POR LUIS EDUARDO MARTÍNEZ ARROYO
El gobierno de USA ha llevado a rastras al agente diplomático del gobierno venezolano, hacia su territorio, Álex Saab, en un claro acto de piratería internacional, como ya es usual en las mejores tradiciones de la diplomacia filibustera que nació hace ya más de dos siglos en el faro de la democracia mayor del planeta.
Tío Sam ha esgrimido serios argumentos para justificar la nueva presea dorada, siendo uno de ellos el de que Saab utilizó dineros del estado venezolano para su provecho y del gobierno de Maduro, en desmedro de millones de venezolanos que por eso sufren problemas de alimentación, salud y demás derechos básicos de los ciudadanos. Y como la política social monita no admite miserias en toalabolitelmundo, verbigracia, los millones que hambrean en las calles de sus principales urbes, había que castigar tan inhumana conducta.
Otra parece ser la razón que desveló a los incurables filántropos que son los hacedores de la política exterior de ese país. Las relaciones comerciales que el empresario ñero-venezolano ha construido en el globo (literalmente) le permitieron establecer nexos con otros gobiernos que suministraron productos al bolivariano para ayudar a contrarrestar el bloqueo humanitario norteamericano y eso, como era de esperarse, disgustó al que quería matar de hambre a los patriotas. Conducta punible ante la que la impunidad no cabe. Si Maduro caía era por su incompetencia y la de la izquierda.
Otro argumento contundente contra Saab es el presunto lavado de activos, proveniente del dinero que birló a los venezolanos, y del narcotráfico originario del paraíso del mismo que es Venezuela, aunque sea Colombia la mayor productora de cocaína y USA el mayor consumidor de ella y principal beneficiario del negocio. ¿Les dice algo el affaire HSBC?
Pero en gracia de discusión admitamos la bonhomía de la cruzada moralizante y justiciera norteña y entreguémosle munición para que despliegue, no sólo sus desplegadas bases militares levantadas en el período soberanista de nuestra historia republicana, sus agentes en la búsqueda de los defraudadores del fisco patrio por los casos Reficar y Odebrecht. El primero sirvió para que se triplicaran los costos del montaje de la refinería de tres mil y tantos millones de dólares a nueve mil, y el segundo para financiar las campañas presidenciales de JMS y Zuluaga, y entregar a dedo contratos al hombre más rico de Colombia. Sin que la justicia penal haya dicho: “esta boca es mía”, respecto de los peces gordos del entramado criminal.
Así que si USA insiste en ser un organismo de justicia subsidiaria internacional, en estos lares y en los suyos le tenemos trabajo.
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