POR CHRIS KASPAR DE PLOEG
En el combate por salvar la humanidad y el planeta se hace necesario construir una alternativa que enfrente al poder imperial, se necesita un internacionalismo que sea capaz de enfrentar al gigante capitalista que está asesinando nuestro planeta.
Mientras los ricos se embarcan en viajes al espacio y fantasean con colonizar Marte, casi mil millones de personas no tienen acceso a la electricidad. Como han argumentado acertadamente muchos científicos, la “humanidad en su conjunto” no es la responsable del colapso climático, sobre todo porque mil millones apenas emiten gases de efecto invernadero.
Los datos y los hechos demuestran que la crisis climática no solo está marcada por la desigualdad económica, está marcada sobre todo por la acción el imperialismo. El noventa y dos por ciento de la catástrofe climática es causada por el Norte Global, que roba a los países, que antes colonizó, la atmósfera necesaria que les garantice niveles de vida humanos. Para empeorar las cosas, cada año, inmensas cantidades de recursos y mano de obra se drenan del Sur al Norte Global para mantener el crecimiento y las ganancias de las grandes corporaciones que están acabando con casi toda la vida en el planeta.
Este capitalismo basado en combustibles fósiles está respaldado por el enorme ejército imperial de la OTAN, un bloque de países ricos que gastan más que el conjunto del resto del mundo. Este bloque (EE.UU./OTAN) invade naciones, derroca gobiernos y sanciona a pueblos enteros que se niegan a doblegarse.
Una propuesta para un Green New Deal que no afronte al imperialismo simplemente convertirá al Sur Global en una zona de sacrificio verde, agravando un sistema marcado por un verdadero apartheid climático. Ya es hora de que el movimiento climático en el Norte Global enfrente algunas verdades duras y adopte un camino de solidaridad internacional.
El Norte Global es responsable de la crisis climática
Un estudio reciente de la ONU (IPCC) confirmó que el Norte Global es responsable del 92 por ciento de la catástrofe climática que está ahogando al planeta. El estudio utiliza un método simple y comprobable: todos los países tienen derecho a la misma cantidad de emisiones y esta debe calcularse en proporción al tamaño de su población desde 1850.
Si un país supera su “parte justa”, incurre en deuda climática. Por lo tanto, con base al cálculo de carbono que limita el calentamiento a 1,5 grados centígrados para fines de siglo, es probable que China nunca exceda su “parte justa”, sin embargo la mayoría de los países europeos y Estados Unidos, sobrepasaron su “parte justa” desde hace décadas. 1
En 2018, el Panel Internacional sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas acordó que se puede emitir un máximo de 580 gigatoneladas de dióxido de carbono adicional si queremos tener un 50 por ciento de posibilidades de no superar los 1,5 grados de calentamiento para 2100.
Complementando el informe de la ONU dos científicos indios, Jayaraman y Tejal Kanitkar, calcularon que el Norte Global debería emitir Cero CO2 para no excederse de su “parte justa”. Según los cálculos de estos especialistas las emisiones en EEUU deben llegar a Cero emisiones en el 2025, en Japón en el 2031 y en toda la Unión Europea en 2033. Estas naciones capitalistas producen emisiones per cápita muchísimo más altas que el resto de la humanidad.
Según Jayaraman y Kanitkar: “considerando que el precio promedio del carbono es de 135 dólares por tonelada de dióxido de carbono, los países ricos del G 7 tienen una deuda climática con el resto del mundo de 114 billones de dólares”. En esta misma línea una investigación la ONG, Oxfam demostró que, entre 2017 y 2018, los países del G7 proporcionaron sólo 17.5 millones de dólares a sus políticas climáticas. A ese ritmo, estas naciones ricas habrán pagado su deuda con el resto del mundo para el año 6.500.
¿Quién es realmente responsable de la catástrofe climática?
Por su parte, la revista científica The Lancet advirtió que los países de altos ingresos son responsables del 74 por ciento del exceso de consumo de recursos naturales, lo que está generando acelerando los procesos de deterioro ambiental, como la pérdida de la biodiversidad y una alarmante disminución del agua dulce.
The Lancet concluye que “el exceso de gasto energético del occidente rico aumenta la responsabilidad del Norte hasta en un 84 por ciento”. Más preocupantes es que este estudio comienza recién el año 1970, por lo tanto se ha saltado por falta de datos confiables el período que va desde la primera revolución industrial hasta el inicio del colonialismo. 2
Aunque, no tenemos cifras completas de ese largo periodo histórico un vistazo rápido a los niveles actuales de consumo per cápita es muy revelador para entender quiénes son los principales responsables del cambio climático.
Algunos ejemplos actualizados:
¿Residuos plásticos de un solo uso? Una persona promedio en los Estados Unidos consume 53 kilogramos por año; en China, una persona consume 18 kilogramos por año.
¿Uso de agua dulce? El consumo diario de EE.UU. es de 7.800 litros per cápita al día; En China, es de 2.900 litros por día.
¿Huella ecológica en la tierra? EE.UU. y Canadá ocupan 1,7 hectáreas por persona, en China, 0,44 hectáreas por persona.
Hay que tener en cuenta que estas cifras llegan en el momento que se habla de una «China en pleno ascenso», un término que sólo ignora siglos de colonialismo y la etapa más reciente de la hegemonía estadounidense caracterizada por el neoliberalismo.
Deforestación colonial
La historia colonial se caracterizó no solo por la extracción de recursos sino también por un ecocidio masivo. Desde la península malaya hasta las Indias Orientales Holandesas, los bosques fueron talados para construir barcos y producir tierra cultivable, donde la población local trabajaba como mano de obra esclava.
