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Una de las carencias más importantes de los Ejércitos occidentales, y especialmente de los europeos, es la falta de reclutas. Hay mucho patrioterismo de boquilla, pero nadie quiere ir a filas, y mucho menos a una guerra.
Los Estados occidentales, particularmente Estados Unidos, tienen claro que el remedio está en reclutar emigrantes, sobre todo si no tienen papeles porque siempre son más baratos. Les quieren ofrecer un pasaporte a cambio de servir como mercenarios y carne de cañón.
Un ejército de emigrantes tiene una gran ventaja: se puede utilizar contra la población propia si necesitan imponer la ley marcial, que es otra medida que está en los planes. Ejercerán de verdugos, como siempre ha ocurrido. A lo largo de la historia los gobiernos siempre han preferido utilizar mercenarios extranjeros para reprimir a sus propios ciudadanos.
Un número creciente de emigrantes legales se están alistando en el Ejército de Estados Unidos, que busca activamente reclutas de este perfil, ofreciendo una vía rápida para obtener la ciudadanía. Unos emigrantes ayudan a otros a rellenar los formularios de alistamiento a quienes no dominan el inglés.
En la actualidad hay 30.000 migrantes sirviendo activamente en el Ejército de Estados Unidos. Durante la primera mitad del año pasado se incorporaron cerca de 2.900 emigrantes, frente a unos 2.200 durante el mismo periodo del año anterior.
Además, el Ejército puede contratar a extranjeros en actividades en el exterior, es decir, fuera de Estados Unidos, como las bases militares, por ejemplo.
Desde hace diez años también hay planes para reclutar a emigrantes sin papeles que llegaron a Estados Unidos siendo niños o que nacieron dentro del territorio, pero no tienen documentos porque sus padres siguen ilegales.