POR OLEG YASINSKY /
La Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) aprobó este jueves 2 de noviembre por abrumadora mayoría condenar el bloqueo económico de Estados Unidos a Cuba por 31 año consecutivo. De los 193 miembros de la organización, 187 votaron a favor, dos en contra (EE.UU. e Israel) y uno, Ucrania, se abstuvo.
La situación del bloqueo de Cuba es igual a la del genocidio palestino en Gaza. El mismo principio del castigo colectivo, las mismas reiterativas votaciones en contra en la ONU y el mismo nulo efecto por parte de quienes lo ejercen.
Hablando de Cuba, no parece correcto usar la palabra ‘víctima’. Los duelos del poder global sueñan con convertirnos en víctimas, que nos victimicemos y que empecemos a ver el mundo como víctimas: disminuidos, rogando la piedad, la compasión, un trato especial… igual que los representantes de Israel en la ONU colocándose las etiquetas amarillas con estrellas de David profanando la memoria de las víctimas del nazismo y generando un asco en todo el mundo. Sabemos con qué facilidad los que se sienten víctimas se convierten en victimarios. La actitud de Cuba en la historia de este bloqueo criminal no es de víctima, sino de la dignidad y de la resistencia. Serán los propios políticos norteamericanos de los últimos 60 años las víctimas de su propia miopía histórica, incapaces de construir nada nuevo para su propio pueblo, aparte de la vergüenza imperial de siempre.
Los medios internacionales, que nunca informaron mucho de este tema, ahora tendrán más excusas que nunca para desviar nuestra mirada. Hagamos un experimento simple. Como se sabe, los defensores de Cuba hablan siempre solo del ‘bloqueo económico’ y sus enemigos suelen usar otro término, ‘las sanciones’, pero su tema principal y preferido es el de ‘la violación’ de los derechos humanos en la isla. Pongamos en el buscador de Google ‘bloqueo Cuba’ y ‘derechos humanos Cuba’. En el primer caso Google nos indicará 10.100.000 resultados, y en el segundo, 26.100.000. Si lo repetimos en inglés, ‘blocking Cuba’ versus ‘human rights Cuba’, obtendremos más o menos la misma proporción en la diferencia: 62.200.000 menciones encontradas contra 186.000.000. Obviamente, en la gran prensa mundial, mucho más dócil y manejable, las variaciones en esta proporción serán mucho más grandes. Es solo la muestra de una parte de la construcción intencional de una ignorancia masiva respecto a los problemas reales de Cuba, pues cualquier conversación seria sobre los derechos humanos en la isla debería partir del reconocimiento de la permanente, ya de más de seis décadas, violación de vivir sin una creciente y brutal presión por parte de la economía más fuerte del mundo, que controla la mayor parte de flujos, transacciones y negocios internacionales.
Sin duda, sin lograr su objetivo principal, que es la derrota del socialismo en la isla, el bloqueo todo este tiempo afecta diariamente la calidad vida de cada uno de los cubanos, más del 80% de los cuales solo han conocido una Cuba con bloqueo. Muchas de las restricciones políticas, difícilmente comprensibles desde otras realidades, también tienen una directa relación con la permanente presión militar y subversiva que van de mano con la horca económica. Alguien de los dirigentes de la revolución dio una muy clara explicación: “Durante décadas tratan de asfixiarnos y luego nos critican por nuestra manera de respirar”.
Cuando se dice ‘el bloqueo económico’ a veces no se entiende que es solo una parte, el bloqueo también es financiero, tecnológico, mediático, médico, educativo, diplomático, cultural, deportivo, turístico y no es solo de EE.UU. hacia Cuba, sino también contra cualquier organización, institución, empresa, Gobierno o país que se atreva a tener sus propias relaciones con Cuba: están de inmediato amenazados de ser sancionadas, multados o de cualquier otra manera castigados por el Gobierno norteamericano si tiene o pretende tener alguna relación con alguien en los Estados Unidos.
La parte de los daños económicos es la más evidente. Según el informe del Gobierno cubano de julio de este año: “Del 10 de marzo de 2022 hasta el 28 de febrero de 2023, el bloqueo causó daños y perjuicios a Cuba estimados en el orden de los 4 mil 867 millones de dólares. Esto representa una afectación de más de 405 millones de dólares mensuales, más de 13 millones de dólares diarios, y más de 555 mil dólares por cada hora de bloqueo. Se estima que, de no existir el bloqueo, el PIB de Cuba pudo haber crecido un 9% en 2022. A precios corrientes, los daños acumulados durante más de seis décadas de aplicación de esta política ascienden a 159 mil 84,3 millones de dólares. Tomando en cuenta el comportamiento del dólar frente al valor del oro en el mercado internacional, el bloqueo ha provocado perjuicios cuantificables por más de 1 billón 337 mil 57 millones de dólares, cifra inferior a la reportada en el informe anterior, que abarcó de agosto de 2021 a febrero de 2022, en tanto el precio del oro al cierre de febrero de 2023 disminuyó un 4,2% en comparación con el mismo mes de 2022”.
