Crónica de la eterna primavera de las ciudadanías libres: pulsión de vida en ascenso

POR JAIME ALVAREZ DE MOYA /

Primavera en Colombia: los acallados gritan los colores de la vida y brotan  flores en el asfalto”.   _ Aníbal Trespalacios.

Desde el 28 de abril, estamos viviendo en Colombia una Primavera de las Ciudadanías libres. Es primavera porque es el deshielo y  el despertar del letargo de una prolongada hibernación de frigidez mental. Tras décadas de confinamiento en sus cárceles síquicas, miles de personas superaron   el embrujo autoritario, ese profundo agujero negro en el que estuvieron recluidas, obnubiladas por discursos de miedo y odio, reacias al cambio.  El sol de esta  primavera derritió sus témpanos y reaccionaron con decisión e indignación  ante la anunciada  escalada de nuevos tributos, desmejora en los ya deficientes servicios de salud, nuevos atentados a unas condiciones laborales que ya estaban deterioradas desde fines de siglo y fueron precarizadas a principios de esta centuria, así como a mayores recortes al  derecho a una  pensión digna. Después de más de un año de la negativa del gobierno para negociar unas mínimas condiciones de supervivencia ante las múltiples frustraciones y penurias sufridas durante la pandemia , la desesperanza causada por el hambre, la miseria cotidiana, enclaustrada en sus hogares y simbolizada  en unos desteñidos trapos rojos, nunca atendidos,  colmó  sus paciencias. Se acabó el tiempo de la infinita resignación,  rompieron los diques de contención mentales, abrieron sus puertas y se re-encontraron con sus vecinos y prójimos que salían del mismo agujero negro y comprendieron que solo en un accionar común  era posible su liberación. Juntos dejaron de ser meros individuos y víctimas pasivas e inermes de esta economía criminal. El agujero se convirtió en volcán, su magma acumulada en décadas, se volvió lava .Se convirtieron entonces en  ciudadanos libres  y  han estado  expresándose torrencialmente durante el último mes  en masivas movilizaciones sin precedentes en Colombia en medio siglo,  en lo que podríamos denominar la Primavera de las Ciudadanías libres. Esta  praxis de libertad se desarrolla en su escenario natural:   las calles. Se acabó la rutina de la quietud y la sumisión. En adelante todo serían acontecimientos, rupturas con el lastre de las miserias cotidianas. El pasado frustrante individualizado quedó atrás. Desde ese 28 de Abril, el presente-futuro comunitario nace todos los días, el tiempo dejó de ser lineal, rutinario,  prosaico e individual  y se eternizó como  inspiración colectiva permanente en las multitudinarias marchas.

LA POESÍA ES LA QUE MARCHA EN LAS CALLES, dice una hermosa pancarta, pintada  a mano, enarbolada por  una bella y joven soñadora. A la poesía la acompaña la UTOPÍA.  Juntas están floreciendo en la selva de cemento, como vivificantes pulsiones vitales en infinitas manos, pies y voces que caminan entonando arengas, levantando pancartas, danzantes al ritmo de batucadas fantásticas, expresando con creativos símbolos sus originales y constructivas  ideas, necesidades y deseos:  llamados a la paz, rechazos al terricidio  y  al  feminicidio, a las violaciones,  al patriarcado, al genocidio cometido contra  líderes sociales, excombatientes de las FARC, ambientalistas, indígenas, afros,   líderes de restitución de tierras. Proclamando emotivas consignas que contienen sus visiones sobre el futuro del país deseado y contra el pasado -aún presente- lleno de  frustraciones.

Estas ciudadanías libres son  una verdadera erupción volcánica que se ha movilizado a lo largo, ancho y profundo del país, en muchedumbres de marchantes envueltos en banderas de Colombia, con camisetas y gorras de nuestra Selección futbolera, que ha sido su uniforme natural, armados con cacerolas y cencerros, izando pancartas multicolores hechas a mano, ondeando banderas,   las reconciliadas barras bravas con sus uniformes y renovadas consignas,  grupos musicales, combos y  comparsas. Los pueblos originarios con su fuerza telúrica,  sus trajes ancestrales, instrumentos y danzas rituales,  tapabocas verde- rojo y el resto del rostro con colores vegetales  y trazos étnicos, acompañados de la Guardia indígena con sus bastones emblemáticos. Los afros con sus ritmos cadenciosos, las mujeres que reclaman sus derechos por siglos conculcados,  las poblaciones LGTBIQ+ con toda  la  irreverencia imaginativa de su  colorida diversidad. Más parece un carnaval por su carácter festivo que una manifestación de protesta, es la Fiesta Primaveral de las Ciudadanías libres en todo su esplendor, escribiendo  la poesía del porvenir.

