POR ALEJANDRO QUINTERO GALEANO
Las imágenes de Palestina, con la situación en especial de la Franja de Gaza, representan un gran fracaso para toda la humanidad, para el mundo occidental imperial como supuesto “modelo civilizatorio”, para los organismos internacionales como reguladores mundiales y para el capitalismo como sistema económico dominante.
Una cosa es Hamás y otra la población civil indefensa. Según el Ministerio de Salud de Palestina, desde el 7 hasta el 23 de octubre, habían muerto 5.087 palestinos, entre los muertos se encontraban 2.055 niños y 15.273 personas han resultado heridas. Y como en toda guerra, una de las primeras víctimas es la verdad, el gobierno de Israel y las cadenas hegemónicas de sus aliados, han salido con una cascada de información acorde a sus intereses. Después de tanto, bien lo expresó Chomsky: “parte de la tragedia de los palestinos es que no tienen apoyo internacional, por una buena razón: no tienen riqueza, no tienen poder, así que no tienen derechos”.
Teniendo el conflicto Israel-Palestina más de un siglo, desde la firma de La Declaración de Balfourt, el 2 de noviembre de 1917, cuando el gobierno Británico designa un terreno en Palestina para el pueblo judío, a la manera de la repartición del territorio africano; pero que se recrudece posterior a la Segunda Guerra Mundial, cuando los británicos suspenden su mandato sobre terreno palestino y desde el 29 de noviembre de 1947, cuando La Organización de la Naciones Unidas (ONU) deciden la partición de Palestina en dos Estados uno judío, asignándole el 55% del territorio y otro árabe, restando a Jerusalén que queda bajo su responsabilidad –ONU-, situación únicamente aceptada por los primeros.
El 14 de mayo de 1948 se establece oficialmente el Estado de Israel, como lo designó la ONU, comenzando posterior a ello las guerras árabes para recuperar su territorio y las ofensivas de Israel (con el apoyo de las potencias occidentales principalmente, Gran Bretaña, Estados Unidos y Francia) para defenderse y anexarse más territorios palestinos ocupados; se suceden así múltiples guerras y levantamientos: primera guerra árabe en recuperación de su territorio 1948, Guerra del Suez 1952, Guerra de los Seis Días 1967, Guerra de Yom Kipur 1973; la Primera Intifada 1987 y la segunda Intifada 2000, la guerra 2008-2009 u operación Plomo Fundido de Israel sobre la Franja de Gaza, etc.
Desde 1967, después de la guerra de los seis días, Israel ha sido catalogada como “potencia ocupante” por Naciones Unidas, la Corte Internacional de Justicia y el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, estableciendo como territorios ocupados los de Palestina, incluidos Cisjordania y la Franja de Gaza; dicha ocupación significó, en palabras del relator especial de Naciones Unidas para la época Richard Falk[1], una afrenta al derecho internacional, la Cruz Roja Internacional, la catalogó como “una grave violación de las Convenciones de Ginebra[2]”; supuestamente Israel, se retira de la Franja de Gaza desde el 2005, pero prosiguió con su intención colonizadora del territorio palestino.
La Franja de Gaza tiene unas dimensiones de 51 por 11 kilómetros, ya Israel había construido una barrera a su alrededor entre 1994 y 2005. Desde 2007 Israel ejerce una ocupación indirecta, controla militarmente con el apoyo de Egipto la población, mantiene un bloqueo terrestre, aéreo y marítimo, controla la entrada y salida de mercancías, comida y combustible a través de sus cuatro cruces fronterizos: Kerem Shalom, Karni, Erez y Sufa (Isael), y uno con Egipto, Rafah. Y como si no fuera suficiente, en 2021 terminó de construir un muro de separación, bajo la justificación de su defensa, el muro del Apartheid, de 65 kilómetros, o la llamada cárcel a cielo abierto más grande del mundo con más de 2 millones de habitantes en su interior. Lugar donde hoy, bajo la disculpa de atacar a Hamás, se produce la mayor masacre contra civiles, mujeres y niños por bombardeos y ataques indiscriminados.
