POR JEAN-LUC MÉLENCHON
Extractos de reciente intervención en una universidad de verano de Francia Insumisa.
Debo evocar el marco geopolítico porque en el fondo termina siendo la matriz de todos los marcos legales, democráticos. Por ello, en este nivel, la cuestión de Gaza, la cuestión del genocidio del pueblo palestino ocupa un lugar no solo en Oriente Medio, no solo palestino, sino que concierne a toda la humanidad. ¿Por qué? Porque cada guerra recoge lo peor de la guerra anterior, y hemos visto que la Primera Guerra Mundial era una guerra industrial, porque puso en movimiento todo lo que se poseía; la segunda llegó a ser una guerra total […]. Guerra total significa que la guerra ya no tiene lugar, como era tradicional, entre militares, sino que es una guerra que se libra contra los civiles. Y por ello el cuadro de Pablo Picasso, Guernica, se consideró en cierto modo como un símbolo de la Segunda Guerra Mundial, es decir, como masacre de una población que a partir de ese momento se convierte en lo ordinario, incluso cuando se trató de derribar y quebrar el sistema nazi, que estaba ya agonizando. Pero Dresde y su población no merecían cinco días de bombardeos. Hiroshima no merecía los 300.000 muertos que tuvo, y tampoco Nagasaki, y lo que vino luego.
Cada uno empieza por lo peor que había habido antes. Los genocidios, los etnicidios, empezaron hace poco aquí, en tal o cual sitio. Y luego se produjo la Shoá, en la Segunda Guerra Mundial, es decir, la masacre de una población marcada por su religión. Y ahora llegamos al genocidio etnicista, de una población que ocupa un territorio, tiene que ser barrida del mapa. Quiero deciros que toda la humanidad está afectada por lo que ocurre ahí, porque toda ella está en peligro, en cualquier sitio que tenga una frontera. Y hay un conflicto fronterizo en la mayoría de los Estados del mundo. Esos conflictos de frontera reproducen a menudo delimitaciones culturales, religiosas, entre poblaciones.
Por eso cuando nos hablan de usar dos medidas, porque una de ellas no se aplica al que la emplea, ni a sus aliados, pero sí para medir a otros, tenemos que ser muy claros: no hay dos medidas. Donde hay dos medidas, ¡no hay ninguna medida! Estamos ante el reinado de la fuerza sin límites. Y así lo ha entendido el señor Netanyahu, porque ha comprendido que la política de genocidio, que aplica, goza del amparo del silencio y la complicidad de los países llamados occidentales, que son capaces de permitir tal crimen sin hacer nada ni decir nada, cuando podríamos detenerlo de inmediato si hubiese voluntad política. ¿Por qué? Porque las naciones podrían dejar de exportar armas, y entonces, no habría con qué matar a la gente. En segundo lugar las naciones podrían interrumpir los contratos de colaboración que permiten que el Sr. Netanyahu siga manteniendo una economía, aunque en muy mal estado. Sí, ¡podríamos hacerlo! Sí, todos podríamos reconocer el Estado de Palestina exigiendo que cese el fuego, porque entonces enviaríamos un mensaje político que pesaría en la relación de fuerzas, diciéndole al señor Netanyahu: “La guerra que libráis no sirve absolutamente para nada. Habéis aislado a Israel más que nunca lo estuvo, en toda su historia. Y habéis hecho más contra vuestras propias ideas que en ningún otro momento”.
Sí, reconocemos el Estado de Palestina. Y lo hacemos ya para mostrar por qué lado queremos que se desarrolle la historia.
Y cuando os digo lo que acabo de decir sobre Gaza, estoy obligado a completarlo diciendo que una de las conquistas esenciales de las dos guerras mundiales, la primera vez fue la Sociedad de Naciones, criticada por todo el mundo; luego fue la ONU, criticada por todo el mundo. Pero al fin y al cabo es la única asamblea común de la humanidad, no hay otra. El G7 es un amasijo de desaprensivos que da órdenes al G20, que a su vez las da al G176; no es la asamblea general de la humanidad, por imperfecta que sea la ONU, y es imperfecta. Sería preciso que la asamblea general tuviese más poder, sobre todo en relación con los miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Y podemos preguntarnos qué necesidad hay de tener miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Tenemos derecho a hacernos esas preguntas, tenemos el deber de hacérnoslas y tenemos el deber de resolver eso.
