El entramado de la mafia de alias ‘Papa Pitufo’ y la corrupción estructural

Diego Marín Buitrago, alias ‘Papá Pitufo’, el ‘zar’ del contrabando en Colombia.

POR OMAR ROMERO DÍAZ /

Si no fuera por el Gobierno del Cambio, los colombianos no conocerían de este entramado mafioso político a nivel internacional.

La corrupción en Colombia ha sido una constante en su historia política y económica. Al fin y al cabo, la corrupción es el lubricante del sistema capitalista, más aún en un modelo neoliberal como el que predomina globalmente. Sin embargo, casos como el de Diego Marín Buitrago, alias ‘Papá Pitufo’, revelan una realidad más profunda y compleja: el crimen organizado no solo permea las instituciones nacionales, sino que también juega un papel clave en redes de poder transnacionales. Este entramado de corrupción, impunidad y geopolítica permitió que un personaje como ‘Papá Pitufo’ operara con total impunidad durante años.

El poder de la mafia dentro del Estado

El caso de este potentado delincuente pone en evidencia una estructura mafiosa que no solo se apropia de instituciones como la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN), la Armada Nacional o la Policía Fiscal y Aduanera (POLFA), sino que también ejerce un control efectivo sobre la logística del narcotráfico y el contrabando en puertos estratégicos como Buenaventura. La corrupción en estas entidades no es accidental ni aislada; es sistémica y sostenida por intereses tanto internos como externos.

El soborno de 18 millones de dólares ofrecido a un capitán de la Armada para garantizar el control de Buenaventura es solo un indicio del volumen de dinero que mueve este entramado criminal. Se estima que diariamente se pagan 700 millones de pesos en sobornos en dicho puerto, lo que demuestra la magnitud del problema.

El Estado como regulador fallido

Los Gobiernos de Pastrana, Uribe, Santos, Duque frente a esta realidad de “pitulandia”, nunca reaccionaron con firmeza para erradicar la corrupción, y por el contrario, la respuesta fue débil y, en muchos casos, cómplice. La prescripción de investigaciones en la Procuraduría, el bloqueo de reformas en el software de aduanas de la DIAN y la protección internacional a individuos como ‘Papá Pitufo’ evidencian que la corrupción es más profunda de lo que parece.

Un caso paradigmático es el intento de reformar el sistema aduanero con apoyo de Corea y el grupo ISA. Esta iniciativa, que buscaba eliminar la manipulación del software que facilita el contrabando, fue saboteada desde dentro del mismo Estado, y los funcionarios que promovían el cambio terminaron investigados penalmente. Esto sugiere que no solo existe una resistencia interna al cambio, sino que hay actores con suficiente poder para bloquear cualquier intento de transformación.

Nómina de alias ‘Papá Pitufo’.

La geopolítica del crimen organizado

El análisis del caso de ‘Papá Pitufo’ no puede limitarse a Colombia. Su influencia trasciende fronteras y se vincula con intereses internacionales que utilizan el narcotráfico y el contrabando como herramientas de financiación y control.

Un ejemplo de esto es la ‘Operación Carrusel’, una investigación que reveló el uso de cocaína colombiana para financiar operaciones en Medio Oriente, incluyendo el primer atentado contra el World Trade Center en 1993. La intervención de agencias de inteligencia extranjeras, la protección de ciertos criminales y la negociación de capturas como parte de acuerdos diplomáticos demuestran que el crimen organizado no es solo un problema nacional, sino una pieza clave en el ajedrez de la geopolítica global.

La pregunta final es inevitable: ¿hasta qué punto el Estado colombiano tiene el poder real de combatir estas estructuras cuando existen intereses externos que las protegen? Si el mismo ‘Papá Pitufo’ vivió en Estados Unidos sin ser capturado, y su extradición se ha dilatado por años, es claro que su rol en estas redes va más allá de ser un simple contrabandista.

La corrupción en Colombia no es solo un problema de ética o de debilidad institucional. Es el resultado de una estructura mafiosa consolidada, con conexiones en el Estado, el sector privado y redes internacionales de poder. Casos como el de ‘Papá Pitufo’ demuestran que el crimen organizado no solo financia campañas políticas y controla instituciones clave, sino que también juega un papel en la geopolítica mundial.

Cualquier solución efectiva no solo requiere depurar las instituciones nacionales, sino también revisar las dinámicas internacionales que permiten que estos personajes operen con total impunidad. Mientras estos factores no sean abordados, la corrupción y el crimen seguirán siendo el verdadero poder detrás del Estado colombiano.