Durante la reciente pandemia de covid-19, las ‘sanciones’ mostraron una faceta especialmente brutal, que se mide en vidas humanas. Mientras el coronavirus avanzaba, se cobraba millones de vidas en todo el mundo y generaba serios problemas el sistema de salud cubano, que es público, gratuito y universal, el Gobierno de los Estados Unidos solo intensificó el bloqueo produciendo graves dificultades para el arribo a la isla de insumos médicos de primera necesidad y urgencia. Se obstaculizó, incluso, la compra de oxígeno medicinal en terceros países. Lo mismo se hizo para impedir el suministro de ventiladores pulmonares cuando más lo necesitaba el sistema de salud cubano. La relatora especial del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Alena Dohan, durante su conferencia magistral ofrecida el 4 de mayo de 2023 en la Universidad de La Habana, dijo: “Cuba fue el único país donde AliExpress no pudo llevar y entregar donaciones por el efecto disuasivo de las sanciones unilaterales de los Estados Unidos. Eso es ilegal”.
El informe citado del Gobierno cubano detalla: “En los últimos años, decenas de proveedores alrededor del mundo han interrumpido sus relaciones con Cuba. Como resultado, la industria farmacéutica debió enfrentar tensiones nunca antes vistas, al extremo de verse afectada gravemente su línea de suministro. El efecto negativo del bloqueo sobre el poder adquisitivo del país ha limitado también la posibilidad de destinar recursos adicionales a medicamentos que se obtendrían a un valor tres o cuatros veces inferior a su precio actual de no existir esta política. Por solo citar un ejemplo, la mortalidad infantil reportó en 2022 una tasa de 7,5 por mil nacidos vivos, mientras que, previo al 2019, se había logrado mantenerla en torno o inferior a 5 por mil nacidos vivos. Las crecientes limitaciones financieras, la imposibilidad de acceder a insumos imprescindibles para el Programa Nacional de Atención Materno Infantil y la persecución a los socios tradicionales de Cuba para el suministro de medicamentos, equipamientos, tecnologías, entre otros, han tenido un impacto directo en la plena realización del derecho a la salud. En el período, la empresa MediCuba realizó 69 solicitudes a compañías estadounidenses para acceder a recursos y demás insumos necesarios en el sistema nacional de salud, en particular, para el Instituto de Neurología y Neurocirugía y el Instituto de Oncología y Radiobiología. Tres respondieron de manera negativa”.
En realidad, podríamos dar cientos de otros ejemplos y no necesitamos para eso los documentos del Gobierno, los conoce bien y desde hace tiempo cada familia cubana. Las sanciones económicas no son castigos para los Gobiernos, como los suelen presentar los autodenominados jueces de la humanidad. Siempre afectan a la gente común, imposibilitan su vida normal, intencionalmente crean problemas en lo cotidiano para generar inconformidad y cansancio, algo que con el apoyo de los expertos en las guerras sicológicas, encargados de sembrar lemas, rumores y promesas, supuestamente volvería a los pueblos contra sus gobiernos “incapaces de resolver problemas de la gente”, según las instrucciones golpistas.
Como nos enseñan los últimos dramáticos acontecimientos en muchas partes del mundo, la única forma posible de resistir a los golpes blandos disfrazados de ‘revoluciones de colores’ es la conciencia de la gente, su memoria histórica y la cohesión del poder político con la gente común que debe sentirse representada.
Sabemos bastante de la difícil situación de Cuba. Entendemos que sería burdo e irresponsable adjudicar todos sus problemas no resueltos al bloqueo. Imaginamos muchos posibles o evidentes errores, torpezas y fracasos que son parte de cualquier camino humano. Pero hay algo mucho más importante que las mil pequeñas cosas obvias en que suelen desviar nuestra atención. Si la Revolución cubana no fuera de verdad y si la gran mayoría de los cubanos no hubieran optado voluntaria y generosamente por el socialismo, no existe fuerza en el mundo capaz de mantener la bandera de Martí y Fidel en una pequeña isla azotada con el más vil de los bloqueos que dura ya 61 años, mientras los más poderosos servicios de inteligencia del imperio que ruge a 90 millas de sus costas todo este tiempo y con recursos ilimitados trabajan en socavar su sistema.
Ahora la Asamblea General de la ONU una vez más casi por unanimidad vota por poner fin a uno de los más largos crímenes de la historia moderna. Muchas personas honestas de diferentes ideas políticas, credos y filosofías dirán su no al bloqueo. Una vez más la voluntad de la enorme mayoría de las naciones será ignorada. En estos tiempos pueden pasar muchas cosas inusuales y sorpresivas. Pero sabemos bien una de las pocas cosas claras y constantes que quedará en el mundo: Cuba seguirá resistiendo y su bandera con estrella solitaria seguirá vigilando las olas y las nubes del Caribe. Y es también nuestra bandera.
Actualidad RT
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