Pero, compañeras y compañeros, una de las conquistas más importantes del movimiento insumiso en la batalla que acabamos de librar es que, por primera vez, una fuerza como la nuestra, una fuerza anticapitalista, que es una fuerza de planificación ecológica, que es una fuerza de rechazo del sistema y del orden establecido, por primera vez, hemos dicho: sean los que sean los defectos que haya, preferimos un orden, que podamos discutir y combatir, que ningún orden, porque cuando no hay orden, ni ley ni institución, queda la fuerza, la fuerza sin límites.
Si aceptamos que una nación declare que la ONU es una organización antisemita dirigida por terroristas, entonces renunciamos nosotros mismos al honor que se nos reconoce de ser dirigentes de Estado, de país, de nación que, en cambio, tiene interés en decir al señor Netanyahu que se calle y respete las instituciones internacionales que nosotros queremos respetar porque son las únicas que tenemos y pueden ser representativas de la humanidad.
El desorden, la negación de reglas, es una situación en que nadie propone compromisos, en que nadie propone una política de paz. Entonces, queda la invasión como medio para resolver los problemas. Que nos entiendan bien, el movimiento insumiso, es un movimiento pacífico, no he dicho que sea pacifista, es otra actitud. Pacífico significa que rechazamos la guerra, salvo cuando se trata de defender nuestras propias fronteras o nuestra propia libertad o de luchar contra un régimen como el que los nazis quisieron imponer a nuestro país.
Pero rechazamos la guerra. Hace falta una voluntad de paz. La invasión de Ucrania es inaceptable se mire como se mire. Nosotros fuimos invadidos cuatro veces en un siglo y medio, y por tanto sabemos tal vez mejor que otros que la invasión nunca ha resuelto nada, nunca resolverá nada.
Yo hablé a favor de una política de conferencia sobre las fronteras en Europa. Se me rieron en las narices diciendo: “Entonces, ¡quieres cuestionar las fronteras!”. Sois imbéciles, los pueblos mismos las han cuestionado, lo sabéis tan bien como yo. Más vale tomar la delantera y discutir, discutir, y discutir, hasta dar con una solución que sea mejor que bombardearse.
Miles de jóvenes mueren cada mes, cada día en Ucrania, en Rusia, jóvenes rusos, jóvenes ucranianos. ¿Qué beneficio van a sacar esas dos sociedades de esta guerra que no para?
Evidentemente, Ucrania está en su derecho porque ha sido invadida. Pero ahora tenemos a Ucrania en suelo ruso, en Kursk. O sea que la guerra se extiende. Y quiero llamar vuestra atención sobre este punto.
En lo sucesivo, la cuestión de la paz es central en los programas. Podéis tener el programa que queráis, si estáis en guerra, ya no hay programa, ya no hay transición ecológica, ya no hay reparto de la riqueza, ni hay mejora del bienestar, no hay mejora de la salud, ni mejora de la esperanza de vida de cada persona… La guerra es el peor de los azotes que la humanidad es capaz de infligirse ella misma, y sin duda con un ritmo y una violencia que no consigue en ningún otro ámbito, en el que la humanidad no brilla, pienso en particular en lo que sucede en el plano ecológico. En suma, la guerra es lo peor que nos pueda suceder y hay que hacer todo para detenerla cuando ha empezado.
La presencia de ucranianos en suelo ruso dará lugar a represalias de parte de los rusos. Se exponen a represalias los que han aceptado proporcionar armas que permiten la intervención en suelo ruso.
No estoy hablando por hablar. El gobierno alemán dirigido por el señor Scholz, el socialdemócrata Scholz, flanqueado por ecologistas alemanes y por liberales, ha aceptado instalar en Alemania misiles capaces de atacar a Rusia. Pues bien, no podéis tratar a todas horas de loco al señor Putin y luego esperar que se comporte de manera razonable. Sobre todo si lo atacáis, evidentemente os exponéis a que haya réplicas.
