POR JOSÉ ARNULFO BAYONA*
“Cuando las mujeres negras avanzan, el mundo avanza con ellas”. -Ángela Davis.
Francia Márquez Mina, mujer negra, luchadora y lideresa social, defensora de los derechos sociales, culturales, ancestrales, comunitarios y humanos de las comunidades afrodescendientes, antirracista, feminista, ambientalista defensora de los derechos de la madre tierra y del agua, abogada y laureada con el premio internacional Goldman por su destacado liderazgo ambiental, conocido como “Premio Nobel del medio ambiente”, recibió como reconocimiento el “Premio Nacional de Paz”, elegida Presidenta de la Comisión Nacional de Paz, ha llegado como aire fresco al ejercicio de la política para participar como precandidata en la consulta del Pacto Histórico para la presidencia de la República en las elecciones de 2022.
Francia nació en el corregimiento de La Toma en la vereda de Yolombó, territorio ancestral de una comunidad afrodescendiente, municipio de Suárez, departamento del Cauca. Inició su liderazgo siendo una niña de 15 años, en la lucha por la defensa del rio Ovejas y su territorio, espacio en el cual creció, vivió su niñez y su adolescencia, heredó las costumbres, la cultura, el cuidado de la vida y demás valores ancestrales de su comunidad, que durante siglos ha hecho, tanto del rio, como del territorio componentes vitales de su construcción colectiva y de su sentido de pertenencia.
Junto con su comunidad movilizada, en especial las mujeres, lograron impedir el desalojo, el despojo de su territorio, el desplazamiento forzado, el desarraigo y la desintegración étnica, comunitaria y cultural a la que pretendían ser sometidos por el gobierno de turno. Francia relata así esta experiencia de lucha “enfrentamos el despojo territorial por la megaminería y el extractivismo, que pretendía entregar nuestras tierras ancestrales, que ocupábamos desde que nuestros mayores y mayoras fueron esclavizados, que las lucharon y consiguieron trabajando muchos años, en la esclavitud y posterior a ella. Eran tierras que nos habían heredado, porque para los pueblos afrodescendientes e indígenas, nuestra identidad étnica y cultural, nuestro ser como pueblos y como humanidad no hubiera sido posible sin el territorio, sin el rio, sin la naturaleza” (conversación virtual con Ángela Davis).
Así mismo, con la movilización, derrotaron tanto los títulos de explotación minera que el gobierno había entregado a la poderosa multinacional Anglo Gold Ashanti, como la minería ilegal. Lucha que la convirtió en víctima de las amenazas de bandas paramilitares que la declararon, junto con su familia, objetivo militar, amenazas que la obligaron a desplazarse de su territorio para salvar su vida y la de sus hijos.
En ese lugar de la historia comenzó a construir su liderazgo esa niña que además se negó a obedecer la orientación de su mamá de ir a trabajar en una casa de familia, como era costumbre, cuando apenas había terminado sus estudios de la primaria, porque quería seguir estudiando, y para lograrlo, tuvo que combinar el trabajo en la minería artesanal con el estudio; hasta que culminó su bachillerato y se graduó de abogada. Su liderazgo no viene desde arriba, sino que nació de sus luchas, desde abajo, de las entrañas de su propio pueblo, el de las comunidades indígenas, campesinas y populares.
La lucha contra la crisis ambiental y el cambio climático
De aquellas exitosas luchas colectivas, nació y creció su liderazgo ambientalista, comprendió que su lucha por el rio y el territorio debía formar parte de la lucha global para salvar el planeta, y enfrentar la crisis ambiental causada principalmente por el capitalismo mundo, con sus grandes corporaciones económicas y financieras, sus falsas ideas de progreso y sus políticas industriales y extractivistas de la megaminería, que ven el planeta como una fuente de acumulación de grandes fortunas y no como un espacio y un principio de vida para la humanidad. “La población mundial hoy es testigo del impacto terrible del capitalismo racial y su desprecio por la tierra, las plantas, los animales, incluidos los de la especie humana” (Ángela Davis). Las luchas ambientales han logrado ganar tal importancia que, sin una lucha para salvar la tierra, las luchas por la vida, contra el racismo, la homofobia, el patriarcado, los feminicidios, el exterminio de los pueblos indígenas, afrodescendientes, campesinas y populares, por la democracia, la dignidad humana y por la paz carecerán de sentido.
