POR DIEGO OTERO PRADA /
Resumen ejecutivo
No hay que caer en la histeria contra el déficit fiscal y el endeudamiento público que son dos de los mitos que venden los economistas ortodoxos, y que economistas supuestamente progresistas caen también. La discusión se convierte en unos, en bajar el gasto, y para los otros en aumentar los impuestos, con el objetivo de reducir el déficit fiscal.
La nueva corriente económica la Teoría Monetaria Moderna está en contra de estos dos mitos. Defiende el déficit fiscal como instrumento para crear empleo y controlar la inflación. Defiende la emisión monetaria y el endeudamiento por bonos del gobierno para que el gasto público se haga una realidad, todo con el objetivo de llegar al pleno empleo.
Más que una renta básica propone un Plan de Empleo financiado por el gobierno, con un manejo descentralizado, a un salario por lo menos igual al mínimo, para realizar tareas útiles para la comunidad.
Hoy no se necesita una reforma tributaria, a menos para cumplir los propósitos de acabar con la injusticia tributaria, no porque haya que reducir el déficit fiscal. Crecer es lo mejor para mejorar la situación fiscal y el endeudamiento público.
Colombia, un país dominado por la ortodoxia neoliberal
En estos días en Colombia los halcones de la ortodoxia viven asustando a la población y a los políticos sobre lo terrible del déficit fiscal y del endeudamiento público. Presentan panoramas apocalípticos, igual que los halcones del encierro, para supuestamente superar la pandemia del Covid-19.
Ambos grupos utilizan el pánico, el miedo, para que se acepten sus prescripciones de austeridad, de acabar con la clase media y favorecer a los ricos, o sus medidas de acuartelamientos generalizados y estrictos, toques de queda, picos por cédula y cuanta idea se les ocurra a nuestros autoritarios gobernantes. Unos utilizan la DIAN (el organismo rector del cobro de impuestos) y otros la Policía.
Colombia es el único país del mundo donde un gobierno está planteando hacer una reforma tributaria que va contra todo sentido común en una época de recesión. En algunos países se han introducido leyes muy precisas, por ejemplo, en Nueva Zelandia y Argentina, pero para aumentar los impuestos a los ricos y las corporaciones.
Colombia es el país del mundo, hoy, donde el neoliberalismo está muy firmemente arraigado en el gobierno, los gremios, los medios de comunicación y las escuelas de economía, salvo excepciones honrosas.
Pero, la discusión debe ir más allá. Lo que hay que derrotar es la idea de considerar el déficit fiscal como un demonio a derrotar, lo mismo que el endeudamiento público. Y, similarmente, hay que analizar el déficit comercial o de la cuenta corriente. La ortodoxia nos ha encerrado en mitos que perjudican llegar a una economía de pleno empleo con baja inflación.
Desde Keynes, la política fiscal se ha considerado el instrumento más importante para mover la economía, más que la política monetaria, para una economía capitalista de producción. Así, el déficit fiscal es el instrumento ideal, contrario a la ortodoxia.
La Teoría Monetaria Moderna
En estos años ha venido desarrollándose lo que se llama la Teoría Monetaria Moderna, (Modern Monetary Theory-MMT por sus siglas en inglés), una alternativa al paradigma neoliberal y ortodoxo, que debe mucho a Keynes, apoyada por buena parte de los economistas post keynesianos, que ataca el mito del déficit fiscal.
Entre los precursores de esta teoría se tienen a John Maynard Keynes, John Kenneth Galbraith, Abba Lerner, Alfred Mitchell Innes, Georg Friedrich Knapp y Wynne Goodley.
Miembros representativos en la actualidad son Bill Mitchell, Hyman Minsky, Randall Wray, Martin Watts, James Kenneth Galbraith, Stephanie Kelton, Mathew Forstater, Michael Hudson, Malcolm Mitchell, Steven Hall, Warren Mosler, Pavlina R.Tcherneva y Scott Fullwiler, entre otros.
La literatura ya es bastante abundante sobre este nuevo paradigma. Uno de los más fervientes defensores es la profesora Stephanie Kelton, que fue asesora de los demócratas en el Congreso de los Estados Unidos, donde estos como los republicanos estaban infectados del virus del déficit fiscal.
