
POR ARMANDO PALAU ALDANA
Uno de los más importantes indicadores de vida es la biodiversidad, que comprende la diversidad biológica dentro de cada especie de las plantas, los animales, las bacterias y los hongos, elementos que interactúan complejamente en la fas y los confines de la Tierra, proporcionando equilibrio global de los ecosistemas para la sobrevivencia humana.
La Pachamama nos proporciona a través de la diversidad biológica agua saludable, aire puro, alimentos nutritivos y defensas contra el cambio climático por intermedio de sumideros de carbono que absorben más de la mitad de las emisiones de carbono y permite a través de sus bosques que más de mil millones de personas subsistan de ellos directamente.
Esta biodiversidad alberga todos los tipos de vida en nuestra nave cósmica, proporciona más de la mitad del Producto Interior Bruto, pero el aprovechamiento financiero de este se concentra en el 1 % de la población mundial que controla el 46% de la riqueza y en Colombia el 37 % de la riqueza lo concentra el 1 % de su población.
En el Valle del Cauca, el 75 % del área de los cultivos agroindustriales lo ocupa la caña de azúcar, utilizando glifosato, un herbicida madurante de la caña, sustancia altamente riesgosa para la salud humana y clasificada como probablemente cancerígena por la Organización Mundial de la Salud, causando abortos espontáneos, enfermedades respiratorias y dermatológicas. Un organoclorado que destruye nuestra biodiversidad.
Nuestra Universidad Nacional (2024) nos precisa que, el mito de país biodiverso no se puede usar para ignorar la gravedad de las amenazas que sufre el patrimonio natural, evidentes en la pérdida tanto de manglares como de recurso hídrico y en el aumento de la deforestación.
El Instituto Humboldt (2020), nos dice que, por cuenta de actividades humanas como la ampliación de la frontera agrícola, cambio de usos de la tierra y el cambio climático, de los 96 tipos de ecosistemas con los que cuenta Colombia, casi la mitad se encuentra en alto riesgo, algunos en estado crítico y de peligro.

Esto para advertir del enverdecimiento de los contaminadores a través del lavado verde como estrategia de marketing de empresas para crear una imagen de respeto por el medio ambiente que no corresponde a sus prácticas reales, “greenwashing” que promueven los gamonales electorales en sus anunciadas y pomposas charlatanerías sobre la biodiversidad.
Mientras deambula el espectáculo agenciado por los gobernantes de turno, de las especies endémicas que hacen parte de los grupos biológicos con especies únicas de Colombia para el mundo (plantas, anfibios, orquídeas, mariposas, peces de agua dulce, reptiles, aves, palmas y mamíferos), se estima que cerca de 1200 especies están amenazadas en el país según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (2014).
No más mentiras, despertemos y aterricemos con acción antes de nuestra propia eliminación, como nos dice Yira Yira (Discépolo, 1930): “Verás que todo es mentira, / verás que nada es amor, / que al mundo nada le importa… / ¡Yira!… ¡Yira!… / Aunque te quiebre la vida, / aunque te muerda un dolor, / no esperes nunca una ayuda, / ni una mano, ni un favor”.