Como documenta Mike Davis en su libro “Late victorian holocausts”, la expansión del “sistema de plantaciones” orientado a la exportación masiva de productos agrícolas condujo en el Sur Global a terribles hambrunas que causaron decenas de millones de muertes. Mientras tanto, el imperio británico, los gobiernos y las corporaciones europeas llenaban sus arcas el dinero producto de un saqueo intensivo de los pueblos colonizados.
No tenemos datos precisos sobre la gigantesca deforestación del Sur Global, pero estimaciones científicas apuntan directamente a las antiguas potencias coloniales como las responsables de los enormes daños ocasionados al planeta durante ese periodo. 3
Durante la dominación colonial debido al cambio de uso de las tierras las emisiones de CO2 aumentaron exponencialmente en todo el Sur Global: un 40 % en Asia; un 50 % en India, Nigeria y gran parte de África; un 70 % en Indonesia, la República Democrática del Congo y Angola. 4
Durante la era colonial los países del Norte Global también deforestaron sus propios territorios. En su conjunto, el Norte Global fue responsable de la mitad de todas las emisiones por cambios en el uso de la tierra entre 1850 y 2019 (estos datos no incluyen la actividad del imperialismo en países como Brasil, Argentina y China, ni la deforestación basada en el comercio después de la descolonización).
Los países del G7 ahora están importando deforestación a través de relaciones comerciales desiguales, con este arbitrio “económico” se está superando con creces los esfuerzos que hacen las naciones para reforestar sus territorios. Entre 2001 y 2015, las correcciones basadas en el comercio muestran que la deforestación neta fue impulsada casi en su totalidad por los países del Norte Global. 5
Globalización de la agricultura industrial
La agricultura industrial moderna es otro de los grandes responsables del deterioro ecológico al traspasar los tres límites planetarios básicos: contaminación por fósforo, contaminación por nitrógeno y destrucción de tierras silvestres. También las grandes explotaciones agrícolas capitalistas contribuyen significativamente a aumentar las cuatro amenazas planetarias más devastadoras; desintegración climática, contaminación química, destrucción de la biodiversidad y escasez de agua dulce).
La llamada Revolución verde que se extendió por todo el mundo fue financiada por las Fundaciones Rockefeller y Ford para evitar la redistribución de la tierra y aumentar masivamente la producción de alimentos. Pero la revolución verde solo ganaba tiempo: la agricultura industrial agota el suelo, reduce sus rendimientos y conduce al círculo vicioso de la deuda con agricultores cada vez más dependientes de semillas patentadas, fertilizantes químicos y pesticidas producidos por corporaciones multinacionales.
Se estima que, en las últimas décadas, este agresivo sistema ha inducido en la India a 300 mil suicidios entre sus agricultores. En el último año se ha pasado de la pasividad a las mayores protestas de la historia en esta enorme nación.
Redistribución de la tierra
Está comprobado científicamente que agricultura agroecológica tradicional beneficia la biodiversidad y que requiere mucha más mano de obra. Por tanto, una transición a escala hacia la agricultura agroecológica podría detener –o incluso revertir– los flujos masivos de migración rural-urbana: una situación que ha llevado a las poblaciones rurales a situaciones de extrema pobreza en las periferias de las grandes ciudades.
Solo una redistribución de la tierra en los pueblos más pobres del planeta puede hacer que tal cosa sea posible. Sin embargo, cuando los gobiernos hacen un modesto intento de reformas agrarias, son fuertemente atacados por el imperialismo.
Por ejemplo, en 1954, el presidente democráticamente electo de Guatemala, Jacobo Árbenz, fue derrocado por un golpe organizado por la CIA después de que intentara un modesto programa de redistribución de la tierra. El golpe llevó al poder a una serie de dictadores que asesinaron a 200.000 indígenas y revirtieron la reforma agraria de Árbenz.
Más recientemente, cuando un movimiento de campesinos negros sin tierra de Zimbabue recuperó sus tierras de manos de la élite de colonos blancos (en 2001), el país fue fuertemente sancionado por el mundo occidental y, los medios de comunicación culparon a Zimbabue por el colapso de su economía, a pesar de que las tierras en manos de los agricultores negros tenían excelentes rendimientos. Está claro, la cuestión de la tierra no puede abordarse sin abordar el imperialismo.
Presión imperial e industrialización
Hay que reconocer que en el “socialismo de estado” hubo una buena cantidad de desastres ecológicos a pesar que tanto en la Unión Soviética (ayer), como en China (ahora) se han tomado medidas para controlar sus industrias más contaminantes.
Un aspecto que rara vez se toma en cuenta para entender “los porqué” de estos desastres ecológicos son las injerencias armadas de occidente. Estos ataques obligaron a los países que ensayaron el socialismo de estado a destinar ingentes recursos para construir una “economía de guerra”. Se olvida que con una guerra las potencias occidentales trataron de destruir el experimento bolchevique en su cuna matando a 8 millones de rusos, que murieron otros 26 millones con la invasión nazi y que terminada la Segunda Guerra Mundial los halcones del Pentágono quisieron borrar del mapa a la Unión Soviética y a China con armas nucleares.
Según The Lancet sólo el 8 por ciento de la responsabilidad por el colapso climático recae en el Sur Global, el país que más se excede es Kazajstán. Los otros grandes derrochadores son los llamados Tigres Asiáticos y las monarquías del Golfo Pérsico, países que cuentan con bases militares estadounidenses y que han recibido “protección” a cambio de su lealtad pro-occidental y anticomunista.
