POR SERGIO FERRARI /
Convocado para este lunes 15 de enero, ni la prensa helvética ni la internacional le prestaron particular atención hasta una semana antes, lo cual es por demás sugestivo si se piensa que desde 1971 el Foro Económico Mundial ha sido un evento magno entre los principales empresarios y gerentes de la economía global. Más de un millar de participantes ha abonado miles de dólares de inscripción para la 54 edición de este encuentro en la ciudad de Davos, a unos 270 kilómetros de Berna, la capital suiza. Asimismo, representantes gubernamentales de una centena de países confirmaron su asistencia. Según los organizadores, aproximadamente 2.500 participantes, incluyendo periodistas, funcionarios de organismos internacionales y representantes de otras organizaciones, se darán cita durante cuatro días en Davos, en el cantón alpino de Grisón. Un tercio de los asistentes, fundamentalmente banqueros, gerentes de multinacionales y representantes gubernamentales llegarán y se irán en vuelos privados.
Entre los jefes de Gobierno, es casi segura la presencia del presidente de Ucrania, Volodímir Zelensky. Como lo había anticipado en diciembre durante su viaje a la Argentina y Uruguay, Zelensky intentará llevar a Suiza una primera propuesta de un plan de paz para discutirla previamente con el Gobierno helvético durante una visita oficial que algunos medios de prensa imaginan en Berna unas horas antes de la apertura del Foro Económico. El tema Ucrania significaría un “salvavidas mediático” para el encuentro de Davos, que desde hace varias ediciones ha ido perdiendo relevancia política y repercusión internacional debido a su falta de respuesta ante las últimas grandes crisis económicas y políticas, como a su insistencia en un modelo de sociedad global que favorece a unos pocos.
El pasado 10 de enero, el cotidiano suizo gratuito 20 Minuten le dio la tapa a “Motosierra Milei” (título textual) y confirmó su viaje a Davos. Según la información oficial del Foro, hasta el jueves 11, de América Latina sólo habían confirmado su presencia el presidente argentino y su par colombiano, Gustavo Petro. De la Unión Europea: el jefe de Gobierno español, Pedro Sánchez; el presidente francés, Emmanuel Macron y Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. A pesar de eventuales sorpresas de última hora, más que por los presentes, la 54 edición se evaluará por los grandes ausentes, es decir, las principales personalidades políticas mundiales que este año descartaron de sus agendas el viaje a Davos.
Si bien su propio diagnóstico de la compleja realidad internacional pareciera coincidir con una visión bastante aceptada a nivel mundial, de todos modos, su lenguaje etéreo con respecto a los grandes desafíos actuales y las preguntas de futuro reiteran la esencia de un cónclave sin alternativas y diagramado, fundamentalmente, para ratificar el modelo hegemónico actual.
Eslogan al viento
“Reconstruir la confianza” es el tema central del Foro Económico Mundial que, tal como indican sus promotores, busca brindar un espacio crucial para reforzar los principios fundamentales de transparencia, coherencia y rendición de cuentas. Y que, en consecuencia, intenta encarnar un espíritu de “vuelta a lo básico”, de diálogo abierto y constructivo entre los líderes gubernamentales, empresariales y de la sociedad civil.
Con el objetivo específico de “ayudar a atar cabos en un entorno cada vez más complejo y ofrecer una visión de futuro, presentando los últimos avances de la ciencia, la industria y la sociedad”, el Foro de 2024 propone cuatro áreas de debate y reflexión a través de centenares de conferencias y debates: “Seguridad y cooperación en un mundo fracturado”, “Crecimiento y empleo para una nueva era”, “La inteligencia artificial como motor de la economía y la sociedad” y “Una estrategia a largo plazo para el clima, la naturaleza y la energía”.
El tema de la crisis sigue preocupando a los organizadores del Foro Económico. Recuerdan que el año pasado en Davos “la palabra policrisis estuvo en boca de todos”, tantas eran las crisis como en cascada y profundamente interconectadas en ese momento. Según ellos, aun cuando están surgiendo nuevas crisis, de todos modos, las antiguas persisten. Como lo reconocen en su invitación a este evento, “las fracturas geopolíticas, una crisis generalizada del costo de vida, la frágil seguridad energética y alimentaria y, por supuesto, la intensificación de la emergencia climática, siguen siendo un foco de atención”. Y agregan: “Los conflictos devastadores, aunque han permanecido relativamente aislados, continúan haciendo estragos y las turbulencias financieras siguen siendo una preocupación a pesar de que la economía global está evitando una recesión”. Todo ello los lleva a la pregunta esencial con la cual el nuevo Foro Económico deberá lidiar en pocos días: ¿Será el próximo año un período de perma-crisis (un largo periodo de inestabilidad e inseguridad debido a eventos catastróficos)? ¿O será 2024 un momento de resolución y recuperación?
Militarización davosiana
A partir del pasado 9 de enero, más de 5.000 efectivos militares se desplegaron en la región de Grisón. Según fuentes oficiales, estos estarán movilizados hasta el 25 de este mes. El segundo lunes de enero, el Departamento Federal de Defensa informó que una parte de estas fuerzas se asignará directamente al valle del Río Landwasser, donde se encuentra Davos. Otra parte de ese contingente protegerá “importantes infraestructuras y prestará servicios en particular para mantener la soberanía aérea, garantizar la logística o contribuir a la realización de operaciones”.
