POR INNA AFINOGENOVA
A pocos días de la Cumbre de la Celac que tuvo lugar en Buenos Aires este 24 de enero, donde se sentaron las bases para la creación de una moneda común, se realizó otro encuentro más al norte, mucho más al norte. El think tank de la OTAN Atlantic Council organizó una charla en el marco de toda una serie de ponencias que realizan con altos cargos militares estadounidenses, y en esa reciente edición convocó a la jefa del Comando Sur de EE.UU., Laura Richardson.
Porque la mujer tiene una particularidad: la de hablar sin demasiado filtro. No sé si es el excepcionalismo estadounidense o qué, pero no solo llama a las cosas por su nombre, sino que luego ofrece toda una hoja de ruta a seguir para su país.
Y en esta convocatoria, nos iluminó con más de una hora de reflexiones sobre América Latina y sobre sus recursos naturales:
¿Por qué esa región es importante? Con todos sus ricos recursos y elementos de tierras raras. Tienes el triángulo de litio que es necesario para la tecnología. El 60 % del litio del mundo está en el triángulo del litio: Argentina, Bolivia, Chile. Tienes las reservas de petróleo más grandes, crudo ligero y dulce descubierto en Guyana hace más o menos un año. También tienes los recursos de Venezuela, con petróleo, cobre, oro. China recibe el 36 % de su comida de esa región. Tenemos el Amazonas, el pulmón del mundo. Tenemos el 31 % del agua dulce del mundo en esa región también. Es algo fuera de lo común.
Un discurso halagador, si no fuera porque, de vez en cuando, se le escapa el inquietante “we have”: tenemos. ¿Quién tiene el Amazonas y el 31 % del agua dulce del mundo? We: nosotros. Puede ser que se trate de un mero recurso explicativo para decir que “allí hay”, igual que se usa a veces en español.
En el año 2022 el precio del litio se incrementó en un 400%, y de ese nivel no baja. Efectivamente, las reservas más grandes de litio del mundo las tiene Bolivia, con más de 21 millones de toneladas, Argentina, con más de 19 millones y Chile, con algo menos de diez millones de toneladas. Súmale México y Perú y tienes tres millones adicionales.
Laura Richardson lo sabe mejor que nosotros, por eso lo convierte directamente en un asunto de seguridad nacional para EE.UU.: “Tenemos mucho que hacer. Esta región importa, tiene mucho que ver con la seguridad nacional y tenemos que mejorar nuestra estrategia”.
La respuesta no se hizo esperar a esas declaraciones. Luego de que se volviera viral la charla, Evo Morales, expresidente de Bolivia, ese país que tiene las mayores reservas de litio concentradas en el salar de Uyuni, escribió en su cuenta de Twitter un recordatorio para la Jefa del Comando Sur en el sentido de que “América Latina no es patio trasero ni su hacienda para explotar recursos naturales. Ante la nueva amenaza intervencionista yanqui, reiteramos que los pueblos libres de la Patria Grande defenderán su soberanía”.
Y realmente uno lo podría tomar con pinzas, decir que es una mera excusa, pero el caso es que en 2020 un usuario de Twitter se lo reprochó al propio Elon Musk, cuya empresa Tesla sería de las principales beneficiarias de un acceso privilegiado a los salares, por razones obvias. Bueno, el caso es que Elon Musk respondió en aquel momento que EE.UU. haría golpes de Estado donde le diera la gana, básicamente.
Está claro que la fijación que tiene EE.UU. con los recursos de Latinoamérica no surge ahora de la charla de Atlantic Council, por lo tanto tampoco nos debería sorprender. Lo que nos sorprende es, tal vez, la transparencia con la que lo hablan. De hecho, Laura Richardson ya se refirió a los ricos recursos de Latinoamérica meses antes, en julio, en una charla en Miami. Casi con las mismas palabras:
“Esta región es tan rica en recursos, elementos de tierras raras, el litio, el triángulo del litio está en la región. Hay muchas cosas que esa región tiene que ofrecer. Necesitamos una estrategia. No podemos estar por aquí y por allá. Tenemos una serie de elecciones importantes que se vienen o que acaban de celebrarse y tenemos que continuar estando pendientes de esta región”.
Tanto en esa ponencia veraniega en Miami como en la reciente, habló también de los principales adversarios de EE.UU. en la región: Rusia y China. A China se refiere directamente como un actor maligno.
Y obviamente mencionó a Rusia, esa piedra en el zapato que tienen en Cuba, Venezuela y Nicaragua. Hay un detalle interesante en toda esa charla que quiero destacar y del que habría que estar pendientes:
“Si hablo de nuestro adversario número dos en la región, Rusia, me refiero, obviamente, a las relaciones de Cuba, Venezuela, Nicaragua, hay otros seis países, en total, son nueve países que tienen armamento ruso, y estamos trabajando en sustituir ese armamento ruso por uno estadounidense, en aquellos países que quieran donar el suyo a Ucrania”.
Atención, “estamos trabajando en sustituir el equipamiento militar ruso por el estadounidense en aquellos países dispuestos a donar el suyo a Ucrania”.
Ecuador, Colombia, Brasil, México, pero el que más arsenal ruso tiene a su disposición es Perú, sumido desde hace más de un mes en un absoluto caos institucional, unas protestas que se saldaron ya con más de 60 muertos y una presidenta que se niega a atender a las demandas de los manifestantes.
El Jefe del Estado Mayor Conjunto de EE.UU., Mark Milley, veterano de Irak y Afganistán, que en 2021, durante la toma de posesión de Laura Richardson como Jefa del Comando Sur dijo que el hemisferio occidental “nos pertenece a nosotros y a nadie más, y estamos hombro con hombro en esa causa común para protegerlo de cualquier amenaza internacional”.
En este sentido, cualquier iniciativa integradora surgida desde América Latina no solo es una buena noticia, sino que es una noticia necesaria. América Latina necesita de América Latina para prosperar: necesita más soberanía, más respeto y más cooperación regional. Una integración latinoamericana de verdad, sin hermanos mayores por el medio, comoquiera que se llamen, ya sea EE.UU., China o Rusia.
Latinoamérica tiene que ser dueña de su propio destino sin que nadie le guíe por intereses ajenos a la región, que no tienen por qué coincidir, y no suelen hacerlo, con los de los pueblos latinoamericanos, como tantas veces se ha demostrado durante la historia. Por eso cualquier paso hacia la integración sin interferencias externas debería de ser bienvenido.
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