Asfixiar alternativas
Abordar el colapso climático y ecológico mientras se satisfacen las necesidades humanas requiere una fuerte intervención del estado. Los estudios han revelado que con el mismo producto interno bruto (PIB) los países del llamado “socialismo realmente existente” superaron por un margen muy amplio la calidad de vida a la de los países capitalistas.
Todas las investigaciones han demostrado de manera concluyente que el crecimiento del PIB tiene un gran impacto en las huellas ambientales. Por lo tanto, para satisfacer las necesidades humanas, dejando una huella ambiental mínima, se requieren políticas socialistas que se centren en las necesidades humanas (como educación pública y atención médica gratuita). De lo contrario, se desperdicia demasiado en bienes de lujo, métodos como la obsolescencia programada y servicios privados que son por definición derrochadores. Simplemente no hay otra manera.
El índice de Desarrollo Sostenible, que sopesa tanto el desarrollo humano como la huella ecológica y de carbono, muestra que en 1991, justo antes de que entrara en vigor la doctrina del shock neoliberal, la mitad de los diez países con mejor desempeño habían sido socialistas. Todavía en 2019, el último año con datos disponibles, los diez primeros incluían cuatro países post-socialistas que no desmantelaron por completo sus sistemas de bienestar, además está Cuba y el estado indio de Kerala dirigido por los comunistas. 6. Los otros países que tuvieron un buen desempeño, como Sri Lanka y Costa Rica, todavía tienen sólidos sistemas de servicios públicos.
Sin embargo, abrir un camino ecosocialista sigue siendo extremadamente difícil. Cuba, uno de los países más sostenibles del planeta, sigue sufriendo un embargo de sesenta años de parte de los Estados Unidos.
En Burkina Faso, el líder ecosocialista Thomas Sankara, que plantó cuatro millones de árboles durante su breve gobierno, fue asesinado por una acción conjunta de los servicios de inteligencia estadounidenses y francesas. Los gobiernos ecosocialistas en Bolivia, Ecuador y Venezuela han sido objeto de reiterados intentos de “cambio de régimen” y en Brasil, el entonces moderado gobierno de Lula – que redujo las tasas de pobreza e impidió las deforestación del Amazonas en un 70 % – fue derrocado en un golpe judicial orquestado desde Estados Unidos en 2016.
Máquina de guerra fósil
Las principales potencias neocoloniales –Países Bajos, Reino Unido, Francia y Estados Unidos– han estado en guerra durante la mayor parte de los últimos quinientos años. Pueblos independientes fueron colonizados, suprimidos, coaccionados, cooptados o ahogados en sangre. Ni un solo país de la Tierra ha permanecido al margen de los belicistas europeos contemporáneos.
El desarrollo de un verdadero camino ecosocialista en el Sur Global primero requiere de la soberanía nacional, libre del imperialismo. El objetivo principal para abrir este espacio de liberación debe ser impedir la expansión de la punta de lanza imperial: la OTAN.
El Ejército estadounidense y sus 900 bases en países extranjeros emiten más emisiones de carbono que 140 países. Sin embargo, la huella de carbono real de las emisiones directas que realiza máquina de guerra del Pentágono/OTAN es aún mucho mayor. El complejo militar-industrial que suministra a las fuerzas armadas occidentales municiones, aviones, submarinos y portaaviones deben incluirse en la huella ecológica que deja el imperialismo.
La huella de carbono militar se estima en el 6 por ciento de las emisiones mundiales, aproximadamente la misma cantidad que produce India y el doble de las emisiones de África. Estas cifras no incluyen las emisiones por la reconstrucción forzosa de las infraestructuras destruidas deliberadamente en países enteros, como Irak, Vietnam, Corea, Afganistán, la ex Yugoslavia y Libia.
En estos precisos momentos, con el pretexto de la guerra en Ucrania, los países de la OTAN están impulsando una carrera armamentista. Sus ejércitos ya gastan diecisiete veces más que la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (la alianza militar de Rusia). Como tal, la OTAN es la principal responsable de la destrucción del medio ambiente.
Asesinando la tierra
Y la destrucción va mucho más allá de las emisiones de carbono. Durante la Guerra de Vietnam, el 85 por ciento de las bombas estadounidenses no estaban dirigidas al enemigo, sino al entorno que lo albergaba. El tonelaje arrojado durante esa invasión casi triplicó el total lanzado durante la Segunda Guerra Mundial. Si esta barbaridad no se puede catalogar como ecocidio, ¿qué es entonces el ecocidio?
Las bombas de napalm no solo fueron utilizadas en masa para deforestar Vietnam, también fueron utilizadas por los estadounidenses en Corea, por los franceses en Argelia y los británicos en Kenia. El Ejército yanqui ha usado armas químicas y radiactivas en Irak, la ex Yugoslavia y Afganistán. La contaminación radiactiva en Faluya, Irak, se volvió tan severa que nacen bebés con malformaciones 14 veces más que en Hiroshima y Nagasaki.
La red de bases militares estadounidenses, ubicadas en todo el mundo, está envenenando el agua y el aire de las comunidades circundantes con compuestos químicos. La máquina de guerra imperial no solo está destruyendo el clima está asesinando a todos y todo lo que se interpone en su camino.
Geopolítica fósil
Las políticas belicistas han encerrado a las economías de la OTAN en la dependencia del carbono. En nombre de la seguridad energética, Estados Unidos y Canadá se han convertido en dos de los mayores productores de petróleo y gas fracturado, el último de los cuales es mucho más contaminante que el gas natural. Hoy, la guerra de la OTAN contra Rusia, está obligando a la Unión Europea a aceptar más carbón y el gas de esquisto estadounidense y qatarí.