Y ¿qué son las ciudadanías libres? Es preciso compartir en ese sentido la mirada del historiador y analista político Campo Elías Galindo sobre las movilizaciones sociales del 2019: “Las ciudadanías libres representan el factor más dinámico de la política colombiana en lo corrido de este siglo. Están compuestas predominantemente por jóvenes urbanos, en su mayoría del mundo educativo” (Las 2 orillas, dic. 28/18). Sin embargo en las movilizaciones del 2021, su base social se ha ampliado considerablemente, hilvanando y ampliando sinergias con  redes de tejido social crítico, civilista, creativo, participativo e incluyente hacia  una cada vez más amplia franja social, heterogénea, informada y crítica, conformada en su mayoría por jóvenes,  estudiantes algunos, la mayoría  desempleados, pertenecientes a la juventud ni-ni, sin futuro previsible. Otros miles de personas, que dejaron de ser instrumentalizadas por ataduras clientelares y asistencialistas, son docentes, empleados públicos, obreros, trabajadores informales, pensionados y múltiples organizaciones sociales. Las indómitas y fuertes organizaciones  feministas, denunciando todos los usos y abusos del patriarcado, los ambientalistas denunciando las mil contaminaciones  causadas por el extractivismo y las triquiñuelas legales para imponer el fracking, una gran cantidad de antiguas barras bravas que dirigían la agresividad de sus frustraciones hacia  el color contrario y ahora han identificado al sistema criminal como el verdadero causante de sus angustias, las incomprendidas y excluidas identidades LGTBIQ+, los cabildos indígenas rurales y urbanos y multicolores organizaciones de negritudes,  colectivos de jóvenes y además multifacéticos artistas inspirados en esta ebullición de nuevos sentires  sociales con su consigna: El arte no está en los museos, está en las calles.

Las ciudadanías libres son una pluralidad  de nuevos actores sociales que exigen ser protagonistas  y gestores de  nuevos proyectos de vida y consensos sociales que den salida a nuestra  endémica crisis, agravada por la actual pandemia, ante la cual las élites solo responden con esquemas fallidos que nos han mantenido en el callejón sin salida de la violencia y la inequidad social. Expresándose con su fuerza arrolladora en las calles,  derrumbaron los proyectos de ley más lesivos ( Reforma Tributaria que llevaba el cínico nombre de ley de “seguridad sostenible” y la reforma a la Salud) y las pretensiones de una nueva reforma laboral y pensional más lesivas que las vigentes, derrocaron tres ministros (Hacienda, Relaciones Exteriores, Cultura) y al Comisionado de Paz. Aún queda el fascista Min-Guerra Diego Molano en la cuerda floja, éticamente insostenible, pero salvado de la moción de censura  por una coalición gobernante pegada con mermelada,  gracias a la voracidad burocrática que caracteriza a sus componentes.

Estas ciudadanías libres están construyendo  formas de organización y decisión autónomas, conformando asambleas populares para elegir delegados ad referéndum de las mismas y decidir sobre su futuro, sus proyectos de vida colectivos y sus legítimas exigencias, constituyéndose así en interlocutores válidos no solo ante los gobernantes regionales y nacionales, sino también ante otros actores sociales como la Iglesia, los gremios económicos de industriales, comerciantes y otros. Este accionar  autogestionario y asambleario  para la elaboración de propuestas es fundamental para socializar experiencias, consolidar y garantizar la continuidad del movimiento, crear y acumular capital comunitario societal y es clave para  aislar a los sectores entrópicos, pre-históricos y lumpenescos que deslegitiman las protestas. Es necesario diferenciarse de estos vándalos que han irrespetado la Misión Médica,  obstaculizado el acceso a los suministros básicos a las ciudades y poblaciones así como destruido bienes públicos y privados, vehículos de los sistemas de transporte masivo e incluso han asesinado miembros de la fuerza pública y vejado a algunas de ellas. Han incendiado algunos palacios de justicia y oficinas de registro municipales en lo que más parece una clara intervención de los sectores que tenían procesos radicados en estos sitios. Sus acciones irracionales son las que le están permitiendo ganar espacio político a los seguidores de este nefasto gobierno autoritario amparado en un estado de conmoción fáctico con el Decreto 575.