En este momento, en el mundo se habla mucho de represalias nucleares. Por ello creo que no es un comportamiento muy europeo decidir uno mismo instalar en el propio territorio una base de misiles dejando que se piense que podría transportar su carga de un lado a otro del continente. El antiguo marco jurídico era que se prohibía tener misiles que disparasen más allá de 500 km. Pues esta garantía ya no existe, ellos son el blanco. Nosotros, los franceses ya no tenemos localización de nuestra fuerza de disuasión. Los misiles de la meseta británica ya no están allí. Pero nosotros, gracias a nuestros submarinos, podemos ejercer la disuasión nuclear. ¿Y por qué el gobierno alemán ha aceptado esa instalación sin hablarlo con nadie? Y si lo ha hablado con alguno, ¿por qué se ha aceptado esa instalación y cómo los mismos, a continuación, vienen a hacer gárgaras con la política de la Europa de la defensa, pues ese es el nuevo proyecto europeo, antes se hablaba de la Europa de la paz, del bienestar, de entrada se nos dijo esto y ahora se ha transformado en la Europa de la defensa, en la Europa de la guerra, con el giro hacia la economía de guerra.
Y ese giro hacia la economía de guerra es una forma de adornar al capitalismo, que está en uno de sus callejones sin salida.
Amigos míos, los presupuestos militares en Europa se han duplicado de 2022 a 2023. En 2023 se gasta más dinero en armamento en el mundo que dos veces la totalidad de la riqueza producida por el 80% de las naciones que constituyen la humanidad. Fijaos: el doble de lo que producen con el trabajo, con el sacrificio, es el valor que representan ahora las armas.
¿Y quién produce esas armas? ¿Quién las vende? ¿Quién las produce? El 27 % los europeos, una economía capitalista con la bandera a media asta, que no llega a recuperar una tasa de crecimiento que sea un poco compatible con su población. Y el 59 % los Estados Unidos de América, que son ante todo y por encima de todo los primeros que se forran con la economía de guerra porque el 70% del material de guerra adquirido por ejemplo en Europa es material americano ya que ellos lo venden al mundo enero, a los que consideran sus aliados. Y en Europa, en este año 2024 que aún no ha terminado, ya hemos hecho pedidos de helicópteros, de aviones, de tanques, de material de transmisión y el año que viene veréis que los presupuestos de gasto militar de toda Europa habrán crecido aún más.
Y no lo hacen porque les guste la guerra. Les gusta la guerra porque hace que funcionen las economías, la relanzan los que ya no tienen industria, para producir esa cosa extraordinaria para el capitalismo –bombas, cohetes, que apenas se compran, enseguida se consumen y hacen falta más–. Es al revés de vuestra nevera, que la mantenéis el tiempo que aguante, unos 5 años, o vuestro lavaplatos, o yo qué sé, vuestro coche… La guerra es un negocio formidable para el capitalismo, es la reproducción continua de los mismos objetos, en las mismas condiciones, y es una de las fuentes de acumulación.
Por eso, en una reunión tras otra, intento alarmaros. Sí, se puede resolver ahora el problema de la invasión de Ucrania y de la retirada de los rusos de Ucrania porque si los rusos se retiran de Ucrania, entonces los ucranianos se retirarán de la parte de Rusia que ocupan. Y sí, se pueden emprender las negociaciones ahora, como propuse en el momento de la elección presidencial, empezando por discutir sobre cómo hacer seguras las centrales nucleares.
Ya ha habido incidentes dos veces. La última vez se prendió fuego en una de esas centrales. En una central nuclear, no hay incidente pequeño. Son conceptos opuestos. Un accidente en una central nuclear, siempre es grave, y en el caso de la que ardió, hay un problema, porque me gustaría saber a dónde fue a parar el agua con que se apagó el fuego. Como es absolutamente evidente, como el circuito secundario pasa a enfriarse, significa que esa agua volvió al río, volvió al mar. Es el mar Mediterráneo, en torno al que vivimos 500 millones.
No hay guerras pequeñas ni guerras limpias, solo hay guerras que destruyen a seres humanos y a su entorno actual. Por eso es pido que oigáis la alerta que os lanzo sobre esta cuestión de la guerra y de la paz y prestéis atención en particular a lo que os acabo de decir.
El Mediterráneo ya no es el centro del mundo, que tampoco está en Europa, ni en las dos riberas del Atlántico. El centro del mundo está en el Pacífico. El 60% de la población mundial vive entre la costa de América y la de Asia.