La ahora tan recurrida “seguridad energética” es otra justificación para la extracción de combustibles fósiles por parte de Estados Unidos. Este país aumentó conscientemente su producción en la década de 2010 para reducir los precios mundiales de la energía y, por lo tanto, desestabilizar a sus competidores: Venezuela, Irán y Rusia. 7
Cuando Hugo Chávez revivió la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPPEP), en 2001, Estados Unidos rápidamente implementó sus políticas de “cambio de régimen”. De manera similar, la amenaza de Saddam Hussein de reducir la producción de petróleo fue el motivo definitivo para la invasión de Irak en 2003.
Las instalaciones militares de la OTAN – ubicadas en su mayoría en los países productores de petróleo y a lo largo de los oleoductos- tienen como objeto cortar las rutas energéticas, si la máquina de guerra de los Estados Unidos lo considera necesario.
Por el momento las grandes empresas occidentales controlan la mayor parte de la producción de petróleo y de gas, sin embargo, no se puede decir lo mismo de los metales utilizados para producir energía limpia. La extracción de estos minerales y su procesamiento está en manos de China y del Sur Global no alineado con Estados Unidos. Esto quiere decir que la base del poder imperial de occidente es ahora dependiente de aquellas naciones que en el pasado fueron colonizadas. 8
Por tanto, no sorprende China haya sido de lejos el mayor inversor en energía renovable durante las dos primeras décadas del siglo XXI. De hecho, durante los últimos años China instaló casi un 20 % más de capacidad solar y eólica que todo el bloque occidental, cuya economía combinada es casi tres veces mayor que la de China. 9
El sistema del petrodólar
Desde 1974, las monarquías del Golfo se han convertido en un factor clave del poder económico y financiero de Estados Unidos. Ese año, el entonces secretario de Estado de los EE.UU., Henry Kissinger, usó la amenaza de una invasión militar para obligar a Arabia Saudita a vender todos sus combustibles fósiles en dólares, asegurando así que el dólar siguiera siendo la moneda de reserva global. Esto permitió que hasta hoy Estados Unidos tenga enormes déficits sin disminuir el valor del dólar, lo que esencialmente ha obligado a todo el mundo a subsidiar la economía estadounidense.
El giro neoliberal, desastroso para el medio ambiente y para el Sur Global, fue facilitado directamente por la geopolítica militarizada de los combustibles fósiles. Los principales bancos estadounidenses, inundados de petrodólares, consiguieron invertir sus gigantescos excedentes en el Sur Global, obteniendo enormes beneficios.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial forzaron la apertura de los mercados del sur para la inversión extranjera, lo que obligó a la privatización y marcó el comienzo de un período catastrófico que no solo aumentó rápidamente la pobreza en África subsahariana sino que también ha provocado una vertiginosa escalada de destrucción ecológica.
El Pentágono que fue crucial para facilitar la diplomacia de las cañoneras durante la crisis del petróleo de 1973, también se benefició directamente del sistema de petrodólares que ayudó a crear. La mayor parte de las ganancias del petróleo se reciclan para la compra de armas del complejo militar-industrial de Europa y EE.UU.
Arabia Saudita, que nunca ha sido invadida, gasta cerca del 19 por ciento de su PIB en sus Fuerzas Armadas desde que se implementó los petrodólares. Entre 1974 y 2021, este país de 35 millones de habitantes fue el segundo mayor importador de armas del mundo, todas procedentes de los países integrantes de la OTAN. Este patrón de compras de armas salvajemente extravagante es replicado por todas las monarquías del Golfo.
Economías militarizadas
El complejo militar-industrial ha tenido un profundo impacto en la forma en que se organizan nuestras economías. Las fuerzas armadas dependen de un próspero sector de la industria pesada que ha llevado a los estados militarizados a tener emisiones sustancialmente más altas, independientemente de su PIB.
Las principales industrias contaminantes, como la agricultura industrial y la pesca industrial, derivaron sus actuales métodos de explotación de las técnicas desarrolladas por el complejo industrial militar estadounidense. Como se sabe, las principales tecnologías que impulsan nuestras economías en la actualidad, desde los teléfonos inteligentes hasta Internet, fueron originalmente proyectos de la CIA y el Pentágono.
La militarización ha impulsado el crecimiento económico, porque la capacidad de producir en masa se puede movilizar rápidamente en tiempos de guerra. No es ningún secreto que el crecimiento económico es considerado un problema de seguridad nacional.
El índice PIB surgió en los Estados Unidos para poder medir la producción de materiales bélicos durante la segunda guerra mundial. Un índice como el PIB, que originalmente fue conceptualizado para alimentar la destrucción, difícilmente puede ser útil para medir las necesidades humanas y ecológicas. Sin embargo, y lamentablemente, el PIB se ha convertido en el índice principal en la mayoría de los países que todavía no consideran entre sus cuentas otros índices como el de calidad de vida.
Prioridades colonizadas
Los estrategas militares occidentales, que conocen los efectos de un colapso climático desde la década de 1960, han planificado sistemáticamente las guerras por recursos. En lugar de abordar el problema han fomentado un modo de pensar que sostiene que la catástrofe climática se puede manejar a través de un apartheid de los países más pobres.
Las guerras interminables –contra las drogas, contra el terrorismo, contra “el próximo Hitler”, contra el “eje del mal”– lo que hace es promover el odio, el racismo y alimentar con adeptos a la extrema derecha. Los estrategas imperiales en vez de estimular la cooperación internacional para abordar la crisis climática lo que hacen es atizar la división y las tensiones para sacar dividendos políticos.