Recién en marzo acaba de salir su libro El mito del déficit, una exposición sencilla para explicar en qué consiste la MMT, que debería ser de lectura obligatoria para todos los heterodoxos.
Con base el texto de la profesora Kelton y de otros exponentes, resumiremos los puntos principales de esta corriente heterodoxa, que ha venido ganando influencia en el mundo, y que es de gran actualidad para combatir a nuestros economistas ortodoxos, uno de los últimos fortines en el continente y el mundo del neoliberalismo inhumano.
Una primera observación: para abrazar este nuevo enfoque de la MMT hay que olvidarse de lo aprendido en la universidad. Esta alternativa es completamente opuesta a la posición ortodoxa en lo que tiene que ver con el déficit fiscal, el endeudamiento público, la inflación y el empleo.
Como es tradicional en la ciencia económica, hay críticos de la MMT que la califican de ingenua, simplista y potencialmente peligrosa y aún horrorosa. Tenemos a J. Bradford DeLong y al ortodoxo Gregory Mankiw, cuyo libro de macroeconomía es un texto en todas universidades en el que predomina el pensamiento ortodoxo.
El gobierno no es un hogar
Es un error común comparar el presupuesto de un gobierno con el de un hogar. Los gobiernos no quiebran, los hogares sí. Los hogares no emiten dinero, mientras que los gobiernos sí lo hacen y tienen el poder de colocar impuestos. Los gobiernos emiten dinero, los hogares lo usan.
Aquí entra el concepto de soberanía monetaria. Cuando un país emite moneda no convertible, moneda fiduciara, billetes, monedas, fiat money, y solo presta en su propia moneda, se dice que ese país ha obtenido soberanía monetaria. Ejemplos son los Estados Unidos, Japón, Inglaterra, China y otros países. Colombia está en punto intermedio porque se endeuda en buena parte en dólares y para pagar debe obtener dólares que no emite.
Los países con soberanía monetaria nunca van a estar sin dinero para pagar sus deudas. Grecia es un ejemplo que perdió su soberanía monetaria y fue vapuleado por el sector financiero que le puso todo tipo de exigencias. Esto no puede ocurrir con los Estados Unidos, Japón, China, Inglaterra y otros.
Los países con soberanía monetaria pueden imponer impuestos, prestar dinero y emitir y nunca se quebrarán. Es decir, hay que acabar con el mito de que los gobiernos no se pueden endeudar y que no pueden pagar. Los gobiernos con soberanía monetaria nunca quebrarán.
En el caso de Colombia, se tiene una soberanía monetaria limitada porque se endeuda en dólares, y para pagar tiene que buscar dólares, ahí está el problema, de ahí que lo que hay que hacer es endeudarse en pesos y emitir en su propia moneda y así no se ve sometido a los vaivenes de encontrar dólares y someterse a las agencias calificadoras y los organismos internacionales.
El déficit fiscal
Para los partidarios de la MMT los déficits fiscales no son malos. El gasto extra gubernamental estimula la riqueza de los negocios y de los hogares, de acuerdo con la fórmula
Déficit fiscal= ahorro de los sectores no gubernamentales
Kelton da un ejemplo. Supóngase que el gobierno gasta 100 pesos (colombianos) en un carro para la primera dama, carro que será producido por trabajadores y empresarios colombianos. Cada peso que gasta el gobierno va al sector no gubernamental. Ahora, el resto de los hogares y empresarios pagan 90 pesos en impuestos. O sea, que el gobierno corre un faltante de 10 pesos, es decir, un déficit fiscal. Dice Keltom, “¡Espere! Esto no es todo lo que sucede. El déficit del gobierno se refleja por un excedente financiero igual en la parte no gubernamental de la economía. Su déficit es nuestro excedente financiero. Simplemente siga la ruta del dinero. 100 pesos van a nuestros bolsillos, 90 pesos van para pagar impuesto y 10 pesos quedan en nuestros bolsillos. Cada déficit fiscal hace una contribución al bolsillo de la parte no gubernamental” (Kelton, p. 107).