En opinión de Francia Márquez, “en esta gran crisis ambiental no todos tenemos la misma responsabilidad, el capitalismo es el principal responsable frente a esta amenaza que hoy afronta la casa grande. Tristemente los efectos están golpeando de manera brutal a los pueblos empobrecidos, racializados, excluidos y oprimidos. Las comunidades sacrificadas por el modelo de desarrollo y de progreso capitalista son las afrodescendientes, indígenas y campesinas de quienes la supremacía blanca considera que su humanidad no importa nada. Somos las mujeres las que sufrimos mayormente las secuelas del Covid19, la carencia de agua potable y saneamiento básico, expulsión a lugares vulnerables y frágiles por esta política de muerte, la necro política; sufren las nefastas consecuencias de la crisis ambiental. Tarde que temprano esta crisis no afectará solo a los pueblos más excluidos y vulnerables, si no hacemos algo afectará toda la humanidad”.
Papel de la mujer negra, indígena, campesina y popular en las luchas sociales y políticas
Piensa Francia que “el papel nuestro como mujeres negras, indígenas y de los sectores populares ha sido de resistencia, parir justicia, dignidad e igualdad, a ellas les ha tocado cargar con el cuidado de la vida de los hijos, de la familia, de la sociedad; como siempre, hemos estado en esa línea de enfrentar la muerte, de atender la vida, de resistencia a todas las formas de opresión, pero también con la esperanza de un cambio”… “Colombia estaría peor de lo que está, si las mujeres en general no hubieran hecho su papel, de transmitir los saberes ancestrales como parte del fortalecimiento de la autonomía y la autodeterminación, para fortalecer una apuesta de vida, como alternativa al desarrollo de muerte impuesto al mundo por la supremacía capitalista blanca que se abroga el derecho de explotar a la gente, envenenar el rio, destruir los espacios de vida que por tantos años hemos conservado social y comunitariamente”.
En el gran acontecimiento del estallido social del 28 de abril, especialmente en Cali, la segunda ciudad de América Latina, con mayor población afrodescendiente, el gobierno le dio tratamiento de guerra al pueblo que masivamente ejerció su derecho a rebelarse, descargó con sevicia la violencia policial y paramilitar contra jóvenes, mujeres y la población movilizada; 40 jóvenes asesinados y centenares de heridos, decenas de desaparecidos y otro tanto con sus ojos mutilados. Crímenes justificados con la falacia difundida en los medios de comunicación masiva, acusándonos de criminales, terroristas y vándalos. “Pero ahí estaban las mujeres acompañando los jóvenes en la primera línea, dándoles fuerza, con las ollas comunitarias, con nuestros saberes al cuidado de los hijos de la familia extensa y diciéndole a estos jóvenes aquí estamos nosotras acompañándolos, caminando y luchando con Ustedes. Entonces, el movimiento de mujeres negras, campesinas, de sectores populares, ha sido muy importante en esa articulación con los desafíos que hoy la juventud colombiana está asumiendo y que se han podido tejer con los saberes de las mujeres mayoras, su creatividad, la espiritualidad. Pienso que, debido a esas luchas hay una esperanza de cambio real en este país”. (Francia Márquez).
Sobre la guerra, el narcotráfico y la paz
Opina Francia que “el Plan Colombia que se inició en el gobierno de Clinton y continuó durante los dos periodos de gobierno de Obama, la gente negra fue la que más sufrió las consecuencias de dicho plan, los masivos desplazamientos forzados de las zonas de guerra y de cultivos de la hoja de coca, fueron consecuencia de la implantación de esa política antidrogas prohibicionista, que no ha sido eficaz y solo ha servido para poner muertos y para dejar en los bancos nacionales y extranjeros los miles de millones de dólares que produce el narcotráfico”.
Plantea que “Estados Unidos debe comprometerse con apoyar la construcción de la paz en Colombia y para ello, se debe avanzar en la legalización de las drogas, porque el prohibicionismo sigue causando miles de muertes, el destierro de la gente en esos territorios; se está obligando a la gente negra, indígena y campesina a volver a vivir en condiciones similares a la esclavitud. Los grupos armados amenazan a las comunidades y las obligan a sembrar coca, mientras que las armas del estado las obligan y las reprimen para que abandonen los cultivos, porque en esa cadena de la política criminal del narcotráfico, los territorios y las comunidades llevan la peor parte, mientras que los millones que produce el negocio, los comparten las mafias con los altos funcionarios del estado, les financian sus campañas electorales y se aseguran la impunidad para continuar en el poder los unos y en sus actividades criminales los otros”. Reclama que “Estados Unidos debe ayudarnos a parar la guerra en Colombia y en el mundo; así como, a frenar la crisis ambiental que hoy expulsa los pueblos de sus territorios, por presiones de las empresas multinacionales que nos despojan, nos destierran y usan la violencia armada para someternos al desplazamiento forzado y al desarraigo”.
