El desafío de Sudáfrica en la Corte Internacional de Justicia

POR RAFAEL POCH DE FELIU /

Va a ser muy difícil que el tribunal de la ONU no reconozca los hechos y exija a Israel detener la masacre inmediatamente.

“La ley internacional no es ni verdaderamente internacional, ni genuinamente ley”, sino ideología: una fuerza ideológica al servicio del hegemonismo y sus aliados y un formidable instrumento de poder, dice Perry Anderson.

Fundamentalmente la “justicia internacional” es un espectáculo.

Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, ninguna guerra de Estados Unidos ha merecido la atención de la Corte Internacional de Justicia, principal órgano judicial de la ONU. Las invasiones y ocupaciones propias o de los amigos, han sido bendecidas o silenciadas, mientras que las de los adversarios fueron condenadas cuando no objeto de intervención bélica. Todo eso ya lo sabíamos.

También sabemos, desde los romanos, que es mejor un mundo con ciertas reglas, aunque sean fraudulentas o no se cumplan, o sólo deban observarlas unos pero no otros, que la completa carencia de ellas. Al fin y al cabo, siendo el derecho el dictado de los poderosos, es mejor que su ausencia. A veces hay resquicios en el muro de los poderosos por donde se cuelan ciertas oportunidades de justicia.

La denuncia de Sudáfrica a Israel por genocidio en Gaza es más que una de esas oportunidades. Formalmente impecable, es un desafío abierto a Estados Unidos, la potencia que tutela y bendice la masacre de palestinos desde hace décadas. El equipo sudafricano, dirigido por John Dugard, que fue defensor de Nelson Mandela y de Desmond Tutu y relator de la ONU sobre Derechos Humanos en los territorios palestinos ocupados, pone en evidencia a los regímenes árabes, que han sido incapaces de dar un paso semejante.

Las pruebas de la denuncia sudafricana no son palestinas, sino de fuentes de la propia ONU, la institución para la que trabaja la Corte Internacional de Justicia. Esta masacre no solo ha sido retransmitida en directo a todo el mundo, sino que su intención genocida viene corroborada por multitud de declaraciones de autoridades israelíes.

Va a ser muy difícil que el tribunal no reconozca los hechos y exija ciertas medidas cautelares preliminares de obligado e inmediato cumplimiento.

En tal caso, ¿cómo quedarán todos esos países, entre ellos España, que suministran armas y apoyo político a Israel? ¿Qué pasará con los perritos falderos europeos cómplices del bloqueo de Gaza, especialmente Alemania, Francia y Holanda, que han glosado el “derecho de Israel a defenderse”“¿Se colocará Alemania por segunda vez en el lado equivocado de la historia?”, se preguntaba el miércoles 10 de enero la ministra belga de ayuda al desarrollo, Caroline Gennez.

El jueves 11 ni el principal telediario alemán, ni el francés, por no hablar de los norteamericanos, mencionaron la primera sesión de la vista en La Haya. El informativo de France 24 mencionó las “motivaciones de política interna” que explicarían la denuncia sudafricana. ¿Qué dirán los medios de comunicación si la acción del Tribunal de La Haya es medianamente decente, por ejemplo; si acepta la exigencia de que Israel “suspenda inmediatamente sus operaciones militares en y contra Gaza”, que cese y desista de matar y causar graves daños físicos o mentales a los palestinos, de infligirles condiciones de vida destinadas a destruirlos total o parcialmente, y de imponer medidas para impedir los nacimientos palestinos, tal como piden los sudafricanos?

En rueda de prensa en La Haya, al término de la audiencia celebrada el jueves 11 de enero ante la Corte Internacional de Justicia, el ministro sudafricano de Justicia, Ronald Lamola, advirtió que Sudáfrica “condenó de forma inequívoca” el ataque de Hamas el 7 de octubre de 2023, que cobró la vida de 1.200 personas, y al que siguió la actual ofensiva israelí contra Gaza.

Pero, ¿y si ocurre lo contrario, si el tribunal actúa de acuerdo con la función para la que fue diseñado y se niega a tomar medidas cautelares, lo que equivale a una luz verde al “seguir masacrando”? Lo que presenciaremos en ese caso será un capítulo más del “infame epílogo de Occidente”, un peldaño más en la debacle del prestigio occidental y sus instituciones en el mundo, cuyos síntomas estamos presenciando en una serie vertiginosa de acontecimientos.

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Sustento de la denuncia contra Israel

  • Sudáfrica exige a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) que imponga medidas provisionales a Israel y señala que hoy se está perpetrando un genocidio en Gaza.

  • Las leyes de Israel desde 1948 fueron diseñadas para imponer el apartheid a los palestinos y cometer crímenes genocidas.

  • La destrucción y la violencia no comenzaron el 7 de octubre, sino desde hace décadas, siendo los palestinos objeto de persecución.

  • Israel ha sometido durante los últimos 100 dias a la población de Gaza a la campaña de bombardeos más intensa en la historia de las guerras modernas.

  • El 70 % de las víctimas de los bombardeos israelíes en Gaza son mujeres y niños. Se calcula que unos 7.000 palestinos siguen desaparecidos bajo los escombros.

  • Los palestinos son asesinados si no abandonan sus lugares de residencia, siendo desplazados a zonas supuestamente seguras y que posteriormente son bombardeadas por Israel.

  • Israel impuso órdenes de evacuación de hospitales enteros con todo y víctimas de los atentados.

  • Israel ha cortado los suministros de alimentos, agua, combustibles y artículos de primera necesidad, condenando a una hambruna generalizada a toda la población de Gaza.

  • Han aparecido videos del Ejercito Israelí celebrando la destrucción de pueblos y ciudades en una muestra de crueldad e inhumanidad.

  • Los líderes de Israel han utilizado los términos de “animales humanos” para legitimar el genocidio y las acciones militares.

  • Hasta la fecha la cifra asciende a 23.469 palestinos asesinados en la Franja de Gaza, sin contar los que aún se encuentran bajo los escombros.

Cabe señalar que países latinoamericanos como Colombia, Venezuela, Cuba, Nicaragua, México y Chile, también se han sumado a la iniciativa de Sudáfrica de condenar el genocidio al pueblo palestino.