Después Kelton introduce el sector externo y presenta un ejemplo similar. Tenemos tres partes: gobierno, sector privado y sector externo. La formulación es:
Déficit del gobierno= balance del sector privado+ balance del sector externo. O,
Déficit del gobierno= excedente del sector privado+ excedente del sector externo.
Aunque ya con tres sectores se pueden dar varias alternativas de déficit y excedentes de cada sector. Pero, este modelo permite hacer diferentes simulaciones y análisis (Ver Kelton).
La política fiscal sirve para:
- Corregir las desigualdades e injusticias fiscales
- Cambiar comportamientos
- Incentivar o desincentivar actividades
- Controlar la inflación
- Hacer que se produzcan las cosas que quiere el gobierno
Para la MMT, la política fiscal es más importante que la política monetaria
Para la MMT el gasto precede a la imposición de impuestos. Mencionan mucho el argumento promovido por la primera ministra británica Margaret Thatcher que los gobiernos nacionales deben imponer impuestos o prestar antes de que ellos puedan gastar. Para ellos, La causalidad va del gasto a los impuestos, y no al revés. Como de la demanda a la producción.
Relacionado con lo anterior, para la MMT la demanda es lo que define la inversión y la producción. Está en contra del paradigma de la ley de Say que la oferta crea la demanda. Y esto es más cierto cuando el sector privado no responde, entonces el gobierno debe entrar a gastar para compensar la falta de demanda privada. Que primero es la inversión que el ahorro.
Los partidarios de la MMT conceden que los déficits fiscales pueden ser altos y que evidencia de esto es la inflación, que para ellos es la restricción relevante para el gasto del gobierno, que se da cuando la demanda agregada supera los recursos disponibles en la economía, como bienes, trabajadores, fábricas, recursos naturales. En este caso, se debería bajar el déficit fiscal.
Para los partidarios de la MMT, los déficits que importan son otros: el déficit de empleo, el déficit de ahorro, el déficit en salud, el déficit en infraestructura, el déficit climático, el déficit de democracia.
Hay que pensar en la inflación
Para la MMT los dos objetivos más importantes de la política de los gobiernos nacionales son el pleno empleo y el control de la inflación. Atacan el concepto de tasa natural de desempleo, tasa natural de interés, la curva de Philips, el concepto de competencia con el sector privado (crowding out) y de colocar límites al déficit fiscal y al endeudamiento público. Ya todos los bancos centrales piden aumentar el gasto público y se piensa en que normas que ponen un límite máximo al déficit fiscal y el endeudamiento público, están pasados de moda.
Para esta alternativa económica, la inflación sería un problema si el gobierno gasta demasiado en una economía que está funcionando a plena capacidad. Ahí, dicen, hay que utilizar la política fiscal para quebrar la inflación.
Los economistas de la MMT son escépticos de los bancos centrales. Afirman que no se les puede dejar a funcionarios no elegidos democráticamente para que decidan la mezcla correcta de inflación y desempleo. Dicen que los directivos de los bancos centrales no elegidos democráticamente no deberían tener tanto control sobre la economía y que la responsabilidad para el manejo económico debería quedar con personas elegidas democráticamente. Es un ataque feroz a la independencia de los bancos centrales, el punto más clave de la economía neoliberal. Afirma Kelton: “Para construir una economía para el pueblo la responsabilidad de mantener el pleno empleo y la seguridad de ingresos debe ser responsabilidad de representantes elegidos por el pueblo”.
Un programa de empleo garantizado
Una de las propuestas más defendida por los partidarios del nuevo paradigma es el de que hay llegar al pleno empleo, y para ello proponen un programa de creación del mismo por el gobierno para los desempleados en cualquier momento. No les gusta el concepto de renta básica sino prefieren que el gobierno establezca un plan de empleo para los desempleados, en que les asegura un salario mínimo, pero a condición de que los favorecidos hagan trabajos sociales, lo cual es más útil para la economía. Lo centran en la economía del cuidado: de cuidar ancianos, parques, de limpieza de las vías y sitios especiales, de ayudar a podar árboles y cuidarlos, en fin, tareas son las que hay. Pero, a su vez, el programa debe ser descentralizado y dirigido a trabajos de utilidad para la sociedad.