El último informe climático de la ONU (IPPC), advierte que “parar el desastre es ahora o nunca”. Este documento fue ignorado casi por completo por los medios occidentales que se han concentrado en ataques contra Rusia. La guerra en Ucrania recibe y contamina toda la información que proviene del campo de batalla.
En el caso de las invasiones estadounidenses de Irak a Afganistán, la cobertura fue invariablemente positiva, incluidas escenas de propaganda “escenificadas” ex profeso. Toda esta parafernalia no tiene nada que ver con los derechos humanos. El Ejército de EE.UU. destruyó deliberadamente toda la infraestructura civil de los países a los que atacó (su doctrina militar es transparente al respecto). En contraste y curiosamente el propio Pentágono ha reconocido que Rusia no ha utilizado esos niveles de destrucción en Ucrania.
Se estima que solo la Guerra contra el Terror liderada por Estados Unidos mató a seis millones de personas. Notoriamente, la prioridad de los medios occidentales es fabricar consentimiento para la guerra, ya sea económica o militar, y no abordar los principales problemas que amenazan nuestras vidas.
Estas técnicas psicológicas, originalmente desarrolladas por el Ejército estadounidense, han sido imitadas éxito por la industria petrolera occidental, que emplea a asesores comunicacionales expertos en guerras psicológicas.
De hecho, la línea entre los gobiernos occidentales y la propaganda petrolera es muy, pero muy delgada. Sabemos que Shell y BP financiaron directamente la propaganda de la Guerra Fría en el Reino Unido, y que las campañas electorales de Dick Cheney y George Bush fueron financiadas por las grandes empresas petroleras, antes de participar directamente en la planificación de la invasión de Irak.
El mismo patrón de guerra psicológica se está desarrollando en las redes sociales, donde Twitter, Facebook y YouTube censuran con sus algoritmos todas las voces contra las políticas belicistas imperiales. Para aplicar la censura, los gigantes de las redes sociales, trabajan directamente expertos que reciben fondos de las corporaciones armamentísticas y de la industria de los combustibles fósiles.
También está a la vista que todas las guerras engendradas por occidente han tenido como objetivo controlar o desmembrar a los estados que cuentan con recursos energéticos. Esto también se aplica a la guerra de Ucrania y de la OTAN contra Rusia.
En estos últimos meses hemos aprendido que Rusia es uno de los grandes productores mundiales de gas y petróleo, de tal manera que detrás la propaganda de guerra se “mal esconde” un objetivo central de los consorcios energéticos occidentales: terminar o a lo menos limitar la capacidad del competir de energía ruso.
También hemos aprendido que aunque lo nieguen los líderes occidentales la realidad ha demostrado que por un buen tiempo el capitalismo si quiere sobrevivir deberá depender de los combustibles fósiles.
En otras palabras, por más que nos traten de engañar las políticas imperialistas (de ayer y hoy) son las culpables directas del catastrófico cambio climático. Por eso todos los programas que han criticado el fracking en EE.UU. han sido censurados y los negacionistas climáticos continúan teniendo buena prensa en el “hegemon”.
La “aristocracia obrera” occidental
Los planes para un Green New Deal que no aborden el neocolonialismo imperial amenazan con intensificar la extracción de recursos del Sur Global. La desproporción del consumo del Norte que drena los recursos de las naciones a través de relaciones comerciales desiguales no aparece en las políticas ecológicas oficiales.
Las cifras son enormes: cada año, se extraen del Sur Global 12 mil millones de toneladas de materias primas, 822 millones de hectáreas de tierra, 21 mil millones de “joule” de energía y el equivalente a 188 millones de años de trabajo humano. La cantidad de tierra y energía que se derrocha anualmente sería suficiente para alimentar a 6.000 millones de personas y construir y mantener la infraestructura necesaria para viviendas dignas, atención médica, educación, saneamiento, para 6.500 millones.
Y esto sin tomar en cuenta que los europeos se apoderaron en una pasado reciente de nada menos que de la mitad de toda la superficie terrestre, después de asesinar y masacrar a la mayoría de la población indígena los europeos que colonizaron Estados Unidos, Canadá y Australia se quedaron para siempre con estos territorios.11
No obstante, los pueblos indígenas sobrevivientes han continuado resistiendo. Se estima que la lucha de los movimientos de resistencia indígena detuvo un 25 por ciento de las emisiones de combustibles fósiles en los Estados Unidos y Canadá.
Alrededor del 80 por ciento de la biodiversidad de la Tierra permanece protegida por los pueblos indígenas, que administran solo el 22 por ciento del planeta. Campañas como Land Back en Estados Unidos han sido cruciales para concientizar acerca del cambio climático. Pero, los factores antítesis siguen actuando: el despojo continuo de tierras ha permitido que las corporaciones capitalistas sigan explotando los combustibles fósiles y recursos materiales.
Según el estudioso Zak Cope los países de altos ingresos, no tendrían recursos suficientes para pagar sus niveles salariales si no explotaran intensamente al Sur Global. Su investigación revela que los trabajadores del sur trabajan más horas y son más productivos que sus contrapartes occidentales. En otras palabras, una aristocracia obrera occidental está compartiendo el botín de la súper-explotación del Sur.
Esto podría explicar la falta de fuertes movimientos antiimperialistas en el Norte Global. De hecho, las mismas fuerzas imperialistas están construyendo muros para impedir el ingreso de los refugiados que mismo ellos crearon con las guerras que llevaron a cabo en los últimos 20 años (solo la guerra contra el terrorismo de Estados Unidos causó aproximadamente 38 millones de refugiados).