Los narco-puertos

La demora en la extradición de Diego Marín Buitrago y las revelaciones sobre la corrupción en los puertos colombianos ponen en evidencia la resistencia de sectores políticos y económicos que se benefician del statu quo.

La captura de alias ‘Papá Pitufo’ en Portugal, tras una operación conjunta de la Policía Nacional de Colombia, Interpol y autoridades europeas, demuestra la efectividad de la cooperación internacional promovida por el Gobierno de Gustavo Petro. Sin embargo, su extradición ha enfrentado obstáculos legales que revelan la fragilidad del sistema judicial ante el crimen organizado.

Petro ha sido enfático en que esta captura no debe quedarse solo en la extradición, sino que debe servir para revelar las redes de poder que permitieron el crecimiento de este ‘pez gordo’ de las grandes ligas de la delincuencia. En este sentido, ha instado a Marín Buitrago a exponer sus conexiones políticas y empresariales, lo que podría implicar a altos funcionarios de gobiernos anteriores y a miembros de la élite económica.

La corrupción en los puertos

Uno de los elementos más críticos de este caso es la complicidad entre las mafias del narcotráfico y las estructuras de poder en los puertos colombianos. Durante años, ha sido evidente que la droga no sale del país por rutas clandestinas, sino desde terminales legales como Cartagena y Buenaventura, donde funcionarios de aduanas, empresarios y altos mandos militares han facilitado el tráfico ilícito.

A pesar de las denuncias realizadas en el Congreso, los gobiernos anteriores no tomaron medidas efectivas para frenar esta corrupción. El Gobierno de Petro ha asumido este reto con determinación, pero enfrenta una dura oposición de los poderosos sectores tradicionales que buscan proteger el negocio criminal desde dentro del Estado.

En el puerto de Buenaventura quitaban la energía para pasar los contenedores de alias ‘Papá Pitufo’.

El papel de los medios: ¿información o manipulación?

Mientras el Gobierno del Cambio avanza en la lucha contra la corrupción y el narcotráfico, los medios tradicionales han jugado un papel ambivalente. Aunque han cubierto la captura de ‘Papá Pitufo’, al mismo tiempo han minimizado el papel de las redes de corrupción que sostienen este negocio y han desviado la atención hacia otros temas.

En contraste, los medios corporativos han amplificado escándalos dentro del Gobierno de Petro, como los casos de Nicolás Petro y Laura Sarabia, para intentar debilitar su imagen. La manipulación mediática busca generar la percepción de que la corrupción es exclusiva de la actual administración, mientras oculta los crímenes de gobiernos anteriores y de sectores económicos que han operado en la impunidad total por décadas.

Ejemplo: mientras la prensa dedica titulares a los errores de funcionarios del actual Gobierno, hay silencio absoluto sobre la corrupción en los puertos y la complicidad de militares, políticos y empresarios en el narcotráfico. Esta estrategia mediática distorsiona la realidad y favorece la continuidad del modelo tradicional de poder.

 

El caso de ‘Papá Pitufo’ es un reflejo de los retos que enfrenta el Gobierno del Cambio en su lucha contra el crimen organizado. Petro ha logrado avances significativos en la cooperación internacional y el desmantelamiento de redes criminales, pero enfrenta una oposición férrea de sectores que buscan mantener sus privilegios.

El narcotráfico y la corrupción en los puertos colombianos son problemas estructurales que han sido ignorados por décadas, y la captura de Marín Buitrago representa una oportunidad única para exponer a los verdaderos responsables. Sin embargo, la manipulación mediática y la resistencia de ciertos actores políticos demuestran que la lucha por la transparencia es también una lucha por el poder.

En este contexto, el reto del Gobierno Petro no solo es continuar con estas investigaciones, sino también contrarrestar la desinformación mediática y demostrar que el verdadero enemigo de Colombia son las mafias incrustadas en el Estado.

¿Cambio real o resistencia al cambio?

El dilema central es claro: Colombia avanza hacia un cambio profundo o se aferra al modelo de impunidad que ha imperado durante décadas. El Gobierno de Petro ha demostrado voluntad política para enfrentar el problema, pero el verdadero desafío es romper la alianza entre el crimen organizado y las élites del poder.

La extradición de ‘Papá Pitufo’ no es solo un caso judicial sino uno de los símbolos de una Colombia en disputa entre el pasado y el futuro.