La solidaridad y la construcción colectiva como principios
Los principios que iluminan la acción política de Francia Márquez y su movimiento “Soy porque Somos” son, entre otros, “la solidaridad entre los pueblos, ejercida desde una visión de la familia humana, de pueblos y comunidades entrelazados en convivencia, que nos permita reconocer la diferencia como una virtud para construir y no una razón para exterminar al otro, superar el individualismo y la instrumentalización en que nos ha atrapado el sistema capitalista mundial y que nos ha mutilado la inspiración para el cambio y la posibilidad de imaginarnos otro mundo posible”.
Soy porque Somos es un principio ético de La filosofía Ubuntu ancestral africana, que inculca la lealtad con las personas y a su manera de relacionarse “una persona es una persona a causa de las demás” “yo soy lo que soy en función de lo que todas las personas somos, el bien común es el bien propio, nos invita a pensarnos con el otro, a pensarnos como parte de la naturaleza y no como dueños de ella. Son principios fundamentales que nos llevarán a una solidaridad para la acción y para el cambio. Para la transformación de esa política de muerte en una que sea capaz de cuidar la vida y colocarla en el centro, que piense en la distribución y no en la acumulación en manos de unos pocos”.
La solidaridad que promueve y practica el movimiento de la precandidata, es conceptualmente diferente a la “cooperación internacional” que se suscita a través de las agencias de los países desarrollados, que se limita a la cooperación económica con los países pobres, pero los recursos de dicha “colaboración” salen de las pingües ganancias acumuladas por empresas multinacionales que expolian nuestras riquezas y explotan nuestros pueblos. Se trata de una cooperación limitada, USAID, por ejemplo, basa su cooperación en talleres y eventos a los cuales las mujeres disponen su tiempo para asistir y al final les toman fotos y firman una asistencia, y hasta ahí. Pero, ese sistema no transforma la vida de la gente, sino que la hace dependiente y no nos deja actuar como pueblos, como resistencias autónomas, porque coarta nuestra autodeterminación. Entonces, creo que ahí están todos los desafíos que tenemos, debemos pensarnos nosotros mismos en todo, en lo económico, en lo ambiental, en la forma en que vivimos, en cómo nos relacionamos, en la forma en que consumimos, qué comemos, creo que desde ahí empezamos y, sobre todo, vernos como esa gran familia extensa dispuesta a hacer un cambio, a poner en el centro la vida.
Estas son ideas, propósitos y propuesta de Francia Márquez, tomadas motu proprio de las entrevistas, la conversación virtual con Ángela Davis, la reunión virtual con la Red Socialista, las plataformas y las redes sociales, que son avances de un programa de profundo contenido democrático para transformar de raíz la sociedad y el estado de las mafias, el neoliberalismo y la corrupción. Son propuestas no realizables en el marco de la democracia liberal que sustenta el estado capitalista putrefacto, corrupto y en descomposición, son tareas que conducen a la igualdad, la equidad y la justicia económica, política social y cultural, solo posibles en la instauración de un gobierno de transición para la paz y en la perspectiva del socialismo, en los términos de la máxima heredada de Rosa Luxemburgo para la humanidad: “Ni democracia sin socialismo, ni socialismo sin democracia”.
¡El momento es ahora!
Alguna gente que simpatiza con las ideas y propuestas de Francia pero que no cree en sus posibilidades, le aconsejan que no debe disputarse una candidatura presidencial ahora, que se prepare para gobernar más adelante, que espere su momento. Ella les responde que no quiere hacer el aprendizaje de prácticas de gobiernos de la guerra y de la muerte, corruptos, de las élites privilegiadas que desde hace 200 años han ejercido el poder desde una visión racista, patriarcal y clasista, que han llevado al pueblo a la pobreza, la desesperación y la desesperanza, que no garantiza los derechos humanos más elementales. “Llevamos toda la vida esperando por dignificar la vida y por vivir tranquilos, en paz y sin miedo y me siguen diciendo tiene que esperar su momento y su lugar”. ¿Hasta cuándo? Se pregunta. La respuesta de Francia es que el momento es ahora, “que los cambios no van a venir desde arriba, que su candidatura no es un medio sino un fin para profundizar la democracia, que el cambio lo tenemos que parir desde abajo, desde la raíz y eso es lo que nos motiva a decir que si podemos lograrlo” y agrega “Nuestra candidatura simboliza una síntesis de las luchas históricas que hemos hecho como pueblos negros, indígenas, campesinos, mujeres, comunidades LGBTIQ+ y como pueblos mayoritariamente oprimidos. Eso significa también la esperanza. Es momento de vencer el miedo”.
*Miembro de la Red Socialista de Colombia.
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