POR NICHOLAS DALE /
El 22 de febrero de 2022, hace exactamente un año, el centro de Bogotá se despertaba después de una celebración teñida del verde del movimiento feminista y simpatizantes. El día anterior, 21 de febrero de 2022, Colombia se había ubicado a la vanguardia internacional en cuestión de derechos reproductivos, tras el fallo de la Corte Constitucional que despenalizaba el aborto hasta la semana 24 de gestación, por cinco votos a favor y cuatro en contra. Otros países de la región, como Argentina o México, también habían rescatado la interrupción del embarazo del estigma y condena para convertirlo en un derecho recientemente, pero no tan ampliamente como lo acababa de hacer Colombia, que se igualaba con la legislación de Reino Unido o los Países Bajos.
A un año de ese fallo histórico no se han cumplido las profecías de quienes desde una posición retardataria y ultramontana rechazaron la decisión. Las mujeres no salieron corriendo en masa a abortar, no empezaron a usar el aborto como método anticonceptivo, ni esperaron hasta la semana 24 para hacerlo. Los pocos datos disponibles hasta ahora indican que la cifra de mujeres que han accedido al aborto en los últimos 12 meses es similar a la del año anterior, el 93% de ellas en las primeras 12 semanas de gestación. Lo que sí ha cambiado es que ha aumentado el porcentaje que lo han buscado a través de su EPS y no por un servicio clandestino.
El hito que ha cumplido un año fue la más grande conquista de un movimiento feminista que ha luchado por ello durante décadas en Colombia. En efecto, la despenalización del aborto en Colombia es la historia de lucha de miles de mujeres. Es también la historia de la transformación de una sociedad. De una en la que, en la segunda mitad del siglo pasado, la iglesia católica todavía tenía un poder enorme, social y político, y en la que, cuando el debate del aborto hacía sus primeras apariciones en la conversación pública, sus oponentes traían consigo un tarro con un feto conservado en formol; a otra sociedad en la que el aborto no es un tema religioso o moral, sino de dignidad y libertad.
El cambio formal se logró gracias a los aprendizajes de años. Después de al menos siete intentos fallidos de empujar hacia una nueva legislación a través de un Congreso poco interesado en tocar el tema por los posibles efectos electorales de hacerlo, el movimiento logró una primera victoria judicial en 2006. Lideradas por la abogada Mónica Roa, lograron que la Corte Constitucional despenalizara el aborto en tres casos: cuando la vida o la salud (física o mental) de la mujer está en peligro; cuando el embarazo es resultado de violación o incesto; o cuando una malformación fetal hace inviable la vida fuera del útero. Para la despenalización en 2022 repitieron la fórmula del litigio estratégico y funcionó igual.
Durante este año, el nuevo Gobierno de Gustavo Petro ha cumplido con su obligación de formular un marco regulatorio integral. La Resolución 051 del 12 de enero de 2023 del Ministerio de Salud da directrices concretas sobre cómo debe brindarse este servicio y refuerza la certidumbre que ya daba la sentencia.
Ahora, las mujeres colombianas están más cerca que nunca de disfrutar las garantías que les otorga la Constitución: “Solo cuando se logren remover los obstáculos institucionales y culturales para tener plena educación sexual, acceso a anticonceptivos, protección frente a la violencia sexual, aborto libre, digno y responsable y practicado lo antes posible, servicios de maternidad segura, y justicia para los abortos forzados, podremos promover ciudadanías libres y responsables, y familias con relaciones sanas que construyan país, desarrollo y bienestar”. Pero todavía queda mucha lucha por la igualdad de género, y no solo en derechos sexuales y reproductivos.
El País, España.
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