POR BERNIE SANDERS*
Durante años y años, en los medios corporativos, uno sólo oía la palabra “oligarca” seguida de la palabra “ruso”. Pero los oligarcas no son sólo un fenómeno ruso o un concepto extranjero.
No. Estados Unidos tiene su propia oligarquía. Cuando comencé a hablar de esto, muchas personas no entendían lo que quería decir. Bueno, eso ha cambiado.
Cuando los tres hombres más ricos de Estados Unidos se sientan al lado de Donald Trump en su toma de posesión, todos entienden que esos multimillonarios controlan ahora nuestro Gobierno. También entienden que una de las funciones principales de la política gubernamental será hacer que esas personas increíblemente ricas se vuelvan aún más ricas y poderosas.
Cuando esos mismos tres hombres controlan alguno de los principales medios y canales de distribución informativa en el país, todos entienden que la clase multimillonaria controla hoy nuestros medios. También entienden que una de las principales funciones de los medios propiedad de multimillonarios (piénsese en Musk y Twitter) será fabricar cantidades masivas de desinformación y mentiras descaradas.
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Cuando uno de esos hombres gastó cientos de millones de dólares para elegir a Trump y otro usó su poder como dueño de periódicos para negar un respaldo a Kamala Harris, todos entienden que la clase multimillonaria también controla hoy de manera significativa nuestra política. También entienden que una de las principales funciones de nuestro sistema político es mantener la ficción de que somos una verdadera democracia cuando, de hecho, el ciudadano promedio tiene cada vez menos impacto en lo que sucede.
Pero no son sólo Elon Musk, Jeff Bezos y Mark Zuckerberg. Hoy en Estados Unidos tenemos más desigualdad de ingresos y riqueza que nunca. Tenemos mayor concentración de propiedad en el sector de servicios financieros, atención a la salud, agricultura, energía de transporte, alimentación y vivienda que en ningún otro momento.
Tenemos mayor consolidación de los medios de comunicación que nunca. Y tenemos un sistema político cada vez más controlado por la clase multimillonaria.


Entre las pruebas se conoce la participación de más involucrados como Bob Menéndez y otros que no se han podido identificar.
En las pruebas presentadas por Lélis, también podemos apreciar la publicación a través de Facebook realizada por Armstrong Williams, quien denunció que la periodista brasileña efectivamente extrajo documentos confidenciales de la empresa y resaltó que su labor como lobbista siempre ha consistido en exterminar el comunismo en otros países.