El 90% del comercio mundial parte de ahí. Más del 50% de la producción total de riquezas del mundo también. Como hablo de memoria, corregid las cifras que doy, pero el centro del mundo está allí, donde se encuentra lo fundamental de los objetos que se venden, difundidos por el mundo. Y allí se están creando condiciones para una guerra total, en la competencia que enfrenta a los Estados Unidos de América con la China, porque China esta despegándose del circuito del dólar, que permite que los Estados Unidos gasten todo lo que quieren sin dar cuentas a nadie. Como las organizaciones, las naciones que componen el conjunto llamado BRICS, esas naciones se están despegando del dólar para intercambiar sus monedas. Los Estados Unidos de América están en competencia con lo que ellos mismos han provocado, es decir el desarrollo de la China como primer productor del mundo.
Y, en esa situación, organizan algo cuya finalidad no se ocultan a sí mismos. El consejero sobre asuntos económicos, la producción, etc., del señor Biden se llama Brian Deese. También os podría hablar del señor Jack Sullivan, pero oigamos lo que dice Brian Deese: “No hay… –al fin y al cabo los Estados Unidos y la China compiten, es lo que nos explican–, y está la regla de la competencia libre y no falseada, el libre intercambio que permite que la mano invisible del mercado arregle cualquier cosa, pero ese sujeto dice: “No hay solución de mercado para la competencia con China”.
¿Os dais cuenta? El tipo que organiza ese negocio dice: no se puede resolver nada con la competencia en el mercado. Y entonces, ¿cómo vais a resolverlo? ¡Evidentemente, con la guerra! Y han empezado a organizarla a la vista de todos cuando nosotros, bobos franceses, hemos sido expulsados de un acuerdo que se había firmado para producir submarinos, y se habían hecho nuevos planos para que fuesen muy largos, no nucleares, y que no contaminasen. Los americanos intrigaron y Australia rompió el acuerdo con Francia. Eso para empezar, pues progresivamente los Estados Unidos de América han creado en el Océano Pacífico una organización que equivale a lo que es la OTAN en el Atlántico. Y no penséis que es un asunto que afecta a lejanos chinos, japoneses, indonesios y quien sea, que yo mencionaría con mucha simpatía, para que ellos se las compongan. No, porque nosotros, los franceses, estamos de nuevo en primera línea.
Como al hablar de Ucrania pedí que no olvidemos que tenemos 2.000 militares franceses en el frente del este, en Rumania, Letonia, Lituania, Estonia, pues aquí en el Pacífico tenemos territorios enteros, como Reunión y Mayotte en el océano Índico, y en otros lados Nueva Caledonia/Kanaki, Polinesia, etc. Por consiguiente, estamos en primera línea de ese conflicto, y no lo digo para darle importancia pues por sí solo tiene importancia dadas las cifras que os he presentado. Hay una marcha hacia la guerra en el océano Pacífico y por tanto Francia debe estar presente políticamente, no por los antojos del Presidente de la República, que pasa de una cosa a otra, que un día dice “no hay que vejar a los rusos” y al otro afirma que va a enviar soldados, un día dice “es inadmisible que nos echen, tenemos que estar en la OTAN del Pacífico” ¿Sí? ¿Y quién ha pedido eso? Y al otro día, finalmente, todo está resuelto y soñamos con ser buenos amigos, y ser partidarios y miembros de esa Alianza. Francia no pinta nada en esa guerra, no es nuestra guerra y sobre todo si el pretexto es la cuestión de Taiyuán, cuando nuestro país, como la ONU, ha reconocido que hay una sola China. No lo he decidido yo, no es que tenga simpatía por el actual régimen chino, no se trata de eso. Cuando el general de Gaulle reconoce a la República Popular de China, no es que se hubiese vuelto maoísta o comunista a la vez. De igual modo, cuando digo que hay que respetar los acuerdos internacionales, eso no cambia mi visión del mundo. Pero digo que cuando hay acuerdos, hay acuerdos, y si hay que cuestionarlos, entonces hablemos del tema, y no lo resolvamos con cañoneras, cohetes, misiles, etc. antes de haber empezado siquiera a discutir.
Necesitamos la paz y necesitamos ante todo el diálogo internacional.
Creo que habéis comprendido el mensaje esencial de esta parte de lo que tengo que deciros: donde deja de haber reglas, solo hay el reino de la fuerza, no hay dos medidas. Dos medidas significa que no hay medida, sino el derecho del más fuerte, a escala internacional o a escala nacional.