De árboles y bosques

POR CAMILO KATARI

“Mono naciste robando”, fue una de las frases que circulaba en el panfleto de acusaciones de “contrarrevolucionario” al expresidente boliviano Víctor Paz Estenssoro, por parte de Walter Guevara Arze, que terminaría fundando el MNRA y luego el PRA, el año 1960.

Las luchas políticas que derivan en divisiones, son una constante en Bolivia, el MIR que nace como una organización de izquierda termina colaborando con el dictador Hugo Banzer, quedando dividido en MBL y luego en el MSM.

Víctor Paz Estenssoro, presidente de Bolivia  en cuatro ocasiones. En su primer mandato (1952-1956) inició la Revolución Nacional.

Siendo la política el campo del poder, que en nuestro caso está diseñado desde los tiempos coloniales como el usufructo en beneficio de una elite; es también un campo de lucha permanente, unas veces con una frontal lucha ideológica que en Bolivia se encontraba definida por la clase obrera vanguardizada por los mineros.

En la actualidad la lucha ideológica se mantiene en ciertos sectores que recibieron influencia justamente del proletariado boliviano; pero la gran mayoría de la población ha sido víctima de la despolitización y desideologización inducida por el neoliberalismo.

En este punto el neoliberalismo ha sido exitoso y no sólo en Bolivia sino en la región, la ingenua pregunta ¿qué pasa con la juventud, que ya no tiene ideales? Debería ser dirigida a los padres de esos jóvenes, porque los padres fueron modelados por el neoliberalismo el “sálvese quien pueda y como sea” dejó en el desván la ideología, los sueños, y las utopías. Entonces no pidamos cuentas a los jóvenes de nuestras actitudes y debilidades.

Hoy la política es más pragmática que ideológica (aunque el pragmatismo es una ideología), justamente por el triunfo neoliberal en el sentido histórico de la política. A eso llamamos “peguismo”, entonces el peguismo encubre una disputa ideológica de manera explícita, que subvierte el ordenamiento interno de las organizaciones políticas, especialmente de izquierda, para lograr los virajes hacia el “progresismo” o directamente hacia la derecha, como en los actuales casos de la Argentina y Chile, en Bolivia estamos al borde de esos virajes, que en el caso del Ecuador fue dramático.

Rehuir este debate, con el argumento de “infiltrados o traidores” es caminar por una superficie que encubre un pantano muy profundo. Los debates ideológicos fortalecen el sistema de creencias individuales y colectivas, de lo contrario la incertidumbre toma su lugar y hace posible realizar apuestas por la salida catastrófica, como son los quiebres democráticos y constitucionales, las fuerzas conservadoras que trabajan con la filosofía e ideología del capitalismo y la economía de mercado, conocen perfectamente el costo de oportunidad y saben aprovecharla.

Rehuir los debates ideológicos es dar pie a una creciente incertidumbre, que permite el posicionamiento de corrientes conservadoras y en muchos casos con rasgos fascistas.

La responsabilidad para devolverle a la política ese sentido de construcción colectiva de la vida denominada “bien común” se encuentra en los dirigentes, que muchas veces ya han pasado a formar parte del pragmatismo, olvidando su pasado de militancia fundada en la praxis revolucionaria.    

Aparte de la desideoligización y despolitización profundas, tenemos un seguidismo rayando en lambonería barata y para rematar un mesianismo exacerbado. Necesitamos urgente un proceso político horizontal, nada de arriba para abajo, ni de abajo para arriba, llevado de la mano de múltiples liderazgos que confluyan en un liderazgo colectivo.

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