POR EDISON CARDONI /
En la tarde del pasado miércoles 9 agosto, a la salida de un mitin de campaña en Quito, sicarios asesinaron al candidato presidencial de la ultraderecha ecuatoriana por la lista “Construye”, Fernando Villavicencio, seudo periodista y asambleísta muy próximo actual presidente, el banquero Guillermo Lasso.
Gracias a Lasso, Villavicencio presidió la Comisión de Fiscalización de la Asamblea Nacional (órgano legislativo unicameral).
Él se presentaba como el más contundente opositor del correísmo y de acuerdo con algunas encuestas estaba en cuarto lugar con alrededor del 7 % de la intención de voto (de primera se sitúa Luisa González, candidata de la Revolución Ciudadana con el 27 %, pero la abstención está entre el 28 % y el 30 %).
Desde que se perpetró este crimen ha circulado un video de hombres vestidos de negro y encapuchados empuñando rifles de asalto en el que asumen la autoría del atentado, declarándose miembros de la banda criminal “Los Lobos”.
Esta banda acusó a Villavicencio de no haber cumplido con promesas que les había hecho a sus integrantes a cambio de “millones de dólares” para sus campañas electorales, al tiempo que sindica a otro candidato de derecha, el mercenario Jan Topic, de también recibir plata de estos grupos criminales y lo amenazaron públicamente en caso de que incumpla sus compromisos con ellos.
Mientras tanto, el 10 agosto, circuló otro video, en esta oportunidad con gente de blanco y con la cara descubierta diciendo ser los verdaderos miembros del Grupo de Delincuencia Organizada Los Lobos y denunciando como falso el primero video.
Las circunstancias de lo ocurrido son confusas en particular por la muerte de un acusado de ser el asesino que fue herido en el tiroteo, pero que no tuvo auxilio de la Policía que no lo trasladó a un centro asistencial.
Ecuador vive una situación aguda de inseguridad debido a las bandas de narcotraficantes que se han expandido por todo el país y se disputan territorios. Estas agrupaciones criminales están detrás también del asesinato del alcalde de Manta (ciudad portuaria), hace poco más de dos semanas.
En la noche misma del asesinato, Guillermo Lasso salió a la televisión para decir que las elecciones anticipadas de este 20 de agosto se llevarán a cabo y decretó el estado de excepción por 60 días. Según el decreto, las Fuerzas Armadas pasan a auxiliar a la Policía y están sujetas a restricciones la libertad de reunión, la inviolabilidad de domicilios y correspondencia.
Una fuente consultada en Ecuador señala que esta grave situación es la consecuencia de los acuerdos fallidos con los grupos de las mafias que el propio gobierno desconoció con la denominada “muerte cruzada” (elecciones anticipadas).
Ante el incumplimiento del gobierno del banquero Lasso los grupos mafiosos se quedaron sin protección en las cárceles y el candidato Villavicencio estaba involucrado en esta situación.
La derecha y el clero buscan hacer ver que es un crimen político para restar votos a la Revolución Ciudadana que lidera el expresidente Rafael Correa, que se proyectaba a ganar en la primera vuelta programada para este 20 de agosto.
Es probable que el grueso de los seguidores de Villavicencio termine respaldando al candidato neoliberal Otto Sonnenholzner, quien fue vicepresidente del impresentable gobierno del traidor de Lenín Moreno.
Otra posibilidad que existe es que como Villavicencio sabía mucho sobre el entramado mafioso del gobierno fallido de Guillermo Lasso, lo dejaron sin protección policial como quedó demostrado, violando todos los protocolos de seguridad. En ese sentido queda mucho por investigar.
Es evidente que el Estado está comprometido en este magnicidio y que tanto la embajada del imperio como las decadentes y mafiosas élites nacionales tenían directo interés en callarlo porque Villavicencio, un oscuro personaje de la política ecuatoriana, sabía demasiado respecto de los entretelones del gobierno de Lasso.
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