Contundente resultado: más de la mitad de los chilenos prefieren la Constitución de la dictadura de Pinochet

CRONICÓN.NET /

El presidente colombiano, Gustavo Petro Urrego lo dijo sin ambages en su cuenta de Twitter una vez conocidos los primeros resultados del plebiscito en Chile: “Revivió Pinochet”. Y remató señalando: “Sólo si las fuerzas democráticas y sociales se unen, será posible dejar atrás un pasado que mancha a toda América Latina y abrir las alamedas democráticas”.

Si bien el pronunciamiento del presidente Petro generó controversia y no fueron pocos los que salieron a refutarlo, lo evidente es que la derrota del “apruebo” por un amplísimo margen en el referéndum (62% en favor del rechazo al proyecto de nueva Constitución) debilita al mandatario chileno Gabriel Boric y prolonga el proceso para enterrar la Carta Magna de sello neoliberal impuesta en 1980 por el sanguinario dictador Augusto Pinochet.

Chile se resiste al cambio

En definitiva, lo cierto es que tras los resultados del plebiscito, los cambios en Chile tendrán que esperar. El proceso político que se inició hace casi tres años con un estallido social sin precedentes culminó el pasado domingo 4 de septiembre en un plebiscito en el que se rechazó la nueva Constitución (62% frente al 38%). El contundente triunfo de la derecha chilena que apostó todo por el “rechazo”, acompañada por un sector que se autodenomina de “centroizquierda” constituye un severo revés político para el presidente Boric, cuya agenda de transformación social estaba ligada al proceso constituyente, y abre un periodo de incertidumbre en el país.

Con el rechazo a la Constitución elaborada durante un año por los 155 miembros de la Convención Constitucional, Chile deja en letra muerta las reformas sociales que contemplaba la norma entregada al gobierno en julio. Un texto que proponía un nuevo modelo de país, plurinacional, paritario, social y ecológico.

Para el politólogo e historiador chileno Juan Carlos Gómez Leyton, la victoria contundente del “rechazo” hay que interpretarla dentro del contexto histórico de este país del Cono Sur: “Chile ha sido desde siempre un país autoritario, racista y discriminador, razón por la que en respuesta a esa amarga historia, los convencionalistas elaboraron una Constitución que buscaba instalar nuevos reconocimientos y derechos sociales y culturales que hagan posible la convivencia de todos. Ninguna Constitución había sido escrita con esa perspectiva de integración e inclusión, lo dominante era la concepción patriarcal y racista de la cultura católica occidental”. Se buscaba acabar con 30 años de injusticia social mediante una Constitución feminista, ecológica e intercultural. Sin embargo, la mayoría de los chilenos rechazó dicha propuesta de contrato social y prefirió que continuara vigente la que actualmente rige impuesta mediante artimañas y a sangre y fuego durante la dictadura pinochetista.

¿Hacia un nuevo proceso constituyente?

Ante las nuevas circunstancias político-electorales, el gobierno de Boric es partidario de que se inicie un nuevo proceso constituyente que, probablemente, estará controlado por el decadente establishment político con el concurso de expertos constitucionalistas defensores del statu quo.

Boric buscará consensos parlamentarios para relanzar ese nuevo proceso constituyente. Por ello, este mismo lunes 5 de septiembre se reunió con los líderes de todos los partidos con representación parlamentaria para tratar de articular una estrategia común, según anunció la noche del domingo tras conocer los resultados del plebiscito.

En su alocución, el mandatario se comprometió a construir con el Congreso y la sociedad civil “un nuevo itinerario constituyente que logre interpretar a una amplia mayoría ciudadana”. En todo caso, habrá que esperar 125 días, según la ley electoral, para realizar una nueva elección de constituyentes.

La ultraderecha agrupada en Chile Vamos también se ha mostrado a favor de emprender un nuevo proceso constitucional asumiendo algunas de las propuestas del texto rechazado el pasado domingo. Queda por ver, sin embargo, qué tipo de reformas están dispuestos a aprobar unos partidos políticos que durante los últimos 30 años fueron parte activa de un sistema neoliberal heredado de la dictadura. Ese Estado subsidiario es el que pretendía impugnar una Constitución que apostaba por fortalecer los servicios públicos y ampliar los derechos sociales y ecológicos.