Son múltiples los pronunciamientos que existen de Naciones Unidas, en cabeza de sus directores Ban-ki Moon, Antonio Gutiérres, del Consejo de Derechos Humanos, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Amnistía Internacional, etc., solicitando a Israel que levante su bloqueo sobre Gaza, desde hace más de 10 años, al considerarlo violatorio del Derecho Internacional Humanitario, pero el poder de veto y el apoyo de las potencias occidentales, principalmente Estados Unidos, han permitido que el gobierno de Israel en cabeza de Benjamín Netanyahu, primer ministro por más de 15 años desde 1996 hasta la fecha, pueda seguir con sus medidas genocidas.
Retomando la historia, el 22 de noviembre de 1974, la Asamblea General de las Naciones Unidas con su Resolución 3236 reconoció el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación, independencia y soberanía en su territorio; reconoció a la Organización de Liberación de Palestina (OLP) como su representante legítimo y acordó su status de observador al interior de la Asamblea. ¿Pero por qué no se cumplió con esa resolución? La respuesta se encuentra en los intereses económicos y geoestratégicos de Estados Unidos y sus aliados durante y post-Guerra Fría, para el dominio del Medio Oriente y sus riquezas, principalmente en petróleo y gas.
Aún en la actualidad (2023) de los 193 países afiliados a la ONU existen 55 países que no reconocen a Palestina y 25 no reconocen a Israel, con la diferencia que quienes no reconocen a Palestina son las potencias del mundo occidental, mientras que los que no lo hacen con Israel son países no alineados[3].
Bien lo dice Gabriel Bulgakov[4], la situación actual nos puede traer a la memoria la guerra de Yom Kipur de 1973, cuando los países árabes en represalia al apoyo a Israel por parte de las potencias occidentales (Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Canadá, Japón, Países Bajos) realizan un embargo petrolero que los sumergió en una crisis energética, de la cual posteriormente, Estados Unidos sale avante con su “acuerdo” con Arabia Saudita y los petrodólares en 1974. Pero con unas “pequeñas” diferencias para la actualidad: el emergente orden multipolar con los BRICS, que representa un bloque político-económico fuerte –en crecimiento- con una perspectiva diferente al orden imperial occidental, donde China y Rusia se posicionan fuertemente en la salida negociada al presente conflicto, las distancias actuales entre Arabia Saudita y Estados Unidos, la debilidad en la que se encuentra EE.UU. desde lo económico para seguir imponiendo el patrón dólar como moneda de referencia mundial, el progreso armamentístico de los países orientales, el apoyo de todo el pueblo árabe a la causa palestina y la decadencia del modelo cultural, que ha intentado imponer Washington a nivel mundial, al quedar al descubierto las falacias de su democracia liberal.
Hoy está crisis humanitaria de Palestina lo confirma, mientras Estados Unidos sigue vigilando sus intereses económicos y geopolíticos, cuando sigue viendo en las guerras Ucrania-Palestina una oportunidad para reactivar su economía y su dominio, como lo expresó Biden: “una inversión inteligente”, por encima de la soberanía de los pueblos, el derecho a la vida, la dignidad, la libertad y la paz; el resto de la humanidad –con pocas excepciones- y muy a pesar de la manipulación y la censura de los grandes medios de comunicación, y la ineficiencia de los organismos internacionales para detener este horror, lo estamos viendo como es: un gran acto de neo-colonización, genocidio y limpieza étnica del Estado de Israel, en cabeza de su facción ultraconservadora sionista, contra civiles palestinos a los que se les ha violado sus más elementales derechos durante más de 50 años.
[1] https://news.un.org/es/story/2014/03/1297181
[2] Cuatro convenios que regulan el Derecho Internacional Humanitario: 1864, 1906, 1929 y 1949.
[3] https://elordenmundial.com/mapas-y-graficos/que-paises-reconocen-israel-palestina/#:~:text=Actualmente%2C%20136%20pa%C3%ADses%20reconocen%20a,Singapur%20rechazan%20al%20Estado%20palestino.
[4] https://www.youtube.com/watch?v=6zOg-rDMbGA&t=2s&ab_channel=TOPDEIMPACTO
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