En este sentido, las políticas de extrema derecha caminan al unísono con los planes políticos de todos los ejércitos importantes del Norte Global, ambos sectores consideran el deterioro climático y ecológico solo «multiplicadores de amenazas» que deben controlarse con represión y guerra.
Decrecimiento y solidaridad
Esto no quiere decir que la clase obrera occidental, especialmente sus sectores más explotados, no tienen nada que ganar con una revolución verde antiimperialista. Al priorizar las necesidades humanas y ecológicas, en lugar de las ganancias corporativas y consumismo, es posible brindar vidas mejores con un menor consumo de recursos y de energía. Desde la primera revolución industrial se ha demostrado que el sistema capitalista es manifiestamente derrochador e ineficiente.
Estados Unidos es el ejemplo más concluyente: hoy la expectativa de vida saludable es más baja que en China y Cuba, a pesar que los trabajadores estadounidenses tienen salarios más altos. 12 Esto es así, entre otros factores, porque el sistema médico privatizado norteamericano es costoso e ineficaz.
Sin lugar a dudas una salud pública podría mejorar el nivel de vida en los Estados Unidos y, al mismo tiempo, reducir la siniestralidad laboral. En definitiva, seguir un camino de decrecimiento ecosocialista en el Norte Global es la única forma de crear un proyecto de solidaridad para la clase trabajadora global.
Y… la clase media del sur global
Es cierto que las clases medias altas en el Sur Global, han adoptado un “modo de vida imperial” con salarios altos, despolitización, derechos y estilos de vida basados en el consumo. Sin embargo, según datos del Banco Mundial –que para este asunto utiliza el índice de paridades en poder adquisitivo (PPA)– los niveles de pobreza continúan devastando a la gran mayoría de las poblaciones del Sur Global.
El porcentaje de personas por debajo de la línea de pobreza es alarmantemente alto; en Europa del Este y Asia Central un 56 por ciento), en América Latina y el Caribe un 67 por ciento, en Asia Oriental y el Pacífico un 74 por ciento), en Medio Oriente y África del Norte un 87 por ciento), en África subsahariana un 98 por ciento y en Asia meridional un 91,5 por ciento. 13
Para grandes franjas de la población, su nivel de pobreza no solo es degradante, sino que es una amenaza vital. Casi la mitad de la población de América Latina y Asia central y meridional y dos tercios del África subsahariana no tienen acceso a una alimentación adecuada.
La línea de pobreza muestra que la clase media es casi inexistente fuera de los países de altos ingresos: solo entre el 7 y el 13 por ciento de la población supera el nivel de pobreza en las regiones de Europa del Este, Asia Central, América Latina, el Caribe, Asia oriental y el Pacífico, y menos del uno por ciento en el sur de Asia y África subsahariana. 14
En términos absolutos, la “clase media” del Sur Global apenas se registra. La gran mayoría de las personas que viven por encima de la línea de pobreza europea (un impactante 75 por ciento) viven en los países de altos ingresos. En realidad, estamos viendo una profundización de un “apartheid global” con unos pocos ricos del Sur y que gobiernan en beneficio de sus intereses en combinación con las potencias neocoloniales.
Las advertencias que el mundo no puede sostener un estilo de vida occidental son parte de un engaño interesado. El estilo de vida de occidente no sería posible sin la acción destructora del medio ambiente ejecutada por imperialismo. El modo de vida occidental simplemente no puede ser globalizado. Por tanto, cuando los medios culpan del colapso ecológico y climático a una “China en ascenso” o a un “África en ascenso” no solo hacen el ridículo, sí que están engañando de manera obscena.
El Sur Global se niega a ser una zona de sacrificio
Ha habido muchas críticas a los gobiernos de izquierda en América Latina que continúan extrayendo recursos naturales, incluso si las ganancias se redirigen a programas de bienestar social. Sin embargo, algo de contexto es necesario aquí. Bolivia, por ejemplo, solo ha utilizado el 15 por ciento de su “parte justa” del presupuesto de carbono y el 70 por ciento de su parte del presupuesto de huella material. 15 (Por su parte el gobierno chino sacó a 800 millones de la pobreza).
A pesar de la reducción de la pobreza bajo el gobierno del Movimiento al Socialismo Boliviano que redujo a la mitad el porcentaje de personas que viven en la pobreza- un tercio de la población aún gana muy poco para garantizar una vida digna. 16
En otras palabras, sin las reparaciones climáticas del Norte Global y, cierto nivel de extractivismo que sigue siendo una cuestión de supervivencia para una gran parte de la población del mundo NO habrá un futuro cómodo y verde para el Norte Global. 17. Las poblaciones del Sur no están dispuestas a renunciar a una vida digna para satisfacer las comodidades de las naciones colonialistas.
Así están las cosas: sin reparaciones climáticas y una economía global más justa, el futuro verde que aspira la burguesía occidental solo puede sostenerse mediante la represión violenta, los golpes de estado y la pobreza. Esto en última instancia explica todas las guerras en que se han involucrado.
El poder capitalista sigue concentrado en Occidente
Ciertos posmodernos sostienen que con la existencia de una clase capitalista globalizada el imperialismo occidental es irrelevante. Nada más errado la clase capitalista sigue firmemente concentrada en el Norte Global. Más del 85 por ciento de las personas con un patrimonio neto ultra alto (UHNWI, por sus siglas en inglés) viven dentro del bloque geopolítico. 18
Los “muy ricos urbanos” de China producen huellas de carbono más bajas que un japonés o europeo y menos del doble que un ciudadano estadounidense promedio. 19 .Para 2030, las emisiones del 10 por ciento más rico ya habrán superado los límites de los acuerdos climáticos de París, incluso si el resto del mundo emitiera cero, nada de CO2.