Colocan como ejemplo exitoso un programa que se implementó en 2001 en Argentina, denominado Jefes de Hogar. Se diseñó inspirado en los trabajos de Warren Mosler y participaron en su diseño economistas de la MMT como Pavlina Tcherneva, Mathew Forstatter y L. Randall Wray. Se creó un programa financiado por el gobierno federal que garantizaba cuatro horas diarias de trabajo a cambio de 150 pesos diarios. En su pico el programa empleó dos millones de personas, limitado a hogares con niños por debajo de 18 años con incapacidades y a mujeres embarazas. Noventa por ciento de los trabajos fueron en proyectos comunitarios y 75 por ciento de los participantes fueron mujeres. Fue muy exitoso
Los economistas de la MMT dicen que el gobierno nacional debería asegurar que cada ciudadano tenga un trabajo digno. El empleo pleno debe ser una prioridad nacional.
¿Se necesita una reforma tributaria? El caso colombiano
No hay que caer en la trampa de los ortodoxos que intentan mostrar el proyecto de reforma tributaria presentado por el gobierno colombiano de tinte neoliberal que preside Iván Duque como algo necesario para encontrar recursos con el propósito de ayudar a los menos favorecidos con ayudas menores, pero a través de este objetivo supuestamente loable, quieren implementar un plan de impuestos para las personas de bajos (porque son afectados por otras medidas del proyecto) y medianos ingresos, para todos los ciudadanos en general, para esconder los aspectos retardatarios como aumentar los precios de los servicios públicos y de la gasolina, que son precios de los más altos del mundo y que afectan a todos los colombianos sin excepción. Esto es un verdadero plan de austeridad porque disminuye el ingreso disponible para gastar, que es lo hoy se necesita.
Los ortodoxos en Colombia han utilizado la política fiscal para favorecer a los altos ingresos, bajando impuestos a las corporaciones, repartiendo subsidios, bajando las tasas a las rentas de los hogares de altos ingresos. Es decir, la teoría del derrame hacia arriba.
No es cierto que no existan recursos. Los hay, el gobierno puede gastar aumentando el déficit fiscal, emitiendo o prestando plata en el mercado interno. El Banco de la República debería hacer un préstamo al gobierno con un plazo de cincuenta años a cero tasas de interés. Por otra parte, como las tasas de interés han caído en todas partes, los préstamos conllevan menos pagos de interés y hacen más sostenible la deuda pública. Y se espera que estas tasas bajas duren por muchos años. Es así como los países desarrollados han incrementado sus deudas a niveles por encima de 100 por ciento del PIB. Hay exceso de ahorro en el mundo.
Una reforma tributaria es hoy apropiada, pero para hacer pagar más a los ricos y a las empresas y eliminar incentivos injustificados, con el fin de mejorar la distribución de ingresos.
Hoy lo que se necesita es que los hogares tengan más ingreso disponible para gastar. El problema no es el déficit fiscal. Nadie piensa en esto en el mundo, ni el FMI, ni la OCDE ni el Banco Mundial, ni el Banco Central Europeo, ni ningún presidente, excepto el de Colombia. Hay países con déficit fiscales por encima de 100 por ciento y aún más, y nadie piensa en bajarlos en el futuro inmediato.
Hay que romper este mito de los ortodoxos colombianos. En el mundo son contados con los dedos de la mano los que están planteando reformas tributarias. Sí se está promoviendo impuestos más altos a las empresas, como en los Estados Unidos, Nueva Zelandia, Argentina y España. Nadie se preocupa hoy por del déficit fiscal y el endeudamiento público.
Los economistas de la MMT son críticos del papel de los bancos centrales. Afirman que banqueros no elegidos no deberían tener tanto control sobre la economía y que la responsabilidad sobre el manejo económico debería quedar en representantes elegidos, que se debe acabar con la práctica cruel e ineficiente de confiar en estos especuladores financieros que no responden ante nadie de definir la mezcla correcta entre inflación y desempleo. Dice Kelton: “construir una economía para el pueblo, responsabilidad para mantener el pleno empleo y seguridad en los ingresos, debe ser la responsabilidad de representantes elegidos por el pueblo”.
