POR VIJAY PRASHAD /
Es notable cómo los medios de comunicación de unos pocos países son capaces de marcar la agenda en asuntos de todo el mundo. Los países europeos y norteamericanos disfrutan de un monopolio casi mundial sobre la información, ya que sus medios de comunicación gozan de una credibilidad y una autoridad heredadas de su estatus durante la época colonial (BBC, por ejemplo), así como de su dominio de la estructura neocolonial de nuestros tiempos (CNN, por ejemplo). En la década de 1950, las naciones poscoloniales identificaron el monopolio de Occidente sobre los medios de comunicación y la información y trataron de “facilitar la libre circulación de las ideas por medio de la palabra y de la imagen”, como señalaba la Constitución de 1945 de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Como parte del Movimiento de Países No Alineados, los países y regiones de África, Asia y América Latina desarrollaron sus propias instituciones informativas nacionales y regionales: en 1958, un seminario de la UNESCO celebrado en Quito (Ecuador) condujo a la creación de una escuela regional para formar a periodistas y profesionales de la comunicación en 1960, conocida como Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina (CIESPAL); en 1961, una reunión celebrada en Bangkok creó la Organización de Agencias de Noticias de Asia y el Pacífico (OANA); y en 1963, una conferencia celebrada en Túnez creó la Unión de Agencias de Noticias Africanas (UANA). Estos organismos intentaron amplificar las voces del Tercer Mundo a través de sus propios medios de comunicación, pero también —sin éxito— en los medios de comunicación de Occidente. Paralelamente a estos esfuerzos, en la Conferencia General de la UNESCO de 1972, expertos de la Unión Soviética y de la UNESCO de más de una docena de países presentaron una resolución titulada “Declaración sobre los Principios Rectores del Empleo de las Transmisiones por Satélite para la Libre Circulación de la Información, la Difusión de la Educación y la Intensificación de los Intercambios Culturales”, que reivindicaba el derecho de las naciones y los pueblos a determinar qué información se emite en sus países. Al igual que otras iniciativas de este tipo, contó con la oposición de los Estados occidentales, con Estados Unidos a la cabeza. Aunque conferencia tras conferencia, de Bangkok a Santiago, se tomaron en serio la cuestión de la democratización de la prensa, esta oposición hizo que apenas se pudiera avanzar.
En las décadas de 1970 y 1980, estos esfuerzos confluyeron en el movimiento para construir el Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación, con el fin de resolver los desequilibrios globales en este ámbito entre países desarrollados y en desarrollo. Esta idea influyó en la Comisión Internacional para el Estudio de los Problemas de Comunicación de la UNESCO, o Comisión MacBride, creada en 1977 y presidida por el político irlandés y premio Nobel Seán MacBride, que elaboró un importante, aunque poco leído, informe sobre el tema (Un solo mundo, voces múltiples, 1980). En 1984, Estados Unidos se retiró de la UNESCO en respuesta a estas iniciativas. La privatización de los medios de comunicación en los años 80 acabó con cualquier intento del Tercer Mundo de crear redes de medios de comunicación soberanos, incluso cuando estas redes eran anticomunistas (como la Asia-Pacific News Network, creada en Kuala Lumpur, Malasia, en 1981).
Sin embargo, en los últimos años, el sueño de la libre circulación de la información se ha reactivado en los movimientos del Sur global, frustrados por la ausencia casi total de sus puntos de vista en los debates internacionales y por la imposición a sus países de una visión del mundo estrecha y ajena sobre los dilemas a los que se enfrentan (la guerra y el hambre, por ejemplo). Como parte de este renacimiento, cientos de periodistas, editores y editoras del Sur global se reunieron en Shanghai (China) a principios de mayo en el Foro Internacional de Comunicación del Sur global. Al término de dos días de intenso debate, redactaron y votaron un Consenso de Shanghai, que puede leerse íntegramente a continuación.
