POR JULIÁN GRANDA
¿El Paro: se enfrió? Si, la respuesta es sí. La calle se fue quedando sola. Quienes marcharon y se sintieron en función de algo justo, han venido alejándose. La explicación de su marginalidad progresiva puede plantearse a partir de hipótesis porque explicaciones suficientes son difíciles de asir.
Pero, si bien es justa la explicación hipotética, esta no es en singular sino en plural, entonces son las hipótesis que por tal tendrían que contemplar algo que denomino y es lo central las escalas de organización.
Así que para decirlo correctamente, esto no puede dejar perder de vista la escala nacional sectorial que ha estado articulada en el Comité Nacional del Paro. Y frente a la situación actual, habrá que destacar que la dirección de estos espacios apuntaron por un objetivo: frenar la iniciativa legislativa al gobierno con la calle y esto lo lograron y también hay que decirlo instrumentaron la rebeldía de la gente estableciendo un programa sin horizonte y peor todavía sin estar dispuesto a luchar por él.
Sí, porque su interés no residía en la promoción de procesos democráticos de base y radicales, la constitución de medidas de emergencia, sino en la realización de su objetivo y la construcción de su cohesión. Cómo explicación secundaria podría buscarse otras hipótesis frente a la dilución progresiva de su acciones, las elecciones del 2022 y la importancia de mantener su caudal electoral, la necesidad de mantenerse fuertes dentro de su debilidad, pero la argumentación central es esa: su objetivo y el logro del mismo tiende a separarlos y por consecuencia de esto enfriar el paro y la calle, esto considerando que su vinculación es central.
Ahora, existe una escala organizativa local que podríamos caracterizarlos a partir del sujeto; un sujeto puede ser nombrado como los afectados en la cotidianidad por el neoliberalismo pero que no están vinculados a procesos sindicales fuertes y de trayectoria, son trabajadores, desempleados, marginados en las periferias. Este sujeto marchó y le puso alegría a la movilización. Cómo balance vivieron las jornadas históricas más hermosas del país. Buscaron articularse en escenarios de impulso, aportaron ideas, pero por sus rasgos dispersos, su acción estratégica estaba condicionada y tendencia a diluirse sino se constituida en algo fuerte, organizado y suficiente.
A esta hipótesis le hace falta la idea de sustento según la cual, el sujeto que ha hecho parte y le ha metido fuerza a este proceso, es diverso, puesto que existe tanto en procesos organizativos de tercer nivel, como de segundo, primero y, lo que podría decirse lo más pequeño, el luchador individual.
Si esta segunda hipótesis la caracterizamos como local y estructurada en estos niveles, entonces podemos entender sus tonos organizativos y sus complejidades, además sus ambigüedades.
Sin duda, estas últimas, no están atadas al programa porque podría ser sencillo de construir; los derechos que arrebató el neoliberalismo la gente los quiere disfrutar, sea como individuo o grupo, pero las formas, los criterios y los métodos marcan distancia y sitúan su campo de problematización y tensión.
Los ciudadanos libres sin ataduras organizativas quieren conseguirlo todo pero como su capacidad está atada al momento, las responsabilidades que eso implica, los va marginando, dentro de las cuales habría que agregar la propia capacidad de las organizaciones de primer orden y segundo orden que les tensiona y también les supera.
Los grupos de primer orden han participado, se han articulado buscando al menos dos objetivos: echar para adelante el paro, como los primeros, pero buscando mostrarse correctos en función de articular más ciudadanos para vincularlos a sus procesos.
Los objetivos pudieron haberse cumplido bien o mal, pero también estas tenían una condición, si no están vinculadas a procesos de segundo orden y tercer orden, que podrían ser partidos, movimientos sociales regionales o nacionales, las responsabilidades por asumir no se logran comprender ni tampoco las exigencias del momento, luego entonces su ímpetu se diluye.
Finalmente, están las organizaciones de segundo y tercer orden, que por lo general están más organizadas, tienen capacidad, experiencia; sin embargo, poseen el problema del vanguardismo y burocratrismo, por lo que, la acción intrépida los constituye y por esta se debe entender la acción de pocos; al que habría que agregar que la acción se privilegia sobre la ampliación de conciencia ciudadana, porque la ampliación les ocasiona el riesgo de perder la capacidad de dirección, sobre la cual se deben mantener.
Así que, el paro también se enfría por estas lógicas e hipotéticamente, podría ensayarse un horizonte para mitigar estos efectos desorganizadores, pero por su radicalidad ninguno de los tipos de proceso lo aceptaría, si los individuos o ciudadanos sin marcas y este es: apoyar como línea de acción la construcción de un bloque único, sin ataduras organizativas, ni estratégicas previamente establecidas; construcción que estaría sujeta a la propia comprensión de su horizonte y su importancia, así como sus problemas y consecuencias, incluyendo en la vida cotidiana.
Y si algo así no se ensaya, las aspiraciones de cambio podrían tender a estancarse y hasta, incluso, vincularse con apoyos populistas de derecha dada también la tendencia al desgaste de muchos y la emergencia de liderazgos mesiánicos. Por supuesto, este escenario también hipotético pero tendencialmente más realizable que la acción táctica propuesta en este breve escrito de la unidad.
Si se quiere echar pa’lante los procesos de cambio, partidos, movimientos sociales nacionales y regionales, los sindicatos deberán apostarle a un único frente con un programa destituyente claramente definido y disputado en la actual coyuntura.
Las primeras líneas, un fenómeno y un riesgo: apuntes para su compresión
Las primeras líneas son un fenómeno que corresponde a una práctica de defensa política conocida en el país en el 2019 como consecuencia del estallido chileno, en especial como medida de protección de la resistencia contra los carabineros, quienes siguiendo las líneas de resolución de la protesta neoliberal, disolver a la fuerza cualquier conato de inconformidad, provocaron gravísimas violaciones a los derechos humanos.