Agregan los economistas de la MMT que la inflación sería solamente un problema si el gobierno gasta demasiado en una economía que está cerca o en plena capacidad, y que en estas circunstancias hay que utilizar la política fiscal para quebrar la inflación.
Los economistas de la MMT como los post keynesianos son críticos de los bancos centrales independientes, que es el dogma principal de los neoliberales.
Sí, en Colombia el déficit fiscal fue en 2020 de 8,2% del PIB y el endeudamiento es del 60 por ciento. En muchos países del mundo los déficits fiscales están por encima y el endeudamiento público sobrepasa el 100%, y no están preocupados, a diferencia de los neoliberales colombianos que son los más extremistas del mundo. El objetivo es crecer y crear empleo y para esto están utilizando el gasto público, y no les preocupa el valor del déficit fiscal y del endeudamiento porque a medida que crezca cae el déficit fiscal y el endeudamiento se reduce o se hace sostenible. Una clave debe ser que el crecimiento en los intereses sea menor que el crecimiento de la economía.
Dejar la obsesión por el déficit fiscal y el endeudamiento público
Pero, aclaremos, no se trata de cualquier déficit fiscal, emisión y endeudamiento. Partimos de que el gasto del gobierno central debe responder realmente a necesidades de inversión, investigación y de gastos operativos claros y necesarios, de gasto para crear una renta básica o un plan de empleo del gobierno.
En este sentido no se trata de endeudarse para la guerra, para comprar aviones y otros juguetes, de aumentar el gasto militar, o de subsidios para el sector financiero y las grandes empresas injustificados. Estamos hablando de un gasto promotor del pleno empleo y para mejorar la distribución de ingresos y de riqueza. Porque de lo contrario, los déficits fiscales no cumplen la misión que defiende la MMT y se convierte el gasto del gobierno central en politiquería, despilfarro y no produce crecimiento, como ocurre en la actualidad en Colombia.
Pero, en Colombia, hasta progresistas siguen obsesionados por el déficit fiscal, y periódicos conservadores y defensores del dogma neoliberal como El Tiempo y El Espectador de Bogotá hablan de esto todos los días y hacen propaganda por la reforma tributaria del gobierno, y sostienen que la misma constituye la salvación. Es el terrorismo comunicacional, igual que con los apocalípticos de la pandemia del Covid-19.
Muchos progresistas han caído en la trampa de los neoliberales de que el problema es el déficit fiscal y el endeudamiento y no, que, lo que hay superar es la recesión, el desempleo y el empobrecimiento. Entonces, casi todos se han puesto a ver cómo debe ser el incremento de los impuestos, cuando lo que hay que hacer es derrotar el miedo al déficit fiscal, quitarse de encima esta idea de la economía ortodoxa. Y lo mismo ocurre con el endeudamiento público.
No se puede caer en la trampa del gobierno ultraconservador de Iván Duque al entrar a discutir los puntos de su proyecto. Lo que se requiere es negar de entrada esta reforma tributaria y plantear, más bien, una nueva con incrementos a los impuestos para los ricos, control fuerte de la evasión, eliminar incentivos injustificados y subir el impuesto de renta a las empresas. Es decir, una reforma que acabe con las injusticias fiscales, que daría más recursos y aliviaría la situación fiscal. Y listo, y dejar quieto todo lo demás.
Que los hogares cuenten con más ingresos para gastar, que las empresas inviertan y que el gobierno gaste, sin pensar hoy en el déficit fiscal. Si la política del gobierno es la de crecer, con el tiempo los ingresos aumentan para el propio gobierno y se reduce el déficit fiscal, sin perjudicar el pleno empleo.