Hay que resaltar muchos hermosos casos de confraternización con jóvenes policías y soldados que han manifestado su apoyo a las motivaciones de estas jornadas de protesta que confirman aquella consigna: el pueblo uniformado también es explotado. Los hemos visto jugando  fútbol y comiendo juntos en las ollas comunitarias. Desafortunadamente el adoctrinamiento a que son sometidos estos servidores públicos, les obnubila y les hace ver a los manifestantes como los  enemigos a eliminar,  terroristas urbanos castrochavistas y últimamente , a los miembros de este pueblo indignado que han marchado haciendo uso del legítimo derecho a la protesta pacífica, se les ha considerado milicianos de la esotérica  revolución molecular disipada, tenida como la versión urbana del manual guevarista de guerrillas, y por lo tanto merecedores de la pena de muerte fáctica, ya sea por armas oficiales o privadas, accionadas por “las buenas gentes”, con la anuencia de las fuerzas oficiales , repitiéndose el ciclo distópico del paramilitarismo, que ya se creía superado, pero que aún sigue latente, como lo demuestran videos y propuestas para la financiación de autodefensas, provenientes de sectores  supremacistas, racistas y fascistas en importantes sectores de nuestra élite. Lo que realmente existe es una Involución Neuronal Prolongada y crónica de estos sectores cavernarios que los incapacita  para comprender y resolver con antelación las previsibles reacciones sociales ante el verdadero fantasma que recorre el mundo: las incendiarias recetas neo-liberales que generan explosiones sociales  en todos los sitios donde han pretendido implementarlas. Con insistencia, al inquilino de la Casa de Nari le solicitaron, tanto  su presidente eterno, como  los partidos de la coalición gobernante, los gremios y las centrales obreras, que retirara la Reforma Tributaria elaborada por su Min-Hacienda Carrasquilla. Terca y narcisamente ignoró todas estas voces e insistió en exponerse a su anunciado hundimiento y a un previsible estallido social. Este improvisado estadista, como el aprendiz de brujo que no sabe cuáles energías va a desatar con sus conjuros, abrió la Caja de Pandora de las frustraciones sociales contenidas durante décadas y ahora pretende culpabilizar a su sombra satánica y al eje del mal por  sus secuelas en una  risible auto-entrevista, contratada ( a qué co$to?) con la firma publicitaria Shine Creative Films y propalada a los medios internacionales. Es tan notoria su pérdida de auto-estima, que teme repetir  el oso internacional que hizo  su patriarca  en CNN. Prefiere los publi-reportajes o la fallida, sosa y obligatoria Prevención y Acción, pagados con nuestros impuestos. Ha tratado infructuosamente de desmovilizar a los jóvenes con anuncios demagógicos como la  Matrícula Cero que ya había sido conquistada por los estudiantes en movilizaciones de años anteriores, pero que aún no ha sido cumplida. Su propósito es dilatar las negociaciones, tratar de desprestigiar al Comité de Paro y simular acuerdos en las regiones con personas escogidas a dedo, que nunca cumplirá, pero le sirven para tomarse la foto y promover su imagen como el conciliador que no es y su gaseosa  “Conversación Nacional”.

Ante el llamado del Supremo Patriarca, que en su otoño no ha vacilado en incitar odios y promover el actual baño de sangre, este aprendiz y su energúmeno Min-Guerra, han creado Escuadrones Anti-bloqueo, tipificando como “terroristas ” a quienes los promuevan, pasando por encima de las atribuciones y peticiones de los alcaldes y gobernadores, para que  se les permita ejercer las funciones para las cuales fueron elegidos y que incluye el ser gestores y concertadores  de los conflictos de sus territorios. Sé pretende en cambio comprometerlos con esta orgía sangrienta, a pesar de sus rechazos.

Es imposible ocultar las violaciones a los derechos humanos cometidos por la Fuerza Pública, desde el 28 de abril, que se niega a reconocer este gobierno. Según el informe de la ONG Temblores al CIDH , hasta el pasado 31 de mayo el consolidado es el siguiente: 45 muertos, presumiblemente  por la fuerza pública, 3789 víctimas de violencia física desproporcionada, 1445 detenciones arbitrarias, 648 intervenciones violentas, 62 víctimas de agresiones oculares, 175 disparos con arma de fuego, 25 víctimas de violencia sexual, 6 víctimas de violencia basada en género. Es lamentable observar el alto número  miembros de la fuerza pública que siguen considerando los cuerpos de los manifestantes como botines de guerra para realizar actos de depravación sexual.

Todos los organismos internacionales (ONU, OEA, Parlamento Europeo, Amnistía Internacional, Human Rights Watch), y sectores del Congreso de U.S.A. y del Departamento de Estado , el cuerpo diplomático de los países europeos radicado en Colombia han coincidido en condenar a este gobierno fascista como violador de D.H. y de no garantizar el derecho a la legítima protesta social. A pesar de sus dilaciones y obstáculos, esta presión internacional le obligó a aceptar a regañadientes y con miles de condiciones a una misión de la Comisión  Interamericana de los derechos Humanos que vendrá en la primera semana de junio.

Es obligatorio rememorar las gestas de Mayo 68 en Francia y su influencia en todo el mundo y compararlos con esta Primavera de las ciudadanías libres en Colombia, que  podemos englobar en una misma  onda de Kondratiev, signada por la irrupción del estudiantado y demás sectores de la Sociedad del Conocimiento. La más notable diferencia es que si en Francia y países un desarrollados, las motivaciones correspondían a una crítica a la alienante sociedad de consumo que les ofrecía una vida programada como un escalafón y les impedía su realización existencial,  el detonante en Colombia que ha movilizado a las ciudadanías libres ha sido la suma del hambre, la miseria y la inequidad  estructurales que  impiden una vida digna, anteriores a la pandemia, pero agravados por ella. También aquí ha sido el  movimiento estudiantil el sector social que ha desarrollado un mayor poder de convocatoria, teniendo una gran experiencia acumulada desde principios de la década pasada. Su energía y creatividad  incansables han estado presentes en todas las urdimbres y aconteceres sociales y son los impulsores de formas organizativas populares e iniciativas autogestionarias que deben consolidarse y coordinarse con el Comité Nacional de Paro para que esta gesta no sea efímera. Aunque ya es el preludio de un nuevo horizonte de acontecimientos emancipatorios.

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