Colombia e Israel: desamor y romance

POR LUIS EDUARDO MARTÍNEZ ARROYO

Algunas breves notas nos puedan explicar quizás la fraternidad entre los gobiernos sionistas y las altas esferas del empresariado, la política, el Ejército y la Policía, y los “eruditos especialistas” en el análisis de las relaciones internacionales del país colombiano.

Cuando la persecución nazi se extremó contra los judíos alemanes, éstos emprendieron un éxodo numeroso que vino a tener sus manifestaciones en algunos países suramericanos, como Argentina. Colombia fue poca receptora de esta comunidad en tales circunstancias, tal vez por el antisemitismo manifiesto de Luis López de Mesa, quien en 1938 oficiaba como canciller del Gobierno Santos (Eduardo).

Después de que el Holocausto se convirtió en una industria (hay un libro de Norman Finkelstein, un intelectual judío, que se titula ‘La industria del Holocausto’) e Israel se transformó en el cocoroyó de EE.UU. y Europa, mediante las exitosas guerras contra los países árabes, muchos países asumieron el dicho: “todos somos Israel”.

Colombia fue uno de ellos y bien que le ha ido. Entrambos Estados se han tejido fuertes lazos en materia militar, tecnológica, médica, inclusive existe un TLC. Israel y Colombia son dos pechichones aliados de EE.UU. en asuntos de defensa y por eso ocupan junto con Egipto lugares de privilegio en estos asuntos en el corazón de los gringos.

El desaire de finales de los treinta del canciller López de Mesa ha sido compensado con creces en los más contemporáneos gobiernos. Israel ha mandado, no se sabe si con autorización oficial, a unos cuadros militares expertos en la contrainsurgencia como Yair Klein que entrenó a paramilitares durante el gobierno Barco Vargas (1986-1990) para que exterminaran a las guerrillas colombianas, pero he aquí que ejecutaron un genocidio político en las humanidades de miles de militantes de la Unión Patriótica (UP) y otros movimientos políticos opositores.

Klein manifestó que para el logro de su misión tuvo la valiosa colaboración del Ejército colombiano y otras instituciones estatales y de haber recibido ayuda financiera de alguien poderoso que con el tiempo se convertiría en gobernante del país.

El mercenario israelí Yair Klein ampliamente conocido en Colombia por entrenar a grupos paramilitares a finales del siglo pasado.

“No digo el nombre porque ustedes saben perfectamente quién es. Fue uno de los hacendados de la zona, que pagó como todos los hacendados para que yo pudiera hacer en ese momento los entrenamientos”, terminó manifestando el instructor de criminales Klein.

Otro aporte sionista a la institucionalidad nacional colombiana fue la presencia de Rafi Eitan en Colombia durante el Gobierno Barco Vargas, sufragada al parecer con fondos de Ecopetrol. El espécimen israelí del espionaje había sido vital en la captura en Argentina del criminal de guerra Adolf Eichmann; y sus servicios para la protección del presidente colombiano fueron solicitados mucho tiempo después por el mismo Barco que habría desechado los de las autoridades gringas. El periodista Alberto Donadío en un extenso relato en El Espectador (11-01-2021) entrega algunas pistas sobre el paso del personaje por el país, aunque no deja claras sus motivaciones, resultados, etc.

El espía israelí Rafi Eitan contratado durante el Gobierno Barco Vargas contribuyó con su asesoría al criminal genocidio de la Unión Patriótica.

El caso-escándalo Pegassus, como se ve, no es un rayo en cielo sereno. Es la prosecución de una continua y permanente alianza permeada de legalidad y su contraria al mismo tiempo. Es quizás esa la razón para que la mass mediática nacional haya casi que guardado sepulcral silencio ante un hecho de tanta gravedad como el que ha denunciado el mismo presidente Petro. Contrario a lo que expresó cuando el gobernante colombiano decidió romper relaciones diplomáticas con Israel por el genocidio que comete éste contra los palestinos de Gaza.

Unos editoriales de la gran prensa que interroguen acerca de los orígenes de los dineros con los que se cerró la ilícita operación; los funcionarios de alto, medio y bajo rango que intervinieron en ella; las víctimas de la misma; que se le indague a Duque qué sabe del entuerto, nada mal caerían en la ciudadanía que ya está asqueada de tanta oposición pútrida del llamado cuarto poder.