En resumidas cuentas, más de dos semanas durante las cuales una importante porción del territorio helvético estará extremadamente militarizada para asegurar la realización del Foro. Para el contribuyente suizo, esto representa una factura no menor de 9 millones de francos (casi 11 millones de dólares) cuando en el periodo 2022-2023 el Foro registró ingresos totales de 409 millones de francos suizos (casi 480 millones de dólares).
Anti-Davos
Si el Foro Económico parece haber perdido trascendencia, también en los últimos años los que se le oponen han disminuido su potencialidad crítica.
La última semana de enero de 2001, en momentos en que se reunía en Davos el Foro empresarial en Suiza, nació en Porto Alegre, Brasil, el Foro Social Mundial (FSM). Debido a esta simultaneidad, que no tuvo nada de casual, no sorprendió a nadie que el Foro Social se autodefiniera como el “Anti-Davos del Sur”.
Bajo la bandera de presupuestos participativos y como canalizador de protestas crecientes en distintos lugares del mundo contra la globalización neoliberal, el FSM se expandió en menos de dos décadas a través de una quincena de foros mundiales y de numerosos eventos regionales, temáticos y por continentes.
Tensiones internas, un cierto agotamiento de los movimientos sociales y la pandemia de Covid-19 lo malhirieron, lo cual explica que su último encuentro presencial con cierta relevancia y capacidad de convocatoria haya sido el de mayo de 2018, en la ciudad brasilera de Salvador de Bahía. Desde entonces, ediciones totalmente digitales o híbridas —como la de 2023, en México— no pudieron repetir la amplia participación histórica que se dio hasta 2018 y en las convocatorias precedentes. En estos últimos cinco años, se profundizó la crisis del FSM. Sin embargo, el FSM no acepta su propia desaparición y vuelve a autoconvocarse en Katmandú, Nepal, del 15 al 19 de febrero próximo. Allí se podrá evaluar, nuevamente, su verdadero estado de salud.
No menos significativas fueron las protestas contra Davos en Suiza mismo desde los 90 en adelante. Grupos anti-globalización, sindicatos, movimientos asociativos y ONG de desarrollo, ambientales y religiosas promovieron durante años la movilización crítica contra el Foro Económico Mundial. También aquí, cierto desgaste participativo de estos actores alter mundialistas, así como la constante y creciente represión contra el movimiento anti-Davos, fueron debilitando la protesta.
Sin embargo, tampoco estas voces críticas aceptan desaparecer. “Huelga contra Davos” convocó el 13 y el 14 de enero a una caminata invernal alpina hacia el lugar donde se reunirá el Foro Económico. Como los gobiernos municipales de la región y las fuerzas policiales no le permitieron utilizar la principal carretera cantonal de acceso, esta marcha, que se autodefine “no violenta, pacífica y civil”, decidió movilizarse por caminos pedestres de montaña. Varios centenares de manifestantes hicieron oír, simbólicamente, sus voces de protesta, aunque no pueden compararse con los miles de manifestantes que solían desplazarse hacia Davos con las primeras movilizaciones del siglo.
Según el sitio web de la “Huelga contra Davos”, el Foro Económico constituye una “élite que toma decisiones que afectan nuestras vidas. Aunque afirman tener visión de futuro, ser sostenibles y sociales, todas sus decisiones anteponen una cosa: sus propios intereses”. Y puntualiza que los intereses de unos pocos súper ricos y de los representantes políticos elegidos por el Foro Mundial no son los intereses de la mayoría. ¿Qué es el Foro Económico Mundial?, se pregunta este movimiento. Su respuesta: “Es un círculo que opera lejos de las necesidades de la gente”.
El “Tour de la Lorraine” (caminata por el barrio popular de la Lorraine, en Berna) también nació hace varios años como una expresión de movimientos y organizaciones alternativas anti-Davos en la capital suiza. A partir del 15 de enero y hasta el 28, y bajo el slogan “¡Ciudad Solidaria, todos somos Berna!”, promoverá un extenso programa político-cultural, aunque menos centrado en el debate alter mundialista de antaño. Los organizadores, sin embargo, quieren generar espacios de reflexión en los cuales la solidaridad con movimientos y pueblos en lucha no quede excluida.
Por otra parte, el 19 y el 20 de enero se realizará en Zúrich “El Otro Davos”, un espacio de reflexión sobre el tema “La crisis del capitalismo y nuestras respuestas”. Los organizadores ponen el acento en la resistencia anticolonial, feminista, ecológica y abolicionista para ofrecer una alternativa solidaria al sistema. El primer “El Otro Davos” se realizó en 1999, como evento opuesto al Foro Económico Mundial, y desde entonces perdura como un espacio de reflexión alternativa ligado a fuerzas políticas de la izquierda extraparlamentaria helvética.
Davos con sus adeptos, defensores y opositores. Una dinámica que tiene larga historia y que este año se repite con actores menos pujantes a uno y otro lado de las orillas ideológicas. Pero que, sin embargo, siguen marcando un espacio-espejo donde el Foro Económico de Davos y los eventos anti-Davos —es decir, el poder y el contrapoder— siguen mirándose mutuamente, desconfiados y de reojo.