Promoviendo la construcción de un Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación en el siglo XXI
En la década de 1970, como parte del proceso del Movimiento de Países No Alineados para establecer el Nuevo Orden Económico Internacional, los Estados del Sur Global, junto con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), intentaron establecer el Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación. Este intento fue destruido por el auge de la hegemonía neoliberal durante la década de 1980. La ola de globalización neoliberal se aceleró debido a la crisis de la deuda del Tercer Mundo y a la desaparición de la Unión Soviética. Occidente estableció un “orden internacional basado en reglas” para enmascarar sus estructuras neocoloniales y sus acciones imperialistas. Samir Amin sostuvo que la estructura neocolonial se basa en “cinco controles”: sobre las finanzas, los recursos naturales, la ciencia y la tecnología, las armas de destrucción masiva y la información.
En la actualidad, aunque algunos de estos monopolios se han relajado, la estructura desigual de la información y la comunicación no solo no ha cambiado, sino que se ha agravado. El paradigma teórico dominante sobre la producción de información y la comunicación en todo el mundo sigue siendo occidental-céntrico, y el mundo académico y los medios de comunicación del Sur global carecen de mecanismos para generar ideas y un marco que vaya más allá de esa perspectiva.
Constatamos la prevalencia de estructuras neocoloniales, en particular en los medios de comunicación, controlados por Occidente. Estos medios son incapaces de articular los retos a los que se enfrentan los pueblos del mundo o de comunicar y debatir eficazmente estrategias de desarrollo viables, en particular para el Sur global.
Los imperialistas estadounidenses y sus aliados utilizan los medios de comunicación como armas y lanzan guerras de información contra países de Asia, África y América Latina. Si el Sur Global intenta poner la paz y el desarrollo en la agenda, Occidente responde con guerra y deuda. En manos de los monopolios mediáticos occidentales, el orden comunicacional no se utiliza para promover la paz mundial, sino para exacerbar la división humana y el riesgo de guerra.
Los imperialistas estadounidenses y sus aliados utilizan la hegemonía mediática para distorsionar los bellos conceptos de democracia, libertad y derechos humanos. Atacan a otros países utilizando esos pretextos, mientras guardan silencio sobre su propio atropello a la democracia, la ausencia de libertad y las violaciones a los derechos humanos.
Las tecnologías digitales como internet, el big data y la inteligencia artificial, que deberían estar al servicio del bienestar humano, son utilizadas por unos pocos gigantes mediáticos y plataformas monopólicas occidentales para dominar la producción y difusión de información y bloquear las voces disidentes. Dadas estas circunstancias, creemos que es esencial que las y los intelectuales y profesionales de la comunicación del Sur Global y simpatizantes del mismo revivan el espíritu de la Conferencia de Bandung de 1955 y del Movimiento de Países No Alineados (establecido en 1961), respondan a la Iniciativa de Civilización Global (2023) y establezcan la solidaridad internacional a través de la teoría y la práctica de la comunicación.
Creemos que es esencial que las y los intelectuales del Sur Global y quienes simpatizan con él promuevan las síntesis teóricas y la producción académica del Sur Global (especialmente en los ámbitos de la historia y el desarrollo), participen activamente en intercambios y colaboraciones académicas y formen una teoría de la comunicación desde la perspectiva del Sur Global.
Creemos que es esencial que los medios de comunicación progresistas del Sur Global y quienes simpatizan con él formen una red distribuida y diversificada de producción y difusión de contenidos, compartan sus materiales y experiencias mediáticas y establezcan un frente de comunicación internacional unido contra el imperialismo y el neocolonialismo para abogar por la paz y el desarrollo.
Creemos que es esencial que el Foro Internacional de la Comunicación del Sur Global se celebre anualmente para construir una red y una plataforma diversas y multilaterales de diálogo e intercambio entre intelectuales y profesionales de la comunicación. Esta red y plataforma servirán de base para diversas formas de colaboración con gobiernos, universidades, grupos de reflexión, medios de comunicación y otras instituciones.
La misión histórica del Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación no se ha cumplido, ni se ha desvanecido su espíritu. El antiimperialismo y el anticolonialismo siguen siendo el consenso del nuevo Movimiento de Países No Alineados. Trabajemos juntos y juntas, sobre esta base, para promover la construcción de un Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación del siglo XXI en beneficio de la humanidad.
La reciente conferencia de Shanghai forma parte de la nueva conversación para construir nuevos pools, nuevas redes y nuevos medios de comunicación, anclados en organizaciones como Peoples Dispatch y proyectos de medios afines.
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