POR DAVID GONZÁLEZ /
Mientras los ganaderos ven oportunidades tras la luz verde a las exportaciones a China, el país debe afrontar problemas de trazabilidad, deforestación y ganadería ilegal.
A finales de octubre, el presidente Gustavo Petro viajó a Beijing para firmar 12 instrumentos de cooperación con el mandatario chino Xi Jinping, entre ellos un protocolo comercial que allana el camino para las exportaciones de carne vacuna colombiana a China.
Según expertos, las exportaciones de carne bovina del país a China podrían alcanzar más de 100.000 toneladas anuales en 2025, más del doble de las 45.000 toneladas que exportó en total en 2022.
Esta noticia ha sido motivo de celebración por parte de los gremios ganaderos. Sin embargo, también ha alertado a organizaciones y ambientalistas, quienes temen que un incremento de las exportaciones pueda empujar a más deforestación para ampliar la producción. Teniendo en cuenta que en las últimas tres décadas se han perdido más de 3 millones de hectáreas en la Amazonía colombiana solo por ganadería, no es una preocupación gratuita.
El acuerdo Colombia-China
Hace una década, Colombia comenzó un lento proceso para priorizar la exportación de carne bovina a China. Mario Valencia, director de Asuntos Internacionales del Ministerio de Agricultura, dijo que esto tomó mucho tiempo debido a la necesidad de cumplir con los requisitos sanitarios, como el de ser un país libre de fiebre aftosa por vacunación, una enfermedad infecciosa que afecta al ganado.
Sin embargo, un mes antes de la visita de Petro, la Ministra de Agricultura Jhenifer Mojica estuvo en China tratando de acelerar el proceso, permitiendo la aprobación del protocolo de admisibilidad al ser declarado un país libre de enfermedades en su ganado bovino.
Con la firma definitiva del protocolo, Valencia afirmó que Colombia podría llegar algún día a exportar 250.000 toneladas anuales de carne vacuna, lo que podría generar unos ingresos de “alrededor de mil millones de dólares”. Según Fedegan, el principal gremio ganadero de Colombia, llegará el primer contenedor de carne colombiana al mercado chino a inicios de 2024.
Juan Fernando Roa, gerente general del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), que se encarga de la supervisión sanitaria de la actividad ganadera, explica que el mayor reto del acuerdo fueron los requisitos sanitarios. Colombia tuvo en 2018 un brote de aftosa que le cerró las puertas de exportación en varios países, solo hasta el 2020 la coyuntura fue superada.
“Logramos recuperar ese estatus sanitario de país libre de aftosa con vacunación en el año 2020 y a partir de eso retomamos la negociación del protocolo con China”, explica.
Pero son muchas las preguntas sobre cómo Colombia puede cumplir con exportar el triple de la cantidad de carne actual en un período tan corto de tiempo, sin destruir su biodiversidad o impactar la deforestación.
Preocupaciones ambientales
Cesar Molinares es un periodista que trabajó en un equipo que puso la lupa sobre la opacidad de la ganadería en Colombia y su relación con la deforestación. Publicaron, a través de la red de medios Liga contra el Silencio, el reportaje “Carne sin deforestación, un largo trecho entre el mercado y la realidad”.
Molinares afirmó que los mecanismos de control de la procedencia del ganado en Colombia son frágiles y que la trazabilidad en la industria ganadera colombiana es un problema.
En su investigación, denuncia que existe una cadena de intermediarios que complica la identificación de la fuente original del ganado. Ellos compran ganado criado ilegalmente en zonas protegidas como la selva amazónica y lo venden, pasando por varias manos, hasta llegar a centros de acopio certificados en zonas permitidas. Existen tantos eslabones en esta cadena que se pierde el rastro de su origen.
Molinares también señala que entre 2014 y 2021, más de 110.000 cabezas de ganado han procedido de zonas cercanas a parques naturales nacionales y regionales de la Amazonía colombiana. Según el investigador, esto quebranta la ecología de reserva que protege la selva más importante del planeta.
El periodista agrega además que las empresas no tienen mayores certificados o sellos verdes confiables que garanticen que el ganado no proviene de lugares protegidos como las selvas de la Amazonía o los Parques Nacionales. Apenas el gobierno está implementando el Sello Ambiental Colombiano (SAC) que establece criterios de ganadería sostenible.
Este sello representa una distinción ecológica conferida a la ganadería sostenible bovina y bufalina en Colombia. Se concede a través de organismos de certificación respaldados por el Organismo Nacional de Acreditación de Colombia (ONAC) y la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA), con una validez de tres años. Durante este periodo, se llevan a cabo seguimientos regulares para evaluar el cumplimiento y fomentar la adopción de mejores prácticas. Sin embargo hay dudas sobre la verificación por parte de terceros del proceso del sello al documentar la trazabilidad del ganado.
“Nosotros les pedimos a los supermercados: si ustedes están diciendo que este sello es verde, déjenos ver de dónde viene su ganado”, cuenta el periodista. Ante ello, le respondieron que era “información reservada”.
¿Qué dicen los ganaderos?
