372 CP). Pareciera que no quiere tocar esa culebra… Bastante tiene con el alborotado serpentario que viene atacando sus reformas de salud, trabajo y pensiones.

Y no es solo Petro. En el mismo plan de lucha contra la inflación, avivada por el sistema financiero, anda el presidente López Obrador, de México. Hace un par de días reveló, en sus mañaneras (conferencia de prensa diaria) que anda haciendo lobby entre Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, Venezuela y Honduras para llevar a cabo un plan antiinflacionario de ayuda mutua“Un solo país no puede luchar contra la inflación”, dijo.

El mandatario de México, Andrés Manuel López Obrador, anuncia un plan contra la inflación en América Latina.

A propósito, la economista más influyente del momento, Mariana Mazzucato, aboga, en su más reciente libro, The Big Con, reseñado por Cronicón, por dejar de ver al Estado como un mero salvador y eliminador de riesgos del mercado, y reconocerlo como “un actor económico fundamental”.

Eso es así… La trampa neoliberal, en la que está atrapado el mundo actual, es hacer ver al Estado, a ojos de la opinión pública, como inepto y corrupto para dirigir y orientar la economía, mientras la oligarquía, apoderada de ese mismo Estado, usa su poder como látigo contra los más pobres y vulnerables, y zanahoria para los más ricos y afortunados. A eso le llaman “eficiencia” y “transparencia”: ¡Tienen coraje!

Fin de folio.- La estrategia macabra de la guerra Rusia-Ucrania, es silenciar las pérdidas humanas, cada cual por su lado, para evitar la estadística del horror sobre la verdad de la muerte.

@oquinteroefe

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