No solamente son ortodoxos los economistas del gobierno colombiano sino, desafortunadamente, hay economistas progresistas que adoptan también estas ideas ortodoxas porque hablan de lo grave que es el déficit fiscal y critican endeudarse y dan los mismos argumentos de los neoliberales. No son keynesianos ni mucho menos post keynesianos sino que están influenciados por el pensamiento económico dominante, que es lo que hay que derrotar.
Es increíble, Joe Biden está dando el ejemplo y está enterrando la hegemonía neoliberal en los Estados Unidos. Primero aprobó un paquete de estímulos de dos billones de dólares, sin hacer ninguna reforma tributaria, es como “dinero lanzado desde un helicóptero”. Y después lanzó un paquete de otros tres billones de dólares para diferentes tipos de inversiones, para un total de cinco billones una cuarta del PIB de Estados Unidos, algo nunca visto desde Franklin Delano Roosevelt. Es un shock de políticas fiscales ultra expansivas. Las preocupaciones por el déficit están fuera de lugar. Qué diferente de los economistas ortodoxos y de los supuestamente heterodoxos de Colombia, todos influidos por la ortodoxia, aunque no lo quieran reconocer los economistas que se dicen progresistas.
Repitiendo al investigador Claudí Pérez, en El País de España, del pasado18 de abril: “Esto no es el fin del neoliberalismo, que va más allá de la política económica, pero es de esperar que sea el principio del fin de quienes se preocupan por el déficit -o la inflación- en medio de una depresión o de un atrampa económica de bajo crecimiento y tipos de interés e inflación cero en la zona como en la que hemos encallado”.
No hay necesidad de una reforma tributaria para establecer un ingreso mínimo o solidario si lo quieren llamar así o un plan de empleo financiado por el gobierno como lo propone el nuevo paradigma de la Teoría Monetaria Moderna.
Se dice que, cuando se trata de gasto militar, nadie se preocupa de cómo se va a pagar, y ahí si no hay problema en endeudarse. El caso de 14 billones para comprar 22 aviones, dizque para defenderse de Venezuela es ridículo. Con esos mismos 14 billones se puede crear un plan de empleo o establecer una renta básica de un valor apropiado para todos los hogares de los estratos 1, 2, 3 y 4, o sea, que incluya la clase media y se exceptúen los estratos 5 y 6.
Los keynesianos y la nueva alternativa al paradigma ortodoxo, estamos contra la demonización de los déficits fiscales y el endeudamiento público. Lo que hoy se necesita es más expansión fiscal para promover el pleno empleo. Invertir en educación y salud pública gratuitas, en infraestructura para vías regionales y rurales, en investigación en tecnologías de punta, en desarrollo energético, en la transición energética. Cuando se crece, los ingresos del Estado aumentan y disminuye el déficit fiscal. Como dice el nuevo paradigma, primero se gasta y después vienen los impuestos.
Hay que derrotar la reforma tributaria del gobierno súper ortodoxo de Iván Duque, de los pocos aún vivitos en el globo. Hoy lo que se requiere es expansión fiscal y crear un programa de empleo por el gobierno y para esto no necesitamos ninguna reforma tributaria en este momento.
No solamente hay que derrotarla por los motivos ya sustentados, sino, además, porque hay una cascada de impuestos que reduce el ingreso disponible de los hogares colombianos, de todos, sin excepción. Por ejemplo, la sobretasa del 19 por ciento para las tarifas de los servicios públicos es un asalto a las clases medias, pero también le cae a los estratos bajos, porque encarece los costos de producción. En Colombia los precios de los servicios públicos son de los más altos del mundo, especialmente los de la energía eléctrica.
Igualmente, aumentar el precio de los combustibles afecta al transporte y a todos los procesos de producción. También el precio de las gasolinas se encuentra entre los más altos del mundo, de países que son productores de petróleo.
La reducción de las deducciones del 40 por ciento al 25 por ciento, es otro golpe a las rentas de las personas naturales, que se ven afectados doblemente por el aumento en las tarifas de renta. O los cambios en la tarifa del IVA, que serían recesivos. O la idea de los peajes internos.
En definitiva, es una reforma tributaria reaccionaria y recesiva, que los colombianos tienen que derrotar políticamente, intelectualmente y en la calle.
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