Ante el tema de trazabilidad del origen del ganado que se exporta en Colombia, Fedegán reconoce el problema, pero dice estar trabajando para solucionarlo y buscar alternativas.
Fedegán admite que la trazabilidad es una asignatura pendiente, pero hay avances: “hemos logrado mejorar el sistema de trazabilidad (con la implementación del SAC). Aspiramos a que en el curso de los próximos meses el país pueda tener plena certeza de la procedencia de la carne”, sostiene uno de sus voceros.
El ganadero confía en el buen desarrollo del SAC. “Es un sello de calidad que vamos a tratar de imponer en mercados de muy buenos precios, pero en el entretanto el único elemento que le garantiza a un consumidor o a un país que compre carne es que haya un sistema de monitoreo de trazabilidad suficientemente riguroso para que no haya duda con respecto al origen”.
Minerva Foods, una de las principales empresas en América Latina que exporta ganado a más de 100 países, con producción en Brasil, Paraguay, Argentina, Uruguay, y Colombia, dijo que son conscientes de los grandes retos del sector y afirman que “la industria está apuntando a cumplir compromisos de sostenibilidad”. Ellos, por ejemplo, quieren alcanzar la neutralidad de carbono al 2035.
“Como parte de estas metas, nos comprometimos a monitorear al 100 % de nuestros proveedores directos en todos los países donde operamos en Sudamérica. En el caso de Colombia, logramos la totalidad del monitoreo de proveedores directos en julio de 2023”, respondió Minerva.
Respuesta oficial
Roa, Gerente General del ICA, reconoce que existen vacíos en el control de la trazabilidad, pero afirma que están trabajando en medidas para supervisar la ganadería en áreas protegidas y en la integración de los sistemas de información. “Así podremos integrar no solo elementos de tipo ambiental, sino principalmente los de tipo sanitario, que son la base de este modelo de trazabilidad. Estos aspectos se incorporarán en los próximos meses”.
Valencia, del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, respalda el acuerdo con China y sostiene que esperan lograr una transición hacia una ganadería sostenible. Agrega que el gobierno se ha comprometido con acuerdos internacionales para preservar el medioambiente: “nadie pensaría que seremos exitosos en el comercio internacional y en nuestras relaciones internacionales si mantenemos prácticas contaminantes o que contribuyan a la deforestación a lo largo del tiempo”.
A pesar de ello, el acuerdo comercial con China no contempla cambios significativos en los mecanismos de trazabilidad de la procedencia del ganado colombiano, sino que se enfoca principalmente en exigencias de índole sanitaria, según confirmó Valencia.
Prohibición o alternativas
Los ambientalistas en Colombia se debaten entre la postura de limitar por completo la actividad de la ganadería extensiva para evitar la deforestación o buscar otras alternativas que protejan el medioambiente.
El profesor Gabriel Tobón, de la Facultad de Estudios Ambientales de la Universidad Javeriana, afirma que la ganadería en la Amazonía colombiana no es sostenible y que se necesitan estrategias de reconversión productiva, en lugar de expandirla. “El tope de suelos que deberíamos utilizar en sistemas ganaderos es de 19 millones de hectáreas y estamos utilizando aproximadamente 40 millones de hectáreas”, explica.
Tobón señala que el Ministerio de Ambiente reconoce que los suelos de la Amazonía no son aptos para la ganadería y que esa actividad está directamente relacionada con la deforestación. Preocupado por este nuevo acuerdo, reconoce que una estrategia efectiva para controlar la deforestación en la Amazonía colombiana implica limitar la expansión de la ganadería en la región. “Los suelos amazónicos no son aptos para sistemas ganaderos, sino que su vocación principal es la conservación”, sentenció el profesor, que además añade que “la extensión de la ganadería en la Amazonía a menudo conlleva a la apropiación de tierras por parte de poderosos grupos económicos”.
Para abordar este desafío, el profesor plantea dos estrategias fundamentales: la participación de las comunidades locales, en particular las autoridades indígenas, y la regulación por parte de entidades como el ICA.
Por su parte el profesor Carlos Barreto, director de la licenciatura de Ciencias Naturales de la Universidad de la Sabana, explica que la transformación de áreas boscosas en pastizales de pastoreo para el ganado a menudo conlleva la sobreutilización de fertilizantes y pesticidas, lo que contamina cuerpos de agua cercanos y afecta negativamente la biodiversidad. Esto además afecta a las comunidades rurales que dependen de su diversidad y fertilidad.
Sin embargo, cree que existen alternativas sostenibles que permiten la coexistencia de la ganadería con la conservación. Una práctica ancestral es el pastoreo rotacional, donde se divide el área en secciones más pequeñas para que el ganado rote entre ellas, permitiendo que los pastos descansen y se recuperen, lo que reduce la erosión del suelo.
Ante el desafío que implica el nuevo acuerdo con China, surge la encrucijada entre una ganadería que incremente los problemas de deforestación o una que exista en armonía con la preservación del territorio. Una meta que con esfuerzos conjuntos podría allanar el camino hacia un equilibrio sostenible en un país que adquirió importantes compromisos internacionales sobre el cuidado del ambiente y se ha erigido en una voz destacada en la escena medioambiental mundial.