Tan importante como las huellas de carbono son aquellos que toman las decisiones sobre la estructura de la economía global. Entre las 2.000 principales corporaciones globales clasificadas por Forbes, el bloque geopolítico occidental obtuvo del 73 al 83 por ciento de los ingresos, ganancias, activos y valores de mercado en el pasado 2021. Esta cifra es más que suficiente para dominar los términos del mercado global. Dieciocho de las veinticinco grandes corporaciones descritas por Forbes están en manos de empresas estadounidenses, una por Japón y ninguna por China.
Esto no incluye las acciones que tienen en el extranjero: durante un tiempo el 36 por ciento de las acciones de Gazprom, fueron de propiedad de accionistas estadounidenses. Como sea este asunto hay un dato indiscutible para los expertos en las Bolsas: la estructura accionaria internacional muestra una cantidad impresionante de concentración del poder: 49 de los principales accionistas controlan casi el 40 por ciento de las más importantes multinacionales. Estas 49 sociedades tienen su sede en Europa Occidental, América del Norte o Japón. 19
El imperialismo occidental alimenta el capitalismo
Menos del 15 por ciento de las rentas más altas viven en países que podrían considerarse competidores geopolíticos de occidente. Irónicamente, los llamados oligarcas rusos y chinos tienen mucho menos poder político que los empresarios “filántropos” del mundo occidental. Muchos de ellos han sido encarcelados por corrupción. El caso más conocido es del oligarca ruso Mikhail Khodorkovsky. Este personaje, ex propietario de la corporación petrolera Yukos y considerado el hombre más rico de Rusia, fue condenado por corrupción a diez años de prisión y su empresa nacionalizada con el advenimiento de Putin al poder.
Las potencias occidentales tuvieron un papel directo en la creación de una clase multimillonaria mundial. La oligarquía postsoviética fue un resultado directo de la terapia de choque económico en la década de 1990. La clase millonaria en China surgió de una manera distinta; es el resultado de una estrategia de supervivencia del gobierno chino que permitió una entrada controlada de inversiones extranjeras, evitando así el aislamiento económico han sufrido otros países.
Efectivamente, tanto el gobierno chino como el ruso fueron favorecidos por Occidente hasta el mismo momento que se atrevieron a desafiar la hegemonía occidental. Otro papel muy importante en la creación de una oligarquía global lo ha jugado el FMI y el Banco Mundial. Las investigaciones indican que menos del 10 por ciento de la población se beneficia con los programas de ajuste estructurales del FMI. Además, en América Latina y en Sudáfrica, la clase multimillonaria está básicamente constituida por colonos blancos que están subordinados a la agenda de Washington.
Dicho de otra manera argumentar que la clase multimillonaria mundial demostraría la irrelevancia del imperialismo occidental es simplemente un disparate de cabeza a rabo.
Internacionalismo o barbarie
No es ningún secreto que los servicios de seguridad occidentales espían los movimientos climáticos, arrestan a los manifestantes y encierran a quienes participan en una acción de sabotaje climático. Tras su jubilación, muchos de los agentes de la guerra fría han continuado su labor como asesores de la industria de los combustibles fósiles.
Cuando los movimientos sociales eran más fuertes, en las décadas de 1950, 1960 y 1970, líderes de movimientos antiimperialistas como Martin Luther King, Malcolm X y Fred Hampton, fueron asesinados por el gobierno de Estados Unidos. Y como se ha filtrado, la CIA planificó, en su momento, hacer lo mismo con Julian Assange.
La misma maquinaria de guerra imperial que impulsa la explotación del Sur Global se vuelve hacia adentro ante cualquier señal de revuelta seria. El exlíder laborista Jeremy Corbyn, que propuso un objetivo climático desde una posición antiimperialista, reconoció haber sido amenazado con un golpe de estado, en caso que ganará las elecciones.
Es el imperialismo occidental el que empodera a los halcones de la guerra y que arma la represión contra los ecologistas rebeldes en todas partes del mundo. Es absolutamente falso que los Estados Unidos es el país líder de la lucha por la democracia y contra los autoritarismos.
Se sabe que el 74 por ciento de los dictadores son apoyados directamente por el gobierno estadounidense, que la CIA y otras agencias de inteligencia norteamericanas han estado involucradas en los países donde han sido asesinados luchadores por el medio ambiente (Brasil, Colombia, Filipinas, Honduras y México).
Es el imperialismo el que está en guerra contra nuestro planeta. Una revolución ecosocialista en el Sur Global sería más probable sin las permanentes presiones imperialistas. Por tanto, en el combate por salvar la humanidad y el planeta se hace necesario construir una alternativa que enfrente al poder imperial, se necesita un internacionalismo que sea capaz de enfrentar al gigante capitalista que está asesinando nuestro planeta. Esta es la única forma de avanzar.
