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En medio de los crecientes efectos globales sobre el cambio climático y la tan publicitada transición hacia una economía baja en carbono, el Banco Mundial se encuentra bajo un intenso escrutinio. Una investigación realizada por el grupo de campaña Urgewald ha revelado que el Banco Mundial invirtió miles de millones de dólares en proyectos de combustibles fósiles en todo el mundo durante 2022, a pesar de sus promesas previas de centrarse en el desarrollo de una economía más ecológica.
La inversión en cuestión se canalizó a través de una forma especial conocida como financiación comercial, que se utiliza para facilitar transacciones globales. Según Urgewald, aproximadamente 3.700 millones de dólares se destinaron a financiación del comercio en 2022, fondos que probablemente terminaron respaldando proyectos relacionados con el petróleo y el gas.
Heike Mainhardt, autora de la investigación, ha instado al Banco Mundial y a su brazo financiero privado, la Corporación Financiera Internacional (CFI), a que hagan que estas transacciones sean más transparentes y a que excluyan la financiación de los combustibles fósiles de sus préstamos.
Mainhardt enfatizó que la falta de transparencia plantea dudas sobre la alineación del Banco Mundial con los objetivos del Acuerdo de París para combatir el cambio climático.
Las empresas de combustibles fósiles podrían estar aprovechándose de esta falta de transparencia para acceder a fondos públicos sin llamar la atención, según Mainhardt. Advierte que estas compañías son astutas y sabrán cómo aprovechar esta oportunidad.
No es la primera vez que denuncia al Banco Mundial
Un estudio encargado en el año 2019 por la ONG alemana Urgewald, ‘World Bank Group Financial Flows Undermine the Paris Climate Agreement’, denunciaba que el Banco Mundial, la institución de desarrollo más poderosa del mundo seguía financiando al sector de los combustibles fósiles con miles de millones. La investigación, publicada durante las Reuniones de Primavera del Banco Mundial, señalaba que la financiación de los proyectos elegidos por la entidad era tres veces mayor para los combustibles fósiles que para las fuentes de energía renovable: 21.000 millones de dólares se destinaron para el carbón, el petróleo y el gas y sólo 7.000 millones para sectores como solar o eólica. Además, destacaba que en los últimos cinco años, el Banco había gastado 12.000 millones para proyectos asociados con combustibles fósiles.
La financiación del comercio es conocida por ser más opaca en comparación con la de proyectos estándar. Mientras que la financiación de proyectos suele destinarse a fines específicos y es relativamente fácil de rastrear, la subvención del comercio involucra una serie de instrumentos financieros complejos utilizados por bancos e instituciones especuladoras para proporcionar capital de trabajo a gobiernos o empresas.
La CFI, en particular, ha estado involucrada en transacciones de financiación del comercio, pero la falta de divulgación de detalles ha levantado preocupaciones. Mainhardt realizó un análisis de las transacciones de financiación del comercio realizadas por la CFI entre 2006 y 2012, y estimó que una parte significativa de estos fondos se destinó a desarrollos relacionados con los combustibles fósiles.
La importancia de esta cuestión va más allá de las preocupaciones medioambientales. En un momento en que países desarrollados y en desarrollo están presionando para que el Banco Mundial cambie su enfoque hacia una economía global con bajas emisiones de carbono, la transparencia en las inversiones se vuelve crucial. Esto cobra aún más relevancia después de la reciente elección del nuevo presidente del Banco Mundial, Ajay Banga, quien asumió el cargo tras la renuncia de su predecesor, David Malpass, bajo la sombra de dudas sobre su postura en relación con el calentamiento global.
Mainhardt sostiene que cualquier reforma del Banco Mundial debe incluir una mayor transparencia en la financiación del comercio. “En primer lugar, necesitamos una mayor transparencia. En segundo lugar, necesitamos que el petróleo, el gas y el carbón estén en la lista de exclusión, lo que impediría que la CFI financie tales transacciones”, afirmó.
En respuesta a estas acusaciones, un portavoz de la CFI defendió sus acciones, argumentando que el informe de Urgewald contenía “graves inexactitudes fácticas” y exageraba la implicación de la Corporación del Banco Mundial en los combustibles fósiles. Según el portavoz, la CFI excluye el carbón de la financiación comercial y sólo permite el petróleo y el gas en circunstancias específicas, centrándose en países donde la seguridad energética es una preocupación crítica. Además, se afirma que la CFI proporciona información precisa y oportuna sobre sus proyectos a través de varios canales.
A medida que en el mundo capitalista se ha instalado el discurso (sólo el discurso) de que hay que luchar contra el cambio climático y se buscan transiciones hacia fuentes de energía más sostenibles, el debate sobre las inversiones del Banco Mundial en combustibles fósiles seguirá siendo un tema candente.
La llamada a la transparencia y a una acción más enérgica para reducir el apoyo a los combustibles fósiles, sólo parece estar ganando fuerza como un vano e inútil discurso. En lo hechos no se detecta, al contrario. Las emisiones de carbono no hacen más que aumentar y el “Green washing” (“lavado verde”) se encuentra en su apogeo.
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