Algo así en Colombia ha pasado, algo así en Colombia sigue pasando. No obstante, es justo mencionar que el fenómeno no se conocía bajo estos ribetes y sólo fue hasta que, desde noviembre el 2019 nombres bajo la denominación de primeras líneas comenzaron a pulular; de los cuales, son por lo menos dos expresiones a partir de las cuales se ha producido: tanto como formas de reunión de grupos para la defensa y el choque contra el Estado y sectores burgueses tanto como apuestas de articulación y coordinación urbano local, inclusive hasta regional: esto es una especie de articulación de todas las primeras líneas.
Dada la evolución reciente de la coyuntura colombiana, desde el punto de vista discursivo, empero, las apuestas a nivel programático de estos grupos, como otras tantas en el marco de la gran revuelta nacional, no han logrado clasificarse y articularse en un compendio de políticas o apuestas programáticas. Aunque sí son elementos frecuentes las banderas por la paralización de la judicialización y persecución contra sus miembros, así como la eliminación de falsos positivos judiciales, a los que han sido agregadas medidas de mitigación de la pobreza, como empleo, vivienda y derecho a la ciudad.
Actualmente, los medios de comunicación de la burguesía ha apuntalado el ataque contra las primeras líneas: la construcción discursiva del enemigo ha pasado del Comité Nacional del Paro, disuelto, en especial de su sector más importante, el profesoral, a este y ha aparecido como medida de contención social y horadamiento de legitimidad de las mismas: persiguen el objetivo de desestimular el interés por conocerlas.
Aunque, también vale destacar que los desarrollos de las primeras líneas son desiguales, esto es, no siempre preexiste el interés comunitario de hacer parte de ella. En esto se conjuga la propia situación; en donde se ha demostrado que los sitios de mayor confrontación con el Estado y su infraestructura, los niveles de cohesión y articulación, así como vinculación de población son más altos que en otros donde la lucha se ha concentrado en apuestas de tipo cultural, comunitario y simbólico.
Las Primeras Líneas en el occidente de Bogotá y en Puerto Resistencia de Cali pueden tener más desarrollos orgánicos y políticos que por ejemplo la primera línea del Parque de la Resistencia en Medellín; incluso, en otras ciudades. Eso se expresa tanto a nivel de sus voceros, de sus ideas, de sus formas y lógicas de acción, entre otras.
En términos generales, por el riesgo a la vida que implica, la primera línea como acción práctica de la protesta ha recibido reconocimiento simbólico y hasta económico por ciudadanos, representantes políticos de oposición así como el gran contingente de la población que ha marchado.
Disputas políticas aún no han sido expuestas, más bien sí, de tipo organizativo, en especial en términos éticos, esto es, el comportamiento de los integrantes frente a las drogas, el alcohol y las mujeres. Y esto por comportamientos denunciados en su debido tiempo. Pero, al fin de cuentas, son polémicas accesorias que modifican su actuar, mejorándolo, pero que no afectan la propia lógica de organización de esta apuesta.
Ahora bien, a pesar del desarrollo del fenómeno y la práctica que lo acompaña, es justo advertir que las primeras líneas en Colombia son distintas a las chilenas y la discontinuidad histórica se produce por un fenómeno particular: el conflicto armado interno; y de modo específico, la consideración de la acción estratégica de las guerrillas, en su modelo de guerra popular como útil y vigente.
Sin duda, este fenómeno político colombiano no se expresa como situación real, es decir, bajo la idea de la derecha de presentar relaciones orgánicas entre una y otra, en otras palabras, las guerrillas hoy existentes se han inoculado en dichas organizaciones. No. No obstante, se puede considerar que los planteamientos teóricos sobre el qué hacer si pueden estar presentes.
El aventurismo armado como forma de la acción política sí es un riesgo sobre el que están apuntaladas las primeras líneas y esto es, la tendencia a estimular la acción táctica de la combinación de las formas de lucha, que no es sino una forma de justificar la suplantación del trabajo de masas por medidas de choque y confrontación; la interrupción de apuestas asamblearias y cultural comunitarias por instauración de comités de dirección y ejecución auto elegidos, así como coordinación social de base por emergencia de pequeños grupos de directores.
Sin duda, la defensa es un componente necesario en medio de la lucha abierta; y como criterio para la acción, su reflexión constante tanto como la ejecución de prácticas de cuidado resulta impajaritable, no obstante este tipo de apuestas, no pueden sucumbir a las medidas de: coordinación democrática de tipo asambleario, la ampliación del trabajo de masas a nivel comunitario, la construcción programática e ideológica y la dirección del movimiento.
Por último, lo que ha venido sucediendo en los últimos días, la emergencia y consolidación de las primeras líneas en situaciones de dirección e iniciativa política, puede acelerar la consumación del riesgo expuesto con antelación; así como, la configuración de un error estratégico que como mínimo arrojará a las masas ya ganadas a la reacción y por lo tanto, le restará legitimidad y límite a la gran revuelta popular colombiana.
Y es que hoy, la tarea más importante no es la consolidación de las primeras líneas (ni mucho menos inscribir cédulas o hacer debates pre-presidenciales), ni mucho menos su desestimulo, sino la instauración de un instrumento político nacional que puede ser denominado Partido, con sus respectivos órganos de dirección nacional, local, local nacional y con su horizonte estratégico planteado, aceptado y definido en la canción más hermosa de estos tiempos: “Duque Ciao, Uribe Ciao” con la correspondiente combinación de lógicas de acción de resistencia y articulación de medidas de defensa, como las primeras líneas, las guardias campesinas, indígenas y urbanas.
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