Notas
- Esas cifras no cuentan las emisiones de la aviación y el transporte marítimo internacional, que están especialmente dominadas por los países de altos ingresos. Al asignar las emisiones a través de la propiedad, por ejemplo, un estudio reciente encontró que el 84 por ciento de las emisiones del transporte marítimo internacional todavía están siendo causadas por países de altos ingresos (cálculos del autor basados en datos de Henrik Selin, Yiqi Zhang, Rebeccan Dunn, Noelle E. Selin, y Alexis KH Lau, «Mitigación de las emisiones de CO2 del transporte marítimo internacional a través de la asignación nacional», Environmental Research Letters 16, No. 4 [2021]). Además, las emisiones militares estaban exentas de los acuerdos climáticos hasta los Acuerdos de París de 2015, y su notificación sigue siendo “voluntaria”. Normalmente no se tienen en cuenta ni el transporte internacional ni las emisiones militares, y simplemente no se dispone de datos completos. El estudio de Lancet sí tiene en cuenta las emisiones de consumo basadas en el comercio, pero solo a partir de 1970; las cifras anteriores siguen sin estar disponibles. Las cifras de Jayaraman y Kanitkar no tienen en cuenta ninguna de las cifras anteriores (transporte internacional, militar o emisiones comercializadas); tampoco las cifras nacionales oficiales reportadas a la ONU en línea con los objetivos climáticos formales.
- Cálculo del autor basado en los datos encontrados en un estudio de Lancet de 2022. Consulte Jason Hickel, Daniel O’Neill, Andrew Fanning y Huzaifa Zoomkawala, «Responsabilidad nacional por el colapso ecológico: una evaluación equitativa del uso de recursos, 1970-2017», Lancet Planetary Health 6, No. 4 (2022).
- Pierre Friedlingstein, Matthew W. Jones, Michael O’Sullivan, Robbie M. Andrew, Dorothee CE Bakker, et al., «Global Carbon Budget 2021», Earth System Science Data 14, no. 4 (2022). El margen de error a nivel global es más o menos 50 por ciento.
- Para Asia, estos cálculos utilizaron el período de 1850 a 1947; para África, de 1850 a 1964.
- Entre 2001 y 2015, los países del Norte Global dentro del Grupo de los 20 fueron responsables de 97.000 kilómetros cuadrados de deforestación neta. El Sur Global, incluidos Indonesia y Brasil, solo fue responsable de 7.000 kilómetros cuadrados, en parte debido a los programas masivos de reforestación en China. Cálculos del autor basados en los datos de Nguyen Tien Hoang y Keiichiro Kanemoto, “Mapeando la huella de deforestación de las naciones revela una amenaza creciente para los bosques tropicales”, Nature Ecology & Evolution 5 (2021).
- Kerala ocupa el puesto número once, para ser exactos.
- Las sanciones actuales contra Rusia, que tienen como objetivo replicar el impacto devastador de las sanciones contra Venezuela e Irán, han fracasado en gran medida, ya que India y China han tomado el relevo mientras los precios mundiales de la energía subieron. La OTAN ha creado sin darse cuenta la misma situación que había tratado de prevenir durante tantos años: aumentar los ingresos petroleros de Rusia, Irán y Venezuela. Pero también han sido una gran ayuda para la industria occidental de los combustibles fósiles, que ha utilizado la guerra como excusa para subir sus precios. La industria ahora está registrando ganancias récord y prometiendo mayores perforaciones para reemplazar el suministro ruso.
- Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Reino Unido, Unión Europea, Suiza, Noruega, Islandia, Turquía, Israel, las monarquías del Golfo, Japón y los Cuatro Tigres Asiáticos (excepto Hong Kong).
- Basado en datos del PIB PPA 2020 del Banco Mundial. Consulte la nota final anterior para ver la definición del autor de «bloque geopolítico occidental».
- Estas cifras se tomaron de los programas de noticias vespertinos de ABC, CBS y NBC, que en conjunto son la fuente de noticias más importante en los Estados Unidos por audiencia.
- Australia, Nueva Zelanda, Israel, Siberia y todo Abya Yala; con excepción de los países independientes donde la mayoría de la población tiene ascendencia no europea dominante o predominante, que son la Comunidad del Caribe, el Triángulo del Norte, Bolivia, Perú y Ecuador.
- La esperanza de vida saludable para estos países, según datos de la OMS de 2019, es la siguiente: China, 68,5 años; Cuba, 67,8 años; y Estados Unidos, 66,1 años. Tenga en cuenta que esto es antes de la pandemia de Covid-19, que sin duda ha aumentado la disparidad.
- Se excluyen los países de ingresos altos.
- Uso de carbono basado en los cálculos del autor usando datos encontrados en el estudio de Lancet por Hickel, O’Neill, Fanning y Zoomkawala , ajustado para 1,5 grados Celsius (en lugar de 1 grado) de calentamiento. Huella material basada en los cálculos del autor utilizando otro estudio de Lancet (consulte Jason Hickel, Daniel O’Neill, Andrew Fanning y Huzaifa Zoomkawala, “National responsibility for ecologic Break: a fair-shares Assessment of Resource Use, 1970—2017,” Lancet Planetary Health 6, n.° 4 [2022]), lo que permite años de “insuficiencia” para compensar los años de “exceso”. Como se mencionó, estos últimos datos solo comienzan en 1970, saltándose siglos de colonialismo y neocolonialismo.
- Basado en una línea de pobreza “ética” de US$7.40.
- Si, como sugieren las encuestas, Brasil verá una victoria electoral de izquierda en 2022, los países controlados por gobiernos de izquierda representarán más del 90 por ciento de la economía y la población del continente. Es cierto que Boric y Petro en Chile y Colombia (respectivamente) han tratado, al menos retóricamente, de distinguirse del nacionalismo izquierdista de los recursos.
- Ver la nota 8 para los países incluidos en la definición.
- La base de datos sobre desigualdad mundial brinda una estimación más alta para las huellas de carbono de la élite china, pero su metodología asume que todas las emisiones nacionales no domésticas benefician a los consumidores chinos. Esa es una suposición cuestionable.
- Puede encontrar los nombres y países de las principales participaciones mayoritarias en el apéndice.
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