Las encuestas auguraban un triunfo del “rechazo” aunque no por un margen tan amplio. La alta participación en la consulta debido a la obligatoriedad del voto benefició finalmente a esa opción. Alertado por las estimaciones demoscópicas, Boric había mantenido reuniones en los últimos días con políticos de diferente signo. Uno de sus interlocutores fue el expresidente neoliberal  Ricardo Lagos, partidario de un nuevo proceso constituyente.

La derecha recobra la iniciativa

Es un hecho que la decadente derecha que en Chile tiene untadas las manos de sangre retoma la iniciativa política y va a ponerle todos los palos en la rueda que pueda a Boric, Varios congresistas conservadores salieron a manifestar que para llegar a acuerdos transversales no admitirán propuestas unidireccionales enviadas desde el Palacio de la Moneda. Ahora vuelven a tener la sartén por el mango, como antes del estallido social.

Mientras negocia con los sectores conservadores, Boric tendrá que reordenar también sus propias filas. La coalición Apruebo Dignidad (compuesta por el Frente Amplio y el Partido Comunista) ocupa ahora el núcleo duro de La Moneda. Es muy probable que tras el resultado del referéndum el mal llamado sector socialista que siempre ha respaldado el modelo neoliberal y que apoya al gobierno exija un mayor protagonismo en la toma de decisiones.

Aunque Boric ha tratado de diferenciar el rumbo de su gobierno de la suerte de la nueva Constitución, su agenda política caminaba en paralelo con el proceso constituyente. La derrota del “apruebo” no le impide seguir adelante con sus promesas electorales, como la reforma tributaria, pero lo deja muy debilitado políticamente. Seis meses después de llegar al poder, tendrá que acometer su primera crisis de gobierno con algunos cambios ministeriales.

Campaña de desinformación

En el triunfo del “rechazo” ha tenido mucho que ver la campaña de desinformación sobre el texto constitucional. Se llegó a decir que la norma ponía en peligro la propiedad privada y que rompía el país por el hecho de reconocer y otorgar derechos a los pueblos originarios. Ya antes de la campaña se habían amplificado en los medios de comunicación las conductas inapropiadas de algunos miembros de la Convención Constitucional. Y el consenso social que emergió a finales de 2020 en la consulta por una nueva Constitución (superior al 78%) fue diluyéndose poco a poco.

Gabriel Boric, presidente de Chile.

Los miembros de la Convención, elegidos en las urnas en mayo de 2021, representaban en buena parte a los colectivos que habían exigido un país menos desigual en las protestas de octubre de 2019. Chile vivía un proceso inédito, una asamblea constituyente paritaria, con representantes de los pueblos originarios y una gran cantidad de independientes al margen de los grandes partidos, como los que conformaron la Lista del Pueblo.

En concepto del destacado sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos“el hecho de que el proceso electoral que condujo al rechazo a la nueva Constitución de Chile es un ejemplo extremo de manipulación de la opinión pública para condicionar el sentido del voto. Él es ciertamente responsable por la pesada derrota del proyecto. Los instrumentos que se movilizaron para embriagar a la opinión pública con falsedades sobre el texto de la nueva Constitución fueron utilizados anteriormente en la campaña del Brexit en Inglaterra (2016), en la campaña contra el referéndum de los acuerdos de paz en Colombia (2016) y en las campañas electorales de Donald Trump en EE.UU. (2016 y 2020) y Jair Bolsonaro en Brasil (2018), en la campaña contra Evo Morales en Bolivia (2019) y en un intento de impedir que Pedro Castillo asuma la Presidencia en Perú (2021). Pero fueron utilizados en Chile con tal virulencia que merecen la atención especial de los demócratas de todo el mundo y especialmente de los latinoamericanos”.

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